¿Qué
es la soberanía alimentaria?
Por Esther Vivas
13/02/14
Comer:
masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago, según la
definición de la Real Academia Española. Comer, sin embargo, es mucho más que
tragar alimentos. Comer de manera sana y consciente implica preguntarse de
dónde viene lo que consumimos, cómo se ha elaborado, en qué condiciones, porque
pagamos un determinado precio.
Significa
tomar el control sobre nuestros hábitos alimentarios y no delegar. O en otras
palabras, significa ser soberanos, poder decidir, en cuanto a nuestra
alimentación. Esta es la esencia de la soberanía alimentaria.
Fue en
1996, cuando el movimiento internacional de agricultores La
Vía Campesina puso por primera vez este concepto sobre la mesa coincidiendo con
una cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) en Roma. Uno de los objetivos principales era promover la
agricultura local, campesina, a pequeña escala y acabar con las ayudas que
recibe la agroindustria para la exportación y con los excedentes agrícolas, que
hacen la competencia desleal a los pequeños productores. Hoy, esta demanda ya
no se circunscribe tan sólo al mundo campesino, sino que amplios sectores
sociales la reclaman. Alimentarse, y poder decidir cómo hacerlo, es cosa de
todos.
El
concepto de soberanía alimentaria
fue definido formalmente por La Vía Campesina como "el derecho de cada
nación a mantener y desarrollar sus alimentos, teniendo en cuenta la diversidad
cultural y productiva". En definitiva , tener soberanía plena para decidir
qué se cultiva y qué se come. Las políticas agrícolas y alimentarias actuales,
sin embargo, no lo permiten. En cuanto a la producción, muchos países se han
visto obligados a abandonar su diversidad agrícola a favor de monocultivos, que
sólo benefician a un puñado de empresas. A nivel comercial, la soberanía de
muchos países está supeditada a los dictados de la Organización Mundial del
Comercio. Y esto, por poner tan sólo un par de ejemplos.
La
esencia de la soberanía alimentaria
reside en el "poder decidir": que los agricultores puedan
decidir qué cultivan, que tengan acceso a la tierra, al agua, a las semillas, y
que los consumidores tengamos toda la información sobre lo que consumimos, que
podamos saber cuándo un alimento es transgénico o no. Todo esto hoy resulta
imposible. Se especula con la tierra, se privatizan las semillas, el agua es
cada día más cara, con el etiquetado de un producto apenas sabemos qué comemos,
el Estado español es una de las principales zonas de cultivo de transgénicos en
Europa. La lista podría continuar.
¿Cómo
llevar, entonces, esta soberanía alimentaria
a la práctica?
Participando en grupos y cooperativas de consumo ecológico, huertos urbanos,
cocina comprometida y de km0, comprando directamente a campesinos locales y
ecológicos. Se trata de iniciativas que ponen en contacto a productores y
consumidores, que establecen relaciones de confianza y solidaridad entre
el campo y la ciudad, que fortalecen el tejido social, que crean alternativas
productivas en el marco de la economía social y solidaria, y que demuestran que
hay hay alternativas.
El reto
es hacer llegar esta soberanía alimentaria al conjunto de la población. Y para
ello son necesarios cambios políticos. En el Estado español es urgente que se
prohíba el cultivo de transgénicos, que contamina la agricultura convencional y
ecológica, hace falta un banco público de tierras que haga accesible la tierra
a aquellos que quieren vivir y trabajar en el campo, es imprescindible una Ley
artesana adecuada a las necesidades del pequeño artesanado, es clave
reconvertir los comedores de centros públicos (escuelas, residencias, universidades,
hospitales...) en comedores de cocina ecológica y de proximidad con la compra
de productos al campesinado local, e introducir el "saber comer" en
el curriculum escolar.
La
soberanía alimentaria es posible. Todo depende de nosotros, de tomar conciencia,
construirla en nuestro día a día y exigir que se lleve a la práctica. Si
queremos, podemos.
Ecoportal.net
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