Socialismo
y Constitución
Juan
J. Paz y Miño Cepeda
EL
TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador,
lunes 04 de noviembre de 2013
La
Constitución de 2008, vigente en Ecuador, define para el país un sistema
económico “social y solidario”, con una “relación dinámica equilibrada entre
sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza”, para lograr el “buen
vivir” (Art. 283). Reconoce “sectores estratégicos” exclusivos del Estado (Art.
313); añade que este “podrá delegar la participación en los sectores
estratégicos y servicios públicos a empresas mixtas en los cuales tenga mayoría
accionaria”; y agrega que el Estado “podrá, de forma excepcional, delegar a la
iniciativa privada y a la economía popular y solidaria el ejercicio de estas
actividades, en los casos que establezca la ley” (Art. 316).
La
Constitución reconoce el derecho a la propiedad “en sus formas pública,
privada, comunitaria, estatal, asociativa, cooperativa, mixta, y que deberá
cumplir su función social y ambiental” (Art. 321); señala que el Estado
promoverá la “democratización de los factores de producción” (Art. 334); pero en ningún artículo habla de
“socialismo” ni de “socialismo del siglo XXI”, que, hasta hoy, se lo considera
un ideal por alcanzar, sin un “modelo” definido, como el que sí tuvo el
socialismo que rigió en la URSS y los países de Europa del Este, hasta el
simbólico derrumbe del muro de Berlín (1989).
Bajo
el manto de la Constitución de 2008, Ecuador logró poner fin al nefasto modelo
empresarial (“neoliberal”) y recuperar un activo rol para el Estado, con una
nueva institucionalidad democrática. Además, en la primera fase gubernamental
(2007 hasta 2013), se logró una promoción históricamente inédita de mejores
condiciones sociales y laborales. Pero no se ha edificado ningún “socialismo”.
La
discusión teórica y política suele centrarse, entonces, en el asunto de si
estamos o no en un momento de “transición”. El problema es ¿hacia dónde?
Porque, interpretando a la misma Constitución, el desafío del país para la
segunda fase gubernamental que se esboza a partir de febrero de 2013, bien
puede ofrecer dos caminos en el mismo marco de la “economía social y solidaria”:
1. acentuar la forma de la propiedad privada, incluso flexibilizando el
trabajo; 2. acentuar las otras formas de la propiedad, fortalecer derechos
laborales y sociales, y democratizar los factores de la producción.
Si
prevalece la segunda opción, se aclararía mejor la “transición” y se acercaría
más al ideal de “socialismo”, que aún está por definirse. Y esta opción todavía
está por desarrollarse.
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