En los próximos 8 días, es
posible lograr la paz en Siria
por Thierry Meyssan
Desde la desaparición de la Unión Soviética, la ONU
se ha convertido en una simple cámara de resonancia de la política de Estados
Unidos, al extremo que Washington llama a sus aliados «la comunidad internacional». Pero el mundo de George W. Bush ya
no existe. En momentos en que Estados Unidos amenaza a uno de sus
miembros, las Naciones Unidas pueden jugar nuevamente un papel al servicio
de la paz. Thierry Meyssan llama a cerrar la crisis siria de la misma manera
que la crisis de Suez, llamando a una «reunión
extraordinaria urgente» de la Asamblea General.
RED VOLTAIRE | DAMASCO
(SIRIA) | 4 DE SEPTIEMBRE DE 2013
La
rebelión del Parlamento británico contra el proyecto colonial de David Cameron
y el posterior traspaso del tema sirio al Congreso de Estados Unidos por parte
de Barack Obama modifican profundamente la correlación internacional de
fuerzas, aún en caso de que el Congreso estadounidense decidiese finalmente
autorizar los bombardeos.
En
la actual situación, todos los Estados recuperan su libertad de palabra.
Únicamente Francia puede aún presionar a sus vasallos para favorecer una
política belicista. Ni el Reino Unido, ni tampoco
Estados Unidos están ahora en condiciones de hacerlo hasta el voto
del Congreso.
Pero
la
mayoría de los Estados está consciente de las consecuencias, en forma de cadena
o de fatal secuencia, que una intervención occidental puede provocar en el
Medio Oriente. Tanto si respaldan a Siria como si quieren acabar con las
instituciones de ese país, todos los miembros de esa mayoría de Estados
no pueden hacer otra cosa que oponerse a un bombardeo, por muy «quirúrgico» que sea, contra Siria.
Se
ha abierto, por lo tanto, una ventana de más de una semana para detener la
guerra: la Asamblea General de la ONU puede tomar el asunto en sus manos y
prohibir a sus miembros que ataquen Siria, ni siquiera con el pretexto de
impedir el uso de armas de destrucción masiva a su gobierno.
A
la luz del derecho, es el Consejo de Seguridad el que debería garantizar la
defensa de la paz. Sin embargo, cuando el Consejo de Seguridad
no logra ponerse de acuerdo porque sus miembros permanentes bloquean sus
decisiones, la Asamblea General de la ONU puede tomar nota de dicha imposibilidad
y decidir en su lugar. Ello implica que la Asamblea General de las Naciones
Unidas puede adoptar una resolución que prohíba atacar Siria.
Según
la nota publicada por el gobierno británico, la intervención de las grandes
potencias sería legal si su objetivo fuese única y exclusivamente garantizar la
defensa de la población civil impidiendo el uso de armas de destrucción masiva
y si empleara medios que estuviesen en justa proporción con ese objetivo. Por
supuesto, al igual que en Libia, sólo se trata de justificar la entrada en
guerra para deslizarse después hacia la simple agresión. El señor Cameron nunca
tuvo en realidad intenciones de limitarse al objetivo proclamado oficialmente.
Si
el Consejo de Seguridad es incapaz de impedir esa acción por causa de un veto
occidental, la Asamblea General de las Naciones Unidas sí puede hacerlo. En
virtud de la resolución «Unión para
mantener la paz» (377, V), adoptada a pedido del secretario de Estado de
Estados Unidos Dean Acheson en el momento de la crisis de Corea, la
Asamblea General de la ONU puede para ello reunirse en «sesión extraordinaria de urgencia» convocada a pedido de la
mayoría de sus miembros.
Fue
de esa manera como la Comunidad Internacional, encabezada entonces por la
Unión Soviética y Estados Unidos, obligó a Francia, el
Reino Unido e Israel a retirarse del Canal de Suez, invadido por esos
países, en 1956.
Esa
decisión no impedirá que Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía mantengan el
flujo de armamento y de dinero que alimenta a yihadistas y mercenarios, pero
ningún Estado podrá bombardear el territorio sirio.
Esa
resolución tendría como efecto inmediato el de precipitar la realización de la
Conferencia Ginebra 2 ya que privaría a los grupos armados de sus
esperanzas de victoria militar. El tiempo estaría del lado de la Siria que se
enfrenta a quienes la agreden.
Ya
en este momento, Cuba ha señalado esa opción en una declaración de su
ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla. Cuba subraya
en esa declaración que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, está en el
deber moral de recoger él mismo las firmas necesarias para concretar la
realización de la reunión extraordinaria de urgencia de la Asamblea General.
Sería para el señor Ban Ki-moon una excelente ocasión de demostrarle a quienes
lo ven como un peón de Estados Unidos que están equivocados.
No obstante, sería probablemente más seguro poner esa tarea en manos del
embajador Bashar Jaafari, en aras de desbloquear la situación.
La
paz está al alcance de la mano.
Intelectual francés, presidente-fundador de la Red
Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política
exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra
publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en
los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).
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