Cristo consumista
Por Marcelo Colussi
08/04/14
Vivimos
en un mundo donde el consumo nos define. Dime qué consumes y te diré quién
eres. Eso es Occidente Vivimos en un mundo –así nos cansamos de escucharlo, más
aún durante las dictaduras que asolaron nuestros países en estas últimas
décadas– “occidental y cristiano”. Occidental, no sólo por la posición
geográfica, eso está claro (el planeta no tiene Este y Oeste; eso es un código
humano. ¿Quién inventó el Meridiano de Greenwich?). En todo caso, ello intenta
significar diferencias de cosmovisiones: hay una línea imaginaria que separa
tajantemente dos mundos, dos maneras de ver la vida.
La
nuestra, occidental, va de la
mano de aquello de “cristiano”. Y se profese o no esta religión monoteísta
basada en la figura de un Dios masculino, todopoderoso y a veces bastante sordo
a nuestras súplicas, nadie puede escapar a la ideología cristiana dominante.
Nos guste o no: ¡somos occidentales y cristianos! Ser, por ejemplo, musulmán o
budista en nuestro medio no deja de constituir una excentricidad. Y nos guste o
no también, vivimos en un mundo donde el consumo nos
define. Dime qué consumes y te diré quién eres. Eso es Occidente.
De esa
manera, todo el mundo sabe –aunque no lo practique– que es de buen cristiano
poner la otra mejilla así nos hayan pegado en la primera. Es decir: en nuestro
mundo cultural cristiano (yoccidental), donde
el Hijo de dios, dios encarnado, el Mesías o como se le quiera llamar vino a
enseñárnoslo hace dos milenios, debemos ser solidarios, humildes y no
arrogantes. Eso, al menos, es lo que se ha escuchado siempre. Somos “buenos” en
tanto no somos altaneros, soberbios, despectivos del inferior. Recuerdo un
refrán que nunca deja de impresionar: “la codicia rompe el
saco”. La bondad se une a la solidaridad. No hay que mostrarse ostentoso.
Incluso
algunos sacerdotes que conocí personalmente –dos de ellos masacrados en El
Salvador en 1989– predican con su ejemplo todo eso. Haber sido asesinados en
eses país centroamericano justamente por mantener esos ideales me hizo
cuestionar el tema de la solidaridad. ¿Será que el mundo realmente quiere eso?
Pero entonces ¿cómo entender estos anuncios publicitarios?
A decir
verdad, la única “Solidaridad” exitosa que he visto hasta ahora fue el
sindicato que en Polonia, liderado por el luego Premio Nobel de la Paz Lech
Walesa y apoyado por el Papa Juan Pablo II, sirvió como instrumento para
derrotar al gobierno comunista y restaurar el capitalismo en ese país. Y, a
decir verdad también, esa Solidaridad –dicen que financiada por la CIA– no parecía muy
comprometida con estos valores de humildad y altruismo. En todo caso –debo
confesarlo– me parece más cercana a lo que los carteles de marras transmiten:
“¡sea exitoso! ¡Entre al mundo de los mejores! ¡Marque su diferencia!”
¿Consumiendo cosas caras entonces? Pero…. ¿cómo? ¿Y la humildad y toda esa
retahíla de pomposas declaraciones que condenan la ostentación? Y ahí empiezan
las contradicciones. Si vivimos en un mundo occidental y
¡cristiano!, ¿qué será lo que significan las propagandas citadas? ¿Cómo es
posible esto: no es malo ser arrogante, jactancioso, soberbio, petulante y
presumido? Porque, me parece, estas promociones a eso apuntan, ¿no? Si la codicia rompe el
saco, ¿por qué ensalzarla?
Definitivamente,
creo que la gran mayoría de la población del mundo jamás podrá ingresar en ese
0,000001 % de los que aparecen en las listas de multimillonarios. ¿Estamos
condenados a no ser “exitosos” entonces? Lo más patético es que buena parte del
99,999999 % restante se termina creyendo estas propagandas y pensando que sí
podrá algún día.
Ecoportal.net
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