Nicaragua frenó el
avance de peligrosas maras en la región
Londres. BBCMundo.com | 1 junio de 2013
En
menos de dos décadas, las pandillas (maras) se convirtieron en una de las
organizaciones criminales trasnacionales más exitosas de América Latina al
saltar desde su base en Los Ángeles, Estados Unidos, a varios países
centroamericanos.
Debido
a su crecimiento arrollador, hay quienes argumentan que al término mara viene
de marabunta, las feroces hormigas migratorias que arrasan todo a su paso.
Sea
o no ese el origen de la palabra -que en muchos lugares ya es sinónimo de
pandilla-, las maras se extendieron como voraz marabunta por Guatemala, El
Salvador y Honduras, donde se estima que tienen unos 100 mil pandilleros.
También han llegado al sur de México.
Y
acompañando su paso, en los países centroamericanos se dispararon los índices
de criminalidad, encabezados por el asesinato. En 2012, los dos países con
mayor tasa de homicidios a nivel mundial fueron Honduras y El Salvador. Y la
ciudad hondureña de San Pedro Sula es considerada la más peligrosa del planeta.
Sin embargo, a medida que las maras seguían su irresistible
marcha hacia el sur, un fenómeno interesante apareció: por el momento no han
podido avanzar más allá de Honduras.
Y el motivo tiene nombre propio y ubicación geográfica:
Nicaragua.
Un poco de historia
Esto
se detectó hace ya varios años. En 2008, durante una reunión de directores de
migración de Centroamérica, el de Costa Rica, Mario Zamora, dijo:
"Nicaragua
se ha convertido en una especie de escudo inexpugnable para las maras. Hay que
analizar qué es lo que está detrás de ese fenómeno, el que Nicaragua sea una
barrera de las maras. Gracias a ellos no nos han llegado a Costa Rica".
Pero, ¿cuál es la razón?
Para
encontrarla hay que remontarse a la génesis de las maras en Centroamérica, a
principios de los años '90, cuando George W. Bush padre, entonces presidente de
EE.UU., autorizó la deportación de cientos de jóvenes de origen centroamericano
que se encontraban en las cárceles estadounidenses.
Muchos
de ellos habían crecido en Estados Unidos y no entendían una palabra de
español. Sin embargo, al ser hijos de indocumentados, fueron expulsados.
En
su reportaje "Barrio 18, apogeo y caída de una pandilla" los periodistas
José Luis Sanz y Carlos Martínez hacen un extraordinario recuento de la llegada
de esos jóvenes a El Salvador.
"Esa
fue la primera vez que vio a los bajados. (...) Ese modo de vestir, de llevar
el cabello, esos tatuajes tan... tan de allá. Llevaban pantalones Dickies y Ben
Davis, camisas holgadas, y se llamaban por nombres geniales como Whisper,
Sniper, o Spanky. (...) ¿Cómo no acercarse?".
Pronto
los "bajados", además de despertar admiración, se apoderaron de los
territorios y los conflictos de los lugareños. Desde allí empezaron a construir
su imperio y a extenderse.
Indocumentados, pero
distintos
Y
es aquí donde comienzan las diferencias con Nicaragua.
El
periodista e investigador Steven Dudley, uno de los directores del sitio de
internet InSight, que le hace seguimiento al crimen organizado en Latinoamérica
y el Caribe, dice a BBC Mundo que uno de los factores fue el tratamiento que en
Estados Unidos se dio a los inmigrantes nicaragüenses.
"Durante los años '80 no se le dio una recepción
similar a los refugiados que venían de diferentes países centroamericanos. A
los nicaragüenses se les dio la bienvenida, mientras que de Costa Rica y Panamá
no llegaron demasiados".
A
los salvadoreños -en especial-, pero también a hondureños y guatemaltecos,
desde el principio se les consideró como "indeseables".
"Eso
hizo que muchos terminaran en la cárcel o involucrados con bandas", agrega
Dudley a BBC Mundo.
Aunque
las deportaciones de centroamericanos empezaron en los 90', continuaron con
fuerza durante la década de 2000.
En su artículo Gangs, deportation and violence in Central America, Dudley revela que "entre 2001 y 2010 Estados Unidos deportó a 129.726 criminales convictos a Centroamérica, más del 90% al 'Triángulo del Norte'. Sólo Honduras -un país con población similar a la de Haití- recibió 44.042 deportados en ese período".
"Las cifras son apabullantes" dice Dudley a BBC
Mundo. "Casi cualquier país habría hallado difícil lidiar con esas
cantidades. Además, la información que debería pasarse entre gobiernos cuando
ocurre una deportación de criminales, no se intercambió".
Resultado:
los gobiernos centroamericanos quedaron con un número enorme de criminales en
sus manos y sin ninguna información sobre sus expedientes, ni siquiera a qué
pandilla pertenecían.
La
razón social
Francisco Bautista Lara -uno de los fundadores de la Policía en la Nicaragua postsomocista y exsubdirector y excomisionado de la misma- está de acuerdo en que el tratamiento diferente a sus compatriotas por parte de EE.UU. contribuyó a que las maras no encontraran terreno abonado en su país.
Pero
cree hay algo igual -o más- importante: los cambios sociales e institucionales
generados en Nicaragua después de la revolución de 1979.
"Si Nicaragua tiene niveles de desarrollo humano
parecidos a los del norte de Centroamérica y también tuvo un conflicto armado,
¿por qué sus cifras delictivas se parecen más a las del sur?".
La razón, repite a BBC Mundo, está en que "la
revolución creó instituciones distintas a las que continuaron existiendo en los
países vecinos".
Agrega
que también hay factores culturales: "Yo diría que Nicaragua y sus ciudades
son grandes pueblos, donde todo mundo se conoce y la confianza interpersonal no
se ha perdido, como sí sucedió en otros países de la región. Al contrario, la revolución
del 79 fortaleció mecanismos de participación".
Steven
Dudley también destaca cómo el gobierno de Nicaragua, a diferencia de otros en
la región, trabaja más desde las bases hacia arriba.
Esto
convirtió a la sociedad nicaragüense en una intrincada malla de relaciones y
solidaridad que le fue imposible penetrar a las maras.
Y
en medio del panorama desolador que se observa en los países del norte de
América Central, Bautista Lara -quien ahora se desempeña como consejero
regional de organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD)- ve luces de esperanza: luego de un máximo de 18.000 casos en 2010,
los homicidios han venido disminuyendo.
Además están las negociaciones con las maras en El Salvador y Honduras. Todo esto, piensa Bautista, muestra que las pandillas están pasando por una fase de agotamiento natural, "de un proceso de descomposición que ha llegado a los límites tolerables". Por eso cree que si los gobiernos actúan con responsabilidad, puede lograrse la desintegración de las maras.
Ningún
organismo social vive para siempre. Ni siquiera la temible marabunta.
Y aun esperemos a que esto no siga avanzando en ningún lado..y menos que vallan a a llegar jamas a nuestro país!!
ResponderEliminarQue así sea compañera Silvie.Gracias por su comentario.
EliminarRevista Libre Pensamiento.
Genial excelente artículo me encanto!!! Nicaragua tierra libre, soberana y solidaria!! Fue gracias al comunismo de los 80's que nuestra nación avanzo tanto en materia social.
ResponderEliminarGracias ASD por tu comentario. Saludos camarada.
ResponderEliminarRevista Libre pensamiento.