Libia: un negocio de guerra redondo
En febrero de 2011, EEUU, Francia y Gran Bretaña aprovecharon el estallido de las protestas ciudadanas contra el régimen despótico de Muamar Gadafi para llevar a acabo su plan de apoderarse de Libia. Meses antes habían iniciado las operaciones encubiertas, armando a una oposición compuesta por desertores del régimen y mercenarios de Al Qaeda. Una oportunidad de poner a prueba el nuevo “concepto estratégico” de la OTAN adoptado en la cumbre de Lisboa que convirtió a la Alianza en una policía global autónoma. La guerra de rapiña, bajo la cobertura moral de “proteger al pueblo”, contó con la complicidad de los medios de comunicación que acusaron a Gadafi de cometer un genocidio que nunca se probó. La OTAN abusó de la resolución 1973 de la ONU sobre la exclusión aérea de Libia para terminar con la vida del que fuera líder del país. De esa forma se mostraba que el mundo no es multipolar y que los BRICS no pueden detener a EEUU. “Vini vidi vinci”. Hillary Clinton confesó su participación en el crimen de guerra dos días después de salir de Libia. Gadafi debía llevar a la tumba sus pactos secretos con los defensores de los derechos humanos, como, por ejemplo, cuando en 2007 invirtió 65 millones de dólares en la campaña electoral de Sarkozy.
Aquella guerra, vendida como una liberación modélica del pueblo libio, dejó unos 70.000 muertos, muchos sepultados bajo las 40.000 bombas lanzadas por la OTAN, que de paso, destruyó la infraestructura del país, para luego reconstruirla con el dinero de las víctimas.
A continuación, algunos motivos reales de la guerra:
- La caída de Mubarak y Ben Alí generó en la OTAN el temor de perder la influencia en la estratégica Libia, que además es la principal reserva de petróleo de África. Ese “tesoro libio” por el que Francia e Italia se peleaban es de alta calidad, fácil acceso y está cerca de los mercados europeos. Sarkozy, a pesar de la crisis económica, gastó 200 millones de euros en esta guerra, hizo de Napoleón y se lanzó a la batalla apoyando a los opositores del Consejo Nacional de Transición libio a cambio de recibir el 35% del petróleo. Además, soñaba con la segunda reserva mundial de agua dulce (la primera es el lago Baikal en Siberia) que está situada bajo la superficie libia. Las empresas francesas controlan el 40% del mercado del agua.
- EEUU y sus socios europeos no podían admitir que Gadafi impulsara un Fondo Monetario y una moneda africanos perjudicando al dólar y al euro, sumidos en una profunda crisis. Es más, los bancos arruinados occidentales se hicieron con 150.000 millones de dólares y 144 toneladas de oro libios.
- Expulsar a China de Libia, de África. Unas 70 empresas chinas trabajaban en el sector de la construcción de puentes, infraestructuras de transporte y gasoductos. El actual gobierno ha suspendido sus contratos, abriendo su mercado a las empresas de construcción europeas como Alcatel-Lucent o Total.
- Establecer el dominio absoluto sobre el levante Mediterráneo (sólo falta Siria).
De esa forma la Alianza Atlántica se estrenó en Africa. Libia dejó de ser el único país del norte del continente no subordinado a EEUU. El Pentágono ya le ha integrado en el AFRICOM -sucursal de la OTAN-, a pesar de la protesta de Argelia. Desde allí podrá observar y canalizar los cambios políticos que se producen en la región e infundir miedo en los ciudadanos que piden democracia para que vean que la guerra es peor que una dictadura.
Conseguido el petróleo libio (e iraquí), Washington no sólo podrá regular la cantidad y el precio del mismo en el mercado, sino imponer su voluntad a Irán –otro país petrolero en la lista de ser asaltado-. Obama ha conseguido que Europa embargue el crudo iraní ahora que logra sustituirlo por el combustible libio e iraquí.
Libia puede ser "somalizada": el país, desde que el régimen centralista, tirano, próspero y semisocialista de Siad Bare fue derrocado en 1991 por los clanes armados, se desintegra sumido en el caos. Ya es un Estado fallido donde los “señores de la guerra” han provocado una crisis humanitaria descomunal. En Libia, hasta hace un año, no había hambruna, el 80% de la población estaba alfabetizado y tenía acceso a agua potable y a la sanidad. La esperanza de vida era de 79 años y la mujer tenía más derechos que en el resto de Africa.
El despotismo laico paternalista de Gadafi ha sido reemplazado por el totalitarismo y fanatismo religioso apoyado por los demócratas saudíes. Libia es el quinto país musulmán -después de Irak, Afganistán, Yemen y Paquistán- agredido por EEUU y sus aliados. En la lista también están Siria e Irán.
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