Entrevista a Sergio Guillén y Andrés Puentes sobre su último libro: Discos para inquietos: Obras Discográficas Para Melómanos Empedernidos (2011).
Cultura | Rubén G. Herrera - Tercera Información | 19-06-2011 |
Estos autores han publicado obras como Radiografía del Rock Experimental: De la Psicodelia a la actualidad del Rock Progresivo (2006), El Mundo Secreto De Las Canciones (2007), Psicodelia Americana: El Sonido De La Contracultura (2007), o Glam Rock: Sexo, Purpurina y Lápiz de Labios (2010).
Aparentemente, vuestros libros son todos muy semejantes. ¿Qué criterio de diferenciación hay? Convertís las reseñas de discos en una obra publicada en formato libro, y esto demuele al caprichoso lector moderno de hiperenlaces, ¿implica transgredir positivamente estas fronteras?
Sergio Guillén: Es cierto que hay contadas concomitancias entre la temática de nuestras enciclopedias Radiografía Del Rock Esperimental I & II y Psicodelia Americana, pero el resto de obras musicales se dispersan, en temática, estructura, concepción… Y somos los primeros que apostamos por Internet, y lo hacemos siguiendo la máxima que reza que el movimiento se demuestra andando. Hace ya un decenio creé Renacer Eléctrico, a la que Andrés entró a formar parte activa después…
Andrés Puentes: Nos interesa dar al lector aficionado la oportunidad de acercarse a temas poco o nada tratados en el panorama editorial de España. Puede sonar pretencioso, pero algunos de nuestros libros han sido pioneros en sus respectivos campos. Hemos presentado otros muchos proyectos de una originalidad elevada… pero al final uno se topa con barreras que no puede superar cuando las editoriales te dicen que tal o cual tema supuestamente no tienen “salida”. Ambos medios (Internet y libros) son compatibles entre sí, e incluso complementarios.
Los Brincos decían que el rock progresivo puede ser comprendido por todos. ¿Ampliamos fronteras?
S: El rock progresivo o experimental, como puede pasar con el heavy u otras variantes que se salen del pop o rock más accesible o tradicional, necesita de una predisposición y de un acercamiento paulatino… En ocasiones es necesario ir subiendo los escalones paso a paso. Pero no encuentro más o menos valor en una corriente musical o en otra, pues todas me parecen apetecibles y las disfruto con ansia de adicto, sea blues, rock, glam, pop, country, AOR…
A: Estaría bien que empezáramos a ver la música como algo global y no como una competición en la que hay que determinar qué estilo es mejor que otro o cuál tiene más valor que otros. Enfrentarse a músicas nuevas sin prejuicios te hace descubrir y disfrutar cosas que jamás habrías imaginado que te pudieran gustar. Discos Para Inquietos es un buen instrumento para ir rompiendo barreras…
Con Internet y las redes sociales, se han popularizado las listas de rarezas, los “top 10” y cosas así. ¿Discos para Inquietos es algo parecido? ¿Os arrepentís de dejar algún disco fuera? ¿Qué criterio selectivo hay?
S: No es eso. El libro nace de la música que se pincha en el programa de radio homónimo que presento y cuyos guiones coescribimos desde hace dos años. Nuestra visión era la de llevarlo más allá, pergeñando reseñas bien estructuradas a lanzamientos discográficos que desde los años 50 hasta hoy se han tragado (y siguen) las arenas del tiempo. En muchas ocasiones ni siquiera son grabaciones escondidas o extrañas, simplemente que perdieron su oportunidad o se las pasó por alto tras el cambio de modas.
A: Se parte de un concepto totalmente diferente al del típico libro sobre reseñas de discos que uno puede encontrar a decenas en las estanterías de las tiendas. No conozco ninguna otra obra que se haya atrevido a juntar en un mismo volumen una reseña de Bobby Vee… con una de Darkthrone... Hemos querido alejarnos de los planteamientos editoriales básicos. La nuestra es una selección de nuestros gustos personales, pero variada. Una gran proporción de las obras comentadas en el libro se alejan de los estereotipos o tendencias que podríamos encontrar en gente de nuestra generación.
¿Se siente nuestra generación musicalmente saturada por el momento hiperconsumista de música? ¿Debemos tal vez “decrecer” musicalmente (vivir mejor con menos)?
A: Lejos de provocar una saturación en el oyente, creo que debería servir para lo contrario, para que mucha más gente acceda a sonidos y artistas poco divulgados por los medios tradicionales. Esto no quiere decir que se deba dejar de lado la cultura de comprar discos, ya sea en tiendas físicas como en forma de descargas digitales. Pagar por el trabajo de un artista no tiene nada que ver con el consumismo, es un acto de justicia y de agradecimiento por el esfuerzo invertido en crear una obra por todos y cada uno de los implicados en su elaboración. Quien vea el hecho de comprar música como un simple acto consumista pienso que no entiende lo que significa su producción y todo lo que hay detrás de ese proceso.
Habéis dejado obras clave fuera… Desde el proto-extremo de Obituary, Morbid Angel, el funk metal de Faith No More, Mr. Bungle, los orígenes del metal progresivo como Anglagard, o bandas que han avanzado hacia el metal atonal como Adagio (Francia), e incluso Thelonious Monk, el músico de jazz cuyo disco Underground (1967) definió a la contracultura…
S: Discos Para Inquietos no pretende analizar de forma pormenorizada todas las escenas musicales existentes. No es un libro sobre música o artistas necesariamente ligados al underground. Todas las agrupaciones que citas nos interesan pero no se han quedado fuera por olvido, pues realmente no era nuestra intención meterlas... al menos no en la primera criba que realizamos, cuando ya estaba sonando el programa radiofónico.
Con la lectura de vuestros libros descubrimos que la música underground no tiene sólo una oportunidad de triunfar (reediciones, modas, rescates…). Las propias fronteras son confusas: lo popular “no puede” ser “de culto” y viceversa…
S: La expresión “de culto” se ha usado de una manera bastante despreocupada. Se puede volver a comercializar… luego, en alguno de los movimientos revival de décadas posteriores, cuando se quiere volver a sacar a flote el estilo de marras, algún sello rescata un disco intentando camelar al comprador con palabrería a favor de la obra y de su valor falso, que realmente no mereció ni merecería obtener nunca…
Precisamente, Internet ha acercado revisionismos, rescates significativos, influencias ocultas en la historia del rock… A través de la música también podemos descubrir los universos culturales del Otro, y cómo la globalización cultural, aunque homogeniza, también nos acerca. ¿Hacia dónde inclináis la balanza de esta mundialización?
A: Ahora es posible que cuatro personas alejadas cientos o miles de kilómetros entre sí graben un disco sin coincidir ni un solo minuto en el mismo local. La mera posibilidad de hacer esto ya me parece algo mágico y positivo, y está redundando en que la cantidad y variedad de discos que se pueden encontrar hoy sean muy superiores a lo que se podía hallar hace veinte años. Esto también produce que el impacto individual de los artistas esté mucho más diluido, de ahí la sensación de que “ya no hay bandas como las de antes”…
En la década de los 90 el rock y el metal viven un impulso cualitativo. En 2001 (fecha estimable) todo cambia… ¿hacia peor?
S: Yo no pienso que el rock y el metal viviesen realmente un impulso en los 90... Tal vez sí cierto tipo de rock y de metal. No nos olvidemos de la importancia que llegó a tener a nivel mundial el heavy en los 80. La NWOBHM ya se había establecido y sus bandas cada vez evolucionaban más, en Estados Unidos la MTV ponía videoclips de Manowar o Anthrax, el thrash metal vive su edad dorada. Los 90 cambiaron eso y ofrecieron otras formas de entender las citadas vertientes. No peores, sino nuevos puntos de vista. Sí es verdad que con la hegemonía de ciertas modas en el rock se perdieron u ocultaron otras formas de facturarlo que comenzaron a no encontrar espacios en las ondas y en los medios de promoción. Y en el nuevo siglo todavía no he hallado nada que cambie lo anterior.
Viajando por lo underground hasta al género metal más reciente, el djent metal o “math metal” (desde 2008 a través de Meshuggah) que busca romper estructuras rítmicas… ¿qué opinión os merece?
S: El rock matemático utiliza las estructuras atípicas y los ritmos enrevesados en su precisión para fragmentar melodías al igual que para magnificar lo disonante. Los tiempos pasan del 4/4 al 7/8 u 11/8, basando en esa asimetría su evolución por los derivados poco reconocibles. La parte matemática, además de en la forma de proceder con lo ya citado, vuela gracias a manipulaciones instrumentales en las que la voz no suele existir (o trabaja como elemento secundario). Las primeras influencias de las que beberían estos proyectos están en el rock-in-opposition de Frank Zappa o Henry Cow. Su peso en Estados Unidos y en tierras japonesas es fundamental. Resulta curioso si se hace con gracia y se busca cierta originalidad. Antes que Meshuggah, yo citaría al grupo de Damon Che Don Caballero. Este proyecto de Pittsburgh, que lleva funcionando desde 1991, tiene CDs como World Class Listening Problem (2006) que son casi guías o plantillas certeras para todo aquel músico que quiera meterse en el math rock.
A: Coincido contigo en destacar a Meshuggah, un grupo que toma apuntes de bandas como Fear Factory para darle una vuelta de tuerca más a ese sonido y crear algo muy sugerente. O los estadounidenses Dååth. Su último disco, homónimo y publicado en 2010, es un trabajo espectacular.
Entrevista recortada publicada originalmente en Diagonal: http://www.diagonalperiodico.net/La...
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article26099
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