Geopolítica y Poderío Militar en la
Política Exterior Rusa
Manuel S. Espinoza J.
Un tercer elemento de las capacidades de la Federación Rusa en sus relaciones con la comunidad internacional está sustentado en su
capacidad militar. Hoy por hoy no existe otro Estado en el planeta, que pueda
asegurar la destrucción inminente y masiva de cualquier potencia tradicional occidental como Inglaterra, Alemania, Francia
y ya ni se diga al mismo EE.UU, mismo al que la Federación Rusa considera como su “socio
de características especiales” por ser también adversario principal en diversos
términos.
El poderío militar ruso a partir del derrumbe de la
URSS y el campo socialista ha venido sufriendo serias modificaciones e
incremento según el nuevo pensamiento estratégico que impera en el gobierno
ruso tras, la llegada al poder de Vladimir Putin, quien pudo entender el
razonamiento de las estructuras de poder de ese Estado a diferencia de su
predecesor Boris Yeltsin.
A diario, leemos en las noticias la rápida recuperación
de las fuerzas armadas rusas y, sobre todo, a partir de agosto 2008, cuando destruyeron al ejército de
Georgia en menos de dos semanas. Un ejército construido a imagen y semejanza
por los EE.UU durante los últimos diez años y dotado de última tecnología. En
septiembre de ese mismo año, dos aviones rusos
bombarderos estratégicos (atómicos) y supersónicos TU-160 arribaron en Venezuela tras 13 horas de vuelo y escoltados
durante toda su travesía por aviones de la OTAN, sorprendidos por la ruta a
seguir y sin escalas y sin dar señales de retornar a su punto de partida.
Lo que el mundo cansado de tanta rapacidad norteamericana,
esperó ver de Rusia en la guerra que la OTAN lanzó contra Libia, esta no se
hizo esperar en cuanto a Siria. Desde su inició, junto con las acciones
diplomáticas y de inteligencia, político
y militar, Rusia dejó clara su posición y posibles actuaciones en este
escenario. Muchos aseguraron, que Vladimir Putin había negociado el destino de
Bashar al Assat desde el inicio del conflicto, pero muy al contrario, la
Federación Rusa recuperó con Siria el derecho a ser llamado hegemón. Y es que
el término no es para menos por las responsabilidades que esta definición trae
consigo en términos, no solo militares, sino de estabilidad e intereses
económicos. Según Keohane “el hegemón
debe poseer poder militar suficiente para proteger a la economía política internacional
de incursiones por parte de adversarios hostiles.
Esta nueva etapa de aparición de Rusia como
potencia “reemergente” en el sistema internacional, conlleva al cumplimiento de
roles que paulatinamente deberá cumplir como el que destaca Gilpin en el
sentido de “prevenir que Estados con
poder monopólicos exploten a otros…y usar su influencia para crear regímenes
internacionales que impidan comportamientos ilegítimos, que puedan generar
conflictos, asegurar la equidad y
facilitar acuerdos interestatales”. Es esta visión sobre el hegemón protector
es al que apuestan muchos estados pequeños.
La semana pasada aterrizaron en Managua otros dos
aviones TU-160. Aviones de cuarta generación que lograron que la URSS pasara de un sistema de defensa
coheteril antiaéreo a un ataque aéreo nuclear norteamericano, solucionando así
la ecuación principal a inicios de los 50s en la Guerra Fría: quien pueda
llegar más rápido, más lato y más largo para asestar golpes nucleares al
adversario.
Para Nicaragua no representa peligro alguno, tal y
como inmediatamente los voceros del miedo se apresuraron a asegurar y generar
alarma y retaliación por parte de aquellos actores internacionales, que nos
quieren ver viviendo como el avestruz en el sistema internacional. Al contrario, adversarios definidos y por
definirse deben conocer a nuestros amigos y sus capacidades. Y los amigos que
buscamos deben de contar con abundantes recursos militares y económicos. Deben
tener capacidad y voluntad para utilizar estos recursos cuando sea necesario y
finalmente que su liderazgo sobre estados más débiles se fundamente los
intereses mutuos y no en la amenaza o uso de la fuerza.
Rusia por experiencia histórica propia tiene y está
obligada a superar cada vez más las capacidades propias y extranjeras existentes, pues en armamento para tragedia de la humanidad nunca se dice la última palabra.
La determinación en materia de política
exterior también está fundamentada en su capacidad militar.
Manuel S. Espinoza J.
Presidente Centro Regional de
Estudios Internacionales.
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