Moreno y el Día del Periodista
Por Maximiliano Pedranzini*
El 7 de junio se conmemora cada año el Día del
Periodista, en homenaje al primer número de la “Gazeta de Buenos Ayres”, primer
periódico de la etapa independentista en el Río de la Plata, publicado por una
de las figuras más sobresalientes de la Revolución de Mayo, estamos hablando
claro está de Mariano Moreno, quien lo sacara a la luz un 7 de junio de 1810,
doce días después de los acontecimientos que cambiaron nuestra historia y que, sin duda, merecían ser relatados.
Como es sabido, Moreno ha representado, no solo
un pensamiento crítico, sino la praxis más contundente que sintetizaba las ideas
de la época, siendo éste el imperativo categórico del proceso revolucionario. A
lo largo de sus escritos, cuestionó duramente la estructura colonial y la
coyuntura política, fundamentalmente desde el “Plan de Operaciones” (1810),
su obra más célebre. La “Gazeta” no solo inicia el periodismo, sino que
constituye, desde el lenguaje impreso, los primeros cimientos para la formación
de la identidad nacional que tenía como núcleo a Buenos Ayres -donde residía la
Primera Junta-, pero que trascendía los límites de su anclaje portuario en un
país que empezaba a construirse.
En ese sentido, los sectores opositores a Moreno
entre los que se encontraba Bernardino Rivadavia comprendían muy bien el papel
influyente que tenía la “Gazeta” en la opinión de la sociedad postcolonial,
generando una creciente preocupación para ellos, viniendo principalmente de las
plumas de Belgrano, Castelli y la de su fundador Mariano Moreno, quien era un
malestar para más de uno de la Junta. La rápida y sorpresiva muerte de Moreno, sumada al olvido y el oprobio que sufrieron Castelli y Belgrano, generaron un
vacío imposible de llenar. La ausencia de los principales referentes y los
cambios producidos en la escena política desgastaron el periódico y
desvirtuaron su concepto, lo que hace que dure tan solo once años, censurado
por Rivadavia el 12 de septiembre de 1821 y puesto en su lugar el llamado
“Registro Oficial”, como nuevo medio impreso del gobierno de las Provincias
Unidas del Río de la Plata. Sin decirlo o afirmarlo explícitamente, consideraban
a la “Gazeta” un folleto subversivo y, en ese contexto, no tenía mucho tiempo de
vida por lo que fue erosionado y, luego, prohibido, aunque apelaran a un eufemismo
de tinte burocrático.
En Moreno el periodismo argentino tiene a su
precursor, cuya labor produjo el horizonte de una vocación noble e
inclaudicable y a su vez polémica y controversial, encontrando casi un siglo y
medio después su punto más alto con Rodolfo Walsh y su “Operación
Masacre” (1957), que transformaron la manera de hacer y pensar el
periodismo. La “Gazeta” fue un diario a la medida de Moreno y de los
revolucionarios de Mayo. Expresaron sin tapujos los actos oficiales con el
sello indeleble de la ideología jacobina y el carácter intelectual del
iluminismo. Moreno tuvo las tareas de redactar, editar e imprimir los
periódicos, con la ayuda del sacerdote Manuel Alberti, acompañado por Manuel
Belgrano, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo, quienes integraron el
trabajo de redacción.
No cabe la menor duda que el diario fue una
genuina tribuna política, poniendo fuerte hincapié en la libertad de
pensamiento y la difusión de los actos de gobierno como los dos pilares
fundamentales de su constitución. Su perspectiva crítica con la situación
política y el otrora orden colonial han sido claves para la toma de conciencia
del pueblo porteño y del interior que vivía fervientemente las jornadas
revolucionarias. Y como bien versa el decreto de su fundación: “el
pueblo tiene derecho a saber...” (Decreto de fundación promulgado por
la Primera Junta de Gobierno, 2 de junio de 1810). La “Gazeta” es en este
sentido, un paradigma para el periodismo nacional. Un faro histórico que tiene
como deber iluminar el quehacer de los periodistas y, por sobre todo, el de los
medios de comunicación en general.
Durante toda su militancia Moreno planteó como
menester la emancipación de la corona española, haciendo de este principio un
proyecto político que cristalizó tanto en el “Plan de Operaciones”, como
en otros de sus escritos menos conocidos. A partir de las ideas de Moreno, como
así también la de los demás exponentes de esa generación intelectual, se pudo
llevar a cabo, el 25 de mayo de 1810, la revolución que constituyó la Primera
Junta de Gobierno, momento de ruptura con el imperio español, por el cual
comienza el periplo hacia la independencia del país que se logró oficial y
formalmente en 1816, pero que, en estos 200 años, ha atravesado un sin fin de
luchas y conflictos para alcanzar la emancipación definitiva, cuestión que
sigue siendo una disputa en este presente para toda América Latina.
Ergo, a la Revolución de Mayo (1810) no podemos
verla como un proceso aislado y recortado de los demás procesos
revolucionarios hispanoamericanos, sino que debemos articularlo con las otras
gestas emancipatorias, como las de Quito (1808) y Chuquisaca (1809), y esto es
fundamental entender para pensar a las naciones latinoamericanas como parte de
una totalidad llamada “Patria Grande”.
En medio de tensiones ideológicas y estratégicas
con el entonces presidente de la Junta Cornelio Saavedra, Moreno se embarca
rumbo a Inglaterra en una vaga misión diplomática ordenada por éste, para que
Moreno se alejara del centro de los acontecimientos revolucionarios que se
suscitaban por esos días. Y frente a una pugna por el liderazgo entre Moreno y
Saavedra, éste decide enviarlo a una misión oficial planificando de antemano su
asesinato. Meses después de la aparición de la “Gazeta”, Moreno muere
envenenado en alta mar la madrugada del 4 de marzo de 1811. El pensamiento y la
praxis revolucionaria las brindó hasta el último de sus días, lo que lo ha
convertido en uno de los hombres más importantes de su tiempo.
Su compromiso con la causa revolucionaria lo
coloca a la altura de otros pensadores del continente que recorrieron el mismo
camino y siguieron por ese horizonte emancipatorio como el ecuatoriano Eugenio
Espejo (1747-1795), el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), el
colombiano Antonio Nariño (1765-1823) y el cubano José Martí (1853-1895), cuyos
legados son piezas cardinales para armar el rompecabezas de Nuestra América.
* Ensayista. Integrante del Centro de Estudios
Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela”, de Argentina.
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