«ANTE NUESTRA MIRADA»
La división de Turquía
por Thierry
Meyssan
Desde
que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan reveló que siempre fue miembro de
la Hermandad Musulmana, la evolución política turca es comparable a la de
Egipto: el indiscutible respaldo a Erdogan es tan grande como el odio que
suscita. El país está más dividido que nunca, no se vislumbra ninguna
solución democrática y el resultado –sea cual sea– estará marcado por la
violencia.
RED
VOLTAIRE | DAMASCO | 31 DE MARZO DE 2014
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Ver
también el interesante artículo acerca del gobierno oculto o estado
profundo un término forjado en Turquía
La
vida política de Turquía se ha hundido en el desorden a partir de la
publicación anónima en YouTube –el 27 de marzo de 2014– de dos
grabaciones de una reunión de seguridad nacional en la que el gobierno turco planeaba
una maniobra sucia que debía permitirle emprender una guerra abierta contra
Siria [1].
No
es la primera que vez que salen a la luz este tipo de grabaciones ilegales. El
24 de febrero de 2014 se dio a conocer una grabación en la que podía oírse
al primer ministro Recep Tayyip Erdogan aconsejando a su hijo que hiciera
desaparecer 30 millones de euros en efectivo antes de que la policía
registrara su domicilio [2].
A pesar de los desmentidos de Erdogan, esta prueba echó por tierra su imagen de
hombre piadoso y respetuoso de las leyes.
En
realidad, nada funciona normalmente en Turquía desde que la justicia y la
policía emprendieron –a finales de 2013– una ofensiva contra una serie de
personalidades corruptas. El primer ministro Erdogan ve en ello un
complot orquestado por Fethullah Gulen, su ex aliado y actual rival, y
respondió ordenando la destitución de miles de funcionarios a los que acusa de
ser discípulos de Gulen [3].
Pero
la prensa occidental está resaltando la malversación de fondos y deja
de lado el hecho que estos escándalos han permitido que los turcos
vean la cara oculta de la política de Erdogan.
Por
ejemplo, que el primer ministro utilizaba los fondos del Estado turco para
financiar las acciones de al-Qaeda en Siria, llegando incluso a recibir
personalmente, y en repetidas ocasiones, al banquero de al-Qaeda, a pesar de
tratarse de un individuo mundialmente buscado por la ONU [4].
Por otro lado, y también en el plano político, en las grabaciones
reveladas el viernes 28 de marzo de 2014 puede oírse al ministro
de Relaciones Exteriores, a su segundo en el ministerio, al jefe adjunto
del estado mayor y al jefe de los servicios secretos turcos mientras
discuten la preparación de una operación secreta, cuya ejecución estaría a
cargo de mercenarios sirios y sería atribuida al Emirato Islámico en Irak
y el Levante (EIIL, también designado en árabe como Daech). Objetivo de esa
operación clandestina: justificar una invasión turca contra Siria.
Ante
la publicación de esta grabación, el gobierno de Erdogan –presa del pánico–
bloqueó el acceso a YouTube. También amenazó al jefe de la
oposición, Kemal Kilicdaroglu, quien ya había mencionado el complot en la
televisión antes de la publicación de las grabaciones en YouTube y
ordenó el arresto de Aytac, un intelectual vinculado a Fethulla Gulen.
La respuesta autoritaria de Erdogan hace pensar que ha perdido el
control de la situación.
En
todo caso, la divulgación de esta última conversación desacredita
definitivamente todo intento turco de intervenir –más de lo que ya lo hace– en
Siria. Desde el inicio de la guerra, Ankara ha garantizado el
apoyo logístico de la OTAN a los yihadistas, tanto en armas como con
la entrega de datos de inteligencia, ha proporcionado una cobertura falsamente
humanitaria a los campamentos militares de las fuerzas antisirias en territorio
turco y de paso se ha financiado con el robo de la maquinaria de las
industrias sirias en las regiones afectadas por la guerra y saqueando de los
tesoros arqueológicos de la región de Alepo.
Según al menos 2 testimonios creíbles, también fue Ankara
quien organizó el ataque
químico perpetrado en la Ghouta –el cinturón agrícola de Damasco–
en agosto de 2013 [5].
Y no hace más de una semana que el ejército turco facilitó la entrada de
varios cientos de yihadistas en la región siria de Kassab [6].
Cuando la aviación siria atacó a esos elementos, las fuerzas armadas turcas les
prestaron apoyo derribando un avión de guerra sirio [7].
La
implicación turca en Siria ha durado demasiado tiempo para que todavía alguien
pueda atreverse a ponerla en duda. Ankara no se limita a respaldar una
oposición política contra el gobierno de Damasco sino que apoya
activamente a los mercenarios islamistas que practican el terrorismo
contra la población siria.
¿Por
cuánto tiempo apoyarán todavía los turcos a un primer ministro que debutó
jurándoles que había renunciado a la Hermandad Musulmana y que –gracias al
respaldo de Washington– ha obtenido fácilmente buenos resultados
económicos antes de acabar revelándoles su verdadero rostro?
Desde
la agresión de la OTAN contra Libia, el primer ministro Erdogan
se convirtió nuevamente en un miembro de la Hermandad Musulmana, apoyó la
destrucción del Estado libio, respaldó después los esfuerzos de la OTAN y de la
Hermandad Musulmana por destruir el Estado sirio y su política ha detenido el
crecimiento económico de Turquía. Todo este cambio de rumbo ha venido
acompañado de una deriva autoritaria que ha convertido a Turquía en uno de los
peores países del mundo en lo tocante a la libertad de comunicarse y el
encarcelamiento de opositores y periodistas.
Siendo
cómplice de la OTAN, el primer ministro Erdogan nada tiene que temer de parte
de Occidente. Pero ha cometido el error de someter simultáneamente a
todos sus opositores al mismo tipo de represión, llevándolos así a una
unificación. Además de su propio pueblo, tendrá que enfrentarse también al
ejército, cuyos generales injustamente encarcelados están siendo liberados
uno tras otro por el aparato judicial.
El pueblo turco se pronunció en las elecciones municipales
del domingo 30 de marzo. Turquía no rechazó al AKP del primer ministro.
Pero se vio profundamente dividida en dos bandos que abrigan enormes
divergencias: islamistas y laicos. La superioridad de los primeros permite
a Erdogan proyectar sus ambiciones hacia la próxima elección presidencial, pero
su país nunca más será lo que fue y ya no podrá seguir
presentándose como un modelo para el resto de la región.
En
definitiva, al igual que en otros países, la Hermandad Musulmana –a pesar
de contar con una mayoría relativa de un 45%– no puede abrigar la
esperanza de imponer su modelo social en Turquía. En cuanto
se anunció el resultado del escrutinio, el primer ministro
Erdogan pronunció desde la sede de su partido un vengativo discurso
de amenaza contra los «traidores» que se atrevieron a
atacarlo.
Fuente
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