11
de abril de 1975, Jerusalén, residencia del primer ministro de Israel. De
izquierda a derecha aparecen Eschel Roodie, director sudafricano de Propaganda;
Yitzhak Rabin, primer ministro de Israel; Henrik van den Bergh, director de los
servicios secretos sudafricanos, y Shimon Peres, ministro de Defensa de Israel.
Mandela e Israel
por Thierry Meyssan
Ante
el fallecimiento de Mandela, los occidentales están emitiendo más expresiones
de tristeza que los propios africanos. Su ruidoso duelo es una forma de tratar
de compensar hoy la práctica de la ideología colonial que tanto han defendido y
los crímenes a los que dio lugar. Pero resulta incomprensible que en medio de
esa gran ola de homenajes nadie mencione el hecho que aún subsiste en nuestros
días un Estado racista, históricamente basado –al igual que la Sudáfrica del
apartheid– en la visión del mundo de Cecil Rhodes, el teórico del «imperialismo
germánico». El ejemplo de Mandela sigue siendo válido y todavía existe lugar
para continuar su lucha.
RED
VOLTAIRE | 9 DE DICIEMBRE DE 2013
La
obra de Nelson Mandela se celebra en todo el mundo, en ocasión de su deceso.
Pero, ¿de qué sirve su ejemplo si aceptamos hoy que se mantenga en un Estado
–Israel– la ideología racial que Mandela logró derrotar en Sudáfrica?
El
sionismo no es un fruto del judaísmo, que durante mucho tiempo se opuso a esa
ideología. El sionismo es un proyecto imperialista nacido de la ideología
puritana británica. En el siglo XVII, Lord Cromwell derrocó la monarquía
inglesa y proclamó la República. Instauró una sociedad igualitaria y quiso
extender al máximo el poderío de su país. Para lograrlo esperaba establecer una
alianza con la diáspora judía, que se convertiría entonces en la vanguardia del
imperialismo británico. Con ese objetivo autorizó el regreso de los judíos a
Inglaterra, de donde habían sido expulsados hacía 400 años, y anunció su
intención de crear un Estado judío, Israel. Pero murió sin haber logrado que
los judíos se unieran a su proyecto.
El
Imperio británico nunca dejó desde entonces de cortejar a la diáspora judía
proponiéndole la creación de un Estado judío. Así lo hizo Benjamin Disraeli,
primer ministro de la reina Victoria, en ocasión de la conferencia de Berlín,
en 1884. Las cosas cambiaron con el teórico del imperialismo británico, el «muy
honorable» Cecil Rhodes –fundador de la De Beers Mining Company [que llegó a
controlar el 90% de las ventas de diamante a nivel mundial] y de Rhodesia–,
quien finalmente encontró en Theodor Herzl el cabildero que necesitaba. Cecil
Rhodes y Theodor Herzl intercambiaron una abundante correspondencia, cuya
publicación fue prohibida por orden de la Corona británica al cumplirse el
centenario de la muerte de Rhodes. Para ellos, el mundo tenía que hallarse bajo
el dominio de la «raza germánica» –o sea, también según ellos, además de los
alemanes, los británicos, incluyendo a los irlandeses, los estadounidenses y
canadienses, los australianos y neozelandeses y los sudafricanos– y esa raza
tenía que extender su imperio conquistando nuevas tierras con ayuda de los
judíos.
Theodor
Herzl no sólo logró convencer a la diáspora de unirse a ese proyecto sino que
invirtió la opinión de su comunidad mediante la manipulación de sus mitos bíblicos.
El Estado judío no estaría en una tierra virgen, en Uganda o en Argentina, sino
en Palestina y con Jerusalén como capital. De manera que el actual Estado de
Israel es al mismo tiempo hijo del imperialismo y del judaísmo.
Desde
el momento mismo de su proclamación unilateral, Israel se vuelve hacia
Sudáfrica y Rhodesia, los dos únicos Estados que se identifican –como el propio
Israel– con el colonialismo de Rhodes. Poco importa que los afrikaneers hayan
sido partidarios del nazismo, lo importante es que tienen la misma visión del
mundo que los sionistas. Aunque no fue hasta 1976 que el primer ministro John
Vorster hizo su viaje oficial a la Palestina ocupada, ya en 1953 la Asamblea
General de la ONU condenaba «la alianza entre el racismo sudafricano y el
sionismo». Ambos Estados mantuvieron una estrecha colaboración, tanto en
materia de manipulación de los medios de difusión occidentales como en el uso
del transporte como medio de evadir los embargos, y también con vista a la
obtención de la bomba atómica.
El
ejemplo de Nelson Mandela demuestra que es posible liberarse de ese tipo de
ideología y alcanzar la paz civil. Israel es hoy en día el único heredero
mundial del imperialismo según la versión de Cecil Rhodes. Para alcanzar la paz
civil, israelíes y palestinos tendrán que encontrar su propio De Klerk y
también su Mandela.
Thierry
Meyssan
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