La Vida y la dignidad Latinoamericana en peligro
Ollantay Itzamná
Posted on febrero 25,
2014 by Ramon Martinez |
Es racionalmente
imposible ser latinoamericano, nacido en la década de los 70, del pasado siglo,
y ser indiferente frente a la tortura brutal que padece el proyecto de Vida
venezolano.
Latinoamérica,
durante el siglo XX, sufrió cerca de un centenar de sangrientos golpes de
Estado promovido y financiado por gobiernos de los EEUU. El argumento para
ensangrentar Abya Yala siempre fue el mismo: Democracia, Libertad, Progreso.
Gobiernos norteamericanos, incluso crearon y financian
iglesias, fundaciones y ONGs para “hacernos fervorosos creyentes, y sentirnos
culpables de “nuestras” desgracias”. Y, ¿cuál fue y es la consecuencia de esta
permanente dominación permitida? Amar y creer al verdugo, y ser desgraciados a
pesar de ser privilegiados de la Madre Tierra.
Por
creer al Prometeo yanqui, Latinoamérica se convirtió en la vergüenza de la
humanidad hasta finales del pasado siglo. Predilecta de la Madre Tierra y
desgraciada en su historia. Mis padres nunca conocieron centros de salud,
tampoco escuelas. Mis hermanos y yo, al igual que millones de mis coetáneos de
Abya Yala, nacimos bajo las polleras (faldas) de nuestras madres, sin
hospitales, ni médicos. Así sobrevivimos a la miseria, en el sub continente más
rico del planeta, convertido en la cloaca y patio trasero del Imperio de la
muerte. Sin sueños, ni ilusiones propios. Aplastados, resignados y
providencialistas. Casi convencidos de no tener derecho a tener derechos.
Pero,
desde las entrañas de la Abya Yala profunda, la reserva moral e intelectual
latinoamericana fecundó a Hugo Chávez en la Venezuela catastróficamente, a
finales del siglo pasado. Y renació la ilusión y el sueño por la dignidad en
Abya Yala. Fue en ese tiempo de Chávez que el aletargado proyecto emancipatorio
de Latinoamérica comenzó a crepitar encabezado por una inédita pléyade de
gobernantes como Lula, Kirchner, Fernández, Mujica, Correa, Morales, Rousseff,
Ortega y otros. Hasta antes del fenómeno Chávez, Latinoamérica no sólo era
despreciable en el mundo, sino que a las y los latinoamericanos nos daba
vergüenza reconocernos como tales fuera de la región.
Pero,
con Chávez, millones de las y los excluidos y aniquilados, comenzamos a existir
y creer en nosotros mismos. El proyecto de cambio venezolano despertó en
nosotros/as la libertad y el amor dormidos que nos habitaban. Sin
Chávez, y sin la pléyade de gobernantes latinoamericanos progresistas actuales,
Abya Yala seguiría siendo la eterna mendiga, sentada en la bancarrota. Pero,
eso cambió, y tiene que ser para siempre.
Quienes venimos de los setenta, conocemos y bebimos las
desgracias de las políticas norteamericanas como la Doctrina de Seguridad, el
Consenso de Washington y la Seguridad Internacional (antiterrorista). Por eso,
los históricos proyectos regionales sin Washington como la CELAC, UNASUR, ALBA,
etc., nos entusiasman hasta el límite de borrar en nuestras estructuras
psicológicas las fronteras nacionales, hasta convertirnos en latinoamericanos/as
sin fronteras. Y a esta apuesta libertaria no estamos dispuestos a renunciar
por nada. Mucho menos por las conocidas y nefastas promesas del Prometeo
encadenado a la muerte. ¡No queremos seguir siendo las cenizas de las energívoras
sociedades del Norte! ¡No queremos que Abya Yala se convierta en la vergonzosa
Honduras del Continente!
El
prolongado intento golpista norteamericano en la Venezuela actual, ombligo de
la dignidad y la soberanía Latinoamericana del siglo XXI, no es un atentado
sólo contra Venezuela. Es un atentado contra el gran proyecto integracionista
de Latinoamérica digna y soberana. El intento prolongado de golpe de Estado no
es contra Maduro, ni fue contra Chávez, fue y es en contra de las ideas y
proyectos emancipatorios de Latinoamérica. Es en contra de los más de 500
millones de hijos/as de la Tierra que cohabitamos en esta región con sueños de
dignidad y libertad.
Las
huellas del intervencionismo norteamericano son macabras. Quienes aún dudan,
miren, en estos momentos, la escalofriante realidad sangrienta que sembró y
siembra la perversa política de la muerte norteamericana en Iraq, Afganistán,
Libia, Siria y otros, siempre con el mismo argumento: defensa de la democracia,
el progreso, la libertad. Paseen sus miradas por la violenta realidad hondureña
post golpe. Hasta los ángeles del cielo lloran al ver tanta sangre y
destrucción.
Por
eso, por la conciencia y la vocación por la Vida que nos habita, debemos
defender a la Venezuela libertaria y digna. Acrecentar nuestras pequeñas
acciones de resistencia económica mediante el consumo responsable (no es
coherente ser pro vida y consumir productos de la muerte). Activar nuestra
resistencia cultura desconectándonos de medios de infotoxicación televisiva
como CNN o cualquier otro medio empresarial promotora de la muerte. Sería un
suicidio imperdonable seguir optando, en “nuestros países”, por políticos
neoliberales, peones de las corporaciones financieras.
Este
tiempo sin distancias infranqueables, nos da la oportunidad de convertir
nuestra mayoría demográfica en mayoría política y cultural. Si activamos
nuestra conciencia y nuestro instinto de auto preservación podemos y debemos
vencer todas las estrategias multimillonarias implementadas por los apóstoles
de la muerte[1]. Somos mayoría numérica, y nos asiste la
verdad y la razón. Si abandonamos Venezuela, mañana vendrán por nosotros/as. Y,
ellos (norteamericanos desinformados) seguirán preguntándose como hace 13 años
atrás: ¿Por qué nos odian tanto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario