Lunes, 16 de julio de 2012
Un complejo proceso político
NEPAL: LA IGNORADA REVOLUCIÓN ROJA
Por Jon Juanma
Argenpress
Condensado de su artículo "La Revolución en Nepal no quiere morir"
Si ya es difícil que los medios de (des)información masivos nos hablen de revoluciones cuando no son del color de las naranjas, más complicado es que lo hagan de una que desprende un rojo tan intenso como la nepalí. Situada entre dos de las principales potencias mundiales, India y China, la revolución de este país de 30 millones de habitantes...
"La política es una guerra sin efusión de sangre,
y la guerra, una política con efusión de sangre".
Mao Zedong
Si ya es difícil que los medios de (des)información masivos nos hablen de revoluciones cuando no son del color de las naranjas, más complicado es que lo hagan de una que desprende un rojo tan intenso como la nepalí. Situada entre dos de las principales potencias mundiales, India y China, la revolución de este país de 30 millones de habitantes continúa dieciséis años después de que la insurgencia maoísta declarara la guerra a la monarquía en 1996. La revolución prosigue su camino, pero cada vez más como un rompecabezas que no cesa de fragmentarse. Hagamos un poco de memoria...
Durante la guerra civil los maoístas se financiaron mediante el robo de bancos y la extorsión de capitalistas, terratenientes y "reaccionarios" junto a la ayuda de organizaciones guerrilleras y populares solidarias con su causa, repartidas principalmente por el sureste asiático. Allí donde controlaron el territorio, los insurgentes establecieron comunas populares al estilo de Mao en la Guerra Civil China (1927/1949) y los obreros junto a los campesinos maoístas ocuparon fábricas y sobre todo latifundios de terratenientes (pues la presencia maoísta era predominantemente rural, en un país con un 80% de la población en el campo). Además, lograron mejorar en mucho la situación de la mujer y los intocables. Allí donde instalaron "gobiernos populares" su situación cambió de forma radical empoderándolos de un modo inédito en toda su historia. No en vano, en el caso de las mujeres, el 40% de la guerrilla estaba formado por ellas. Frente a esto, el saldo de costos humanos mensurables por los enfrentamientos armados entre insurgentes y fuerzas promonárquicas fue de más de 13.000 muertos y 100.000 desplazados. Los cuales asolaron el país, una vez acabada la demoniaca sinfonía de disparos de fusiles y explosiones de minas.
Después de una década de conflicto armado, en 2006, las fuerzas beligerantes alcanzaron un principio de acuerdo de paz que finalizó lo que Mao llamaba "política con efusión de sangre", esto es: la guerra. El acuerdo de paz fue supervisado por la ONU que años más tarde abandonaría el país ante el desacuerdo de los partidos por renovar la misión de paz. Con el final de la guerra y la aprobación de una constitución interina que ya no contemplaba al rey como jefe del Estado (pero que tampoco abolía la monarquía), el conflicto armado dejaría paso a la política, esto es, volviendo a la cita del líder chino: la "guerra sin efusión de sangre".
Pero no sería una política dominada por las risas y las palmaditas en la espalda de cara a la galería, del tipo a la que tan acostumbrados estamos en la mayoría de países de la UE; sino atravesada de lucha de clases, candente, tensa y desbordante. Política salpicada de numerosas movilizaciones populares que desde la calle presionaban continuamente a la Asamblea recordando a los políticos profesionales de dónde emanaba la auténtica soberanía, frente a los designios del capital transnacional fragmentado y representado por diferentes actores internacionales como los Estados Unidos, la India, China o la Unión Europea con Alemania a la cabeza.
En el 2008, los resultados de las elecciones para la Asamblea Constituyente sorprendieron a propios y extraños con el triunfo de los ex guerrilleros maoístas, los cuales fueron seguidos a bastante distancia por el Congreso Nepalí (CN) de centro-derecha y el Partido Comunista de Nepal-Unificación Marxista Leninista (PCN-UML), pese al nombre, una mezcla de socialdemócratas y "eurocomunistas". La voluntad popular, aun teniendo en cuenta la distorsión de voto propia de toda ley electoral "representativa", produjo una correlación de fuerzas en la Asamblea favorable a los partidos englobados dentro de una "izquierda amplia" (desde los maoístas hasta los socialdemócratas de izquierda). Estos partidos recibieron el doble de votos que los de la "derecha amplia" (desde social-neoliberales hasta minorías de monárquicos radicales).
Pero aun con esta mayoría de izquierdas, y pese a que en su primera sesión del 28 de mayo de 2008 fue proclamada la República; después de cuatro años de Asamblea Constituyente, Nepal sigue sin tener nueva Constitución. Las negociaciones políticas han fracasado ante la imposible cuadratura del círculo entre fuerzas representantes del capitalismo transnacional, las élites nacionales, el gobierno injerencista indio, los EUA y la UE por una parte; y las de las clases populares, por otra. Todo esto tiene su reflejo no sólo en los principales partidos sino entre ellos mismos y sus principales líderes. Es lo que el todavía primer ministro maoísta, Baburam Bhattarai, designó como los tres círculos concéntricos de contradicciones: los existentes en el interior de los partidos entre las diversas facciones, entre los diferentes partidos y entre los intereses nacionales y extranjeros.
A finales de mayo de este año, Bhattarai, después de que los asambleístas sobrepasaran otra vez el plazo legal para redactar la constitución republicana, decidió disolver la Asamblea Constituyente y convocar nuevas elecciones para noviembre próximo, en contra de la voluntad de muchos políticos, incluso algunos de su propio partido.
http://canarias-semanal.com/not/3492/nepal__la_ignorada__revolucion_roja/
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