LA LUCHA
ARMADA Y LA LUCHA
SOCIAL EN VENEZUELA
Luis Britto García
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Un
pueblo es su Historia. Intentar borrarla es querer anularlo. Dos hechos
contradictorios resaltan sobre el pasado inmediato del cual surge nuestro
presente. La lucha social y la lucha armada constituyen la más decisiva gesta
comunitaria, política y cultural de la segunda mitad del siglo XX venezolano. Y
sobre ella no hay hasta ahora un solo trabajo que intente reseñarla, evaluarla e
interpretarla en su compleja totalidad. Generaciones de historiadores van y
vienen sin acometerlo. Compiladores acuciosos reunieron testimonios parciales y
analistas perspicaces inventariaron la debacle social y económica que motivó la
rebelión. Sin embargo, una inmensa área ciega obstruye la comprensión de nuestra
contemporaneidad.
2
Así
como la Historia es una elaboración, también lo es el intento de anularla.
Muchos vieron en el auge de masas y en el alzamiento armado de los años sesenta
un boleto de vía rápida hacia el poder, y cuando les falló, reaccionaron
abominándolos. Una campaña comunicacional más prolongada que la misma rebelión
tendió sobre ella un velo de descrédito. En fin, el Terrorismo de Estado creó su
propio muro de silencio. A pesar del mandato constitucional que permite al
ciudadano consultar los archivos de la administración, los registros de los
cuerpos represivos siguen siendo impenetrables para víctimas e investigadores.
En Estados Unidos, en Chile, en Argentina, han sido abiertos para la denuncia y
la justicia. En Venezuela, siguen bajo siete sellos de silencio, que quizá sólo
se abrirán cuando algún poder nefasto los necesite para reiniciar el
genocidio.
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Contra
las luchas sociales y la lucha armada de la segunda mitad del siglo XX en
Venezuela los medios académicos y los de comunicación masiva han divulgado los
infundios de que fueron voluntaristas, desvinculados de las masas, surgidos como
imitación de la Revolución Cubana, insensatos por su falta de posibilidades de
triunfo, desasistidos de legitimación ideológica y
estériles.
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La más somera verificación de los hechos
revela, por el contrario, que la intensificación militante de las luchas
sociales surgió en Venezuela como consecuencia de una profunda e insoluble
crisis económica y social que ya había provocado en 1958 la caída de la
dictadura neopositivista de Marcos Pérez Jiménez. Que fue la coalición
gubernamental de colaboración de clases de socialdemócratas y socialcristianos
la que primero recurrió a la violencia al reprimir sistemáticamente a sangre y
fuego desde comienzos de 1959 las protestas pacíficas y desarmadas de
trabajadores y estudiantes. Que el gobierno se deslegitimó al intentar enmendar
la pérdida de su mayoría parlamentaria ilegalizando a los partidos opositores y
encarcelando a sus parlamentarios. Que cerró sistemáticamente a los sectores
progresistas toda posibilidad de acción legal empujándolos a la clandestinidad
mediante suspensiones de garantías que duraban años, confiscaciones y cierres de
publicaciones, el encierro en campos de concentración y el asesinato sistemático
de sus militantes. Que en tales circunstancias la lucha armada fue un recurso de
legítima defensa, el brazo organizado del reprimido auge de masas que vivía el
país. Que sólo la falta de oportuna sincronización entre la insurrección popular
urbana, los alzamientos militares progresistas y el movimiento guerrillero
impidió la toma del poder. Que para frustrar ese formidable movimiento popular
el populismo, apoyado por las agencias de seguridad de Estados Unidos, cometió
sistemáticamente crímenes de lesa humanidad: el tiroteo contra manifestaciones
desarmadas; la aniquilación y desaparición sistemática de opositores; la
creación de campos de exterminio donde torturó y asesinó al margen de toda
legalidad; el inconstitucional exilio de ciudadanos; el desplazamiento forzoso
cuando no el exterminio de poblaciones completas en las áreas rurales; el
bombardeo indiscriminado y la masacre de opositores rendidos. Que el sistema que
así agredía era inviable, como lo demostraron el colapso financiero de febrero
de 1983 y la masiva insurrección popular contra la aplicación de un paquete del
Fondo Monetario Internacional en 1989. Que en fin, aquellas luchas fueron el
preámbulo y la condición necesaria del renovado auge de masas de los años
noventa, prólogo y sustentación de una nueva vía para Venezuela y América
Latina.
5
Una
sublevación justa es grande en pensamientos, palabras y obras. Si asombrosas
resultaron sus acciones contra una represión desproporcionada, no menos
formidable fue en palabras y pensamientos. La concepción materialista y
dialéctica dominó la segunda mitad del siglo XX venezolano. En lo ideológico,
replanteó la interpretación de Marx y de nuestra Historia, impuso la ética del
compromiso y formuló la Teoría de la Dependencia. En lo estético, con medios
precarios y a veces clandestinos desarrolló una literatura, un teatro, una
cinematografía, una plástica, una música de la violencia. Contra esa
insurrección cultural aplicó el populismo el soborno de los subsidios y las
prebendas burocráticas. Pero ni renegados ni conversos han podido superar ni
opacar el fulgor de aquellas décadas imperecederas, que demostraron el Poder del
Intelecto contra un Poder sin Intelecto.
6
Decía
Martí que donde hay muchos hombres sin vergüenza, un hombre debe reunir la
vergüenza de muchos. Donde tantos quieren olvidar, Elia Oliveros ha asumido la
memoria de las mayorías. Luchadora social de base que abandonó los estudios para
situarse como obrera en las luchas sindicales, tenaz trabajadora en la
clandestinidad que perdió a muchos de sus seres queridos en la masacre de
Cantaura, laureada investigadora en las ciencias docentes, ahora toma para sí la
carga de reconstruir y presentarnos con una visión de totalidad el drama y la
gloria de nuestro pasado, que tantos tratan de ocultar o de ignorar. Sola y sin
apoyos, tras ímproba tarea de indagación con testimonios y fuentes
bibliográficas y hemerográficas, con este primer libro sobre La
lucha social y la lucha armada en Venezuela (El
Perro y la Rana , Defensoría del Pueblo, Sistema Nacional de las Culturas
Populares, Caracas 2012) emprende con tesón, inteligencia y acierto la
impostergable y necesaria tarea de reavivar la conciencia, primera chispa de
todo cambio radical.
Luis Britto
luisbritto@cantv.net
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