EEUU y Corea del Sur en maniobras contra Corea del Norte
Entre
el conocimiento empírico, el pensamiento fundamentado y la inclinación parcial
Vacios
del Análisis Internacional
Manuel
S. Espinoza J.
Libia, Escudo anti misil en Europa, Siria, Irán, los BRICS, los PIGS, Corea del Norte. Día tras día, los diferentes escenarios mencionados ocupan los encabezados y los programas de los medios globales de comunicación. El problema se torna más complejo para muchos lectores que reciben todo tipo de análisis elaborados por la vía empírica o con diversas aproximaciones que tratan de explicar como causas únicas o de mayor peso del conflicto.
Si bien es cierto que para los especialistas y académicos es importante el saber emplear o distinguir (según sea el caso) las variables o enfoques teóricos que se utilizan para facilitar la comprensión de un tema internacional específico, al final, el núcleo del problema no es el empleo o la ausencia de aproximaciones teóricas y sus subcomponentes.
Son los enfoques muy bien elaborados e intencionados sobre la temática a tratar los que hacen que no sólo la perspectiva de funcionamiento verdadero del sistema se pierda para aquellos que tratan de entender dichos conflictos, sino que alinea su pensamiento y corazón a la fuerza de gravedad de los medios de comunicación masiva que los atrapa.
Cabe señalar que, bajo estas premeditaciones mediáticas de corte psicológico, los especialistas captan el propósito del buen uso o la no utilización de nociones teóricas que puedan generar claridad meridional sobre las principales causales del conflicto. Pero no sucede lo mismo con los lectores comunes, que se ven en la disyuntiva de qué creer y a quién creer, hasta finalmente terminar apropiándose de las razones de antemano elaboradas.
Los ejemplos a diario son
muchos. ¿Qué es lo que más suele la
gente responder al hacerle preguntas del porqué de las guerras como en Irak,
Libia, Siria? Las respuestas hacen énfasis en lo prolongado y despóticos de sus
regímenes dictatoriales, en la necesidad del cambio a cualquier precio y la
consecuente actitud de quienes apoyan ese cambio. Pero a la interrogante ¿cómo
se benefician las potencias con estos
conflictos? las respuestas resultan escasas.
La masividad de cobertura de los medios de comunicación al servicio de las potencias llamadas “Occidentales” ante la falta de medios alternativos, esto es, de los Estados agredidos que puedan explicar a ese nivel cuantitativo la otra cara del conflicto, es tan sólo una de las razones de la problemática en general.
La guerra mediática hace
su efecto sin duda alguna. Siembra el odio y la confusión a tal medida que las
posibilidades de flexibilizar nuestros esquemas y patrones elaborados de
pensamiento se tornan remotas. De ahí,
que la opinión pública global se divida y, a su manera reconozca, a los supuestos “buenos” y “malos” actores,
condenando a los segundos.
El caso de la situación en la península coreana es el más reciente. Nos permite percibir qué tan dividida está la opinión internacional. Para muchos no hay duda que el único culpable de esta crisis es el presidente de C. del Norte; por otro lado, están las posibles víctimas, EE.UU, C del Sur y Japón. Hasta Inglaterra se auto incluyó en esa lista.
Pero, ¿qué sucedería si China, Irán o Rusia, tuviesen una base militar en Cuba, Venezuela o Nicaragua y en ellas realizaran maniobras militares con bombarderos estratégicos nucleares, ensayando ataques a ese nivel al adversario más cercano.
Para los académicos y especialistas es fácil distinguir las intenciones de influencia psicológica dirigida a moldear la opinión pública global sobre todo cuando expertos del análisis internacional hablan de guerra, y renuncian u omiten los componentes teóricos del realismo y el neorrealismo, pero ponen en realce variables reducidas para explicar lo que bajo premeditación alienada, sugieren como causales y actores principales del conflicto.
Como siempre, en este
caso, no hay un enfoque sistémico, que integre un análisis de la relación histórica
de guerra y paz entre los actores regionales y la distribución de poder
regional en función de la viabilidad geográfica que cada uno representa, ni los
factores de alianzas extra-regional o las estrategias de las potencias en
función de sus aspiraciones globales. Sin embargo, la percepción sobre el
conflicto ya está alimentándose y consumiéndose por muchos.
Msc. Manuel S. Espinoza J.
Presidente Ejecutivo Centro
Regional de Estudios Internacionales
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