Título: Entre la evolución y la revolución: la longue durée de la felicidad humana. Autor: Jon Juanma. 2012
La sabiduría y la revolución
Un nuevo libro de
Jean Salem
Por Miguel Urbano Rodrigues
Jean Salem es un humanista que ascendió a
los escalones de aquel género rarísimo de la cultura, la integrada, lo que le
permite contemplar e interpretar el mundo, intentar comprender la aventura
humana y luchar por la transformación de la vida.
Filósofo marxista, economista, profesor de
Historia de Filosofía Griega, dirige en la Sorbonne, desde 2005, un Seminario
sobre Marx en el siglo XXI, seguido por
vídeo en Internet por más de 30.000 personas.
En su nuevo libro, ahora lanzado en París*,
encontramos la síntesis de su pensamiento y el retrato del pensador, del
combatiente comunista y del hombre.
«Sagesses pour un monde disloqué» es un
fascinante compilación de ensayos, entrevistas, comunicaciones, conferencias,
de un filósofo revolucionario que, através de la búsqueda serena del encuentro
consigo mismo, desciende a las raíces del sentido de la vida.
Hay épocas, recuerda, en que se desprecia
la política porque ella se convirtió en despreciable. La nuestra es una de esas
épocas. Los engranajes del sistema de poder del capitalismo que formaban gran
parte de la humanidad, generaron una generación de políticos repugnantes. Pero
es siempre posible remar contra la marea.
Jean Salem cuenta como en los últimos años
rompió con la erudición académica y recorrió el mundo y, con alegría y
provecho, tomó contacto con gente muy diferente en conferencias y encuentros en
Europa, Asia, Oceanía, África, en EUA, en América Latina.
Consciente de que se asiste hoy al ascenso
de una ola de irracionalismo, sea religioso o no, recuerda que, en la Historia
no surge prácticamente una idea importante que no haya tenido en su origen un
griego.
Es comprensible, por lo tanto, que la primera
parte de su libro sea una demostración de esa evidencia, olvidada o ignorada.
Siendo la búsqueda de la felicidad la
suprema aspiración del ser humano, Salem nos recuerda que los materialistas
griegos fueron pioneiros en la defensa de un hedonismo que privilegiaba el
placer como inseparable de la alegría de una vida breve.
Los materialistas de la Antigüedad
tuvieron el coraje y la lucidez de afirmar la sin razón del terror de la
muerte, porque no hay sufrimiento más allá de ella.
Las iglesias, sobre todo las cristianas,
hicieron todo lo posible para satanizar el placer, insistiendo en que la
felicidad humana solamente era posible en el reino de los cielos, tras la
muerte.
En su denuncia del oscurantismo religioso,
Leibniz, Schopenhauer y Feuerbach, destaca Salem, mucho deben a Epicuro y al romano Lucrecio.
Estos sabían, además, establecer una frontera
muy nítida entre el placer sabio, principio y fin de una vida feliz, y la
depravación, la lujuria, los vicios que destruyen el ser humano.
La segunda parte de «Sagesses pour un temps
disloqué» trata el tema de la felicidad bajo una perspectiva política.
Para Salem, la felicidad -el soberano bien
de los epicuristas griegos- es posible en un contexto de grandes crisis,
de calamidades que alcanzan la humanidad.
En esta terrible crisis de civilización,
cuando un sistema de poder monstruoso aspira al dominio universal y perpetuo
sobre la Tierra, cuando la simple idea de revuelta es criminalizada, cuando la
resistencia a la opresión es calificada de terrorismo- la felicidad es también
alcanzable. Salem sugiere que la encontremos en los caminos de la lucha, «en la
lucha por una causa justa que nos supera, y que sabemos justa».
Interrogado en una entrevista sobre qué figura, antigua o contemporánea, encarna, en su opinión, el sabio epicurista,
cita, entre otros, a su padre, el escritor Henri Alleg, héroe de Argelia y de
Francia. Barbaramente torturado, resistió la tortura y la denunció en un libro
inolvidable, «La Question». En ese revolucionario firme y sereno identifica «la
figura del resistente, de aquel que considerando inaceptable el desvío de su
línea, de aquel que es inmune a los deseos mezquinos, al impulso de agredir,
aquí está -respondió- la figura del sabio antiguo».
Sufriendo, manteniendo la coherencia y la
fidelidad a un ideario, es también posible -por absurdo que parezca- alcanzar
un estado de bienestar interior.
Uno de los capítulos más bellos del libro
es dedicado a Georges Labica, un gigante de la filosofía, revolucionario y
comunista ejemplar.
Jean Salem vio en él un combatiente para el
cual la harmonía entre las palabras y los actos era perfecta. Evoca
intervenciones suyas en Encuentros Internacionales en que habló con la dureza,
el brillo y el estoicismo de Sócrates. Labica fue un internacionalista que
«dejó el Partido según afirmó- para seguir siendo comunista».
No exagera al esbozar el perfil del autor
de «Théorie de la Violence», un ensayo maravilloso en que se transparenta el
intelectual revolucionario con una prodigiosa cultura integrada abierta a todos
los acimuts.
Es un acto de justicia recordar la
autenticidad, la pureza revolucionaria de Georges Labica. Tuve también el
privilegio de ser su amigo. Corriendo por el mundo, él dió fuerza de evidencia
a la conclusión de que, siendo hoy la cultura dominante la de la violencia, el
capitalismo la utiliza como palanca y cemento de la opresión social.
No es posible en un texto como este
transmitir la riqueza conceptual y el significado de la reflexión de Jean Salem
sobre las grandes luchas de nuestro tiempo en los capítulos de la tercera parte
de las «Sagesses».
El consigue lanzar un difícil puente entre
la sabiduría de los materialistas griegos y los grandes desafíos
revolucionarios que surgen como respuesta de los pueblos a las grandes crisis.
Las páginas sobre la Revolución Rusa de
Octubre, la utilidad de releer a Lenin para preparar el futuro, los capítulos
sobre el marxismo en Francia y la actualidad de Marx, son una fuente caudalosa
de preciosas enseñanzas para las nuevas generaciones.
Tal como los materialistas griegos, que lo
inspiran, Jean Salem vive con intensidad y alegría en busca de la felicidad de lo posible. La revolución es para él un
objetivo y un infinito.
Prepara ahora un trabajo monumental sobre «El Estado del Mundo», que define como «un
libro extenso en el cual tratará de sumar las lecciones que extrajo de un combate
político muy actual, las mil ideas o
informaciones que pudo asimilar a lo
largo de su itinerario «en el estudio de la historia, de la economía, de las
ciencias políticas y, bien entendido, de la filosofía».
Las últimas lineas de su emotivo libro
encierran un mensaje de confianza en la humanidad. Nos invita a no olvidar que
una época «maldita, equívoca, acaba siempre, como todas las otras, por finalizar.
En lo tocante a nuestra época eso no debe, además, tardar».
Vila Nova de Gaia, 2 de noviembre de 2013
*Jean Salem,« Sagesses pour un monde
disloqué,» Editions Delga, Paris 2013, 313 pgs
** Existen dos traducciones portuguesas de
obras de Jean Salem:
«Lenine e a Revolução», Editora Avante,2007,
Lisboa
«A Felicidade ou a arte de ser feliz quando
os tempos vão maus», Editora Cooperativa Cultural Alentejana, 2012, Beja
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