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martes, 3 de diciembre de 2013

Universidades, ¿en shock?

Universidades, ¿en shock?
Juan J. Paz y Miño Cepeda

EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes 02 de diciembre de 2013

Deja mucho que pensar la reciente evaluación del CEAACES a las universidades ecuatorianas, que solo ubica a 5 en la categoría A; 23 en la B; 20 en la C; y 6 en la D, con “descensos” de varias prestigiosas instituciones.

Pero el “shock” social provocado es solo una cara de la medalla. La otra, y que es la esencial, obliga a preguntarse ¿qué tipo de universidad es la que se quiere hacia futuro?

Porque no están lejanas las reformas iniciadas bajo el “neoliberalismo” universitario. Ya en marzo de 2005, unos 2.500 catedráticos europeos suscribieron el documento “¿Qué educación superior Europea? Manifiesto de Profesores e Investigadores Universitarios”, en el que cuestionaban los cambios que irrespetaban la “idiosincrasia de cada uno de los estudios universitarios”; la aplicación de “un modelo único para todas las titulaciones”, con dominio de “la profesionalización en el marco de una concepción claramente utilitarista del conocimiento”; y que la “evaluación de la calidad” se convierta “en rígidos moldes que pongan fin a la necesaria diversidad de los estudios universitarios”. En septiembre del mismo año, los académicos reunidos en el VII Congreso sobre Historia de la Educación Latinoamericana (U. Andina, Quito) coincidieron con similares preocupaciones.

Esas voces siguen vigentes para la época actual, cuando del pasado control de procesos, los productos culturales, las respuestas al mercado y el servicio a los “estudiantes-clientes”, aparece una tendencia en otra dirección: la implantación de la universidad “del conocimiento”, con privilegio en las orientaciones científico-técnicas y claro desplazamiento de las ciencias sociales, la filosofía y la cultura humanista; un “modelo” que, además, pretende la estandarización de carreras y títulos; bajo un tipo de régimen académico disciplinado por “informes” y “planificaciones”.

Se trata de un fenómeno que en América Latina resulta muy cuestionable, aunque los críticos de semejante “modelo” no son escuchados. Sin embargo, hay voces importantes, como la del  reconocido sociólogo Horacio González, profesor de la Universidad de Buenos Aires y Director de la Biblioteca Nacional, para quien está claro que: “La investigación comienza a ser pautada, regulada, incentivada, y todo eso fue aceptado incluso por las fuerzas de izquierda, que creo yo tienen una responsabilidad grande en el sentido de que todo el programa cientificista dominante fue aceptado como parte de una gran modernización”

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