EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes 24 de junio de 2013
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Defensa a los periodistas
Juan J. Paz y Miño Cepeda
Con “Primicias de la Cultura de Quito” (1792),
fundado por Eugenio Espejo (1747-1795), se inició el periodismo en Ecuador. Le
seguirían centenares de periódicos (muchos efímeros o solo regionales), que
acompañaron la vida del país, y en los cuales se expresaron intelectuales,
artistas y, desde luego, periodistas.
En
el siglo XIX podía diferenciarse bien la prensa conservadora de la liberal;
aunque solo la Revolución Liberal (1895) consagró la más amplia libertad de
expresión, primero en la Constitución de 1897: “Todos pueden expresar
libremente su pensamiento, de palabra o por la prensa, sujetándose a la
responsabilidad establecida por las leyes. Un Jurado especial conocerá las
causas por infracciones cometidas por medio de la imprenta”; y luego, en la
Constitución de 1906: “El Estado
garantiza a los ecuatorianos: la libertad de pensamiento, expresada de palabra
o por la prensa. La injuria y la calumnia, lo mismo que el insulto personal en
su caso, de palabra, por escrito o por la prensa, podrán ser acusados en la
forma y modo prescritos por las leyes”.
Por
entonces, también despegó la prensa empresarial, que pasó a contratar
periodistas y a manipular, como si fuera suya, la “libertad de expresión”. La
radio surgió en los años 20, la televisión en los 60, el internet en los 90.
Progresivamente el periodismo era una profesión.
Durante
la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976), la decidida acción de los
periodistas, logró un escrupuloso proceso de calificación en manos de la
Comisión Organizadora de la Federación Nacional de Periodistas (FENAPE), que
otorgó, con absoluta justicia, “certificados de profesionalización” (no
“títulos”) a centenares de antiguos periodistas, algo que no ha sido bien
entendido en ciertas esferas gubernamentales.
Los
periodistas lograron, además, la Ley de Ejercicio Profesional del Periodista
(1975), que los empresarios recibieron como declaratoria de guerra, y que pasó
a ser la bandera gremial de la Unión Nacional de Periodistas (UNP) y, sobre
todo, de los Colegios de Periodistas creados en virtud de aquella. ¡Sin duda,
eran otros tiempos!
La
Ley de Comunicación, aprobada por la Asamblea Nacional, al establecer la
responsabilidad ulterior y exigir que la prensa empresarial cuente con
periodistas profesionales, no solo ha recogido “viejos” principios liberales,
sino, sobre todo, décadas de luchas de los periodistas, por sus derechos, su
profesión y su auténtica libertad de expresión.
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