JOAQUÍN BECERRA Y EL NEOFASCISMO
COLOMBIANO*
Por Miguel Urbano
Rodrigues
La liberación de Joaquín Pérez Becerra, fundador y director de
la Agencia Anncol, llamó en los últimos días la atención de los media internacionales para Colombia, el
más sumiso de los aliados de EEUU en América Latina, presentado por la
propaganda como una democracia pero en realidad sometido a un régimen
neofascista.
Becerra había sido
detenido en abril de 2011 en el aeropuerto de Maiquetía, en Venezuela, a pedido
de Interpol, acusado de ser «el embajador de las Fuerzas Revolucionarias de
Colombia» en Europa.
La acusación fue
forjada con base en los célebres computadores del comandante Jorge Briceño
(el Mono Jojoy) asesinado en un bombardeo salvaje de su campamento.
Extraditado para
Colombia, pese a ser ciudadano sueco (tiene doble nacionalidad) con pasaporte
emitido en Estocolmo, Becerra fue condenado a 8 años y permaneció en la cárcel de
la Picota tres años y tres meses.
La Suprema Corte de
Colombia, al final de una batalla judicial, reconoció, en fallo del 17 de julio recién pasado, que las acusaciones eran
falsas y ordenó su liberación inmediata.
En la decisión del
tribunal habrá pesado la intensidad de la campaña mundial que demostró la farsa
de la condena del periodista de Anncol y exigía su liberación.
En polémica con la
revista Semana de Bogotá, Dick Emanuelsson,
subdirector de Anncol, desmontó en una serie de artículos la campaña contra la agencia, subrayando que el
expresidente Álvaro Uribe y su sucesor no perdonan a Becerra la lucha para quitar la máscara a la dictadura de
fachada democrática que oprime al pueblo colombiano.
Hay que recordar que
la persecución a Anncol fue tan lejos que la Agencia se vio obligada a transferir
la sede de su sitio web de Suecia para Dinamarca cuando el gobierno de Estocolmo
lo bloqueó, cediendo a exigencias de Bogotá.
Algunos media europeos
y latinoamericanos identificaron en la liberación de Joaquín Becerra un gesto
que abre perspectivas favorables a las negociaciones de paz que se desarrollan
en Cuba.
Es una conclusión ingenua.
Acaso se registró en
las últimas semanas una alteración, por mínima que sea, en la actitud del
presidente Juan Manuel Santos hacia el conflicto que atormenta al pueblo
colombiano?
No. Las
esperanzas de que tal cosa ocurriera han sido ilusorias. Consciente de la
aspiración a la paz de la abrumadora mayoría de los colombianos, Santos
defendió durante la campaña electoral la continuidad del dialogo con las FARC
en las conversaciones de La Habana. Esa opción fue determinante para la derrota
en la segunda vuelta de Zuluaga, el candidato uribista de la extrema-derecha, apologista
de la escalada militar contra la guerrilla.
Mas, reinstalado en la
Casa de Nariño, Juan Manuel Santos olvidó los compromisos electorales -incluyendo la reducción de impuestos y una
nueva política agraria- y retomó exigencias inaceptables para las FARC, como la
que condiciona la firma de la paz a la
renuncia de la guerrilla a las armas antes
de un acuerdo global.
Es imposible olvidar
que Santos, cuando fungió como ministro de Defensa de Uribe, fue el autor
intelectual y el organizador (con la CIA y la Mossad israelí) del bombardeo
criminal del campamento del comandante Raúl Reyes, en Sucumbio, violando así la
soberanía de Ecuador.
Obama sigue identificando
en él a un aliado preferencial. Ocho bases militares de EEUU en territorio
colombiano expresan bien un status
semicolonial. Colombia, hay que recordarlo, es después de Israel el país que recibe
mayor ayuda militar de Washington. El ala ultra de las Fuerzas Armadas (más
de medio millón de soldados y oficiales) es obviamente defensora de la
intensificación de la guerra.
Las conversaciones de
la Habana van a proseguir. Pero no hay que alimentar ilusiones. El gobierno de
Santos no está interesado en que las mismas conduzcan a un acuerdo final con la
heroica guerrilla de Manuel Marulanda.
La paz no está
próxima. Sin embargo, la liberación de Joaquín Pérez Becerra –que ya se
encuentra en Suecia– debe ser saludada como una victoria de las fuerzas que
luchan hace décadas contra el neofascismo colombiano, por una sociedad
democrática, progresista, soberana en la nación fundada por Bolívar.
--
Vila Nova de Gaia, 21 de Julio de 2014
*Enviado a Revista Libre Pensamiento por el mismo autor.
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