EL
TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes
01 de octubre de 2012
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Otra
vez los empresarios
Juan
J. Paz y Miño Cepeda
Entre
1979-2006, los grandes empresarios ecuatorianos, representados por las cámaras
de la producción, no solo fueron agentes económicos sino que se convirtieron en
agentes políticos. Con ese concurso se edificó el “modelo empresarial” de
desarrollo, inspirado en la ideología neoliberal.
Entre
las propuestas que impulsaron esos empresarios estuvo siempre la “flexibilidad”
laboral. Sus demandas alcanzaron niveles alarmantes: congelación de salarios
durante dos años, incremento de la jornada laboral sobre las 8 horas diarias y
las 40 semanales, disminución o eliminación del pago por horas extras de trabajo
(con la idea de “identificación laboral” del trabajador con la empresa),
introducción del concepto de “trabajador polivalente” a efectos de que el mismo
trabajador realice varias tareas con el mismo salario, disminuir o eliminar el
reparto anual de utilidades (apenas el 15%) a favor de los trabajadores,
permitir el despido sin el pago de indemnizaciones o con éstas disminuidas,
dificultar la sindicalización o los contratos colectivos, no obligar la
afiliación a la seguridad social y en su lugar permitir la “libertad” del
trabajador para afiliarse a un sistema privado, disminuir y hasta eliminar el
impuesto sobre las rentas, y recortar otros tantos derechos.
Acostumbrados
a lo largo de la historia a basar la rentabilidad en la explotación de la fuerza
de trabajo, Ecuador caminaba galopantemente a la destrucción del sistema laboral
construido por décadas. Y parecía que a algunos dirigentes empresariales les
habría venido mejor revivir, de una vez, la esclavitud.
La
idea de “flexibilización” laboral persiste al interior de los ámbitos
empresariales. No de otro modo cabe pensar que pese a que Ecuador vive desde
2007 un nuevo ciclo histórico, cierta dirigencia empresarial vuelva a promover,
ahora con las palabras “dinamización del trabajo”, la mismísima flexibilidad del
pasado inmediato.
La
propuesta que hoy aparece es que para ciertas actividades pueda incrementarse la
jornada de 8 horas diarias, siempre que, al mismo tiempo, se respete la de 40
horas semanales. Y tras ella se insiste en la necesidad de la “dinamización”
para “competir” mejor (o sea, lograr más ganancias).
Sería
grave que semejantes propuestas sean acogidas en esferas estatales, porque la
jornada de 8 horas diarias es una conquista histórica de la humanidad contra las
jornadas extenuantes del capitalismo, que duraron incluso hasta bien entrado el
siglo XX.
Juan J. Paz y Miño Cepeda
1) Eloy Alfaro. Políticas Económicas2) Eloy Alfaro. Pensamiento y Políticas Sociales
1) Eloy Alfaro. Políticas Económicas2) Eloy Alfaro. Pensamiento y Políticas Sociales
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