Juan J. Paz y Miño Cepeda
EL TELÉGRAFO - Primer
Diario Público
Ecuador, lunes
17 de febrero de 2013
Desde una perspectiva histórica, solo con el paso de
los años ha podido observarse que con el ascenso de Hugo Chávez a la
Presidencia de Venezuela el 2 de febrero de 1999 se inició un nuevo ciclo
histórico-político en América Latina. Ese ciclo se ha caracterizado por la
sucesión de una serie de gobiernos progresistas: en Argentina, Néstor
Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-hoy); en
Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma
Rousseff (2011-hoy); en República Dominicana, Leonel Fernández (2004-2012);
en Uruguay, Tabaré Vásquez (2005-2010) y José
Mujica (2010-hoy); en Bolivia, Evo Morales (2006-hoy); en Nicaragua, Daniel
Ortega (2007-hoy); en Ecuador, Rafael Correa (2007-hoy); y como sucesor de
Chávez, el presidente Nicolás Maduro (2013-hoy) en la misma Venezuela; aunque
también hay investigadores que añaden a Michelle Bachelet (2006-2010) en Chile,
quien aunque no alteró el modelo neoliberal, afirmó una orientación muy
democrática a su gobierno.
Los gobernantes progresistas cuestionaron el camino neoliberal de América Latina seguido durante las décadas finales del siglo XX, adoptaron modelos sociales de economía, consolidaron la participación electoral de los pueblos, orientaron al Estado con sentido popular y edificaron principios de soberanía, nacionalismo y latinoamericanismo. En Sudamérica, los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador son los más radicales y se han identificado con la nueva izquierda, el bolivarianismo y el “socialismo del siglo XXI”.
Los gobernantes progresistas cuestionaron el camino neoliberal de América Latina seguido durante las décadas finales del siglo XX, adoptaron modelos sociales de economía, consolidaron la participación electoral de los pueblos, orientaron al Estado con sentido popular y edificaron principios de soberanía, nacionalismo y latinoamericanismo. En Sudamérica, los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador son los más radicales y se han identificado con la nueva izquierda, el bolivarianismo y el “socialismo del siglo XXI”.
Los gobiernos bolivarianos han resultado
insoportables para las clases políticas tradicionales, las derechas sociales,
el empresariado oligárquico, el imperialismo y los medios privados de
comunicación vinculados a estos sectores. Estas fuerzas internas y externas han
intentado liquidar los proyectos políticos de los gobiernos bolivarianos a
través de múltiples formas, sin descartar la conspiración y el golpismo, como
ocurrió en Venezuela (2002) y Ecuador (2010).
En Venezuela reaparece ahora una
escalada desestabilizadora y coordinadamente violenta, acompañada por una
campaña mediática internacional de desinformación. En Ecuador, a su vez, aunque
las condiciones económicas y políticas son distintas, las fuerzas opositoras
aspiran a, al menos por el momento, captar, con el triunfo de sus candidatos,
los gobiernos seccionales y locales en las elecciones del próximo 23 de febrero
y entonces contar con mejores espacios para su futuro accionar político.
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