¡Alarma!: Avalancha transgénica en México
Grain
23/11/12
Con una intensidad inusitada América Latina
está sufriendo un avance de las corporaciones del agronegocio que recuerda a la
primera embestida en el marco de la Revolución Verde en los años 60 o al primer
desembarco de los transgénicos en los 90. De punta a punta del continente
americano, y con diferentes matices, la invasión de transgénicos amenaza la
posibilidad del cultivo de la tierra y de la alimentación para millones de
campesinos, pueblos originarios y consumidores. La lista abarca a casi la
totalidad de los países y por mencionar únicamente los casos emergentes podemos
empezar nuestro recorrido desde el Sur con el golpe parlamentario en Paraguay
que tuvo como uno de sus ejes la intención de lograr la autorización del maíz
transgénico que el gobierno de facto ya intenta instrumentar.
En Argentina, Monsanto quiere montar la
planta más grande de América Latina para procesar maíz
transgénico y existe la intención de modificar la Ley de Semillas para
adecuarla a las necesidades de dicha empresa. En la región andina nos inquietan
los intentos de quebrar la prohibición de los transgénicos en Bolivia y Ecuador
con argumentos insostenibles. En Costa Rica la Comisión de Bioseguridad intenta
también aprobar un maíz transgénico.
No es casual que en casi todos los casos sea
el maíz, nuestro maíz, el principal objeto de estas agresiones. Y no es casual
tampoco que México está siendo el punto focal de una de las más brutales
agresiones.
Aquí viene la avalancha
Es posible que antes de terminar el periodo
presidencial de Felipe Calderón, o como uno de los primeros actos de gobierno
del presidente entrante, Enrique Peña Nieto, se abra la siembra comercial de
maíz transgénico en ¡más de dos millones de hectáreas del territorio mexicano!,
repartidas en los estados de Sinaloa y Tamaulipas para empezar, como documenta
con alarma el Grupo ETC:
Están en proceso las primeras solicitudes de
las transnacionales Monsanto y Pioneer (propiedad de DuPont) para sembrar maíz
transgénico a escala comercial en México: un millón 400 mil hectáreas en
Sinaloa y más de un millón de hectáreas en Tamaulipas. Esto equivale a una
superficie mayor que todo el Estado de México, 17 veces mayor que el Distrito
Federal, y mayor que la suma del todo el DF, Morelos, Tlaxcala, Colima y Aguascalientes
juntos. Es también muy superior a decenas de países enteros, por ejemplo, mayor
que todo El Salvador, Kuwait o Luxemburgo.
En más de la mitad de esa superficie, quieren
usar el mismo tipo de maíz transgénico (con el gen Mon603) que produjo cáncer
en ratas en el experimento del doctor Seralini en Francia, publicado en octubre
2012.1
De aprobarse, este maíz de riego, sembrado en
los próximos meses, se esparcirá por México a mediados del año entrante. Será
un maíz que, siguiendo los canales convencionales de distribución, inundará las
grandes ciudades: la zona metropolitana del Distrito Federal, Tijuana,
Monterrey, Guadalajara y otras ciudades medianas, poniendo en grave riesgo a la
población que lo consuma en directo como masa para tortillas, atole, tamales o
pozol, o indirectamente como parte de la inmensa cantidad de alimentos procesados
que lo contendrán como edulcorante, emulsificante, estabilizador o excipiente—y
al que es muy difícil rastrearle el camino.2
El Centro de Estudios para el Cambio en el
Campo Mexicano (Ceccam), redactó un primer folleto para apoyar la resistencia a
la agresión donde insistió en el punto anterior diciendo:
Las comercializadoras como Cargill y las
industrializadoras como Maseca, Minsa y ADM compran el maíz a los agricultores.
Cargill vende a los molinos urbanos maíz en grano para fabricar la masa3 con
la que surten a las tortillerías. Maseca y Minsa elaboran harina de maíz y la
venden a las tortillerías, algunas tortillerías mezclan la harina con masa,
otras sólo utilizan harina, como las que venden en Walmart. Maseca y Minsa
también fabrican tortillas y venden harina de maíz al menudeo. ADM distribuye
maíz en grano para las tiendas Diconsa. Todos estos tipos de harina y masa
estarán elaborados o contaminados con maíz transgénico, pues no es posible
separar el maíz transgénico del que no lo es.
Además el gobierno de México se ha opuesto
siempre al etiquetado de los productos transgénicos, así que muy pronto todos
estaremos comiendo maíz transgénico sin saberlo.4
¿Por qué la alerta roja?
Las comunidades campesinas, indígenas, la
gente de los barrios de todas las grandes ciudades, las organizaciones de la
sociedad civil, claman una alerta roja total por lo que consideran "una
contaminación planeada con toda la intención".5
La
extensión a ser sembrada es tan vasta que podemos considerar que es una
verdadera avalancha de maíz transgénico el que se cierne sobre todo el país,
tanto en el campo para los cultivos, como en las ciudades para la gente que lo
consuma.
Hablamos de una alerta roja ambiental, porque
significará la erosión de la inmensa variedad de las semillas nativas del maíz
en su centro de origen, uno mucho más vasto que sólo "mesoamericano".
Las dependencias gubernamentales han argumentado la existencia de "centros
de origen y diversificación del maíz" en México (abriendo la posibilidad
de que hubiera regiones donde sí es factible sembrar lo que sea porque "no
son centros de origen") mientras las comunidades y las organizaciones de
la sociedad civil insisten, junto con investigadores y expertos de varias
partes del mundo, en que:
La contaminación es un tema que concierne a
todo el mundo, en tanto que el maíz es uno de nuestros cultivos alimentarios
más importantes y México es reservorio de su diversidad genética, de la cual
todos dependemos. Los cambios en la política que se están considerando ahora
podrían poner al gobierno mexicano en el trágico papel histórico de haber
permitido la destrucción de un recurso crítico para el futuro global de la
seguridad alimentaria, y haber puesto en riesgo el legado más precioso de los
pueblos indígenas y campesinos de México.6
Esta carta se publicó en 2003 poco después de
que cientos de comunidades y organizaciones, de modo autogestionario,
demostraban que ya había focos de contaminación transgénica en variedades
nativas de maíz en varios estados de la República.
Entre marzo y mayo de 2009, se pronunciaron
(firmando una nueva carta dirigida al pueblo de México, al gobierno mexicano, a
la FAO, al Convenio de Diversidad Biológica y a la Comisión de Desarrollo
Sustentable de Naciones Unidas), más de 762 organizaciones de 56 países y
literalmente miles de personas, que alarmadas rechazaban el acto del gobierno
mexicano por el cual ponía fin a la moratoria al maíz transgénico que estaba en
efecto desde fines de 1998 y principios de 1999, y que preparaba el terreno
para la siembra comercial que hoy está a punto de aprobarse.
En esa carta, junto con la Red en Defensa del
Maíz, un espacio de confluencia de más de mil comunidades de 22 estados de la
república mexicana, los firmantes insistían:
México es centro de origen y diversidad del
maíz. Existen más de 59 razas reconocidas y miles de variedades, que serán
indefectiblemente contaminadas.
Los pueblos indígenas y campesinos son
quienes han creado y mantienen este tesoro genético del maíz, uno de los
principales cultivos de los que depende la alimentación humana y animal en el
planeta.
El maíz es alimento básico de la población
mexicana. En ninguna parte se ha evaluado su consumo cotidiano y en grandes
cantidades, como sucede aquí. Existen estudios científicos que, con mucho menor
consumo, reportan alergias y otros impactos a la salud humana y de los animales
alimentados con transgénicos.7
En 2011, en diversos talleres y encuentros,
las comunidades reafirmaron no permitir que el gobierno intentara establecer
esos supuestos "centros de origen" que dejaban zonas abiertas para el
cultivo. Ya en ese entonces, el responsable de la Secretaría del Medio Ambiente
y Recursos Naturales mexicana, (Semarnat), Juan Elvira, había declarado:
"consideramos que son por lo menos 2 millones de hectáreas en donde se
puede sembrar maíz con biotecnología, en donde no hay afectación a nuestras
variedades de maíz criollo, en donde la preservación del maíz criollo y de sus
ancestros, los teocintles, están completamente preservados bajo un criterio
científico". Y al otro día se retractó.8
Ante
la inminencia de los 2 millones 400 mil hectáreas de siembras transgénicas tan
sólo para Sinaloa y Tamaulipas, se queda chico lo declarado entonces por el
secretario Juan Elvira. Y las comunidades ya entonces le respondían diciendo:
Todo México es centro de origen del maíz, es
más, toda Mesoamérica y sus vecindades (que van desde el sur de Estados Unidos
hasta el norte de América del Sur) son el territorio que consideramos como
centro de origen. Porque además el maíz nunca ha sido solito. Siempre está en
una profunda relación con los pueblos. Hay una comunidad entre las comunidades
humanas y la comunidad del maíz con otros cultivos, plantas y animales con los
que ha convivido por milenios. Los criterios gubernamentales que requieren de
hallazgos arqueológicos de rastros de maíz para calificar como una zona como
centro de origen son insuficientes y sesgados. Si los expertos no encuentran
nada dicen "que no hay", sin tomar en cuenta la memoria histórica y
la presencia viva del maíz en todas las regiones de México.9
Efectivamente, el examen de la complejidad
parece confirmar una estrecha relación entre lo biológico y lo social. Según
Paul Weatherwax, uno de los historiadores del maíz, "cuando se estableció
el contacto entre el Nuevo y el Viejo Mundo, el maíz se cultivaba desde los 45
grados de latitud norte, donde hoy se encuentra
Montreal, Canadá, hasta los 40 grados de latitud sur, casi mil kilómetros al
sur de Santiago de Chile", y así lo citó Arturo Warman, investigador y
luego funcionario en su hoy legendario libro sobre la expansión del maíz en el
mundo.10
Y hay más. El Relator Especial para la
Alimentación, Olivier de Schutter, recomendó expresamente restablecer la moratoria
a la siembra y comercialización del maíz transgénico en su informe de misión a
México en 2011.11
Recientemente, la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad (UCCS), con ligas con otras uniones semejantes en
todo el mundo, hizo un llamado a la comunidad científica a defender el maíz en
su centro de origen. En su invitación decían:
México es el Centro de Origen y
Diversificación del maíz y de sus parientes silvestres, con más de 59 razas
(variedades nativas) de maíz distribuidas a lo largo y ancho del país.
* Estas variedades nativas de maíz
representan no sólo un reservorio de diversidad genética fundamental para
esfuerzos actuales y futuros de mejoramiento agronómico que coadyuven en la
adaptación de procesos de cambio climático a nivel mundial, si no también, el
modo de vida de millones de campesinos en México.
* La evidencia científica disponible
demuestra que una vez que se siembre maíz transgénico en cualquier parte de
México será imposible evitar el flujo de transgenes hacia las variedades
nativas, lo cual pondrá en entredicho no sólo la viabilidad del maíz nativo
mexicano, si no también afectará el modo de vida de millones de personas,
incluyendo campesinos, agricultores de mayor escala y consumidores.
Por todo lo anterior, y ante la perspectiva
de que el saliente gobierno quiere dejar como legado la imposición de la
siembra de maíz transgénico en nuestro país, a través de un proceso de
desregulación que ha ignorado toda la evidencia científica de riesgo, así como
las peticiones de la sociedad civil nacional e internacional, les pedimos se
adhieran a la siguiente Declaración y Llamado a la Acción que serán promovidos
ante instancias nacionales e internacionales desde la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad12
Es entonces una alerta roja mundial agrícola
y de biodiversidad porque la irremediable contaminación con transgénicos de ese
enorme centro de origen de la planta maravillosa, uno de los cuatro cultivos
cruciales para la humanidad, implica la devastación más brutal de las
estrategias de supervivencia de la humanidad de que se tiene noticia —y de la
subsistencia, la seguridad y la soberanía alimentaria real de las poblaciones
urbanas y rurales. Nunca antes se ha erosionado en tal escala de magnitud,
extensión y volumen el acervo genético de un cultivo en su centro de origen, ni
se ha atentado tan directa y masivamente contra la vida de una población que
consume (como bien documenta Ana de Ita del Centro de Estudios para el Cambio
en el Campo Mexicano-Ceccam) 115 kilos de maíz anuales por persona en promedio.13
¿Y el principio precautorio?
Parte de la alarma general es que las
organizaciones sociales resienten esta siembra como un "ataque contra la
subsistencia más elemental y la salud de la población mexicana" que
"equivaldría a un genocidio"14 ya
que numerosos experimentos alertan de los enormes riesgos que entraña el
consumo de este maíz, pues puede provocar mutaciones, tumores, cáncer, posible
depresión de la inmunidad general u otros efectos nocivos todavía no
identificados. Antes, estas dudas profundas eran el fundamento del universal
Principio Precautorio, mediante el que cualquier aplicación derivada de la
experimentación o la teoría (de la cual hubiera dudas de su inocuidad), podía y
debería frenarse hasta que hubiera evidencia sustantiva de que no ocasionaba
ningún daño. En los tiempos que corren, la comprobación de inocuidad parece
recaer en la sociedad civil, y las empresas de innovación impulsan todo lo que
no esté demostrado que no hace daño (según sus propias regulaciones) sin el menor
miramiento y con una irresponsabilidad que puede calificarse de criminal.
El problema de la alimentación
El Ceccam ha sido parte de las organizaciones
que han estado impulsando la resistencia contra la aberración industrial de
inundar el campo y la ciudad con maíces transgénicos que ni siquiera se sabe
bien a bien cómo funcionan. De hacerse, gobierno y corporaciones estarían
sustituyendo la actividad de los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas y
entregando la siembra transgénica a las corporaciones. Dice Ana de Ita:
En septiembre pasado, Monsanto solicitó los
dos primeros permisos para la siembra comercial de 700 mil hectáreas de maíz en
Sinaloa; unas semanas más tarde Pioneer Hi-Bred International solicitó tres
permisos para la siembra comercial de 320 mil hectáreas en Tamaulipas.
Usualmente en Sinaloa se siembran con maíz
300 mil hectáreas de riego, pero Monsanto solicitó que le aprueben 700 mil para
este ciclo otoño-invierno. En diciembre próximo Monsanto pretende sembrar con
maíz transgénico todas las hectáreas de riego existentes en Sinaloa [...]
En Tamaulipas, Pioneer pretende duplicar las
hectáreas sembradas con maíz [...]
Los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas que
producen maíz para el mercado, utilizan semillas híbridas que compran año con
año a las transnacionales productoras como Monsanto, Pioneer, Dow, mismas que
producen y promueven las semillas transgénicas. Si estas empresas deciden
comercializar únicamente semillas transgénicas los agricultores no tendrán
opción. Además, quienes decidan no sembrar transgénicos serán contaminados por
los cultivos de sus vecinos, y su maíz se mezclará en el transporte, los silos,
los elevadores o los almacenes. Tal como ocurrió en Estados Unidos, será
imposible segregar el maíz transgénico del convencional y toda la cosecha
terminará contaminada.
Dado que el maíz de Sinaloa llega a casi
todos los rincones del país, la amenaza se extiende a las áreas rurales, donde
además contaminará las razas y variedades locales dispersando los transgenes
entre los maíces nativos.15
Es muy sintomático que sea Sinaloa uno de los
estados que son el objetivo de estas siembras transgénicas porque de manera más
o menos abrupta el maíz de Sinaloa, que durante años se distribuía en las
ciudades, fue reemplazado por importaciones que el gobierno mexicano le
autorizó este año a varias comercializadoras, entre ellas sobre todo a Cargill
y Archer Daniels Midland (que decidieron dejar de comprarle a los agricultores
mexicanos de Sinaloa, y privilegiaron cosechas de Sudáfrica y Estados Unidos),
poniendo en grave riesgo a los productores mexicanos de maíz comercial y
comprometiendo la seguridad alimentaria de la población mexicana. Esto se
habría evitado si el Estado hubiera apoyado a los productores para que su
precio fuera mejor que el que le ofrecen en Sudáfrica a las comercializadoras,
pero "la Secretaría de Agricultura, que confunde la
seguridad alimentaria y la política agrícola con oportunidades de negocios,
argumenta que no tiene recursos para apoyar a los productores a establecer
algún esquema de pignoración que evite la caída del precio del mercado,
garantice la venta de la cosecha nacional y constituya una reserva técnica, por
el contrario sostiene que apoyar a los agricultores nacionales implicaría
pérdidas. Olvida que una función del Estado es regular los mercados de
productos básicos y garantizar la producción nacional".16
Pero las contradicciones se suman. Al mismo
tiempo que existe este favoritismo para las comercializadoras en menoscabo de
la producción nacional, y que se pretende sembrar tal extensión de hectáreas
con OGM, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Instituto Interamericano de
Cooperación para la Agricultura (IICA), afirma que año con año se destinan
menos hectáreas a la producción de maíz, siendo México uno de los que más ha
disminuido su superficie sembrada (un 5 por ciento en 5 años) sólo por debajo
de Guatemala.17
Por último, permitirles que en tal extensión
de hectáreas Monsanto, Pioneer y Dow "siembren muerte", directamente
o por contrato, o a través de la venta de semilla transgénica como única
posibilidad del abasto de semilla en esos espacios, es promover un
acaparamiento de tierras brutal, un desbancamiento de la producción nacional no
transgénica y la promoción nada indirecta de una distribución y
comercialización de alimentos a las ciudades, monopólica y especulativa por
parte de ADM y Cargill.
Y no sobra recalcar que no son los
agricultores quienes solicitan estos permisos: "son directamente las
transnacionales de transgénicos que se constituyen explícitamente en los dueños
del agro mexicano —qué se siembra, cuánto, dónde, a qué precio, bajo qué
riesgos, para quién".18
Por el contrario, las organizaciones campesinas,
los espacios indígenas, las redes de organizaciones de la sociedad civil,
comienzan a pronunciarse, hacen plantones, comunicados, carteles. Así, al
exigirle al gobierno que niegue tales permisos de siembra comercial de maíz a
Monsanto, Olegario Carrillo Meza, presidente de la Unión de Organizaciones
Campesinas Autónomas (Unorca), organización integrante de Vía
Campesina-Norteamérica, argumentó: "No existe ninguna razón tecnológica,
económica ni ética en beneficio de la población y la mayoría de los productores
del campo que justifique la autorización de la siembra comercial de maíz
transgénico en por lo menos un millón de hectáreas en los estados de Sinaloa y
Tamaulipas". Carrillo Meza abundó: "En el actual sexenio que está por
concluir, el gobierno federal a través de la secretaría de Agricultura y la
secretaría del Medio Ambiente otorgó 162 licencias para cultivo experimental de
maíz transgénico y de siembra piloto, lo que suma 177 permisos en campo
abierto". El presidente de Unorca recalcó que el gobierno federal está
"obligado a restablecer la moratoria a cualquier tipo de cultivo de maíz
transgénico en el país". Si el gobierno aprueba los permisos pendientes
"sería un atentado contra el cumplimiento del derecho a la alimentación,
pues reduciría más las posibilidades de que la población acceda a comida sana,
suficiente y de calidad; las pretensiones de las empresas Monsanto y Pioneer,
representan un peligro para la salud humana, la biodiversidad, la cultura y la
soberanía del país".19
¿Por qué una avalancha?
Hay que recordar que durante once años —desde
2001— el gobierno no sólo no detuvo la contaminación sino que le restó
importancia y en los hechos la permitió. La muy posible inundación con
transgénicos en las comunidades del centro y sur del país no ocurrió porque las
comunidades pudieron mal que bien frenar la entrada del maíz transgénico a sus
territorios mediante una moratoria de facto asumida naturalmente y sin
declaraciones vistosas pero con una decisión y una certeza inquebrantable, que
sigue vigente. Eso impidió que cundiera la contaminación transgénica en México
durante todos estos once años —como sí lo ha ocurrido en otros países. El
trabajo insistente y cariñoso de la Red en Defensa del Maíz (como dijimos más
de mil comunidades en unos 22 entidades federativas del país) fue un freno
real. Pero la gente de las comunidades campesinas del país tiene la claridad suficiente
para saber que una avalancha de esta magnitud terminará irremediablemente
contaminando siembras ni siquiera tan vecinas de los enormes campos sembrados
con OGM, y se introducirá a la alimentación de la población mexicana sin freno
alguno.
Como afirma el cartel que circula ya para
apoyar la resistencia en los barrios de muchas ciudades:
Hace más de once años, desde que se descubrió
contaminación de maíz transgénico, cientos de comunidades y organizaciones
campesinas, muchas de ellas indígenas, han estado luchando contra el maíz
transgénico, creando conciencia entre sus habitantes, afinando sus estrategias
de intercambio de semillas, observando más de cerca sus milpas, haciendo
estatutos comunitarios que prohíben la entrada de maíces transgénicos,
rechazando las semillas de los programas de gobierno. Han comprendido que la
lucha no es sólo por una comida, o por una planta, o por una parcela; han
comprendido que es la lucha que va de la semilla a los territorios y la
posibilidad de libertad material y política.20
Durante esos años el gobierno mexicano
implementó, paso a paso, leyes, reglamentos y políticas públicas que sin duda
promovieron el ingreso de los organismos genéticamente modificados. Primero
inundó los espacios campesinos indígenas con maíz importado (con un alto
porcentaje de maíz transgénico revuelto e indistinguible) a través de las 23
mil tiendas campesinas de la empresa paraestatal Diconsa lo que implantó focos
de contaminación en zonas que no lograron expandirse de una manera
generalizada. Entre las organizaciones y los estudiosos del proceso, hay la
certeza de que esta contaminación fue y es una estrategia consciente de las
empresas y los funcionarios técnicos y políticos del gobierno mexicano.21
Después, desde las instancias del gobierno se
promovió la idea de que los mexicanos tendrían que aprender a
"coexistir" con los organismos genéticamente y que no pasaría nada.
En este contexto, el congreso mexicano en pleno (diputados y senadores por
igual) aprobó la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente
Modificados (LBOGM) y varias leyes colaterales, como la Ley Federal de
Producción, Certificación y Comercio de Semillas, los reglamentos de ambas
leyes y una batería completa que configura un verdadero blindaje para obstruir
la justicia.
En tercer lugar, el gobierno le apostó a la
confusión. A ella contribuyó el reglamento de la LBOGM en lo tocante al llamado
Régimen Especial de Protección al Maíz, que prácticamente desapareció y dejó
así una incertidumbre legal que existe aún en torno a si en México existen
centros de origen del maíz y sitios donde no hay tales centros, o si todo el
país es centro de origen —como lo han venido insistiendo muchísimas
organizaciones, comunidades, colectivos, investigadores y gente de buena
voluntad.
Que todo México y más sea el centro de origen
del maíz para el mundo era y es uno de los fundamentos de la moratoria de facto
que funcionó de 1997 a 2009. Y es algo que la Red en Defensa del Maíz seguirá
reivindicando.
Aprovechando la confusión, se instalaron
siembras experimentales y piloto en el norte del país de un modo clandestino.
Frente a ello, el gobierno mexicano no reaccionó de acuerdo a lo que la ley
mandataba en ese momento, sino que, por el contrario, decretó la ruptura de la
moratoria, lo que ocurrió el 6 de marzo de 2009. Con la ruptura de la moratoria
se instauró un nuevo paso: de ahí en adelante, las dependencias encargadas
comenzaron a otorgar permisos de siembra experimental y siembras piloto en el
norte del país con la ley por delante. En paralelo, el gobierno ha venido
realizando preparativos para emprender monitoreos a las comunidades en busca de
semillas "no certificadas", "semillas pirata", lo cual es
uno de los signos más alarmantes de cómo la biodiversidad en manos campesinas e
indígenas está siendo criminalizada bajo la excusa de protegerla.
De aquí en adelante, el discurso cambió. El
gobierno emprendió una estrategia doble: por un lado la promoción de leyes
estatales que dicen defender el maíz "criollo" de la contaminación
mediante el registro, la certificación y la fiscalización de las semillas, los
productores y el proceso agrícola. Por el otro, la delimitación de supuestos
"centros de origen" únicos en el territorio nacional, abriendo así el
espacio para que en el resto del país exista una enorme extensión para promover
agricultura industrial y transgénicos.
Ambas estrategias apuntan a lavar la imagen
de las políticas estatales e insisten en que son para cuidar del patrimonio
genético del país, la multiculturalidad de los pueblos originarios y la
diversidad de los maíces, cuando en realidad preparan la erradicación de todo
aquello que, en lo tocante a la agricultura, no esté sometido a los controles
establecidos por las normas, reglamentos, leyes y reformas constitucionales de
un Estado mexicano muy imbricado con grandes corporaciones.
Hace once años que las comunidades que
siembran maíz en sistemas complejos como la milpa insisten en que para defender
el maíz hay que sembrarlo; que para defender la libertad de las semillas hay
que seguirlas custodiando e intercambiando; que la autonomía más primera es
sembrar los propios alimentos, y que partiendo de ahí es posible emprender la
defensa integral del territorio.
Las empresas buscan quebrar la producción
independiente de alimentos. Para lograrlo deben quebrar la relación de la gente
con sus fuentes de subsistencia, y por eso buscan quebrar la idea de la comunidad,
la defensa territorial, la autonomía de los pueblos. El acaparamiento de la
tierra y el agua es el paso primordial para después cambiar el uso del suelo,
inundar de monocultivos, promover programas autoritarios de intensificación de
cultivos con mecanización y paquetes de agrotóxicos, lo que expulsa a la
población a las ciudades o a los proyectos agroindustriales para invadir en
busca de minerales y biodiversidad, predando el bosque o especulando con la
compra-venta de bonos de aire en las bolsas internacionales de valores.
Ahora, buscando apoderarse de toda la cadena
alimentaria (desde el acaparamiento de la tierra a los canales de
comercialización de los supermercados), han decidido imponer los OGM. Lo grave es que no sólo está en juego la agricultura
sino la subsistencia misma de la gente. El ataque se ensaña también en quienes,
sin producir sus alimentos, son dependientes absolutos de las políticas
gubernamentales y empresariales que decidieron correr el riesgo de agudizar al
extremo la salud de toda la población urbana en México tan sólo por establecer
su control total sobre las fuentes de producción, la producción misma y su
procesamiento y distribución.
Una autorización de la siembra comercial de
maíz transgénico con distribución destinada a las ciudades es el momento más
álgido de este proceso y terminará con el debate posible por la vía
autoritaria: una avalancha de escala masiva que necesita ser frenada totalmente.22
La respuesta
La población mexicana no se está cruzando de
brazos. Una resistencia visible, encarnada en cientos de organizaciones, grupos
de científicos, organismos de la sociedad civil, comunidades, grupos
campesinos, pueblos indígenas, abogados, organizaciones barriales,
estudiantiles y un largo etcétera más y más anónimo conforme se torna más
unánime por todo el país, comienza a ejercer presión, solicitar el cumplimiento
de las normas preconizadas por el propio gobierno; comienza a vincularse desde
múltiples rincones, a socializar información, a abrir espacios para consensuar
acciones de corto, mediano y larguísimo plazo (talleres, encuentros,
conferencias, procesos jurídicos y de sistematización ética en los tribunales de
conciencia, movilizaciones, volanteos, plantones y más). Es una resistencia
menospreciada, que surge de tan abajo que ni siquiera está en los mapas
oficiales pero que no permitirá una amenaza así de grave contra la vida misma.
Una resistencia, pacífica pero decidida, por
la subsistencia de la población mexicana (y en el continente) en defensa del
cuerpo, del suelo, el ambiente, los saberes y las semillas; por nuestras
estrategias de supervivencia y alimentación; contra el genocidio, el desprecio,
la imposición y la devastación del maíz, del tlayolli, del yok-ixim o kiximtik,
del niza, del i-ku, y otros tantos nombres que, según la lengua original de
cada pueblo, permiten comunicarle su fuerza y su cuidado de milenios. Esta
resistencia pacífica se dirimirá en los barrios y las comunidades, en los
estanquillos, las escuelas, los comedores familiares, las tortillerías y los
molinos, en los centros culturales y en las comunidades más apartadas, pero
será cierta.
Se dirime también mediante una demanda
interpuesta ante el Tribunal Permanente de los Pueblos, que sesiona en México
desde octubre de 2011 y que sesionará hasta el 2014. Siendo un tribunal de
conciencia de reconocida trayectoria (es heredero del Tribunal Russell), el
tribunal está propiciando una articulación de las diversas resistencias al
interior de México, contra los inmensos agravios de todo tipo. Esa demanda,
contra los transgénicos y por la seguridad y la soberanía alimentaria, agrupa
ya a miles de comunidades y cientos de organizaciones y emprende una
sistematización integral de la problemática de la defensa territorial, la
agricultura, la producción independiente de alimentos, la defensa de las
semillas nativas y la urgente seguridad alimentaria de la población que no
produce alimentos.23
Más temprano que tarde esta resistencia en
México se articulará con las luchas que ya se emprenden en Costa Rica,
Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina y Chile y que de un modo
irrenunciable buscan frenar los transgénicos, las leyes de certificación de las
semillas y la imposición de modelos de cultivo que privilegian a las grandes
corporaciones del sistema agroalimentario industrial mundial contra la
agricultura campesina, tradicional y contemporánea que como reiteramos una y
otra vez, bien puede enfriar la tierra. La soberanía alimentaria es el paso más
rotundo desde los propios espacios para evadir la dependencia de las
corporaciones que quieren decidir qué comemos y a qué precio. Entendiendo las
relaciones entre el campo y la ciudad las organizaciones, como la Red en
Defensa del Maíz en México insisten:
Defender el maíz en México pasa
necesariamente por el respeto a la libre determinación y autonomía de las
comunidades y pueblos indígenas y campesinos.
Rechazamos una vez más cualquier siembra
experimental, piloto o comercial, así como la distribución, almacenamiento,
comercialización, de organismos genéticamente modificados en cualquier parte
del territorio nacional (y en el mundo).
La soberanía alimentaria radicará siempre en
el respeto del derecho colectivo a tener, guardar e intercambiar libremente
semillas nativas sin la imposición de mecanismo alguno de control estatal,
federal o empresarial (sea certificación, inventario, banco de semillas,
catálogo de variedades, patentes, denominaciones de origen o derechos de
obtentor).
La soberanía alimentaria requiere condiciones
que permitan la producción libre y autónoma de alimentos a nivel local,
regional y nacional, el respeto a nuestros territorios, amenazados ahora por
proyectos mineros, hidroeléctricos, petroleros, carreteros, de servicios
ambientales, reservas de la biósfera, privatización de los mantos de agua;
territorios amenazados también por la industrialización y urbanización salvaje
y por la política ambiental oficial de conservación sin gente. Ecoportal.net .24
Grain
1Silvia
Ribeiro (Grupo ETC), "Invasión", La Jornada, 3 de noviembre de 2012.
Ver Gilles-Eric Séralini , Emilie Clair, Robin Mesnage, Steeve Gress, Nicolas
Defarge, Manuela Malatesta, Didier Hennequin, Joël Spiroux de Vendômois:, Long
term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically
modified maize, Food and Quemical Toxicology, Volume 50, Issue 11, noviembre de
2012, pp. 4221–4231
2Para
ahondar esta información, ver Maíz transgénico: Ataque mortal a nuestra salud,
a los pueblos, al campo, cartel elaborado por Movimiento Urbano Popular como
material de apoyo a talleres para alertar a la población, noviembre de 2012.
3En
México, la masa es la forma ancestral de procesar el grano, añadiendo un poco
de cal al maíz que se está cociendo, en un proceso conocido como
"nixtamalizar el maíz". Esto garantiza que el maíz está listo para
que sus nutrientes se aprovechen al máximo
4Ceccam:
"Alerta roja transgénica", material de apoyo para talleres de
concientización barrial, octubre de 2012.
5Testimonios
recogidos en los talleres de capacitación y alerta del Movimiento Urbano
Popular, octubre-noviembre, 2012.
6"Carta
a la opinión pública nacional e internacional firmada por 302 organizaciones de
la sociedad civil de todo el mundo", noviembre de 2003. El maíz no es una
cosa, es un centro de origen, Colectivo por la Autonomía GRAIN, Centro de
Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), Editorial
Ítaca-CS-Fund, México, 2012, pp. 93-94
7"Contra
el fin de la moratoria", Comunicado de la Red en Defensa del Maíz suscrito
por organizaciones y académicos, investigadores y personas a nivel
mundial", marzo-mayo 2009. Ver El maíz no es una cosa, es un centro de
origen, op.cit. pp 179-182.
8Greenpeace,
17 de noviembre, 2011, www.greenpeace.org
9Ver
"Los pueblos indígenas de México defendemos todo México como cuna del
maíz", Comunicado del Festival de Semillas del Centro Ecológico la
Primavera de Organizaciones Campesinas, y de la Organización de Agricultores
Biológicos, Tlacolula, Oaxaca, 27 de noviembre, 2011, Ojarasca en La Jornada
176, 10 de diciembre de 2011.
10Arturo
Warman, La historia de un bastardo: maíz y capitalismo. Fondo de Cultura
Económica, México, 1988.
11Relator
Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación: El derecho a la
alimentación: informe de misión a México, 2011, Naciones Unidas-Derechos
Humanos, Oficina del Alto Comisionado, 2012.
12Invitación
a firmar el comunicado de la UCCS. www.unionccs.org. Ligas para
leer y firmar el documento: Español: http://www.uccs.mx/doc/g/planting-gmo-corn_es.
English: http://www.uccs.mx/doc/g/planting-gmo-corn
13Ana
de Ita, "Fe de ratas", La Jornada, 16 de octubre de 2012.
14Testimonios
recogidos en los talleres de capacitación y alerta del Movimiento Urbano
Popular, op.cit.
15Ana
de Ita, "Fe de ratas", op.cit.
16Ana
de Ita, "La seguridad alimentaria como negocio", La Jornada, 28 de
abril 2012
17Ver
"México, segundo país en AL que más redujo área para cultivar maíz",
nota de Susana González, La Jornada, 11 de noviembre de 2012.
18Silvia
Ribeiro, "Invasión", op.cit.
19Jair
López Vega, "Campesinos demandan negar permisos para siembra de maíz
transgénico". El Financiero, 6 de noviembre de 2012.
20Ver
Maíz transgénico: Ataque mortal... op.cit.
21Ver
El maíz no es una cosa, es un centro de origen, op.cit.
22Ver
el recuento de la lucha de once años en El maíz no es una cosa, es un centro de
origen. op cit.
23Ver:
"Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y los derechos y la
autonomía de los pueblos", demanda presentada ante el Tribunal Permanente
de los Pueblos, capítulo México, 2012, wwwtppmexico.org. Ver también "Las
razones del maíz" (en tres idiomas), www.grain.org
24Comunicado
de la Red en Defensa del Maíz, 17 de marzo de 2011. www.redendefensadelmaiz.net
¡Alarma!: Avalancha transgénica en México
Grain
Con una intensidad inusitada América Latina está sufriendo un avance de las corporaciones del agronegocio que recuerda a la primera embestida en el marco de la Revolución Verde en los años 60 o al primer desembarco de los transgénicos en los 90. De punta a punta del continente americano, y con diferentes matices, la invasión de transgénicos amenaza la posibilidad del cultivo de la tierra y de la alimentación para millones de campesinos, pueblos originarios y consumidores. La lista abarca a casi la totalidad de los países y por mencionar únicamente los casos emergentes podemos empezar nuestro recorrido desde el Sur con el golpe parlamentario en Paraguay que tuvo como uno de sus ejes la intención de lograr la autorización del maíz transgénico que el gobierno de facto ya intenta instrumentar.
En Argentina, Monsanto quiere montar la
planta más grande de América Latina para procesar maíz
transgénico y existe la intención de modificar la Ley de Semillas para
adecuarla a las necesidades de dicha empresa. En la región andina nos inquietan
los intentos de quebrar la prohibición de los transgénicos en Bolivia y Ecuador
con argumentos insostenibles. En Costa Rica la Comisión de Bioseguridad intenta
también aprobar un maíz transgénico.
No es casual que en casi todos los casos sea
el maíz, nuestro maíz, el principal objeto de estas agresiones. Y no es casual
tampoco que México está siendo el punto focal de una de las más brutales
agresiones.
Aquí viene la avalancha
Es posible que antes de terminar el periodo presidencial de Felipe Calderón, o como uno de los primeros actos de gobierno del presidente entrante, Enrique Peña Nieto, se abra la siembra comercial de maíz transgénico en ¡más de dos millones de hectáreas del territorio mexicano!, repartidas en los estados de Sinaloa y Tamaulipas para empezar, como documenta con alarma el Grupo ETC:
Están en proceso las primeras solicitudes de las transnacionales Monsanto y Pioneer (propiedad de DuPont) para sembrar maíz transgénico a escala comercial en México: un millón 400 mil hectáreas en Sinaloa y más de un millón de hectáreas en Tamaulipas. Esto equivale a una superficie mayor que todo el Estado de México, 17 veces mayor que el Distrito Federal, y mayor que la suma del todo el DF, Morelos, Tlaxcala, Colima y Aguascalientes juntos. Es también muy superior a decenas de países enteros, por ejemplo, mayor que todo El Salvador, Kuwait o Luxemburgo.
En más de la mitad de esa superficie, quieren usar el mismo tipo de maíz transgénico (con el gen Mon603) que produjo cáncer en ratas en el experimento del doctor Seralini en Francia, publicado en octubre 2012.1
De aprobarse, este maíz de riego, sembrado en los próximos meses, se esparcirá por México a mediados del año entrante. Será un maíz que, siguiendo los canales convencionales de distribución, inundará las grandes ciudades: la zona metropolitana del Distrito Federal, Tijuana, Monterrey, Guadalajara y otras ciudades medianas, poniendo en grave riesgo a la población que lo consuma en directo como masa para tortillas, atole, tamales o pozol, o indirectamente como parte de la inmensa cantidad de alimentos procesados que lo contendrán como edulcorante, emulsificante, estabilizador o excipiente—y al que es muy difícil rastrearle el camino.2
El Centro de Estudios para el Cambio en el
Campo Mexicano (Ceccam), redactó un primer folleto para apoyar la resistencia a
la agresión donde insistió en el punto anterior diciendo:
Las comercializadoras como Cargill y las
industrializadoras como Maseca, Minsa y ADM compran el maíz a los agricultores.
Cargill vende a los molinos urbanos maíz en grano para fabricar la masa3 con
la que surten a las tortillerías. Maseca y Minsa elaboran harina de maíz y la
venden a las tortillerías, algunas tortillerías mezclan la harina con masa,
otras sólo utilizan harina, como las que venden en Walmart. Maseca y Minsa
también fabrican tortillas y venden harina de maíz al menudeo. ADM distribuye
maíz en grano para las tiendas Diconsa. Todos estos tipos de harina y masa
estarán elaborados o contaminados con maíz transgénico, pues no es posible
separar el maíz transgénico del que no lo es.
Además el gobierno de México se ha opuesto siempre al etiquetado de los productos transgénicos, así que muy pronto todos estaremos comiendo maíz transgénico sin saberlo.4
¿Por qué la alerta roja?
Las comunidades campesinas, indígenas, la gente de los barrios de todas las grandes ciudades, las organizaciones de la sociedad civil, claman una alerta roja total por lo que consideran "una contaminación planeada con toda la intención".5
La extensión a ser sembrada es tan vasta que podemos considerar que es una verdadera avalancha de maíz transgénico el que se cierne sobre todo el país, tanto en el campo para los cultivos, como en las ciudades para la gente que lo consuma.
Hablamos de una alerta roja ambiental, porque significará la erosión de la inmensa variedad de las semillas nativas del maíz en su centro de origen, uno mucho más vasto que sólo "mesoamericano". Las dependencias gubernamentales han argumentado la existencia de "centros de origen y diversificación del maíz" en México (abriendo la posibilidad de que hubiera regiones donde sí es factible sembrar lo que sea porque "no son centros de origen") mientras las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil insisten, junto con investigadores y expertos de varias partes del mundo, en que:
La contaminación es un tema que concierne a todo el mundo, en tanto que el maíz es uno de nuestros cultivos alimentarios más importantes y México es reservorio de su diversidad genética, de la cual todos dependemos. Los cambios en la política que se están considerando ahora podrían poner al gobierno mexicano en el trágico papel histórico de haber permitido la destrucción de un recurso crítico para el futuro global de la seguridad alimentaria, y haber puesto en riesgo el legado más precioso de los pueblos indígenas y campesinos de México.6
Esta carta se publicó en 2003 poco después de
que cientos de comunidades y organizaciones, de modo autogestionario,
demostraban que ya había focos de contaminación transgénica en variedades
nativas de maíz en varios estados de la República.
Entre marzo y mayo de 2009, se pronunciaron (firmando una nueva carta dirigida al pueblo de México, al gobierno mexicano, a la FAO, al Convenio de Diversidad Biológica y a la Comisión de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas), más de 762 organizaciones de 56 países y literalmente miles de personas, que alarmadas rechazaban el acto del gobierno mexicano por el cual ponía fin a la moratoria al maíz transgénico que estaba en efecto desde fines de 1998 y principios de 1999, y que preparaba el terreno para la siembra comercial que hoy está a punto de aprobarse.
En esa carta, junto con la Red en Defensa del Maíz, un espacio de confluencia de más de mil comunidades de 22 estados de la república mexicana, los firmantes insistían:
México es centro de origen y diversidad del maíz. Existen más de 59 razas reconocidas y miles de variedades, que serán indefectiblemente contaminadas.
Los pueblos indígenas y campesinos son quienes han creado y mantienen este tesoro genético del maíz, uno de los principales cultivos de los que depende la alimentación humana y animal en el planeta.
El maíz es alimento básico de la población mexicana. En ninguna parte se ha evaluado su consumo cotidiano y en grandes cantidades, como sucede aquí. Existen estudios científicos que, con mucho menor consumo, reportan alergias y otros impactos a la salud humana y de los animales alimentados con transgénicos.7
En 2011, en diversos talleres y encuentros,
las comunidades reafirmaron no permitir que el gobierno intentara establecer
esos supuestos "centros de origen" que dejaban zonas abiertas para el
cultivo. Ya en ese entonces, el responsable de la Secretaría del Medio Ambiente
y Recursos Naturales mexicana, (Semarnat), Juan Elvira, había declarado:
"consideramos que son por lo menos 2 millones de hectáreas en donde se
puede sembrar maíz con biotecnología, en donde no hay afectación a nuestras
variedades de maíz criollo, en donde la preservación del maíz criollo y de sus
ancestros, los teocintles, están completamente preservados bajo un criterio
científico". Y al otro día se retractó.8
Ante la inminencia de los 2 millones 400 mil hectáreas de siembras transgénicas tan sólo para Sinaloa y Tamaulipas, se queda chico lo declarado entonces por el secretario Juan Elvira. Y las comunidades ya entonces le respondían diciendo:
Todo México es centro de origen del maíz, es
más, toda Mesoamérica y sus vecindades (que van desde el sur de Estados Unidos
hasta el norte de América del Sur) son el territorio que consideramos como
centro de origen. Porque además el maíz nunca ha sido solito. Siempre está en
una profunda relación con los pueblos. Hay una comunidad entre las comunidades
humanas y la comunidad del maíz con otros cultivos, plantas y animales con los
que ha convivido por milenios. Los criterios gubernamentales que requieren de
hallazgos arqueológicos de rastros de maíz para calificar como una zona como
centro de origen son insuficientes y sesgados. Si los expertos no encuentran
nada dicen "que no hay", sin tomar en cuenta la memoria histórica y
la presencia viva del maíz en todas las regiones de México.9
Efectivamente, el examen de la complejidad
parece confirmar una estrecha relación entre lo biológico y lo social. Según
Paul Weatherwax, uno de los historiadores del maíz, "cuando se estableció
el contacto entre el Nuevo y el Viejo Mundo, el maíz se cultivaba desde los 45
grados de latitud norte, donde hoy se encuentra
Montreal, Canadá, hasta los 40 grados de latitud sur, casi mil kilómetros al
sur de Santiago de Chile", y así lo citó Arturo Warman, investigador y
luego funcionario en su hoy legendario libro sobre la expansión del maíz en el
mundo.10
Y hay más. El Relator Especial para la
Alimentación, Olivier de Schutter, recomendó expresamente restablecer la moratoria
a la siembra y comercialización del maíz transgénico en su informe de misión a
México en 2011.11
Recientemente, la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad (UCCS), con ligas con otras uniones semejantes en
todo el mundo, hizo un llamado a la comunidad científica a defender el maíz en
su centro de origen. En su invitación decían:
* Estas variedades nativas de maíz representan no sólo un reservorio de diversidad genética fundamental para esfuerzos actuales y futuros de mejoramiento agronómico que coadyuven en la adaptación de procesos de cambio climático a nivel mundial, si no también, el modo de vida de millones de campesinos en México.
* La evidencia científica disponible demuestra que una vez que se siembre maíz transgénico en cualquier parte de México será imposible evitar el flujo de transgenes hacia las variedades nativas, lo cual pondrá en entredicho no sólo la viabilidad del maíz nativo mexicano, si no también afectará el modo de vida de millones de personas, incluyendo campesinos, agricultores de mayor escala y consumidores.
Por todo lo anterior, y ante la perspectiva
de que el saliente gobierno quiere dejar como legado la imposición de la
siembra de maíz transgénico en nuestro país, a través de un proceso de
desregulación que ha ignorado toda la evidencia científica de riesgo, así como
las peticiones de la sociedad civil nacional e internacional, les pedimos se
adhieran a la siguiente Declaración y Llamado a la Acción que serán promovidos
ante instancias nacionales e internacionales desde la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad12
¿Y el principio precautorio?
Parte de la alarma general es que las
organizaciones sociales resienten esta siembra como un "ataque contra la
subsistencia más elemental y la salud de la población mexicana" que
"equivaldría a un genocidio"14 ya
que numerosos experimentos alertan de los enormes riesgos que entraña el
consumo de este maíz, pues puede provocar mutaciones, tumores, cáncer, posible
depresión de la inmunidad general u otros efectos nocivos todavía no
identificados. Antes, estas dudas profundas eran el fundamento del universal
Principio Precautorio, mediante el que cualquier aplicación derivada de la
experimentación o la teoría (de la cual hubiera dudas de su inocuidad), podía y
debería frenarse hasta que hubiera evidencia sustantiva de que no ocasionaba
ningún daño. En los tiempos que corren, la comprobación de inocuidad parece
recaer en la sociedad civil, y las empresas de innovación impulsan todo lo que
no esté demostrado que no hace daño (según sus propias regulaciones) sin el menor
miramiento y con una irresponsabilidad que puede calificarse de criminal.
El problema de la alimentación
El Ceccam ha sido parte de las organizaciones
que han estado impulsando la resistencia contra la aberración industrial de
inundar el campo y la ciudad con maíces transgénicos que ni siquiera se sabe
bien a bien cómo funcionan. De hacerse, gobierno y corporaciones estarían
sustituyendo la actividad de los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas y
entregando la siembra transgénica a las corporaciones. Dice Ana de Ita:
En septiembre pasado, Monsanto solicitó los dos primeros permisos para la siembra comercial de 700 mil hectáreas de maíz en Sinaloa; unas semanas más tarde Pioneer Hi-Bred International solicitó tres permisos para la siembra comercial de 320 mil hectáreas en Tamaulipas.
Usualmente en Sinaloa se siembran con maíz
300 mil hectáreas de riego, pero Monsanto solicitó que le aprueben 700 mil para
este ciclo otoño-invierno. En diciembre próximo Monsanto pretende sembrar con
maíz transgénico todas las hectáreas de riego existentes en Sinaloa [...]
En Tamaulipas, Pioneer pretende duplicar las
hectáreas sembradas con maíz [...]
Los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas que producen maíz para el mercado, utilizan semillas híbridas que compran año con año a las transnacionales productoras como Monsanto, Pioneer, Dow, mismas que producen y promueven las semillas transgénicas. Si estas empresas deciden comercializar únicamente semillas transgénicas los agricultores no tendrán opción. Además, quienes decidan no sembrar transgénicos serán contaminados por los cultivos de sus vecinos, y su maíz se mezclará en el transporte, los silos, los elevadores o los almacenes. Tal como ocurrió en Estados Unidos, será imposible segregar el maíz transgénico del convencional y toda la cosecha terminará contaminada.
Dado que el maíz de Sinaloa llega a casi todos los rincones del país, la amenaza se extiende a las áreas rurales, donde además contaminará las razas y variedades locales dispersando los transgenes entre los maíces nativos.15
Es muy sintomático que sea Sinaloa uno de los estados que son el objetivo de estas siembras transgénicas porque de manera más o menos abrupta el maíz de Sinaloa, que durante años se distribuía en las ciudades, fue reemplazado por importaciones que el gobierno mexicano le autorizó este año a varias comercializadoras, entre ellas sobre todo a Cargill y Archer Daniels Midland (que decidieron dejar de comprarle a los agricultores mexicanos de Sinaloa, y privilegiaron cosechas de Sudáfrica y Estados Unidos), poniendo en grave riesgo a los productores mexicanos de maíz comercial y comprometiendo la seguridad alimentaria de la población mexicana. Esto se habría evitado si el Estado hubiera apoyado a los productores para que su precio fuera mejor que el que le ofrecen en Sudáfrica a las comercializadoras, pero "la Secretaría de Agricultura, que confunde la seguridad alimentaria y la política agrícola con oportunidades de negocios, argumenta que no tiene recursos para apoyar a los productores a establecer algún esquema de pignoración que evite la caída del precio del mercado, garantice la venta de la cosecha nacional y constituya una reserva técnica, por el contrario sostiene que apoyar a los agricultores nacionales implicaría pérdidas. Olvida que una función del Estado es regular los mercados de productos básicos y garantizar la producción nacional".16
Pero las contradicciones se suman. Al mismo
tiempo que existe este favoritismo para las comercializadoras en menoscabo de
la producción nacional, y que se pretende sembrar tal extensión de hectáreas
con OGM, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Instituto Interamericano de
Cooperación para la Agricultura (IICA), afirma que año con año se destinan
menos hectáreas a la producción de maíz, siendo México uno de los que más ha
disminuido su superficie sembrada (un 5 por ciento en 5 años) sólo por debajo
de Guatemala.17
Por último, permitirles que en tal extensión
de hectáreas Monsanto, Pioneer y Dow "siembren muerte", directamente
o por contrato, o a través de la venta de semilla transgénica como única
posibilidad del abasto de semilla en esos espacios, es promover un
acaparamiento de tierras brutal, un desbancamiento de la producción nacional no
transgénica y la promoción nada indirecta de una distribución y
comercialización de alimentos a las ciudades, monopólica y especulativa por
parte de ADM y Cargill.
Y no sobra recalcar que no son los
agricultores quienes solicitan estos permisos: "son directamente las
transnacionales de transgénicos que se constituyen explícitamente en los dueños
del agro mexicano —qué se siembra, cuánto, dónde, a qué precio, bajo qué
riesgos, para quién".18
Por el contrario, las organizaciones campesinas,
los espacios indígenas, las redes de organizaciones de la sociedad civil,
comienzan a pronunciarse, hacen plantones, comunicados, carteles. Así, al
exigirle al gobierno que niegue tales permisos de siembra comercial de maíz a
Monsanto, Olegario Carrillo Meza, presidente de la Unión de Organizaciones
Campesinas Autónomas (Unorca), organización integrante de Vía
Campesina-Norteamérica, argumentó: "No existe ninguna razón tecnológica,
económica ni ética en beneficio de la población y la mayoría de los productores
del campo que justifique la autorización de la siembra comercial de maíz
transgénico en por lo menos un millón de hectáreas en los estados de Sinaloa y
Tamaulipas". Carrillo Meza abundó: "En el actual sexenio que está por
concluir, el gobierno federal a través de la secretaría de Agricultura y la
secretaría del Medio Ambiente otorgó 162 licencias para cultivo experimental de
maíz transgénico y de siembra piloto, lo que suma 177 permisos en campo
abierto". El presidente de Unorca recalcó que el gobierno federal está
"obligado a restablecer la moratoria a cualquier tipo de cultivo de maíz
transgénico en el país". Si el gobierno aprueba los permisos pendientes
"sería un atentado contra el cumplimiento del derecho a la alimentación,
pues reduciría más las posibilidades de que la población acceda a comida sana,
suficiente y de calidad; las pretensiones de las empresas Monsanto y Pioneer,
representan un peligro para la salud humana, la biodiversidad, la cultura y la
soberanía del país".19
¿Por qué una avalancha?
Hay que recordar que durante once años —desde
2001— el gobierno no sólo no detuvo la contaminación sino que le restó
importancia y en los hechos la permitió. La muy posible inundación con
transgénicos en las comunidades del centro y sur del país no ocurrió porque las
comunidades pudieron mal que bien frenar la entrada del maíz transgénico a sus
territorios mediante una moratoria de facto asumida naturalmente y sin
declaraciones vistosas pero con una decisión y una certeza inquebrantable, que
sigue vigente. Eso impidió que cundiera la contaminación transgénica en México
durante todos estos once años —como sí lo ha ocurrido en otros países. El
trabajo insistente y cariñoso de la Red en Defensa del Maíz (como dijimos más
de mil comunidades en unos 22 entidades federativas del país) fue un freno
real. Pero la gente de las comunidades campesinas del país tiene la claridad suficiente
para saber que una avalancha de esta magnitud terminará irremediablemente
contaminando siembras ni siquiera tan vecinas de los enormes campos sembrados
con OGM, y se introducirá a la alimentación de la población mexicana sin freno
alguno.
Como afirma el cartel que circula ya para apoyar la resistencia en los barrios de muchas ciudades:
Hace más de once años, desde que se descubrió contaminación de maíz transgénico, cientos de comunidades y organizaciones campesinas, muchas de ellas indígenas, han estado luchando contra el maíz transgénico, creando conciencia entre sus habitantes, afinando sus estrategias de intercambio de semillas, observando más de cerca sus milpas, haciendo estatutos comunitarios que prohíben la entrada de maíces transgénicos, rechazando las semillas de los programas de gobierno. Han comprendido que la lucha no es sólo por una comida, o por una planta, o por una parcela; han comprendido que es la lucha que va de la semilla a los territorios y la posibilidad de libertad material y política.20
Durante esos años el gobierno mexicano
implementó, paso a paso, leyes, reglamentos y políticas públicas que sin duda
promovieron el ingreso de los organismos genéticamente modificados. Primero
inundó los espacios campesinos indígenas con maíz importado (con un alto
porcentaje de maíz transgénico revuelto e indistinguible) a través de las 23
mil tiendas campesinas de la empresa paraestatal Diconsa lo que implantó focos
de contaminación en zonas que no lograron expandirse de una manera
generalizada. Entre las organizaciones y los estudiosos del proceso, hay la
certeza de que esta contaminación fue y es una estrategia consciente de las
empresas y los funcionarios técnicos y políticos del gobierno mexicano.21
Después, desde las instancias del gobierno se
promovió la idea de que los mexicanos tendrían que aprender a
"coexistir" con los organismos genéticamente y que no pasaría nada.
En este contexto, el congreso mexicano en pleno (diputados y senadores por
igual) aprobó la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente
Modificados (LBOGM) y varias leyes colaterales, como la Ley Federal de
Producción, Certificación y Comercio de Semillas, los reglamentos de ambas
leyes y una batería completa que configura un verdadero blindaje para obstruir
la justicia.
En tercer lugar, el gobierno le apostó a la confusión. A ella contribuyó el reglamento de la LBOGM en lo tocante al llamado Régimen Especial de Protección al Maíz, que prácticamente desapareció y dejó así una incertidumbre legal que existe aún en torno a si en México existen centros de origen del maíz y sitios donde no hay tales centros, o si todo el país es centro de origen —como lo han venido insistiendo muchísimas organizaciones, comunidades, colectivos, investigadores y gente de buena voluntad.
Que todo México y más sea el centro de origen del maíz para el mundo era y es uno de los fundamentos de la moratoria de facto que funcionó de 1997 a 2009. Y es algo que la Red en Defensa del Maíz seguirá reivindicando.
Aprovechando la confusión, se instalaron siembras experimentales y piloto en el norte del país de un modo clandestino. Frente a ello, el gobierno mexicano no reaccionó de acuerdo a lo que la ley mandataba en ese momento, sino que, por el contrario, decretó la ruptura de la moratoria, lo que ocurrió el 6 de marzo de 2009. Con la ruptura de la moratoria se instauró un nuevo paso: de ahí en adelante, las dependencias encargadas comenzaron a otorgar permisos de siembra experimental y siembras piloto en el norte del país con la ley por delante. En paralelo, el gobierno ha venido realizando preparativos para emprender monitoreos a las comunidades en busca de semillas "no certificadas", "semillas pirata", lo cual es uno de los signos más alarmantes de cómo la biodiversidad en manos campesinas e indígenas está siendo criminalizada bajo la excusa de protegerla.
De aquí en adelante, el discurso cambió. El
gobierno emprendió una estrategia doble: por un lado la promoción de leyes
estatales que dicen defender el maíz "criollo" de la contaminación
mediante el registro, la certificación y la fiscalización de las semillas, los
productores y el proceso agrícola. Por el otro, la delimitación de supuestos
"centros de origen" únicos en el territorio nacional, abriendo así el
espacio para que en el resto del país exista una enorme extensión para promover
agricultura industrial y transgénicos.
Ambas estrategias apuntan a lavar la imagen
de las políticas estatales e insisten en que son para cuidar del patrimonio
genético del país, la multiculturalidad de los pueblos originarios y la
diversidad de los maíces, cuando en realidad preparan la erradicación de todo
aquello que, en lo tocante a la agricultura, no esté sometido a los controles
establecidos por las normas, reglamentos, leyes y reformas constitucionales de
un Estado mexicano muy imbricado con grandes corporaciones.
Hace once años que las comunidades que
siembran maíz en sistemas complejos como la milpa insisten en que para defender
el maíz hay que sembrarlo; que para defender la libertad de las semillas hay
que seguirlas custodiando e intercambiando; que la autonomía más primera es
sembrar los propios alimentos, y que partiendo de ahí es posible emprender la
defensa integral del territorio.
Las empresas buscan quebrar la producción
independiente de alimentos. Para lograrlo deben quebrar la relación de la gente
con sus fuentes de subsistencia, y por eso buscan quebrar la idea de la comunidad,
la defensa territorial, la autonomía de los pueblos. El acaparamiento de la
tierra y el agua es el paso primordial para después cambiar el uso del suelo,
inundar de monocultivos, promover programas autoritarios de intensificación de
cultivos con mecanización y paquetes de agrotóxicos, lo que expulsa a la
población a las ciudades o a los proyectos agroindustriales para invadir en
busca de minerales y biodiversidad, predando el bosque o especulando con la
compra-venta de bonos de aire en las bolsas internacionales de valores.
Ahora, buscando apoderarse de toda la cadena alimentaria (desde el acaparamiento de la tierra a los canales de comercialización de los supermercados), han decidido imponer los OGM. Lo grave es que no sólo está en juego la agricultura sino la subsistencia misma de la gente. El ataque se ensaña también en quienes, sin producir sus alimentos, son dependientes absolutos de las políticas gubernamentales y empresariales que decidieron correr el riesgo de agudizar al extremo la salud de toda la población urbana en México tan sólo por establecer su control total sobre las fuentes de producción, la producción misma y su procesamiento y distribución.
Una autorización de la siembra comercial de
maíz transgénico con distribución destinada a las ciudades es el momento más
álgido de este proceso y terminará con el debate posible por la vía
autoritaria: una avalancha de escala masiva que necesita ser frenada totalmente.22
La respuesta
La población mexicana no se está cruzando de
brazos. Una resistencia visible, encarnada en cientos de organizaciones, grupos
de científicos, organismos de la sociedad civil, comunidades, grupos
campesinos, pueblos indígenas, abogados, organizaciones barriales,
estudiantiles y un largo etcétera más y más anónimo conforme se torna más
unánime por todo el país, comienza a ejercer presión, solicitar el cumplimiento
de las normas preconizadas por el propio gobierno; comienza a vincularse desde
múltiples rincones, a socializar información, a abrir espacios para consensuar
acciones de corto, mediano y larguísimo plazo (talleres, encuentros,
conferencias, procesos jurídicos y de sistematización ética en los tribunales de
conciencia, movilizaciones, volanteos, plantones y más). Es una resistencia
menospreciada, que surge de tan abajo que ni siquiera está en los mapas
oficiales pero que no permitirá una amenaza así de grave contra la vida misma.
Una resistencia, pacífica pero decidida, por la subsistencia de la población mexicana (y en el continente) en defensa del cuerpo, del suelo, el ambiente, los saberes y las semillas; por nuestras estrategias de supervivencia y alimentación; contra el genocidio, el desprecio, la imposición y la devastación del maíz, del tlayolli, del yok-ixim o kiximtik, del niza, del i-ku, y otros tantos nombres que, según la lengua original de cada pueblo, permiten comunicarle su fuerza y su cuidado de milenios. Esta resistencia pacífica se dirimirá en los barrios y las comunidades, en los estanquillos, las escuelas, los comedores familiares, las tortillerías y los molinos, en los centros culturales y en las comunidades más apartadas, pero será cierta.
Se dirime también mediante una demanda interpuesta ante el Tribunal Permanente de los Pueblos, que sesiona en México desde octubre de 2011 y que sesionará hasta el 2014. Siendo un tribunal de conciencia de reconocida trayectoria (es heredero del Tribunal Russell), el tribunal está propiciando una articulación de las diversas resistencias al interior de México, contra los inmensos agravios de todo tipo. Esa demanda, contra los transgénicos y por la seguridad y la soberanía alimentaria, agrupa ya a miles de comunidades y cientos de organizaciones y emprende una sistematización integral de la problemática de la defensa territorial, la agricultura, la producción independiente de alimentos, la defensa de las semillas nativas y la urgente seguridad alimentaria de la población que no produce alimentos.23
Más temprano que tarde esta resistencia en
México se articulará con las luchas que ya se emprenden en Costa Rica,
Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina y Chile y que de un modo
irrenunciable buscan frenar los transgénicos, las leyes de certificación de las
semillas y la imposición de modelos de cultivo que privilegian a las grandes
corporaciones del sistema agroalimentario industrial mundial contra la
agricultura campesina, tradicional y contemporánea que como reiteramos una y
otra vez, bien puede enfriar la tierra. La soberanía alimentaria es el paso más
rotundo desde los propios espacios para evadir la dependencia de las
corporaciones que quieren decidir qué comemos y a qué precio. Entendiendo las
relaciones entre el campo y la ciudad las organizaciones, como la Red en
Defensa del Maíz en México insisten:
Defender el maíz en México pasa
necesariamente por el respeto a la libre determinación y autonomía de las
comunidades y pueblos indígenas y campesinos.
Rechazamos una vez más cualquier siembra
experimental, piloto o comercial, así como la distribución, almacenamiento,
comercialización, de organismos genéticamente modificados en cualquier parte
del territorio nacional (y en el mundo).
La soberanía alimentaria radicará siempre en
el respeto del derecho colectivo a tener, guardar e intercambiar libremente
semillas nativas sin la imposición de mecanismo alguno de control estatal,
federal o empresarial (sea certificación, inventario, banco de semillas,
catálogo de variedades, patentes, denominaciones de origen o derechos de
obtentor).
La soberanía alimentaria requiere condiciones
que permitan la producción libre y autónoma de alimentos a nivel local,
regional y nacional, el respeto a nuestros territorios, amenazados ahora por
proyectos mineros, hidroeléctricos, petroleros, carreteros, de servicios
ambientales, reservas de la biósfera, privatización de los mantos de agua;
territorios amenazados también por la industrialización y urbanización salvaje
y por la política ambiental oficial de conservación sin gente. Ecoportal.net .24
Grain
1Silvia Ribeiro (Grupo ETC), "Invasión", La Jornada, 3 de noviembre de 2012. Ver Gilles-Eric Séralini , Emilie Clair, Robin Mesnage, Steeve Gress, Nicolas Defarge, Manuela Malatesta, Didier Hennequin, Joël Spiroux de Vendômois:, Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically modified maize, Food and Quemical Toxicology, Volume 50, Issue 11, noviembre de 2012, pp. 4221–4231
2Para
ahondar esta información, ver Maíz transgénico: Ataque mortal a nuestra salud,
a los pueblos, al campo, cartel elaborado por Movimiento Urbano Popular como
material de apoyo a talleres para alertar a la población, noviembre de 2012.
3En
México, la masa es la forma ancestral de procesar el grano, añadiendo un poco
de cal al maíz que se está cociendo, en un proceso conocido como
"nixtamalizar el maíz". Esto garantiza que el maíz está listo para
que sus nutrientes se aprovechen al máximo
4Ceccam:
"Alerta roja transgénica", material de apoyo para talleres de
concientización barrial, octubre de 2012.
5Testimonios
recogidos en los talleres de capacitación y alerta del Movimiento Urbano
Popular, octubre-noviembre, 2012.
6"Carta
a la opinión pública nacional e internacional firmada por 302 organizaciones de
la sociedad civil de todo el mundo", noviembre de 2003. El maíz no es una
cosa, es un centro de origen, Colectivo por la Autonomía GRAIN, Centro de
Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), Editorial
Ítaca-CS-Fund, México, 2012, pp. 93-94
7"Contra
el fin de la moratoria", Comunicado de la Red en Defensa del Maíz suscrito
por organizaciones y académicos, investigadores y personas a nivel
mundial", marzo-mayo 2009. Ver El maíz no es una cosa, es un centro de
origen, op.cit. pp 179-182.
8Greenpeace,
17 de noviembre, 2011, www.greenpeace.org
9Ver
"Los pueblos indígenas de México defendemos todo México como cuna del
maíz", Comunicado del Festival de Semillas del Centro Ecológico la
Primavera de Organizaciones Campesinas, y de la Organización de Agricultores
Biológicos, Tlacolula, Oaxaca, 27 de noviembre, 2011, Ojarasca en La Jornada
176, 10 de diciembre de 2011.
10Arturo
Warman, La historia de un bastardo: maíz y capitalismo. Fondo de Cultura
Económica, México, 1988.
11Relator
Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación: El derecho a la
alimentación: informe de misión a México, 2011, Naciones Unidas-Derechos
Humanos, Oficina del Alto Comisionado, 2012.
12Invitación
a firmar el comunicado de la UCCS. www.unionccs.org. Ligas para
leer y firmar el documento: Español: http://www.uccs.mx/doc/g/planting-gmo-corn_es.
English: http://www.uccs.mx/doc/g/planting-gmo-corn
13Ana
de Ita, "Fe de ratas", La Jornada, 16 de octubre de 2012.
14Testimonios
recogidos en los talleres de capacitación y alerta del Movimiento Urbano
Popular, op.cit.
15Ana
de Ita, "Fe de ratas", op.cit.
16Ana
de Ita, "La seguridad alimentaria como negocio", La Jornada, 28 de
abril 2012
17Ver
"México, segundo país en AL que más redujo área para cultivar maíz",
nota de Susana González, La Jornada, 11 de noviembre de 2012.
18Silvia
Ribeiro, "Invasión", op.cit.
19Jair
López Vega, "Campesinos demandan negar permisos para siembra de maíz
transgénico". El Financiero, 6 de noviembre de 2012.
20Ver
Maíz transgénico: Ataque mortal... op.cit.
21Ver
El maíz no es una cosa, es un centro de origen, op.cit.
22Ver
el recuento de la lucha de once años en El maíz no es una cosa, es un centro de
origen. op cit.
23Ver:
"Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y los derechos y la
autonomía de los pueblos", demanda presentada ante el Tribunal Permanente
de los Pueblos, capítulo México, 2012, wwwtppmexico.org. Ver también "Las
razones del maíz" (en tres idiomas), www.grain.org
24Comunicado de la Red en Defensa del Maíz, 17 de marzo de 2011. www.redendefensadelmaiz.net




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