Raúl Isman
¿Podemos hacer algo para lograr la plena vigencia de sus derechos?
Mayo de 2012
Poco después de los acontecimientos (el asesinato legalizado de los mártires de Chicago) que hicieron que los primeros de mayo sean recordados como jornada de reflexión y lucha por los trabajadores de todo el orbe, el viejo compañero de Karlos Marx, Federico Engels, pasaba revista imaginariamente a las filas proletarias de todo el mundo; a las que imaginaba como un ejército presto para hacerse con el poder político, parte de una imparable marcha hacía el soñado comunismo. Algo más de un siglo después semejante mirada no puede menos que ser señalada como profundamente ingenua. Las revoluciones del siglo XX han sido derrotadas por la reacción capitalista o se debaten en heroicos combates defensivos o se han reconvertido en transformaciones nacionales, más que sociales. Pero aún peor es la situación de las masas populares- de las cuales los trabajadores constituyen el núcleo decisivo- ya que se han empobrecido en términos tanto materiales como espirituales. En rigor la derrota cultural antecede y es precondición de la marcha hacia el empobrecimiento creciente. Pronto será muy difícil diferenciar la miseria en un barrio parisino con relación a –por ejemplo- Nueva Delhi u otro distrito de cualquier país periférico. Todo ello es facilitado por el retroceso en las identidades políticas que hace que un joven desocupado se identifique más con la ultraderecha que con fuerzas progresistas o de izquierda.
Diversos factores explican el duro panorama que hemos descripto, pero sin dudas en la desunión de los sujetos subalternos y en el excesivo ideologismo que pulula en muchas organizaciones han de señalarse los principales. Resulta absurdo que existan organizaciones de “izquierda” que en Venezuela, Ecuador o Bolivia no apoyen respectivamente a Chávez, Correa o Evo. Por no hablar de lo que ocurre en nuestra Argentina, donde dirigentes de organizaciones “socialistas” hacen cola en los programas televisivos o radiales de la reacción para reproducir, con una mirada supuestamente revolucionaria, la campaña pro-imperialista de la reacción contra el gobierno popular presidido por Kristina Fernández de Kirchner y parecen competir por el premio al empleado (pelotudo) del mes. Ninguno de estos iluminados parece darse cuenta que si caen todos los gobernantes mencionados las masas no accederán al prometido socialismo: si no que descenderán al infierno del capitalismo real, tal como impera en la mayor parte el mundo actual.
El sueño de Marx y Engels consistente en lograr la conquista de “un reino de justicia e igualdad” (Victor Jara) no pudo ser realizado; al menos hasta ahora. Pero luego de la segunda guerra mundial en Europa (y algunos países latinoamericanos, como Argentina) el sistema capitalista alcanzó condiciones de integración social que hubieren sido inimaginables para los fundadores del socialismo científico. Tal vez en la reproducción de tales condiciones sociales se verifique un programa mínimo que permitiere unir una gran internacional de sujetos agredidos por el gran capital global con los pueblos que, al menos, no sufren las peores agresiones, esas que tienen a los pueblos europeos observando la caída libre de sus derechos. Es muy bueno recordar a los mártires de Chicago. Pero mucho mejor es luchar siempre para que el día del trabajador se verifique durante todo el año bajo la forma de plenos derechos.
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