«ANTE NUESTRA MIRADA»
100 000 mártires para Ginebra 2
por Thierry Meyssan
A
pesar de que la Conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012 había
precisado las bases para la paz en Siria, la guerra siguió su curso durante año
y medio. 100 000 muertos más tarde, las potencias que planificaron y
alimentaron el conflicto han admitido al fin su derrota. Moscú y Washington
planean ahora la realización de una nueva conferencia de Ginebra para
obligarlas a tomar formalmente nota de la victoria de la República Árabe Siria.
RED
VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 11 DE NOVIEMBRE DE 2013
La
Conferencia de Ginebra, en junio de 2012, debía sentar las bases de la paz en
Siria. En aquel momento, para no entrar en conflicto con Rusia y China, la OTAN
había renunciado a desatar contra Siria una campaña de bombardeos, similar a la
que había aplicado contra Libia. La Francia de Nicolas Sarkozy había negociado
la retirada de sus consejeros militares presentes en el Emirato Islámico de
Baba Amro y obtenido la devolución de los oficiales franceses que habían caído
prisioneros en aquel lugar. Se podía estimar lógicamente que el Estado sirio
había ganado la partida y que el regreso a la normalidad estaba cerca.
Sin
embargo, en la noche del 30 de junio, la Francia que acaba de elegir como nuevo
presidente al socialista Francois Hollande emitía una reserva sobre la
interpretación del comunicado final de Ginebra. Según el nuevo gobierno
francés, como el futuro gobierno de transición sirio debía contar con la anuencia
de todas las partes, el acuerdo de Ginebra implicaba la salida definitiva del
presidente sirio Bachar al-Assad. Una semana más tarde, el presidente Hollande
recibía en París a los participantes en la 3ª reunión de los «Amigos de Siria»,
teniendo como guest star a Abou Saleh –el joven periodista de France24 y de
Al-Jazeera que había hecho reinar el terror en Homs. Terminaban allí las
promesas de Sarkozy: ante el fracaso de la guerra de 4ª generación (la de las
mentiras mediáticas), se decidía pasar a una guerra similar a la desarrollada
contra la Nicaragua sandinista a finales de los años 1980 con la intervención
de decenas de miles de combatientes extranjeros.
El
brusco cambio de actitud de Francia estuvo determinado, al mismo tiempo, por
las ambiciones de un grupo de miembros de la clase propietaria y por la
corrupción del nuevo equipo dirigente.
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Para algunos capitalistas, la
crisis económica de 2008 se caracteriza por la imposibilidad de obtener grandes
ganancias en Francia debido al empobrecimiento de las clases populares. Así que
empujaron al entonces presidente Sarkozy a preparar la guerra en Siria,
proyecto cuya aplicación prosiguieron mientras aquel presidente negociaba la
retirada francesa. El representante de los intereses de aquellos personajes en
la sede de la presidencia de Francia era el jefe del estado mayor particular
del presidente de la República, el general Benoit Puga, a quien el nuevo
presidente Francois Hollande mantuvo en ese cargo.
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La campaña electoral de Francois
Hollande estuvo financiada fundamentalmente –y también ilegalmente– por Qatar.
Este minúsculo emirato, antiguamente vinculado a Francia, estaba gobernado por
el ambicioso jeque Hamad desde el golpe de Estado de 1995. En 1999, el emir
Hamad autoriza Exxon-Mobil a explotar de forma ilimitada los yacimientos de gas
de Qatar. En pocos años, el pequeño emirato se convierte en un gigante mundial
del gas y en propiedad de facto de la familia Rockefeller. A su llegada a la
presidencia de Francia, Francois Hollande escoge como ministro de Relaciones
Exteriores a Laurent Fabius, quien había servido de intermediario entre él y el
emirato. Pero Fabius es ante todo lo que se ha dado en llamar «un amigo de
Israel». Actuando como tal, Fabius empujará Francia a «desangrar» Siria.
El
ataque comenzó el 18 de julio de 2012 con un atentado que costó la vida a los
miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Siria. Siguió a ese atentado una
guerra de año y medio que dejó más de 100 000 muertos. En este momento, ya se
ha llegado a la conclusión de que esta guerra no tendrá solución militar, dado
que los Contras eliminados son rápidamente reemplazados por otros.
Moscú
y Washington hablan en este momento de una Conferencia Ginebra 2. En efecto, el
Reino Unido se vio oportunamente obligado a retirarse como resultado de un voto
de la Cámara de los Comunes; el emir de Qatar fue obligado a abdicar por
presiones de Estados Unidos; Francia no ha podido mantener su presión militar
después de su intervención en Mali; Turquía está demasiado dividida para poder
embarcarse en ningún tipo de operación de gran envergadura. No queda, de hecho,
más que un solo jugador: Arabia Saudita.
Riad
instaló a su ministro adjunto de Defensa en Amman –la capital de Jordania– para
formar allí una fuerza de 50 000 mercenarios. Lo previsto era que el ataque
químico perpetrado en la Ghouta por los Contras y con material proveniente de
Turquía daría un giro a la situación. Los comandantes aliados se reunieron en
Amman para preparar la operación de cambio de régimen… pero no pasó nada.
En
realidad, al igual que cuando Washington obligó al emir de Qatar a salir del
escenario, toda la excitación sobre los anunciados bombardeos estadounidenses
contra Siria no tenía más objetivo que forzar la retirada de Arabia Saudita.
Después de lanzar aullidos de dolor y de anunciar que se vengaría de Estados
Unidos, los Saud parecen haber bajado la cabeza cuando John Kerry se fue hasta
Riad para recordarles que si todavía se mantienen en el trono es porque
Occidente así lo quiere. Resuelto ese problema, la Conferencia Ginebra 2
debería tener lugar a principios de diciembre o a finales de enero. De esa
manera, los aliados de Estados Unidos concretarían por fin el acuerdo secreto
pactado entre Moscú y Washington hace año y medio.
Thierry
Meyssan
Fuente
Al-Watan
(Siria)
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