Explosión de un auto-bomba cerca de una estación de policía, en Damasco, el sábado 6 de octubre de 2012. Un transeúnte resultó muerto.
LA
INVASIÓN A SIRIA VISTA POR UN CHILENO
Siria, línea del frente en la batalla por la
autonomía
por Juan Francisco Coloane
Durante su estancia en Siria, el escritor y periodista chileno Juan
Francisco Coloane sigue descubriendo una situación muy diferente a la que
describe la gran prensa occidental.
RED
VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 12 DE OCTUBRE DE 2012
Ver primera parte: «La invasión a Siria vista por un chileno» de Juan Francisco
Coloane.
Llegué hace una semana a este país de cultura
milenaria y mientras más entrevisto a la gente en distintos lugares, resulta
que el gobierno que se pretende derrocar no es la dictadura que describen los
países impulsores del derrocamiento.
Es una guerra todavía indefinida, en la que una fuerza está perdiendo y acude al
terrorismo. No siempre es así, pero es lo que sucede en el caso
sirio. El ejército [gubernamental] sirio ha recuperado gran parte de Alepo y
Homs y las explosiones que hubo el domingo 6 de octubre en Damasco y sus
alrededores, responden a ese diagnóstico de utilizar la vía del desconcierto y
la desestabilización. La fuerza rebelde siempre aspiró al apoyo de la OTAN.
Ese era el diseño original que hasta
ahora no fue posible implementar.
Seguramente el involucramiento de Rusia y la capacidad de combate y la moral en
alto del ejército sirio han sido los factores para desistir en una aventura
militar mayor por parte de los que instigan a acabar con el gobierno sirio. El
plan de deserciones no se ha consumado y el recorrido por algunas carreteras de
Siria indica que el ejército regular sirio no es la fuerza debilitada que aparece descrita con
frecuencia por los analistas a los que recurren The New York Times, Le Monde o el Daily Telegraph.
Una bomba estalla en Damasco, a menos de 1
kilometro en la avenida por donde yo caminaba. Ocurrió exactamente a las 19
horas 20 minutos. Le pregunté al que me atendía en la agencia de Syrian Arab
Airlines y
esa era la hora. Ocurrió en las afueras de una estación de policía, hiriendo de
muerte a un transeúnte, que podría haber sido cualquiera. Otras dos bombas
explotaron fuera de Damasco con una diferencia de una hora entre la primera y
la tercera. Fue en zonas donde los terroristas se han podido infiltrar en una ciudad que
ha estado tranquila como Damasco, que es el objetivo final de esta guerra
contra Siria. Estos atentados son los detectores del nivel de seguridad que de
todas formas el gobierno sirio no despliega en toda su dimensión. “El Ejército Sirio
no ha desplegado ni el 30 % de su capacidad”, me dice un
corresponsal que está en Damasco desde abril de este mismo año.
La guerra propiamente dicha es
indefinida y la opinión generalizada que recojo es que la oposición, al
mezclarse con terroristas, está perdiendo la credibilidad. Más del 70% de los
entrevistados sólidamente respaldan al gobierno en esta instancia, porque
quieren que acabe la inseguridad y que no se apodere del país un conjunto de fuerzas externas entre las que se hallan
fundamentalistas islámicos, las transnacionales y, por cierto la
alianza atlántica, que se amplía en este caso uniéndose a lasmonarquías del Golfo y naturalmente Israel.
El objetivo es desintegrar el Estado
sirio de naturaleza laica, multicultural y multiétnica.
También las transnacionales esperan con ansias esa desintegración para obtener
un posicionamiento que el actual gobierno les obstaculiza. La autonomía y la
independencia de algunas naciones no entran en el esquema de un buen número de
corporaciones que prefieren Estados con menos poder de negociación.
Las divisiones y el sectarismo que
pudieran estar aumentando en Siria, según se propaga actualmente en buena parte
de la prensa, resultan mucho menores al conversar con las personas. Con muy
escasas excepciones, el ciudadano sirio rechaza que un foráneo le pregunte de
qué religión es. Un estudiante de la Universidad de Damasco, con sólo 21 años,
me dio una lección.
Al preguntarle sobre la cuestión de las divisiones religiosas me responde con
mucho carácter y diplomacia: “No
le voy a responder pero le puedo decir que eso es lo peor que han hecho con
Siria, a partir de las protestas y el conflicto. Antes nadie hablaba de esto.
Éramos todos musulmanes o éramos todos sirios.” Hay testimonios más
vigorosos de sirios que dicen que esto no es una cuestión de querer tal o más
cual régimen. Esto es querer que Siria deje de desarrollarse, dividirla y
desintegrarla. “El
pueblo sirio –me
han dicho– no
se dejará aplastar por la Hermandad Musulmana o por los terroristas, ni por
Israel ni por Estados Unidos.”
El sentimiento antinorteamericano y
antiisraelí es mucho más fuerte que el detectado cuando cubrí la guerra en
Irak, en 2003. No es contra los ciudadanos de Estados Unidos e Israel. Es
contra los deseos de esos Estados por acabar con Siria.
La gente joven que se ha incorporado a
la contención del terrorismo es numerosa y cuentan con el apoyo de la
población. Ayer en la noche los dueños de las fuentes de soda ofrecían bebidas
y alimentos a los soldados que se hicieron cargo del sector golpeado con la
bomba. Es emotivo observar a la gente, en Damasco y sus alrededores, apoyando a
los soldados en una“guerra” que
consideran una agresión externa.
Documento de la Brigada de
Ahfad al-Rasul-Nietos del Profeta que reclama la autoría del atentado con bomba
perpetrado en Damasco el 11 de octubre de 2012 contra la sede de la Corte
Militar, en la céntrica Plaza al-Jamarek de Damasco. Dos transeúntes resultaron
heridos en la explosión.
El futuro del “Ejército Sirio Libre”
tiende a ser más incierto en la medida que actúen en connivencia con los
terroristas. “Sus
vínculos con los terroristas los están liquidando”,
me señala un ex militar que estuvo 4 cuatro años en el Líbano y que participó
en la derrota que le infringió el ejército nacional sirio al ejército israelí.
Los sirios han vivido bajo la amenaza de
guerra e invasión de Estados Unidos o Israel por más de 50 años, y no les
asustan las explosiones. Todos dicen: “Queremos
la paz que nos ha dado este gobierno con todos sus defectos.”
No hubo pánico en las calles. Sirios y
sirias son de un temple y carácter pocas veces visto. Nadie huye despavorido.
La mayor parte reacciona con calma, demostrando confianza en sus fuerzas
armadas.
Los principales instigadores de esta
situación de inestabilidad en Siria deberían detener esta agresión sin
justificación y es lo que la mayor parte de los analistas locales han
expresado. “Están
cometiendo el gran error internacional de su historia”,
dice uno.“El expediente de las violaciones a los derechos humanos que
hubiera cometido el gobierno se ha desacreditado. Son más numerosos los
crímenes que se han cometido contra quienes apoyan al gobierno por parte de las
fuerzas de mercenarios que amenazan y asesinan a quienes no se suman a la
oposición”, señala un comerciante. “Muchos
refugiados huyen por estas amenazas de muerte, no por los bombardeos de la
fuerza aérea siria”, dice un viajero que regresa de la frontera con
Turquía.
Siria y sus elementos constitutivos como
país, su Estado, la paz al interior de la nación, su administración y su
integridad territorial, deben ser protegidos. La comunidad internacional ha
fallado en su misión al no contribuir a este propósito. El tema central
consiste en el actual estado de situación del Internacionalismo y en particular
el fundamentado en la Carta de Naciones Unidas.
Hay un desafío en formar una nueva
cultura de Internacionalismo, especialmente en un sistema de relaciones regido
políticamente por las corporaciones transnacionales. Si los sistemas políticos
están en profunda crisis en los países, debemos preguntarnos si lo de Siria no
es el reflejo de la profunda crisis política del sistema internacional.
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