Apuntes iniciales sobre FSLN
Por Tomás Borge
Managua. Radio La Primerísima. | 30 abril de 2012
Este es un texto histórico. Escrito en 1981 y publicado por el Ministerio del Interior, Tomás Borge describe los principales eventos que marcaron la fundación, desarrollo y triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Ahora, en memoria del último sobreviviente de la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), publicamos el texto íntegro.
PRESENTACIÓN
La Dirección Política del Ministerio del Interior inicia la Colección "Perfiles" con este breve ensayo trabajado con el conocimiento y la práctica revolucionaria, junto con las experiencias de su constante batallar contra la oprobiosa tiranía somocista, del Comandante de la Revolución, Miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y Ministro del Interior, Tomás Borge Martínez.
Esta es una primera entrega de lo que será en el futuro un libro que el Comandante Borge está preparando en medio de sus ocupaciones diarias.
Estos apuntes iniciales están destinados a llenar un vacío hasta hoy existente y por tanto el presente trabajo constituye una fuente de consulta y estudio para los militantes del FSLN y de todos los combatientes del Ministerio del Interior en general. Seguramente será bibliografía de consulta para historiadores y estudiosos de Nicaragua y de otros países que ven en la Revolución Popular Sandinista una fuente de riqueza para los revoluciones de América Latina, a partir del camino transitado por un pueblo que luchó con su vanguardia hasta culminar con el triunfo el 19 de Julio de 1979, y que está construyendo con optimismo, aunque padezca sacrificios y limitaciones, un porvenir libre de opresiones y miserias.
PATRIA LIBRE O MORIR
COMANDANTE GUERRILLERO Y DE BRIGADA
OMAR CABEZAS LACAYO
JEFE DE LA DIRECCIÓN POLÍTICA DEL MINISTERIO DEL INTERIOR
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I. SANDINO AYER, HOY Y SIEMPRE
Quienes mataron a Sandino creyeron haber matado a la Revolución y creyeron haber matado hasta la posibilidad de la Revolución. Esta especie de superstición, parecida al fetichismo, de la cual todo mundo ha sido en alguna forma víctima, no es ajena a la dimensión con que se pretende situar a los individuos más allá de la historia o convertirlos en arquitectos exclusivos de la historia.
La otra cara de esta moneda grecorromana y un tanto escolástica es negar a ultranza el papel de los individuos en la historia. Sin embargo, la historia, -que no es un simple ruido, como afirmaba Montesquieu- se da bajo determinadas condiciones y está regida por leyes que actúan con independencia de la voluntad individual. Se equivocaron, por lo tanto, una vez más en este caso concreto, quienes pretendieron reducir al polvo de la amnesia a quien se convirtió en algo más que el arquetipo del pueblo nicaragüense. Las condiciones materiales que habían permitido a Sandino santificarse para señalar el camino de las luchas del pueblo siguieron vigentes después de su muerte con la dominación política y económica de los Estados Unidos; siguió vigente el egoísmo cotidiano de las clases explotadoras locales y desde luego la existencia de un instrumento de coerción: el ejército, que se puso el seudónimo de nacional. Por eso los disparos que mataron a Sandino no fueron un final sino el prólogo de un nuevo principio, de un salto que arranca con vocación de persistencia, al fundarse el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
La capacidad objetiva de la Guardia Nacional, instrumento de la dominación yanqui, fue el seguro de vida de la sobreexplotación contra el pueblo nicaragüense.
El dominio de este órgano brutal de represión y la muerte de Sandino convierten el período que va de 1934 a 1956 en un oscuro y triste paréntesis que se expresa en la práctica, como ya hemos dicho en otras oportunidades, aunque tal vez con otras palabras, en un descenso del movimiento revolucionario. El pueblo siguió luchando con terquedad, débil, desnutrido en lo orgánico y en lo ideológico. ¿Qué hacía falta en aquel momento? Hacía falta, sin duda, una dirección revolucionaria. Fue en toda esa época, la oposición burguesa la que suscribió la lucha contra el somocismo en un largo período de compraventa de la que siempre salió beneficiado el astuto y cruel padrino de la dinastía Somoza, Las condiciones objetivas -y ya nosotros y ustedes, nos hemos familiarizado con este tipo de conceptos- eran visibles y dramáticas: hambre, miseria, desnutrición, analfabetismo, inseguridad social, una cultura ridícula, dulzona e importada como los chiclets Adams. Las condiciones subjetivas, organización y conciencia eran invisibles por ser en aquel momento virtualmente inexistentes. Esta contradicción entre condiciones objetivas y subjetivas dio como resultado algo que marchó abriéndose paso como la luz en un túnel hasta que el pueblo descubrió que sin una vanguardia no era posible derrotar a la dictadura somocista.
II EL DESARROLLO CAPITALISTA DEL CAMPO
Con el cultivo del algodón a partir de la década del 50 se inician las tolvaneras y el complemento de toxinas importadas a la pobre y criolla alimentación de nuestros trabajadores agrícolas y se concreta históricamente el desarrollo del capitalismo en Nicaragua bajo la estrecha vía de la agricultura mono-exportadora, cuya estructura productiva está ligada a la demanda del mercado mundial capitalista. El algodón impuso el sello o le dio el carácter de agroexportadora a la economía nicaragüense y fue un síntoma importante en el proceso de desarrollo de las relaciones de producción capitalista en la agricultura; se acumularon excedentes que se aplicaron a la ampliación del área algodonera; a la construcción de algunas viviendas de mal gusto como pueden ustedes observar en León y otras ciudades de Nicaragua, a las visitas periódicas de estos algodoneros al museo del Louvre y a la formación de una parte del sistema financiero privado. Esto incidió en la consolidación del Estado y en el desarrollo de algunas actividades industriales y comerciales relacionadas especialmente con el deslumbrante e inestable mercado del algodón. El resultado necesario, que no fue posible contabilizar igual que las pacas del algodón en el Banco de América, fue una mayor polarización dentro de una realidad histórica que por regla general se quiere negar en los púlpitos y en las tertulias de la burguesía. Una polarización entre las clases explotadas y los explotadores, situándose en nuestro país en un extremo a la burguesía agroexportadora y los grupos comerciantes industriales y en el otro a los trabajadores agrícolas. Es así que se rotura el proceso de proletarización que se inició a fines del siglo XIX con el cultivo del café y que conllevó a una mayor concentración de las tierras y finalmente el desarrollo tecnológico de la producción algodonera, lo que a través del gobierno somocista y sus leyes trae como consecuencia la agudización de la lucha de clases entre explotadores y explotados.
III LA CRISIS ECONÓMICA DE 1956-63
La crisis económica del 56, iniciada desde luego en los mercados capitalistas, somete a la economía nicaragüense a las fluctuaciones cíclicas de la demanda externa, (descenso en el precio del café y del algodón y disminución de los volúmenes de exportación). La crisis del modelo agroexpotador golpea las tasas de ganancias y acrecienta el malestar popular. Sin embargo, el proletariado agrícola y semi-proletariado, nacidos junto con las motas del algodón, así como el incipiente proletariado urbano, no son capaces todavía de responder colectivamente a la represión y a la miseria. Eso explica por qué no hay una organización política con lucidez estratégica para rebasar el estancamiento, el mutismo y la inanición.
Dentro del marco de estas condiciones es que se produce el ajusticiamiento de Somoza García, el viejo, por Rigoberto López Pérez, quien el 21 de Septiembre de 1956 marcó el principio del fin de la dictadura, de acuerdo con la voluntad expresa del héroe, lúcidamente explicada, por cierto, por Carlos Fonseca y complementada esta explicación, por José Benito Escobar. Después de Rigoberto, 20 movimientos armados se suceden a lo largo de la crisis rompiendo este paréntesis fatal.
A partir de los años 60 se comienza a impulsar el proyecto de integración económica centroamericana. Dicho proyecto se inscribe, con una sonrisa más amplia que los recursos comprometidos, con la estrategia desarrollista cuyo intento de frenar el auge insurreccional fue infinitamente menos eficaz que los errores derivados de las concepciones mecánicas de los revolucionarios de América Latina entusiasmados y deslumbrados por la victoria de la Revolución Cubana.
La Alianza para el Progreso correspondía a un nuevo período expansionista de la inversión extranjera norteamericana. Esta se dirigía ahora principalmente al sector industiral ya que la concepción original del Mercado Común Centroamericano procedía de la CEPAL y su concepción desarrollista de como superar el subdesarrollo. Los planes iniciales concibieron un desarrollo industiral equilibrado. Este proyecto abstracto fue rápidamente distorsionado por las condiciones que impuso el financiamiento. El Mercado Común no era más que el marco político institucional que permitía el traslado y reubicación del capital local y extranjero en el sector industrial como un intento de solidificar las bases de acumulación de ese sector. Intento distorsionado porque dentro de la estrategia integracionista no se contemplaba la Reforma Agraria y la redistribución del ingreso como una pre-condición del desarrollo industrial.
IV CONDICIONES INMEDIATAS PARA LA CREACIÓN DE LA VANGUARDIA
La acción de Rigoberto, tal como se ha repetido muchas veces, no fue un acto terrorista, pero no podemos resignamos a decir eso nada más, hay que decir también que obedecía a las condiciones del subdesarrollo y atraso económico y cultural bajo las cuales se tiende a individualizar los conflictos sociales. A una expresión individualizada tan dramática como la de Somoza correspondía en aquel momento una respuesta de ese mismo carácter, esto explica también el por qué una dictadura personal militar era el instrumento adecuado para garantizar la dominación extranjera y oligárquica.
La acción de Rigoberto puso de manifiesto que el dictador no era físicamente invulnerable y ello constituyó el primer paso para que la conciencia del pueblo llegara a captar las fuerzas sociales que se esconden detrás del poder aparentemente personal.
La acción de Rigoberto, génesis de acciones populares y movimientos armados, fue la primera parte del novenario con que respondió nuestro pueblo al alegre y canibalesco liderazgo de la oposición burguesa, el reinicio del movimiento popular y los primeros movimientos que se dan alrededor del enorme sepulcro de Sandino antes de su resurrección. La Revolución cubana, como lo observa Carlos Fonseca influyó en Nicaragua aún antes de su culminación victoriosa. Como lo señaláramos en el librito "CARLOS, EL AMANECER YA NO ES UNA TENTACIÓN": "La victoria de la lucha armada de Cuba más que una alegría es el descorrer de innumerables cortinas, fogonazos que alumbran más allá de los dogmas ingenuos y aburridos del momento. La Revolución cubana fue ciertamente, un escalofrío de terror para las clases dominantes de América Latina y un violento atropello a las de repente tristes reliquias con las que habíamos iniciado nuestros altares. Fidel fue para nosotros la resurrección de Sandino, la respuesta a nuestras reservas, la justificación de los sueños, de las herejías de unas horas atrás". Pero las acciones represivas de la dictadura sólo eran la expresión a nivel político de uno de los rostros de la contradicción. Las clases populares buscaron, entre gritos recién estrenados, su expresión política en Juventud Patriótica, huelgas magisteriales, huelgas obreras, manifestaciones estudiantiles, tomas de tierras, creación de sindicatos y confederaciones obreras y campesinas y poco después en esa especie de preámbulo que se llamó Nueva Nicaragua.
En esta agitación popular se incluyeron sectores que nunca se habían manifestado abiertamente en contra del régimen somocista. La agitación puso de relieve la incapacidad congénita de la burguesía nicaragüense o más exactamente la ausencia de una burguesía nacional con capacidad para asumir la dirección del movimiento antisomocista. Los movimientos armados cubrieron de sangre y reiteración la geografía nicaragüense aunque no lograron incorporar en aquel momento a todo el pueblo a la lucha armada. Tratamos de explicarlo por la diversidad de la composición social, ideologías y programas políticos de los grupos guerrilleros. Hasta ese momento no había una teoría que permitiera determinar las fuerzas en conflicto jerarquizándolas estratégica y tácticamente.
V LA NECESIDAD DE UNA VANGUARDIA
Todas las acciones espontáneas con que las masas iluminaron esta fase inicial de ascenso revolucionario, nos sirvieron para detectar el potencial revolucionario del pueblo nicaragüense y se puso de relieve la carencia de una dirección y de una organización revolucionaria. Sin una vanguardia el potencial revolucionario no podía convertirse en un poderoso puño popular capaz de derribar a la dictadura somocista. De todo ello se dedujo el requerimiento de esa vanguardia que pudiese dar forma organizativa a la transpiración, cólera e intuición del pueblo. En esta fase de ascenso existían -repito- condiciones económicas para la creación de la vanguardia revolucionaria. Sobre la base de estas condiciones objetivas también se habían venido forjando algunas condiciones subjetivas a las que faltaba una ideología o una teoría que las ordenara o le diera coherencia, y por lo tanto, capacidad de aglutinamiento.
VI FUNDACIÓN DEL FSLN
En Julio del 61 surge el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Este acontecimiento histórico significó la alternativa popular opuesta a la alternativa burguesa reformista en la lucha contra el somocismo. No podemos hablar de una vanguardia sin una teoría de vanguardia. Al referirnos a la creación de la vanguardia debemos subrayar el rescate que Carlos Fonseca hizo de Sandino y de sus ideas revolucionarias. Carlos vio en Sandino y sus ideas no un símbolo etéreo, no un símbolo abstracto, sino la guía para la comprensión de la realidad nicaragüense y su transformación revolucionaria.
Podríamos decir que el pensamiento de Sandino se resume en dos grandes ideas rescatadas por Carlos Fonseca:
Sólo los obreros y campesinos son capaces de luchar hasta el fin contra el imperialismo y sus representantes políticos locales. Con esto la intuición de Sandino captó ante todo el carácter clasista del movimiento revolucionario, la lucha de clases como motor de la historia. Además de señalar a los obreros y a los campesinos como los sujetos fundamentales de esta lucha, captó la forma popular que necesariamente debía de adoptar el movimiento revolucionario en Nicaragua.
En las condiciones económicas, sociales y políticas de Nicaragua la lucha armada era la única vía que podía conducir hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. Dicho desde ahora, esto parece una afirmación demasiado obvia, pero en aquel momento cuando las contradicciones conceptuales estaban jugando su papel, era muy importante rescatar esta idea esencial de Sandino: "La libertad no se conquista con flores sino a balazos", dijo el General y esto se convirtió para nosotros en un hermoso lugar común, en un axioma para la formación de un ejército popular, inicialmente guerrillero, para la conquista de la liberación nacional y con la base de granito, suficiente desde el punto de vista de la conciencia, para la defensa de la soberanía nacional.
En estas dos grandes ideas se resume la estrategia que nos condujo a la victoria: la combinación de la lucha guerrillera con el movimiento de masas, a través de una dialéctica en la cual los guerrilleros se convirtieron en pueblo y el pueblo en ejército.
Estas ideas eran ineludibles, de raíces enterradas en Nicaragua, conjugadas con la teoría revolucionaria con que se sintetizan las experiencias de todas las revoluciones. Y fue la aplicación de esta concepción, sin dogmatismos y creadoramente la que condujo a que un puñado de hombres revolucionarios fundaran el Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1961. El surgimiento del Frente Sandinista confirmó la veracidad de las palabras de Sandino cuando afirmó: "Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte, y si morimos no importa, nuestra causa seguirá viviendo, otros nos seguirán". La causa de Sandino efectivamente había seguido viviendo y el Frente Sandinista no hacía más que asumirla bajo condiciones materiales distintas y bajo la guía de una teoría revolucionaria. La causa de Sandino desafió peligros, traiciones, convirtió a los vacilantes en estatuas de sal. La causa de Sandino sigue y seguirá viviendo.
VII PRIMERAS EXPERIENCIAS DEL FSLN
A. Río Coco y Bocay (1963)
La lucha armada se inicia con la guerrilla del Río Coco y Bocay en 1963 y fue la primera acción preparada por un grupo revolucionario más o menos homogéneo desde el punto de vista militar, más o menos homogéneo desde el punto de vista político-ideológico; es decir, las contradicciones inevitables que surgen en todo movimiento revolucionario no eran de principios, aquellos hombres estuvieron unidos primero por las concepciones ideológicas, después por las terribles privaciones que pasaron en las amargas horas de la lucha armada inicial y finalmente por las rachas de pesimismo que suelen atenazar a los hombres en los momentos más difíciles y por el optimismo básico inicial que supo imprimir en aquellos momentos cruciales nuestro hermano Carlos.
Téngase en cuenta que en esa época en América Latina se había divulgado una interpretación esquemática de la Revolución cubana que aislaba la guerra de guerrillas del movimiento de masas. Nos hemos referido ya a la concepción distinta de que partía el Frente Sandinista de Liberación Nacional y este tema alguna vez debería estudiarse para analizar un tanto la lucha de los pueblos en América Latina, sus dificultades, sus fracasos, sus logros. Sin embargo la unidad entre la teoría y la práctica no es algo que se da cíesele el comienzo y de una vez por todas, sino que es algo que es preciso conquistar a través de la lucha misma, y este principio lo tuvo que reconocer la vanguardia desde este primer momento, desde esta primera experiencia armada. En río Coco y Bocay se había preparado una mínima infraestructura de masas en apoyo a la guerrilla, no dentro de la zona donde se inició la lucha guerrillera, porque algunos esfuerzos que se hicieron en ese sentido, se estrellaron contra la terquedad de algunas concepciones mecanicistas y aunque algunos lograron concebir la necesidad de condiciones adecuadas antes del inicio de la guerrilla en las regiones aledañas al Río Coco. Sin embargo se hizo un esfuerzo por el lado de Wiwilí precisamente; esfuerzo que no se supo aprovechar y fueron razones de otra índole donde tuvo que ver el buen o mal humor de alguien y la naturaleza de la incidencia de las lluvias y otros factores los que condujeron a la guerrilla a una zona cuyo territorio no había sido explorado previamente y donde había una población que no había sido trabajada políticamente. El error táctico dentro de una concepción general acertada, se convirtió para nosotros en una primitiva y difícil escuela que nos reafirmó lo justo de la concepción general y reveló desde el comienzo la importancia del trabajo entre las masas y con las masas. La experiencia del Río Coco y Bocay constituyó una derrota; no exactamente una derrota desde el punto de vista militar, porque los principales problemas que se tuvieron ahí no se originaron en los encuentros armados, sino precisamente en la ausencia de condiciones inmediatas sobre el terreno para la supervivencia de la guerrilla. No existían líneas de abastecimiento, la naturaleza es muy inclemente ahí, y se carecía hasta de comida, de ropa y finalmente de armas, lo que condujo, pues, a la decisión de regresar a la base original. Pero esta experiencia coincidió e incidió también con un descenso temporal del movimiento antisomocista. Esto se debió, además, a que en el plano económico se da un período de auge, la mejor época del somocismo desde ese punto de vista, que fue aprovechado a cabalidad por los grupos más dinámicos de la burguesía. Tales grupos eran capaces de combinar sus intereses agroexportadores y comerciales con la nueva coyuntura de industrialización ligada a la política económica estatal.
En lo político los condicionamientos de la nueva estrategia desarrollista del imperialismo para América Latina, la llamada Alianza para el Progreso, que algunos de ustedes quizás ya ni siquiera recuerden, fue la respuesta que dio Kennedy a la Revolución cubana en América Latina, pero de todas maneras esta famosa Alianza que fue tan publicitada incidió en alterar la fachada externa de muchos lugares en América Latina y en lo que se refiere a Nicaragua le dio cierto ropaje a la dictadura somocista. Así, surge como variante de la forma de dominación política de la dictadura, este régimen civilista y maquillado de René Schick, cuya estadía en el poder posibilita más que nada la reorganización de la política burguesa en el marco de una lucha estrictamente electoral. Esta situación produjo cierto pesimismo en lo que respecta a la posibilidad de darle continuidad a la lucha armada, pero ya el FSLN existía con su voluntad de lucha, y se había organizado más allá de los factores extra guerrilleros a diferencia de otras agrupaciones de América Latina que habían sido constituidas como agrupaciones exclusivamente guerrilleras, y que al desaparecer como guerrilla desaparecerían como organización. Nosotros nos expandimos más allá de una concepción guerrillera, rebasamos ese límite, y al desaparecer temporalmente la guerrilla continuó existiendo el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Las maniobras civilistas no podían tener éxito dadas las condiciones del proceso económico que pretendía superestructural- políticamente y en efecto la descomposición creciente del sistema y el ascenso revolucionario que se había iniciado en el 56 con el ajusticiamiento de Anastasio Somoza trajeron como resultado el fracaso de dichas maniobras 10 años después. Ello condujo a la dictadura a optar por la alternativa militar con el propio Somoza a la cabeza en el 67, sobre todo después de las actividades del 22 de enero, que se desnuda por completo la voluntad represiva de la dictadura somocista que tiene su culminación precisamente en la masacre del año 67 cuando don Fernando Agüero todavía andaba repartiendo sonrisas y promesas falsas.
La Vanguardia convirtió la derrota militar del año 63 en una escuela. La corrección de sus errores le permitió sobrevivir y crear algún tiempo después cierto aparato clandestino en las ciudades, logró realizar alguna propaganda armada, golpes económicos, difundir materiales Sandinistas, siempre hermosos, algunos de ellos ingenuos pero no carentes de determinadas profundidad que sabía imprimirles Carlos Fonseca; montar pequeñas escuelas de entrenamiento. La experiencia del Coco o Wankí, como le llaman los miskitos, y Bocay constituyó una derrota lo cual coincidió con un descenso temporal del movimiento antisomocista, sin embargo, logró establecerse entre 1963 y 1966 cierto contacto con las masas en barrios, centros laborales, medios estudiantiles y sindicatos en el campo. Este trabajo entre las masas fue llevado a cabo no sólo a través de los organismos intermedios del FSLN, tales como los Comités Cívicos Populares, el famoso Frente Estudiantil Revolucionario (FER), sino también a través de una alianza temporal con el Partido Movilización Republicana, que dejó de existir poco después y el Partido Socialista Nicaragüense que todavía sigue existiendo.
A partir de 1967, el FSLN estableció un contacto directo con el pueblo utilizando para ellos sus propios mecanismos fundamentales clandestinos desde donde se desarrollan los mecanismos abiertos.
B. PANCASAN (1967)
En el curso del año 1966 el FSLN, procede a la preparación de la acción guerrillera de Pancasán y sale un comunicado firmado por dirigentes del Frente Sandinista, entre las cuales estaba la firma de la Compañera Doris Tijerino que se firmaba Conchita Alday. En esta experiencia por primera vez la guerrilla logró desprenderse del carácter invasionista que la había definido, porque en Pancasán las acciones armadas fueron organizadas no en Honduras, sino en las montañas del centro del país. Es en Pancasán y Fila Grande donde se centran los trabajos de la preparación guerrillera con el apoyo de campesinos de la región y donde empiezan a destacarse compañeros como Oscar Turcios y Rigoberto Cruz, que ya había estado, este último, en la incursión armada del año 63 y otros compañeros. En esta jornada la vanguardia sufrió una derrota militar que después analizara con mucha propiedad Ricardo Morales y cuando nosotros empecemos a analizar más profundamente esta historia vamos a tener en cuenta toda esa bibliografía que recoge esas situaciones. Sin embargo esta experiencia tuvo un significado inmenso para la lucha revolucionaria; se reafirma la lucha armada al confirmarse la imposibilidad de lograr el derrocamiento de la dictadura militar por medios pacíficos. Cuando digo se reafirma, es que el pueblo nicaragüense adquiere conciencia de que sólo la lucha armada es la única capaz de derrotar a la dictadura somocista. Esto significa un total descrédito para los llamados métodos cívicos de lucha, que después fueron famosos a pesar de todo, desde los púlpitos de nuestras Iglesias católicas de parte de algunos jerarcas, que siempre insistieron en la necesidad dé la lucha cívica hasta en los últimos momentos de la dictadura somocista. Sin embargo en la conciencia del pueblo esta posición se desacredita y adquiere fuerza el requerimiento de la lucha armada.
El 22 de enero la oposición burguesa conduce al pueblo a la masacre y se inicia, el último capítulo de la vigencia de la burguesía, como sector social rector de la lucha antisomocista en nuestro país. Ese día junto con los campesinos que murieron se sepulta la posibilidad de que la burguesía, nicaragüense pueda conducir la lucha antisomocista en nuestro país. No sólo por lo que ahí ocurrió, sino que después de la masacre de centenares de nicaragüenses, esta oposición burguesa se replegó cómodamente y pactó con el régimen somocista. En el año 1971 Fernando Agüero firmó un pacto político con Somoza, que le llamaron el Kupia-Kumi. Y el objetivo fundamental de ese famoso pacto Kupia-Kumi, firmado por Somoza y Agüero, no era recuperar la paz en Nicaragua, que desde el punto de vista de las posibilidades de la burguesía, no estaba de ninguna manera en peligro, significó el proyecto de aplastar el movimiento revolucionario nicaragüense. Es por eso que pese a la derrota militar que significó Pancasán y Fila Grande, para el Frente Sandinista esta lucha tuvo un inmenso significado ya que logró arrancar definitivamente del pueblo nicaragüense la influencia, convenciéndolo, a pesar de que eran cuatro pelagatos los que en aquel momento encabezaban la lucha, de que la nuestra era la única organización verdaderamente capaz de representar los intereses populares, y la única fuerza capaz de enfrentar en serio a la dictadura somocista, lo cual elevó la autoridad moral y el prestigio político del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ya para este período el Frente Sandinista ha logrado la creación del destacamento de vanguardia que sobrevive a pesar de los golpes serios que recibimos. Ustedes recuerdan que por el lado de Pancasán masacraron a un grupo de compañeros entre los cuales estaba Silvio Mayorga y no hubo ningún sobreviviente en esa escuadra guerrillera que dirigía Silvio y donde estaban concentrados una serie de cuadros extraordinariamente valiosos del Frente Sandinista, entre ellos Rigoberto Cruz, el Chelito Moreno y otros, para no mencionarlos a todos. Ya teníamos un aparato clandestino en la ciudad, lo cual nos permitía alguna propaganda armada y actos de recuperación económica, que nos ayudaban a soportar la enorme escasez de recursos que teníamos en aquel momento.
Había días en que los combatientes en la clandestinidad no tenían ni para el pan nuestro de cada día, ni para la tortilla, tampoco había recursos para transporte, para llevar las cosas a las montañas y no había recursos para mantener a los guerrilleros y el extraordinario espíritu de sacrificio que tuvieron algunos compañeros en ese momento al igual que lo habían tenido antes, en el 63, es digno de ser recogido en las páginas de la historia de nuestra organización. Ya tenía cierta difusión política la propaganda Sandinista, ya habíamos hecho algunas pequeñas, muy pequeñas escuelas de entrenamiento, que después de la acción del 27 de diciembre adquirieron un nuevo nivel, ya habíamos puesto a prueba los incipientes mecanismos de contactación con las masas a través de lo que nosotros empezamos a llamar, creo que desde aquel entonces, organismos intermedios, los Comités Cívicos Populares y el FER, que desempeño un papel extraordinariamente importante.
En 1967, hicimos un esbozo de programa y unos estatutos y apuntes sobre la línea estratégica del Frente Sandinista, que posteriormente sirvieron de base para un mayor desarrollo de este programa y de estos estatutos. Ya, incluso, teníamos actividad internacionalista, porque fue en ésta época que muere heroicamente en defensa de los intereses del pueblo palestino el compañero Patricio Argüello, ya estaba incorporado también como expresión internacionalista a nuestras filas el compañero Víctor Tirado López. Ya hemos hecho un análisis crítico de la concepción del foco guerrillero, que despertó tanto entusiasmo entre los combatientes por la liberación nacional en América Latina y que Carlos Fonseca y todos nosotros vimos con algo más que suspicacia. Este análisis crítico nos fue de mucha utilidad para encontrar un camino adecuado en la estrategia.
VIII ETAPA DE ACUMULACIÓN DE FUERZAS EN SILENCIO (1970-74)
Después de Pancasán el Frente Sandinista se replantea la lucha guerrillera, la creación de un frente en las montañas de Matagalpa y Zelaya, y aunque hubo cierto reordenamiento en nuestras filas, no se abandona la idea del combate guerrillero y se empiezan a preparar condiciones en las montañas. Se logran crear también dentro de esta misma concepción algunas unidades de combate tácticas en la ciudad. Sin embargo, la alimentación de estas columnas guerrilleras y su supervivencia exigían o requerían una ligazón estrecha con los barrios, con los sindicatos, por eso es que el Frente Sandinista empieza a desplegar un trabajo de penetración en distintas ciudades del país especialmente en León pero también en Managua, en Masaya, en Matagalpa, en Chinandega. El objeto de este trabajo fue organizar a los barrios para que lucharan por mejores condiciones de vida a partir de reivindicaciones inmediatas, es decir, luchando por el agua, por la luz, los servicios médicos etc., sin caer en el reivindicalismo, en la reivindicación como fin. A diferencia de otros grupos que convertían la reivindicación en un objetivo en sí mismo, para nosotros realmente era un medio para buscar, detectar dentro del pueblo a sus mejores hombres e inculcarles a esos hombres que debían organizarse para la toma del poder. Eso es algo muy importante, porque nosotros tuvimos olfato de poder desde el primer momento y ese olfato lo fuimos desarrollando y trasmitiendo a nuestros cuadros aún cuando los captáramos a través de las luchas reivindicativas. Se trataba en fin de lograr un vínculo estrecho entre el trabajo en los barrios y el trabajo en la montaña al cual se le proporcionaban en aquel momento los mayores esfuerzos.
Debido a estos últimos, la vinculación con las masas se mantuvo a través de los organismos intermedios como el FER y a través de las movilizaciones masivas para la libertad de los preso políticos. Alrededor de la lucha por la libertad de los presos políticos nos pusimos en contacto con los más sensibles y combativos núcleos cristianos dentro del movimiento estudiantil y estábamos conscientes en esa época de que esas banderas que levantábamos o que levantaba el movimiento estudiantil eran banderas del Frente Sandinista y esas banderas había que sostenerlas y así se fue forjando el carácter de la lucha, forjamiento que se expresó a lo largo de toda esa historia en hechos extraordinariamente heroicos, como el de Julio Buitrago, porque Julio Buitrago no es una anécdota; Julio Buitrago no es un hecho aislado; Julio Buitrago es la respuesta de toda una filosofía y de toda una actitud frente a la vida; Julio Buitrago, no actúa como actuó tan solo porque él tenía valor personal, claro que lo tenía sino porque es la respuesta, el resultado de toda una concepción, de toda una actitud en la lucha revolucionaria y así como los que estaban en huelga de hambre no cedían a la tentación del alimento para conquistar algo, tampoco los que ofrecían resistencia al enemigo cedían ante el peligro y eran capaces como Julio de ofrendar su vida sin vacilación alguna. Fue creándose un estilo que en definitiva logró transmitirse a todo el pueblo. Estas movilizaciones a las que me refería, producto de un amplio trabajo de masas que realizó la vanguardia durante los años del 70 al 75, fueron el factor que hizo posible salvarle la vida a muchos compañeros que estaban prisioneros. En esta etapa la Vanguardia actuaba sin presentar deliberadamente combate a las tropas somocistas, sino solamente con la táctica de esquivar el combate. Este respondía a la estrategia militar adoptada en esos años que consistía en acumular tuerzas pero sin aparecer públicamente y la de no presentar combate más que en los casos que ello fuera inevitable. Se trataba de combatir no cuando el enemigo quisiera, sino cuando la Vanguardia lo considerara conveniente. Aquella etapa es hoy muy ampliamente conocida como acumulación de fuerzas en silencio.
IX DICIEMBRE VICTORIOSO: ROMPIMIENTO DEL SILENCIO
Acumulación de fuerzas en silencio que fue rota el 27 de diciembre de 1974 por el Comando Juan José Quezada, dirigido por el Comandante Eduardo Contreras, Miembro de la Dirección Nacional del FSLN, acción que asestó un duro golpe a la dictadura militar somocista; y yo enfatizo lo del Comandante Eduardo Contreras, porque por ahí he visto algunos escritos donde se dice que esta acción fue dirigida por Germán Pomares y por Eduardo Contreras, y nosotros debemos de ser fieles a la verdad histórica. Gemían Pomares tiene suficientes méritos para que le atribuyan acciones en las que él no tuvo la responsabilidad que se le atribuye, porque Gemían Pomares es mil veces héroe y el Comandante Eduardo Contreras fue quien tuvo el mérito de haber dirigido esa acción. Debemos tener la decencia de estar por encima de cualquier resabio sectario, acumulándole a otros el honor de haber realizado la jefatura de una acción que no realizó. Digo esto, porque este es un caso que puede reproducirse en otros aspectos. Eduardo Contreras, al dirigir este comando tuvo una virtud, que consistió en que no se quitó el antifaz y permaneció en el anonimato hasta que el enemigo descubrió por su propia cuenta quien era, a diferencia de algunos otros que en cuanto pudieron y tuvieron la menor oportunidad se quitaron el antifaz para que todo mundo los mirara como a los graneles chavalos, como los grandes héroes de la película. Y con la toma por asalto a la casa de un somocista, la Vanguardia rompió la etapa de acumulación de tuerzas y con la acción del 27 de diciembre del 74 aceleró el proceso de descomposición del régimen y el desarrollo del Frente Sandinista; en efecto, puso de manifiesto la fragilidad de la dictadura al verse ésta obligada a liberar a los presos y a publicar un pronunciamiento revolucionario por la radio y la televisión y hasta en el periódico, a entregar un millón de dólares y a ceder un avión que transportó al comando victorioso y a los reos liberados a Cuba.
Estos logros del FSLN, atestiguan que nuestra organización era la única fuerza de Vanguardia que tenía nuestro pueblo y también fue importante porque tuvo una enorme repercusión internacional, que contribuyó en alguna medida al aislamiento de la dictadura y a que fuese conocido mundialmente y se acrecentase el prestigio internacional del Frente Sandinista. Incluso hombres como Torrijos empezaron a vernos con mayor atención y a prestarnos ya alguna ayuda y hasta nuestros amigos estratégicos empezaron a fijarse con más seriedad en nosotros.
X PRESENCIA POLÍTICA DEL FSLN
Desde el 75 la lucha popular, pese a la represión somocista no sólo se mantuvo, sino que se fue intensificando más y más. En lo que respecta a la Vanguardia, la represión no permitió realizar acciones militares de envergadura y fue una época dolorosa porque cayeron valiosísimos militantes del Frente Sandinista, entre ellos nada menos que Carlos Fonseca, al día siguiente, el mismo Eduardo Contreras, luego ese gran combatiente que se llamó Carlos Agüero, el campesino Jacinto Hernández, Pedro Aráuz, Carlos Roberto Huembes, Filemón Rivera, Mauricio Duarte, René Tejada, la compañerita Arlen Siu, Edgard Munguía, Crececio Rosales, Augusto César Salinas, Bonifacio Montoya, entre otros muchos. La muerte de Carlos por supuesto fue interpretada como un triunfo por la reacción y la dictadura, se consideró que con su muerte prácticamente cesaba la lucha Sandinista. Se vuelve a repetir el fenómeno: cuando muere Sandino creen que ya terminó todo para Nicaragua, que Nicaragua va a ser la eterna colonia de los norteamericanos. Muere Carlos Fonseca y se considera, que ya el Frente Sandinista está liquidado para siempre. Me acuerdo yo con qué cara de triunfo llegaron a decírmelo cuando estaba en la cárcel, pensaban que estábamos locos, porque nosotros insistíamos en que el triunfo todavía era nuestro. Por eso es que cuando nosotros dijimos en la cárcel: "Carlos Fonseca es de los muertos que nunca mueren", lo que quisimos decir es que las clases revolucionarias no mueren, los obreros y los campesinos son inmortales como su proyecto histórico, eso fue, lo que quisimos decir. Carlos no podía morir porque era una síntesis, una idea no sólo inteligible sino madura para la cosecha; Carlos murió, pero no murió, eso es lo que no entendían nuestros enemigos. Carlos no murió, porque son los pueblos los que hacen las revoluciones; no son otra cosa que la resurrección de los héroes.
A primera vista, sin embargo, los resultados de la represión justificaban las ilusiones de los Guardias Nacionales y de la reacción. Las necesidades de una lucha organizada habrían impuesto una especie de división del trabajo que distribuía a los militares del FSLN, en actividades complementarias en la montaña y en la ciudad y en lo que respecta al trabajo con las masas. Los golpes de la dictadura convirtieron esta división del trabajo en un relativo aislamiento de sus diversos elementos entre sí. Y la percepción de la realidad a través de experiencias distintas condicionadas por esa división del trabajo, sobre la base del aislamiento condujeron, entre otros factores, a la formación de tres tendencias en el seno del Frente Sandinista de Liberación Nacional, a las cuales, según yo entiendo, nadie las quiere mencionar en las escuelas, como que si hubiesen sido un pecado mortal y yo creo que eso forma parte de nuestra historia y tenemos que hacer el esfuerzo por analizarlas. Porque yo he visto algunos documentos nuestros donde se analiza la historia de nuestra organización y parece que nunca hubo tendencias internas dentro del Frente Sandinista. ¡Y las hubo! Y todo mundo lo sabe, además. Hay que analizar esta experiencia y nosotros pensamos que el factor del aislamiento es uno de los elementos que contribuyó, entre otros, a la existencia de esas tendencias; porque la existencia de las tendencias no deteriora la imagen de la Revolución. Lo grande de esta Revolución es que hayamos sido capaces de unirnos a pesar de las tendencias y hayamos dado el ejemplo a los pueblos de América Latina de los que significa la madurez de los revolucionarios nicaragüenses. Eso es lo grande y lo importante de nuestra experiencia, y por lo tanto, para resaltar esa grandeza tenemos que decir que estuvimos divididos en algún momento de nuestra historia, pero que tuvimos la madurez suficiente para unificamos.
Sólo quienes ignoren que el movimiento histórico se desarrolla a través de contradicciones, y quienes ignoren que una organización política no es más que el instrumento que la lucha de clase, podrían concluir que con esto el Frente se disolvería en fracciones que dispersaría las luchas populares en acciones aisladas sin ningún efecto de magnitud sobre la dictadura. En realidad las tres tendencias seguían reivindicando el nombre del Frente Sandinista y el Pueblo nunca dejó de reconocer más que a un Frente Sandinista y todos los compañeros saben que los compañeros combatientes de las tres tendencias de aquel momento gritaban: ¡Patria Libre o Morir! Y luchaban en las mismas trincheras y derramaban juntos su sangre. ¿Qué extraño tiene entonces que nos hayamos unido?
Por eso la necesidad de la unidad en un plano superior que sintetizara las experiencias distintas, ya estaba colocada como una primera piedra con la continuación del movimiento popular. En las ciudades se prosiguieron las huelgas de hambre por los reos políticos y se agudizaron los problemas laborales, como producto del entreguismo a mayores niveles de nuestra economía y de la voracidad del capital extranjero; continuaron los movimientos de protesta a favor de los derechos humanos, se dieron tomas de tierras en Tonalá, Sirama y San José de Obraje, como respuesta al despojo masivo de los campesinos de occidente. Los militantes Sandinistas impulsaron campañas de alfabetización, proyectos de mejoramiento comunal movimientos juveniles y culturales, incluso el movimiento Gradas fue considerado como un organismo intermedio que nos ligaba a las masas y todo esto tenía el objetivo de proyectarse en los diferentes sectores sociales. En el exterior, en diferentes países, se crearon Comités de Solidaridad con el pueblo nicaragüense, impulsado por militantes de la Vanguardia.
Como respuesta al empuje popular, la reacción y el imperialismo activan el Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA). A Nicaragua llegaron -desde luego, en el tiempo de Somoza- asesores militares brasileños, colombianos, centroamericanos, vietnamitas -del Vietnam reaccionario de entonces- y desde luego, yanquis, para aplastar la lucha armada del pueblo nicaragüense.
XI INICIO DE LA OFENSIVA ININTERRUMPIDA: Octubre de 1977
El descenso relativo en que cayó la vanguardia en el plano militar después de 1974, se interrumpe en 1976 con la ofensiva Sandinista que se inicia con la toma del cuartel San Carlos, continúa con la toma del poblado de Mozonte, el ataque al cuartel principal de Masaya y la toma del cuartel de San Fernando.
Octubre de 1977 ocurre gracias a una modalidad de carácter ofensivo que se da a la lucha armada en un momento en que la crisis del somocismo es muy aguda. Esta crisis aguda del somocismo se inició después del terremoto de 1972 y se acentuó aún más después de 1974. La corrupción del somocismo aunque afectó en lo fundamental a las masas, también tocó los intereses de la burguesía pequeña y media, lo que produjo la ampliación de la base opositora a la dictadura. A esto hay que agregar que los mismos sectores empresariales comenzaron a perder la confianza en la capacidad de Somoza; es decir, Somoza empezó a ser un obstáculo en el desarrollo capitalista de Nicaragua, incluso para la preservación del orden burgués y el cada vez mayor cuestionamiento internacional del régimen por su política torpe y represiva. Inclusive, como en las condiciones particulares de nuestro país, la familia Somoza y sus allegados tenían una gran voracidad de riqueza y de poder, empiezan a utilizar los aparatos del Estado, en beneficio de ese apetito empieza a crecer la dictadura somocista con toda su proyección económica en desmedro de un sector amplio de la burguesía afectada por esta imposibilidad de Somoza de repartir todas las riquezas del país en iguales partes entre toda la burguesía.
Las exenciones económicas, la facilidad de préstamos bancarios, el contrabando inclusive, en beneficio de un sector minoritario provoca contradicciones con un sector de la burguesía que tiende a sustituir la ausencia de facilidades, a modernizarse y esta contradicción económica se expresa después en términos políticos y es por eso que nosotros escribimos una carta desde la cárcel diciendo: "Está a punto de aparecer un partido de la burguesía, aunque ya es demasiado tarde para ella". Poco después surge un partido, conocido como el MDN, que efectivamente llegó demasiado tarde. La burguesía, realmente no tenía un partido. El partido liberal era un partido de los Somoza que respondía a intereses de una oligarquía muy centralizada alrededor de una familia y el partido conservador era de los terratenientes, una especie de partido de la antihistoria. Un partido moderno de la burguesía no había aparecido en este país y ni siquiera llega a ser un siete mesino, y al fin y al cabo no logra sobrevivir sino artificialmente a través del cordón umbilical que lo une al imperialismo.
Atrapada la burguesía entre la voracidad del imperialismo que bajo las circunstancias de la crisis le reducía su cuota de ganancias, la pérdida de actividades económicas a favor de los grupos somocistas (construcción, seguros, urbanización, banco, financiadores, etc.) y el auge de la lucha popular no le quedó a esa clase más alternativa que la de cambiar desesperadamente de ropaje y tratar de ganar la dirección de la lucha antisomocista. ¿Pero qué podía hacer un siete mesino en aquel momento? Los Róbelo y demás señores del COSEP fueron conducidos por la fuerza de los hechos a incertarse dentro del esquema de desarrollo -que para ellos fue una especie de camisa de fuerza- de la lucha popular.
Mientras la dictadura perdía terreno tanto nacional como internacionalmente la guerrilla libraba una tenaz lucha con el objetivo de contrarrestar la iniciativa militar que desde finales de 1975 el somocismo le había arrebatado. Esta actividad guerrillera conjugada con la actividad diaria desplegada por el FSLN, a nivel nacional motivó el fracaso de los planes del enemigo orientadas a la eliminación de la Vanguardia.
Ante la aguda crisis de la dictadura somocista, el imperialismo y la reacción maniobraron con el objetivo de darle una salida a la misma. Con este fin buscaron como hacerle ciertos ajustes al sistema somocista pero sin tocar para nada las bases de sustentación del sistema: el poderío económico y la guardia nacional. Fue así como Somoza se vio obligado a levantar el estado de sitio y la ley marcial y a convocar las elecciones municipales. Con estas medidas el régimen intentaba mejorar su desacreditada imagen ante la opinión pública precisamente para hacerle el juego a esta posibilidad y claro, estas maniobras se dan también en un momento en que el enemigo imperialista y el enemigo local se están haciendo expectativas en el sentido de que han logrado, por lo menos si no liquidar, reducir las capacidades de lucha del Frente Sandinista; piensan que estamos muy golpeados y cuando se decide a pasar a la ofensiva militar de Octubre de 1977, nuestro objetivo es hacer fracasar las maniobras del enemigo. De tal forma que se logró retomar la iniciativa y cuando en Octubre recuperamos esta iniciativa, ya no la volvemos a perder.
Octubre fue un logro histórico porque hizo fracasar las maniobras del enemigo, y porque estas acciones fortalecieron la hegemonía de la vanguardia en las masas y la confianza de estas en sus propias fuerzas. Todas estas razones llevaron al somocismo a cometer uno de sus errores más graves: asesinar a Pedro Joaquín Chamorro. Este se había convertido en líder de la incipiente burguesía nacional, y a través de la actividad periodística de muchos años había logrado captar la simpatía de amplios sectores de nuestro país. El crimen motivó a las masas a lanzarse a las calles -(ustedes lo vieron mejor que yo, porque yo estaba preso)- para expresar con violencia revolucionaria su repudio y resulta que en esas manifestaciones se expresa de una manera abierta y pública, la identificación de las masas con el Frente Sandinista de Liberación Nacional donde el pueblo reitera que el Frente Sandinista es la única posibilidad de enfrentamiento con la dictadura somocista.
XII LAS ACCIONES POPULARES: RESPUESTA A LAS ACCIONES MILITARES DEL FSLN
Tanto las acciones de Octubre como las acciones armadas que la vanguardia desplegó en Febrero de 1978 (acciones de Granada y Rivas y la toma del campamento anti-guerrillero en Santa Clara, Nueva Segovia), perseguían el fin de mantener vivo el espíritu de lucha del pueblo, lo cual fue logrado, ya que el ánimo de las masas para combatir vino a multiplicarse como los panes en el desierto. Todo el impacto de esas acciones tuvo su máxima expresión, en la insurrección de Monimbó. Aunque Monimbó no fue planificado por la vanguardia, fue una respuesta ante el incentivo de las tomas de ciudades que el FSLN, había realizado días antes. No obstante, el FSLN, logró ponerse al frente de la insurrección de Monimbó multiplicó la moral y los esfuerzos de todo el pueblo, estimulado por el accionar creciente de las unidades de combate del FSLN, en el campo y la ciudad. Todo estaba listo para la insurrección.
XIII LA TOMA DEL PALACIO (1978)
Otro hecho significativo que contribuyó a elevar la moral combativa del pueblo y demostró la incapacidad del régimen somocista para detener el avance de la lucha popular, fue la toma del Palacio Nacional del 22 de Agosto de 1978, por el Comando Sandinista "Rigoberto López Pérez".
Esta operación que fue denominada "Muerte al somocismo, Comandante Carlos Fonseca Amador" fue dirigida por Edén Pastora, el traidor. Tal como un día de estos lo aclaró Humberto Ortega, en un interesantísimo e integral análisis que hizo sobre la actividad de este sujeto, originalmente estaba programado GERMÁN POMARES para dirigir la acción del Palacio, pero Pomares no pudo asumir esa responsabilidad por razones de salud. La toma del Palacio tuvo un gran impacto, no sólo en el pueblo sino también en la opinión pública internacional, pero ahí sucedió algo que no se conoce muy bien o que no se ha explicado lo suficiente y es que Pastora revela su falta de consistencia ideológica y política en ese momento, porque cuando nosotros llegamos a la cárcel de Tipitapa, nos encontramos con él y nos damos cuenta que hay un grupo de compañeros nuestros que no están incluidos en las listas de prisioneros liberados, no porque fueran omitidos deliberadamente, sino por culpa de cierto desorden. En ese instante nosotros le dijimos a Pastora que al tener a los rehenes ahí también teníamos la posibilidad real de sacar a los otros compañeros de la cárcel. Y él se niega. Nosotros insistimos y después se dijo que habíamos tenido un primer pleito y eso fue cierto, tuvimos una discusión muy seria, porque nosotros, insistíamos en que se solicitara la liberación de esos compañeros cuyos nombres habían sido omitidos de la lista. Pero él ya había logrado su objetivo: el objetivo de convertirse en lo que ahora tal vez le llamaría Reagan "un paladín". El resto de la historia ya ustedes la conocen, está bajo los reflectores filmando ahora la vieja película en la que soñó actuar como primer protagonista, aliado del imperialismo y en un fraterno, estrecho y amoroso abrazo con los guardias asesinos. Ya el había logrado su objetivo y yo establecía la comparación entre lo que hizo el Comandante EDUARDO CONTRERAS o lo que hicieron los otros compañeros que participaron en la toma del Palacio como Hugo, Chombito, la Dora María, todos andaban con sus pañuelos y él, sonriente posando en la escalinata de un avión...
Sin embargo, fue el traidor el principal responsable militar de la acción. El error no es de él sino de nosotros por no haber tenido la visión, el olfato que nos hace falta a veces para detectar a los traidores, que a lo mejor todavía existen en nuestra camisa como alacranes, y debemos tener el olfato de darnos cuenta quiénes son. Y yo no creo que se vayan asustar algunos por ahí, porque sólo el que tiene chollado el cuerpo es el que puede sentirse aludido.
XIV LA INSURRECCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1978
Mermada la imagen del dictador, presionado por el recambio que a través de una oscura política de Derechos Humanos, trata de imponer el Presidente norteamericano Cárter, el somocismo se ve precisado a utilizar cada día más la fuerza bruta contra el pueblo; ello conduce a acciones como la de Septiembre de 1978 que abre el camino de la victoria. Se dan las insurrecciones de Estelí, Masaya, León, Chinandega y levantamientos populares en algunos barrios de Managua. El pueblo a través de estas luchas le empieza a perder el miedo a la Guardia Nacional, es la luz a que yo me refería en el cuentecito que les hicimos a los niños, cuando el viejo barbudo le recomendó a Juan Sin Miedo que se convierta en luz y la luz es la ausencia del miedo. Y entonces el pueblo empieza a empujar hacia adelante y pasa a la ofensiva y aunque Septiembre no fue el derrocamiento de la dictadura; fue, creo en alguna forma, una victoria estratégica nuestra. Fue un logro histórico porque la vanguardia salió de ahí fortalecida, crecida, preñada. Su nivel de captación se elevó a miles, a un pueblo entero; creció en armas y creció más que en armas en decisión y en confianza.
XV LA MEDIACIÓN
El auge de la lucha estaba vanguardizado por una organización revolucionaria por lo que el imperialismo y la reacción empezaron a ver con temor, el peligro en que estaban sus intereses. Entonces inventaron la mediación que consistía en quitar al dictador y mantener un somocismo sin Somoza. Somoza que era un prepotente no acepta y propone celebrar un plebiscito que nunca llegaría a realizarse. La mediación unía, a través de componendas, los intereses del partido corrupto de Somoza, la genocida Guardia Nacional, los Partidos políticos de oposición burguesa y a la iniciativa privada, pretendía unir las fuerzas opresoras y explotadoras que se encontraban dispersas y en oposición a Somoza. De esta manera buscaban aislar y destruir el movimiento popular revolucionario.
Estas maniobras de mediación se estrellaron con la unidad de la vanguardia, con la alianza política de los partidos y organizaciones revolucionarias del país que orientaba el FSLN, a través del Movimiento Pueblo Unido (M.P.U.), con la amplia alianza del M.P.U., con los partidos y organizaciones antiimperialistas y antidictatoriales, que formaron el Frente Patriótico Nacional, chocaron con la unidad de toda la Nación que se estructuró en torno al Frente Sandinista que siguió combatiendo dentro de su vocación con las armas en la mano hasta el final. Las vacilaciones que existían fueron neutralizadas por la voluntad de combate en su forma superior, de parte del Frente Sandinista.
XVI LA OFENSIVA FINAL: GUERRA VICTORIOSA
Entonces se empiezan a elaborar planes insurreccionales en base a las experiencias de lucha alcanzadas por el pueblo, donde se combinaron las acciones militares de los destacamentos armados, los levantamientos populares y la huelga general que desempeñó un papel complementario y muy importante y la insurrección final que se inicia en el mes de Mayo del 79.
La huelga general convocada por el Frente y la combinación de la misma con la sublevación de las masas le dieron finalmente al pueblo lo que al pueblo le correspondía y lo que era inevitable históricamente porque se habían conjugado todos los factores exactos en el momento oportuno y en los lugares oportunos, es decir: la victoria del pueblo nicaragüense.
El 19 de Julio de 1979 fue posible gracias a la lucha que durante muchos años nuestro pueblo libró contra la dictadura militar somocista. Fue posible por el surgimiento de una vanguardia revolucionaria cuyo principal fundador, Carlos Fonseca, ha sido colocado con toda justicia en el lugar donde sólo caben los Santos, los héroes, los inmortales.
El 19 de Julio fue posible porque tuvimos un importante momento de madurez histórica, marginando la búsqueda del poder personal en aras de la unidad revolucionaria, poniendo por encima de todo los intereses de la Patria.
XVII EL FSLN Y EL 19 DE JULIO
El 19 de Julio fue apenas el comienzo. Todavía nos esperan en el camino grandes peligros. El individualismo acecha taimado en los pliegues de la noche, el poderoso imperialismo trata de inventar la máquina que haga retroceder la marcha de la historia y mientras tanto nos araña y muerde con ferocidad de tigres.
Nosotros tenemos confianza en los trabajadores, en este pueblo que nació para hacer historia y que es un experto forjador de nuevas victorias.
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