(Lecciones claras para los miembros del ALBA)
Siria y el Fraccionamiento Normativo del Mundo Árabe
Manuel S. Espinoza J.
No es la primera vez, que un país
árabe se ve sólo en sus guerras contra enemigos fuera de su región. Esta vez le
toca a Siria y ante la pregunta sobre ¿Qué país de la región puede acudir en su
ayuda contra la OTAN? inmediatamente
surge otra interrogante de mayor complejidad ¿Por qué los países árabes
no se unen contra los occidentales? ¿Por qué más bien se termina de encontrar
las respuestas en países no árabes como en Rusia, China e Irán?
El tema de Siria refleja, a viva
vos, las debilidades del Medio Oriente como sistema regional. Y no porque Siria
no encaje en alguna de las variables básicas que establecen especialistas en la
región usan para definirlo como sistema en las Relaciones internacionales, del cual
Siria es miembro lógico tanto por geografía como propone Stephen Waltz, como por
el patrón de pertenencia cultural,
procedente del imperio otomano (Carl Brown); por ser miembro de la Liga Árabe
que expone Michael Barnett y por el arabismo y el islamismo como componente
transnacional, que identifican Gamil Matar y Ali al- Din Hilal; que al final
deberían consolidar al sistema regional.
La fatalidad actual de Siria demuestra la
desintegración de todo un sistema regional que, por criterios cuasi naturales
expresados anteriormente, deberían de activarse ante amenazas de tal
magnitud como las vividas en Libia y hoy
en Siria.
Variables dependientes como las
de alianza y alineamiento interregional, nos ayudan a entender que tan unido es el
sistema. Sobre todo al chocarlas con factores como la influencia externa y la existencia de una diplomacia regional producto de
eslabones culturales y de valores políticos de la región.
Por ejemplo. En los años 50 se
prohibía el claro alineamiento con las potencias occidentales, bajo una visión arabista.
Pero aún así, Iraq ingresó al Pacto de Bagdad, Arabia Saudita, apoyó la Doctrina
Einsenhower y Líbano y Jordania invitaron a tropas norteamericanas e inglesas a
sus territorios respectivamente.
Producto de tal comportamiento, “la contracción normativa” de
lo que suele llamarse el arabismo operativo marca otros aspectos de unidad
relativa dada en ciertos periodos como el plan de unidad de los hashemitas en
los años 40 y 50, la de Egipto, Siria e
Iraq en 1963. O Egipto, Libia y Siria cuando
declararon un programa similar en 1971.
Y otros más, hasta llegar a expresiones de mayor contracción como la
invasión de Iraq a Kuwait en 1990, por motivos de unificación.
Las variables independientes como
la amenaza, colocan bajo mayor complejidad las intenciones de alianzas entre
estos países. La dificultad reside en
determinar cómo los Estados árabes identifican y se
unen alrededor de éstas, dejando muchas veces una sensación más que de balancing
de bandwagoning. Ejemplo de ello es la decisión de Jordania de unirse al alineamiento en contra de Israel en
1967 ¿Fue por (balancing) enfrentar la amenaza israelí o bandwagoning con un Egipto políticamente dominante? La
alianza de Arabia Saudita con Iraq en los 80s contra Irán, fue ¿porque Irán es
un Estado persa y luchaba contra un
estado árabe, o por que Iraq era una potencia militar regional?
La NORMA DEL ARABISMO, aún puede explicar
cambios en la política exterior de los
estados árabes en asuntos como sus
relaciones con Israel u Occidente, pero no explica la problemática socio
económico y estructural en estos países y, por ende, las protestas,
levantamientos, golpes, manifestaciones de desencanto con los regímenes
monárquicos y teocráticos de la región.
A la intensión de unificación a través del arabismo, la han sucedido el
islamismo político y las relaciones monopólicas de los líderes árabes con
occidente. Una por una, las cúpulas oligárquicas de estos países han facilitado
la destrucción de la visión regional y,
con ello, la capacidad de hacerle frente a las amenazas extranjeras. Con esto,
le han facilitado a Occidente construir su propia balanza de poder regional
para proteger a Israel.
Enfrentados a lo interno producto de las diversas causas (internas y externas) y de la fallida “primavera árabe”; y fraccionados entre sí por su relación con Occidente, hoy por hoy, no existe un país árabe capaz de liderar la región, mucho menos de enfrentarse a Israel. El único es Irán por ahora, pero este no es árabe sino persa, y no es parte del Medio Oriente, pero que, según su participación en el apoyo a Siria y en contra de Israel y la respuesta o papel de este último, podría crear la condición que el arabismo o el islamismo necesitan para reenfocarse.
Es importante entender los puntos de solidez de un sistema regional sobre todo para aquellos que aspiran a consolidarlo en nuestra región.
Msc. Manuel S. Espinoza J.
Presidente del Centro Regional de Estudios Internacionales
(CREI)
No hay comentarios:
Publicar un comentario