El tufo nazi
Por John Saxe-Fernández
La Jornada | 29 mayo del 2014
Toda pretensión de benevolencia
con que la propaganda adorna el ejercicio de poder doméstico o internacional de
EU se desmorona desde la guerra de agresión desatada en 2003 por el petróleo de
Irak y el régimen que siguió bajo la batuta de EU, con las imborrables imágenes
del bombardeo contra la población de Bagdad y de la tortura en Abu-Graib. El tufo que
emanó a la sombra del 11/9 de 2001 y su cauda de leyes marciales y concesión de
poderes de guerra al Ejecutivo, bajo la guerra de auto-defensa
anticipatoria, recordó el uso nazi del incendio del Parlamento Alemán en 1933,
como dijo Golo Mann, para la manufactura de poder. Después de la Segunda
Guerra Mundial y en paralelo con reveses militares en Corea y en Vietnam, se
acentuaron, a decir de Gabriel y Joyce Kolko, los límites del poder de EU,
en particular ante una persistente multipolarización, desde los años 70, en
materia industrial, de alta tecnología y de una sensible pérdida de control
corporativo sobre las reservas mundiales de hidrocarburos que pasaron a ser
bienes públicos.
Los primeros aires podridos los
sintió el pueblo iraní ante el golpe de Estado contra Mossadegh articulado por
la CIA y el MI6 (1953), por haber nacionalizado el petróleo. El corrupto
régimen que siguió del Sha, sembró el terror mientras el flujo del crudo
enriquecía a Occidente. En Guatemala, Árbenz fue derrocado por tocar intereses
de la United Fruit Company, un golpe seguido de un rosario de intervenciones,
baños de sangre y terror de Estado en América Latina, considerada reserva
estratégica por su vasta dotación de recursos naturales: desde el derrocamiento
de Goulart en Brasil (1964) hasta el de Zelaya en Honduras (2009) y de Lugo en
Paraguay (2012), pasando por Allende en Chile (1973).
Hace poco se conocieron más de
350 documentos oficiales de operaciones de EU en Chile, de 1969 a 1973 (La
Jornada en línea 24/5/14) que se agregan al amplio archivo
sobre acciones encubiertas político/electorales, de sabotaje
económico/financiero del FMI-BM-BID, asesinatos y desestabilización,
típicamente desplegadas contra gobiernos no gratos a las grandes
firmas de EU, como el de Allende por nacionalizar el cobre o el de
Chávez/Maduro hoy, por dar un curso popular y nacional a la renta petrolera. Se
incluyen “informes posteriores al triunfo electoral de Allende, cuando Nixon le
pidió a Kissinger ‘hacer chillar la economía’ para impedir la confirmación de
Allende en el poder y pidió ‘patear a Chile en el trasero’ por la
nacionalización del cobre” (Ibid) detallándose los planes para
la promoción del golpe de Estado del 11/9 de 1973, seguido de un baño de
sangre de corte hitleriano, liderado por Pinochet. El mayor aporte, dice el
director del Proyecto Chile del National Security Archive, donde está el acervo
a disposición del público, es que permite ir viendo el desarrollo de los
acontecimientos en Washington. En uno de ellos se da cuenta que
Kissinger pidió (al entonces director de la CIA, Richard Helms) un plan lo
más preciso posible que incluyese las órdenes que se darán el 5 de septiembre,
a quiénes y de qué manera (Ibid). Así de detallado es el modus operandi golpista
y post-golpe.
Con la promoción de lazos entre
Pentágono y los militares locales, cimentados, entre otros, por la vía de
programas de adiestramiento, visitas, becas y ventas de armamento, la balanza
civil/militar se desequilibra y no sólo en la periferia, en especial luego del
11/9, 2001, cuando se instaura en EU (…) un régimen de excepción y un
despliegue interno y externo de guerra irregular bajo campañas varias contra el
terrorismo, el narco, el crimen organizado. Es un contexto en que cobra gran
peso la advertencia del presidente Eisenhower sobre las amenazas a las
libertades y derechos constitucionales por parte del complejo
militar-industrial, captadas, analizadas y teorizadas por C. Wright. Mills en
su magistral La élite del poder (México, FCE), donde resalta
el ascenso militar en las altas esferas de la política y la corporación.
El asunto es grave en momentos
en que la Suprema Corte de Justicia de EU rehusó revisar una demanda encabezada
por Chris Hedges (truth-out.org) a quien se le unieron, entre otros, Noam
Chomsky y Daniel Ellsberg, contra un inciso de la Ley que Autoriza la
Defensa Nacional de 2012 (textual): que permite a los militares
capturar a ciudadanos de EU y mantenerlos bajo arresto indefinido en centros de
detención, sin proceso debido. Con ese rechazo, dice Hedges, esa Ley sigue
vigente. “Significa que la nación ingresó a una era post-constitucional.
Significa que el arresto extra judicial (extraordinary rendition) de
ciudadanos de EU, en suelo nacional, es legal. Significa que las cortes, al
igual que las ramas legislativa y ejecutiva del gobierno, sirven exclusivamente
al poder corporativo, uno de los elementos clave de la definición de fascismo”
(ibid).
El tufo nazi viene de
fuentes varias. No del Kremlin.
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