El rumbo de Brasil en la lucha por el socialismo según Edmilson Costa
Por Miguel Urbano Rodrigues
Las gigantescas manifestaciones populares de junio en Brasil arrancaron la máscara al gobierno de Dilma Rousseff, cuya pol[itica neodesarrollista ha profundizado los compromisos con el gran capital y el imperialismo.
En un reciente libro, A Crise Económica Mundial e a Globalização
no Brasil,* Edmilson Costa recuerda
que la actual crisis mundial es mucho más compleja que la de 1929, con el agravante
de alcanzar “de manera sincronizada el corazón del sistema capitalista».
Edmilson demuestra en su lúcido libro –un conjunto de
ensayos- que esta crisis es estructural y no cíclica como las anteriores. Ha
hecho desmoronarse todos los mitos neoliberales sobre el papel del mercado como
regulador de la vida social. Sin solución para el sistema, el imperialismo estadounidense
intenta encontrarla por medio de guerras monstruosas que configuran una estrategia
de terrorismo de estado.
La segunda parte del libro (págs. 191 a 285) está dedicada a
Brasil, más especificamente a la naturaleza de la revolución social que será la
alternativa al capitalismo.
Solamente del capítulo final –publicado por odiario.info- me ocuparé en este artículo.
Edmilson afirma que las condiciones objetivas para una revolucón
socialista son más favorables en el Brasil de inicio del siglo XXI que las
existentes en la Rusia imperial de 1917 y en China tras la gran marcha de Mao
de l949.
Ambos, subraya, eran entonces –sobre todo China- países con
economías atrasadas en que la inmensa mayoría de la población era campesina.
El Brasil actual responde más a las condiciones que Marx
tenía por indispensables para una revolución socialista. Pero, contrariando la
lógica aparente de la historia, no fue la Alemania industrializada, y sí la Rusia
oprimida por una autocracia con matices feudales, donde la revolución eclosionó
y venció. La carencia de condiciones materiales propicias a la construcción del
socialismo fue además en los dos casos fuente de grandes problemas.
Diferente es la situacion de Brasil hoy.
Brasil en la segunda mitad del siglo XX se transformó en una
sociedad industrializada con la sexta mayor economía del mundo. Más del 80% de
la población es urbana y su clase obrera es la más numerosa de América Latina.
Gran productor y exportador de alimentos y poseedor de grandes reservas de petroleo,
gas y minerales raros dispone de excelentes universidades que forman anualmente
más de 50 mil licenciados y doctores. Pero solamente una pequeña minoría de la población
se beneficia de ese enorme potencial económico y científico. Brasil
es un país imperializado con una prodigiosa riqueza concentrada en gigantescas
transnacionales y en una arrogante burguesía dependiente. Más
de 53 millones de personas viven bajo el umbral de pobreza y un quinto de la población
en la miseria (amontonada en favelas y chabolas).
Siendo un país muy rico con un pueblo muy pobre, la lucha de
clases debería ser intensa, reunidas como están las condiciones objetivas
favorables a explosiones sociales.
Pero tal escenario no se ha producido. El nivel de conciencia
política continua siendo muy bajo. La existencia de una base material avanzada
no significa, como subraya Edmilson Costa, que el país esté en vísperas de una situación
revolucionaria rumbo al socialismo.
Para eso sería indispensable que madurasen las condiciones subjetivas.
La mayoría de los brasileños y brasileñas condena hoy el engranaje de poder
impuesto al país. Sabe lo que no quiere; pero no está preparada para luchar
contra el sistema.
En un contexto histórico y social muy diferente, en la
Europa «comunitaria» la ausencia de condiciones subjetivas ha impedido también la
mobilización de las masas con una perspectiva revolucionaria.
Reflexionando sobre situaciones similares, Lenin alertó en
relación con la ideología de la clase dominante [la necesidad de]
marcar
decisivamente el comportamiento de la totalidad de la población de las
sociedades capitalistas.
El ascenso y caída de las protestas espontaneistas de los «indignados»,
en Europa y en los Estados Unidos confirman esa realidad.
La «conciencia revolucionaria -como advierte Edmilson,
recordando enseñanzas de Lenin– solo puede ser adquirida de fuera, mediante el
trabajo ideológico del partido revolucionario en el sentido de educar al proletariado
para la revolución socialista».
En Brasil la organización con vocación para cumplir el papel
de vanguardia revolucionaria, el PCB, es un partido de excelentes cuadros, pero
de débil implantación entre las masas.
Es un hecho que las condiciones subjetivas maduran en el fragor
de la lucha de clases, pero pueden emerger inesperadamente en crisis
prolongadas, en el contexto de situaciones históricas muy peculiares. La toma
de conciencia de las masas se acelera entonces tumultuosamente a un ritmo
inimaginable.
En Brasil cada día se presentan más favorables las condiciones
subjetivas. Pero falta la espoleta capaz de abrir las compuertas de un período revolucionario.
En la Rusia atrasada fueron los sufrimientos de la primera
guerra mundial los que generaron esa chispa. En Petrogrado y Moscú se había
formado un proletariado combativo y en el crecía la influencia del partido
bolchevique.
Pero las lecciones de 1905 no habían sido olvidadas. La repuesta
popular por sí sola no fue entonces suficiente para conducir a las masas a la victoria.
En febrero de 1917 la situación era muy diferente. El ejército, instrumento de
represión del Estado, entró en un irreversible proceso de descomposición.
Cuando en Petrogrado, en la retaguardia, los regimientos cosacos
de la guarnición de la capital se niegan a reprimir, quedó abierto el camino
para la victoria de la Revolución de febrero. El partido que se proponía liderar
el proletariado rumbo a la toma del poder supo asumir la tarea histórica que
Lenin havía esbozado en las famosas Tesis de Abril.
No fue ese un caso único en que condiciones excepcionales
permiten la irrupción de procesos revolucionarios cuyo desarrrollo es atípico.
En Portugal, el desarrollo impetuoso de un proceso
revolucionario tras el golpe militar que en abril de 1974 derrumbó el fascismo,
fue posible porque 13 años de una guerra colonial profundamente impopular
permitieron la formación en las Fuerzas Armadas de una vanguardia militar revolucionaria.
Ésta, tras la victoria, se unió al movimiento popular de masas en el cual el
Partido Comunista (PCP) desempeñó un papel fundamental.
En Brasil no son por ahora identificables situaciones
imprevisibles que aceleren dramaticamente la maduración de las condiciones subjetivas
citadas por Edmilson Costa.
Las fuerzas armadas brasileñas, como instrumento del Estado burgués,
tienen un cuerpo de oficiales profundamente influenciado por la ideología de la
clase dominante. No son homogéneas, pero continúan siendouna organización
potencialmente represora.
No debemos olvidar las enseñanzas de Chile. El general
Carlos Prats enunció una evidencia al criticar las ilusiones románticas del MIR
que atribuía a los cordones obreros
capacidad para enfrentar el Ejército y los Carabineros en el contexto de una intentona
golpista. Prats recordó que contra armas pesadas el pueblo desarmado es impotente,
fuera de un marco insurreccional generalizado. La Historia le dio la razón.
Acompaño con optimismo el desarrollo de las luchas sociales en
Brasil. Y considero oportuno, útil y muy importante el libro de Edmilson Costa,
uno de los más talentosos y criativos economistas marxistas del Brasil.
Creo, al margen de la maduración de las condiciones subjetivas
favorables, que el pueblo brasileño tendrá que recorrer aún un largo camino
hasta que la Historia le abra la oportunidad de asumirse como sujeto de una revolución
socialista.
Es mi convicción que el agravamiento de la crisis estructural
del capitalismo y la inevitable derrota de la estrategia de dominación mundial
de los EUA, apoyada en una política de terrorismo de estado, tiende a encaminar
la humanidad hacia un período revolucionario en el cual la convergencia de muchas
luchas, la interrelación de procesos muy diferentes y la solidaridad
internacionalista encaminarán a la Humanidad hacia el socialismo.
Considero muy importante la participación de Brasil en ese
proceso molecular de luchas revolucionarias.
· Edmilson Costa, A Crise Mundial, a Globalização e o Brasil,
286 págs., Instituto Caio Prado Júnior, São Paulo,2013
Vila Nova de Gaia, 13 de noviembre de 2013
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