El ataque “sorpresivo”
de Alemania a la URSS
Manuel S. Espinoza J.
El análisis sistémico de
la situación política, que Europa presentaba anterior a la Segunda Guerra
Mundial, demuestra serias contradicciones no solo entre la URSS y los países
capitalistas, sino dentro del mismo seno capitalista, heredadas por los
resultados de la Primera Guerra Mundial y el afán de la Alemania hitleriana de
revertir lo mandatado en el Tratado de Versalles de 1919.
De ahí que la existencia
de ese triángulo de intereses opuestos marcaría la tónica estratégica de todos
en la búsqueda de alianzas en el continente. La labor de la diplomacia y la de
los servicios de inteligencia soviéticos integraban el canal de información por
excelencia con la que contaba el Estado soviético. Esas estructuras trataron de
implementar diversas medidas para prevenir la catástrofe a su Estado, lo que al
final contribuyó en mucho a la conducta y reacción de la URSS hasta el inicio
de la Primera Guerra.
El tercer tomo de
historia de la Inteligencia Política Soviética publicado en 1997, que bajo la
redacción del académico Primakov comprende el período de 1933 hasta 1941,
destaca con amplitud diversas acciones secretas que los estados capitalistas
fraguaban contra el Estado Soviético.
El frente diplomático,
ya en 1935, logra que la URSS firme con Checoslovaquia y Francia un acuerdo de
ayuda mutua, en el primer intento de lo que hoy se conoce como seguridad
colectiva. Lo que demuestra que sí había certeza de que en el continente tarde
o temprano habría una guerra. Esto se puso al descubierto con la “Política de
Apaciguamiento” de Occidente al permitirle a Alemania, a partir de 1936, tomar
por la fuerza aquellos territorios que según Versalles le estaban prohibidos,
en aras de que Alemania atacara a la URSS.
Por mucho que se
especule sobre el pacto Ribentrop–Molotov, en ese juego de maniobras
diplomáticas hasta el uno de septiembre de 1939, cuando inicia la Segunda
Guerra, la URSS aún mantiene un nivel de acierto geoestratégico. Lo que es
difícil entender es por qué al final la URSS fue sorprendida por un contundente
y devastador ataque de Alemania.
Al momento de describir
el ataque sorpresivo de Alemania a la URSS, en muchas películas se puede ver a
un Stalin completamente embriagado y decepcionado por el enorme revés militar
que este ocasionó en materia de cientos de miles de soldados del ejército rojo
capturados y muertos en combate; el 85% de la aviación destruida en tierra y
con un avance casi indetenible de las tropas nazis a la profundidad del
territorio soviético, con un frente de 850 kilómetros de ancho, tal como la
inteligencia en su momento le había informado.
Como problema central se
ubica la carencia de sistemas coordinados que reúnan en un solo criterio toda
la información obtenida antes de los ataques, ya que tanto la inteligencia
militar como el NKVD, competían en información secreta sobre los planes
militares alemanes, las acciones diplomáticas y acuerdos políticos de todos los
países europeos, así como de EE.UU; desde trapos llenos de aceite para engrase
de armamento alemán, que se enviaban como trapos sucios tirados en el vagón de
un tren hacia Moscú, hasta planes de mayor envergadura como el Plan Barbarroja (Plan de Ataque a la URSS).
Sus redes de oficiales
(legales e ilegales) ya hoy muy famosas como “La Orquesta Roja”, “El grupo de
Dora” y el de “Richard Sorje” en toda Europa y Asia, informaban al Kremlin. En
el marco de esta competencia, el volumen de la información de inteligencia
creció de tal manera que les fue difícil digerirla (por carencia de estructuras
analíticas en cuanto a la cantidad de oficiales dedicados a esta labor) y
presentarla constantemente a la dirección superior del partido. Sobre todo
cuando ya se le habían entregado a Stalin diferentes fechas (inexactas y
fallidas, aunque otras muy cercanas a la realidad de los planes) de ataque
contra la URSS.
Otra causa que resalta
es el período conocido como las purgas de Stalin, entre 1936 y 1939 cuando se
decapitó al alto mando del Ejército Rojo. De 210 oficiales de inteligencia solo
sobrevivieron alrededor de 70. Esto contribuyó a que muchos colaboradores
extranjeros en Europa quedaran incapacitados de reunirse con sus operadores
soviéticos y trasladar la información a tiempo. De 1939 a 1941, aunque se
hicieron esfuerzos para activar muchas de sus redes, estas ya no podían ser
ubicadas y el ataque a la URSS los terminó de aislar.
Victor Suvorov (un
oficial que desertó en los años 80) en su libro “El Rompe Hielo de la
Revolución”, plantea la tesis de que la Segunda Guerra era apropiada a las
aspiraciones geoestratégicas de Stalin y la Revolución Bolchevique. Suvorov
sostiene que Stalin, igual que Hitler, veía en la guerra, en el plano europeo,
como la posibilidad, tan esperada desde 1917, para exportar la revolución
comunista y ampliar así su esfera de influencia global.
La historia nos ayuda a
entender el peso que tenía Stalin sobre el rendimiento de las variables de
orden funcional y estructural del Estado (Diplomacia e Inteligencia), las
cuales, al final, se llegan a subordinar a su criterio, voluntad y decisión.
Para Stalin, la amenaza alemana era una medida de desinformación de los
occidentales para provocar la guerra entre la URSS y Alemania.
Aun así el lector se
preguntará: ¿Por qué ese cambio de actitud si desde 1936 estaba muy claro de
las intenciones de Hitler y Occidente? A pesar que al final de la Guerra ocho
países europeos y varios más en Asia quedaron integrados en el campo
socialista, cambiando así la correlación de fuerzas político-militar global; el
costo en vidas humanas que sufrió la URSS simplemente es injustificable, lo que
hace que el ataque sorpresivo de Alemania ese 22 de junio de 1941, siga siendo
un ejercicio de caso en el análisis estratégico preventivo de amenazas.
* Msc. Presidente
Ejecutivo, Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI)
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