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miércoles, 21 de marzo de 2012

La peligrosa versión latinoamericana de la guerra en el Medio Oriente


La peligrosa versión latinoamericana de la guerra en el Medio Oriente
DAVID URRA

21-03-2012

Para nadie es un secreto que EE.UU tiene una agenda especial con Latinoamérica, que no solo incluyen a los países del Alba, que tienen una posición muy firme ante su discurso y accionar hegemónico, sino y va contra otros países como Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, que mantienen posiciones independientes con respecto a Washington.

Aunque de forma aparentemente silenciosa, se esta desarrollando una verdadera Guerra psicológico-informativa por parte del actual Gobierno estadounidense, que tiene como objetivo manifiesto, el derrocamiento de movimientos populares que con cada vez más frecuencia han surgido en la subregión.

Para los tanques pensantes en el gobierno norteamericano, Latinoamérica no es el Medio Oriente y las tácticas y estrategias empleadas difieren en su forma y contenido.

Claro que hay prioridades. Cuba y Venezuela son, sin lugar a dudas, los blancos principales. En el caso cubano, la fortaleza de su sistema, el “mal” ejemplo que representan para otros países que ven en la resistencia cubana la muestra más fehaciente de que “si se puede” y la capacidad de estos para hacer impenetrable su sistema, hacen de Cuba una especie de “icono maléfico” que no deja dormir tranquilos a los políticos norteamericanos.

Venezuela poco a poco se ha convertido en una pesadilla para la élite política en EE.UU. Chávez es casi un termino impronunciable para la clase pudiente que en este país, que ve en los recursos económicos venezolanos una especie de mina de oro que ellos no pueden manejar, desea fervientemente su desaparición del mapa político latinoamericano.

Para los tanques pensantes de la oligarquía estadounidense, Chávez es “un comunista con dinero” y para ellos esto es muy peligroso.

Pero, planes apartes, el problema es que EE.UU no las tiene todas consigo en la región y la situación se le esta yendo de la mano, a pesar de los esfuerzos que hace porque esto no ocurra.

En el reciente documento que el Gobierno de Obama emitió planteando la estrategia de Geopolítica que deberá seguir EE.UU para los próximos años, no se dice ni una solo palabra de Latinoamérica. Es como si no existiera.

Muchos podrían pensar que esto significa que en EE.UU no le prestan importancia a nuestro subcontinente, o que consideran que no es prioridad desarrollar acciones y operaciones en la región, o que Obama no quiere hacer nada.

En realidad no pensamos que estas sean las razones de la ausencia de América Latina de la relación de prioridades en la Geopolítica norteamericana. En realidad parece ser que no somos parte de esa esfera, sino que nos consideran parte de su “Política doméstica”.

Esto implica que las acciones en Latinoamérica tendrán otro carácter, que podríamos llamar “más político” o mas “blando”, donde tratarán de emplear guantes de seda para que no “se les vire la tortilla”.

Latinoamérica es demasiado importante para EE.UU para que se cometan errores estratégicos inducentes a un “efecto no deseado”.

Por otro lado cualquier error aquí, repercutiría muy seriamente en la “Unión”, teniendo un efecto de reverberación en la propia sociedad norteamericana, plagada de “minorías” como la latinoamericana, cuyo peso, en lo interno, es innegable.

Hay otros factores que no pueden dejarse a un lado y es que en América Latina, EE.UU se ha dedicado tanto y con tanto afán a manipular el concepto de “democracia”, que los Latinoamericanos se lo han creído, solo que no en la acepción imperial, sino en la real, en la que el “Demo” no es la minoría como en Grecia, sino la mayoría que quiere incluirse en los destinos de sus países.

Esto ha traído una serie de triunfos de movimientos progresistas y nacionalistas que, empleando los recursos de la “democracia representativa”, están implantando una “democracia participativa” y esto no le gusta ni conviene a Washington.

El problema está en que la fuerza y el respaldo que reciben ya no es “algo pasajero”, si no una bola de nieve que crece cada vez mas.

Cabria preguntarse ¿Podrá entonces en vista del peligro que corren sus intereses lanzarse a una campaña, al estilo del Medio Oriente? ¿Podrán satanizar a los Gobiernos progresistas de Latinoamérica al igual que lo hacen en el Medio Oriente con los “regímenes” que nada tienen que ver con la “cultura” occidental?

Claro que no.

A EE.UU le sería difícil, a pesar de todo, encontrar aliados en Latinoamérica que se presten para esto. Ningún Gobierno en la región, por muy reaccionario que sea (...), aguantaría la reacción interna que provocaría prestarse para esta aventura.

Si consideramos inclusive gobiernos como el colombiano y el chileno, que EE.UU considera como aliados en la región, estos tratan por todos los medios de mantener una apariencia latinoamericanista, sin la cual serian cadáveres políticos.

Por otro lado, los Latinoamericanos tienen desarrollado un sentimiento de nacionalidad mucho más fuerte y realista que los árabes. Los Gobiernos progresistas no son vistos como “dictaduras sangrientas”, a pesar del esfuerzo de los MMD al servicio del imperio, por crear esta matriz de opinión.

La unidad latinoamericana, aunque frágil, va en ascenso, con bases solidas y con una conducción política muy inteligente, al frente de la cual están dirigentes políticos con prestigio e indiscutible arraigo popular. EE.UU sabe esto y aunque lo intenta, no le es fácil cambiar los hechos.

Obsérvese cómo en Venezuela, una de las piedras molestas en el zapato norteamericano, la oposición dejó su discurso neoliberal y asumió el discurso “izquierdista” de Chávez a sabiendas de que es el único camino para “convencer”, para después “deshacer”.

Por ultimo, existe la percepción en algunos de que, si Washington desea pudiera emplear su potencial militar para imponer sus regímenes títeres que tanto daño hicieron en tiempos recientes en la región.

Ha nuestro entender este seria el error mas grave que pudiera cometer cualquier administración norteamericana, ya que provocaría por un lado una reacción en cadena que podría provocar una radicalización de los procesos democráticos en la región y una respuesta costosísima para los EE.UU.

Venezuela y Cuba tienen la capacidad de responder con efectividad una agresión norteamericana y es muy posible que reciban el apoyo de muchos que simpatizan con los procesos que en estos países están teniendo lugar. Además se levantará una ola de solidaridad internacional que dejaría aislados a los norteamericanos.

Pero, es en el plano militar donde EE.UU tiene el principal escollo. Los venezolanos han ido creciendo y ya conforman unas fuerzas armadas que no solo han ganado en cohesión ideológica sino y en maestría militar, apoyado esto con la adquisición de nuevos medios rusos que le quitan el sueño a los estrategas norteamericanos.

Cuba, es sin duda una roca que ellos no podrán romper, pero que además se encuentra demasiado cerca de su territorio y un conflicto armado con Cuba, repercutirá invariablemente en territorio norteamericano. Ningún Presidente norteamericano puede ser tan torpe como para equivocarse en esto.

Por esta razón a EE.UU no le queda otra alternativa que emplear lo que algunos llaman el Plan B; o la “Fuerza Blanda”; o el carril 2.

Pero resulta, que es precisamente en este campo donde están recibiendo más palos. La ya casi inminente Cumbre “de una parte” de la Américas, será de seguro otra paliza a los planes imperiales.

Nada, que ahora me recuerdo a mi abuela cuando era pequeño y me decía – niño, no te andes ahí, que eso crea malos hábitos.

Será que Obama y la Clinton no pierdan sus malos hábitos de andarse ahí donde no deben. Allá ellos después no digan que no les advertimos.
 

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