«ANTE NUESTRA MIRADA»
Preparando Ginebra 2
por Thierry Meyssan
Los últimos días de una guerra son siempre los
más sangrientos. Los ejércitos derrotados suelen vengarse cometiendo
atrocidades inútiles, como acabamos de verlo en Adra, donde las torturas
infligidas a los trabajadores leales al gobierno nada tienen que envidiar a las
atrocidades cometidas durante la retirada del III Reich. Pero la situación es
muy complicada por causa de la desbandada de los restos de la coalición
internacional antisiria, en la que cada componente trata de salvarse a expensas
de sus antiguos aliados.
RED VOLTAIRE | DAMASCO | 13 DE ENERO DE 2014
En vísperas de la
conferencia Ginebra 2, lo que quedaba de la coalición internacional antisiria
está volando en pedazos mientras que los Estados seguidores de Rusia o de
Estados Unidos comienzan a posicionarse con vista a la reconstrucción.
La primera cuestión es la de la representatividad de la delegación de
la «oposición siria». Hasta hace poco el problema era saber si esa delegación
saldría del seno de la Coalición Nacional de Estambul y/o de la oposición
nacionalista interna y externa que se pronunció contra la injerencia
extranjera. Pero ahora hay que determinar también si la Coalición Nacional
representa los intereses de Arabia Saudita, de Qatar o de Turquía.
En el terreno, los tres financistas de la guerra se han separado y
están librando una batalla campal entre sí, al extremo de que ya ni siquiera se
ocupan de tratar de derrocar el gobierno que querían destruir. Aunque aún se
habla un poco del Ejército Sirio Libre, lo cierto es que este ha desaparecido
del terreno. Así que los que quedan son el Frente Islámico (recientemente
creado por el príncipe Bandar Ben Sultán), el Frente al-Nusra (que sigue
vinculado a Qatar) y el Emirato Islámico de Irak y el Levante (EIIL o «Daesh»
en árabe), que por cierto recibía financiamiento ilegal de Recep Tayyip Erdoğan,
como lo acaban de demostrar la policía y la justicia turcas.
En un primer momento, el EIIL (o sea Turquía y por ende la OTAN) atacó
el cuartel general del Ejército Sirio Libre (ESL) y lo saqueó. Los comandantes
del ESL huyeron a Qatar y Europa pero el príncipe Bandar Ben Sultán logró
recuperar unos cuantos, los puso al frente de nuevos mercenarios y creó con
ellos el Frente Islámico. Después, el EIIL recibió órdenes de mover el grueso
de sus fuerzas hacia Irak, donde tomó Ramadi y Faluya. Mientras tanto, las
demás fuerzas, empezando por el Ejército Árabe Sirio, ocupan el espacio así
abandonado en Siria.
Según la prensa atlantista y los medios de los países del Golfo, los
«rebeldes» se aliaron a los «leales» en contra de los «yihadistas» y lo que
estamos viendo ahora es una «segunda revolución siria». La ventaja de esa
romántica descripción es que permite cerrar el capítulo de la «primera
revolución» sin que el público se pregunte cuál fue su resultado. La realidad
es que no hubo primera revolución y que ahora tampoco la habrá.
La prensa occidental tampoco parece interesada en saber por qué
al-Qaeda, eterno auxiliar de la OTAN, ha recibido ahora instrucciones de
abandonar el campo de batalla sirio y de irse a Irak. Ese movimiento presenta 3
ventajas para Washington: primeramente, debe concluir con un triunfo para el
presidente Nuri al-Maliki y con la estabilización provisional de Irak, reducirá
la cantidad de yihadistas –llamados a sufrir grandes pérdidas ante un ejército
fresco y armado hasta los dientes– y de paso elimina un actor que resultaba
impresentable en la conferencia Ginebra 2.
Al mismo tiempo, la OTAN proporcionó al Ejército Libanés la
información necesaria para proceder a la captura del jefe de las Brigadas
Abdallah Azzam, Majed al-Majed. Arrestado cuando una ambulancia lo trasladaba
del hospital hacia su cuartel general, al-Majed murió oficialmente 10 días
después como resultado de sus heridas. Lo más probable es que lo hayan
liquidado los sauditas, temerosos por las revelaciones que hubiese podido
hacer.
Si todo hubiese funcionado según lo previsto, hoy sólo quedaría en el
terreno el Frente al-Nusra, lo cual habría reducido definitivamente las
pretensiones de la Coalición Nacional. Pero el empecinamiento de Arabia Saudita
ha dado lugar a la aparición del Frente Islámico, que pretende influir en el
resultado de Ginebra 2.
Si no aparece Israel en la explosión de la coalición antisiria es
porque, ateniéndose a la estrategia que ha venido siguiendo desde hace 10 años,
Tel Aviv se esconde detrás de sus aliados –en este caso, Francia y Arabia
Saudita. La administración Netanyahu se manifiesta únicamente cuando hace falta
socorrer a los Contras con su aviación o facilitándoles una posición de repliegue
en el Golán, región que Israel sigue ocupando ilegalmente. Por desgracia para
él, Netanyahu no ha podido intervenir en las últimas semanas porque los
principales combates se han desarrollado en el norte de Siria.
Mientras tanto, las delegaciones de los Estados que tuvieron la
prudencia de retirarse del conflicto o que han respaldado a Siria esperan que
Ginebra 2 les traiga algo de agradecimiento. Una veintena de esos Estados
esperan obtener contratos de reconstrucción financiados por las organizaciones
intergubernamentales.
Ya es evidente que Arabia Saudita y Francia serán los grandes
perdedores de Ginebra 2, con más posibilidades de tener que pagar que de
recibir algo. El presidente francés Francois Hollande no parece preocupado por
eso en la medida en que ha cumplido su misión al servicio de Israel y ve las
consecuencias para su propio país sólo como algo secundario.
Por su parte, el rey Abdallah de Arabia Saudita se empeña en obtener
un premio de consolación en Líbano. En ese contexto, la mayoría libanesa
aceptaría la nominación de un gobierno minoritario cuya única función será
aprobar la donación saudita de 3 000 millones de dólares en armamento francés.
Después de eso, el nuevo gobierno libanés sería derrocado por el parlamento y
el país volvería a la actual situación de inestabilidad y estancamiento.
La delegación gubernamental siria aborda la conferencia con optimismo.
Las fuerzas de la oposición están a la desbandada a raíz de la desaparición del
ESL y de la retirada masiva del EIIL. La principal preocupación de Damasco
parece consistir en este momento en preparar las bagatelas que presentará a sus
interlocutores para que puedan disimular la derrota que acaban de sufrir y
celebrar la victoria del consenso y del interés general. Damasco planea para
ello crear ministerios temporales que se encargarían de manejar las relaciones
con los ex enemigos –ya convertidos en generosos donantes–, ministerios que
pondría en manos de los ex empleados de esos mismos ex enemigos. La Coalición
Nacional tendría así aunque sea una utilidad, adquirida gracias a su pasada
traición.
Thierry Meyssan
Fuente: Al-Watan (Siria)
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