O MUERE EL CAPITALISMO O MUERE LA MADRE TIERRA
Por CEPRID
Martes 25 de mayo de 2010 por CEPRID
TRIBUNAL DIGNIDAD, SOBERANÍA, PAZ CONTRA LA GUERRA
CEPRID
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre” advertía el Comandante Fidel Castro, en ese entonces Jefe de Estado de Cuba, el 12 de junio de 1992, en la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente convocada por la Organización de las Naciones Unidas en Río de Janeiro. Hoy, otro Jefe de Estado, el Presidente Evo Morales de Bolivia, anuncia sin exageración, ni dramatismo: “O muere el capitalismo o muere la madre tierra”. Esta es una verdad absoluta porque nadie puede culpar a los países del Tercer Mundo, a los subdesarrollados, excluidos del reparto de la riqueza, a los países colonizados y recolonizados, de ser causantes de la brutal depredación de los recursos naturales y humanos, de la emisión irresponsable de gases tóxicos, de la deforestación, del descongelamiento de los glaciares y del Ártico y de la Antártida, de la destrucción de la capa de ozono, de las sequías e inundaciones que destrozan la vida de los más pobres en cualquier parte del mundo.
Los poderosos, con el imperio yanqui a la cabeza, son los que contaminan el aire, el agua, la tierra. Ya decía Fidel Castro que “los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen”
El 16 de diciembre de 2009, en la Cumbre Climática de las Naciones Unidas, realizada en Copenhague, Dinamarca, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, sostenía: “Los ricos están destruyendo el planeta. ¿Será que piensan irse para otro cuando destruyen este, tendrán planes para irse a otro planeta?” A continuación presentaba algunos datos numéricos, en realidad escalofriantes, al decir que la actualidad humana supera los umbrales de la sostenibilidad, poniendo en peligro la vida del planeta; pero de ello también somos profundamente desiguales. Los 500 millones de personas más ricas, esto es el 7% de la población mundial, es responsable del 50% de las emisiones contaminantes, mientras el 50% más pobre es responsable de sólo el 7% de las emisiones contaminantes.
Estados Unidos aún no llega a los 300 millones de habitantes, pero consume más de 20 millones de barriles diarios de petróleo, lo que demuestra que el imperio es el principal causante del cambio climático y de todas las desgracias y tragedias que ocurren en el mundo de estos días. Los pobres de la tierra son los más golpeados, los que pierden la vida y sus miserables enseres.
Las desigualdades generadas por las injusticias sociales y por las lacras del capitalismo son las responsables del cambio climático. Si de cifras y estadísticas se trata, bastaría recordar que el “ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo es superior al ingreso de los 416 millones de personas más pobres. Los 2.800 millones de personas que viven en la pobreza con menos de dos dólares al día, y que representan el 40 % de la población global obtiene sólo el 5% del ingreso mundial”.
Estas son las cifras del desarrollo desigual, del sistema de explotación y depredador de la madre tierra. Este es el resultado del capitalismo y su barbarie que destruye el planeta y al ser humano. ¿Cuál es la causa de la destrucción de la naturaleza? El brasileño Leonardo Boff afirmaba: “La causa es el sueño de buscar la felicidad a través de la acumulación material y del progreso sin fin, usando para eso la ciencia y la técnica, con las cuales se puede explotar de forma ilimitada todos los recursos de la tierra. ¿Puede una tierra finita soportar un proyecto infinito?” La tesis de capitalismo del desarrollo infinito es un modelo depredador, profundamente destructivo. En Copenhague triunfó la tesis del capitalismo y esa conferencia fue un monumental fracaso destinado a desaparecer la vida de la epidermis terrestre.
El escritor francés Hervé Kempf expresaba: “No podemos reducir el consumo material a nivel global si no hacemos que los poderosos bajen varios escalones, y si no combatimos la desigualdad; es necesario que al principio ecologista, tan útil a la hora de tomar conciencia: pensar globalmente y actuar localmente, le sumamos el principio que impone la situación: consumir menos y repartir mejor”.
Los crímenes contra la naturaleza no fueron entendidos en la Cumbre de Copenhague, sencillamente, porque se impusieron los intereses y las tesis de los países poderosos, superdesarrollados y superdepredadores, liderados por Estados Unidos. El capitalismo globalizado y en permanente crisis ha logrado transformar a la sociedad humanista, con valores humanistas en una sociedad global enloquecida por el consumismo. En la era del conocimiento o era de la información, el hombre ha sido cosificado y entregado a la práctica de antivalores que confunde el éxito con la acumulación material y con la acumulación de la riqueza siempre en detrimento de los débiles y pobres explotados sin límite moral. Esa carencia de valores que caracteriza al capitalismo corrupto y corruptor es responsable de la destrucción de la naturaleza y de las consecuencias que padece el mundo.
Desde la Conferencia de Río de Janeiro hasta la Cumbre de Copenhague efectuada en diciembre de 2009 y la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático ocurrida en el pasado mes de abril en Cochabamba, Bolivia, han pasado casi dos décadas. En apenas 20 años, “el crecimiento promedio anual de las concentraciones de dióxido de carbono ha sido mayor que durante todo el período del que se tienen registros sistemáticos. Continúa aumentando la temperatura global. Disminuye el grosor del hielo ártico. Se eleva el nivel del mar. Aumenta la frecuencia e intensidad de los huracanes. Se ha alterado el régimen de lluvias. Se perdieron otros cien millones de hectáreas de bosques. Los desiertos han crecido. Un 30% de las especies desaparecerá si la temperatura global se incrementa entre 1.5 y 2.5 grados centígrados.
Pequeños Estados Insulares corren el riesgo de desaparecer bajo las aguas. Muchos de estos efectos son ya irreversibles”, expresaba Esteban Lazo Hernández, Vicepresidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, el 17 de diciembre de 2009, en la Cumbre sobre Cambio Climático realizada en Copenhague, Dinamarca y agregaba que quienes provocan el 76% de las emisiones acumuladas en la atmósfera, deben asumir la plena responsabilidad por el impacto que sus economías y estilos de vida, sustentados en patrones de producción y consumo derrochadores e insostenibles, le han infligido al equilibrio climático global. Se imponen compromisos serios de reducción de las emisiones domésticas de esos países y no soluciones hipócritas basadas en supuestas bondades del mercado”. Habría que preguntar: ¿Para qué acumulan riqueza y poder si la tierra muere?
El imperio yanqui es un dechado de cinismo e hipocresía. En Copenhague, los aliados europeos y asiáticos demostraron sumisión al emperador Obama y bien se podría afirmar que allá, nada se hizo sin el visto bueno de la Casa Blanca, tanto que el texto del “acuerdo” fue conocido sólo por un grupo de países fuertes, poderosos y ricos que trató de imponerse a los pobres y subdesarrollados de la tierra. Fue una Cumbre en extremo antidemocrática, realidad que fue denunciada en el Pleno de la reunión, por el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Padilla al decir que: “el presidente Obama anunció un acuerdo que no existe; falta de respeto a la comunidad internacional, se comporta como un jefe imperial…Todos hemos visto versiones que circulan de manera subrepticia y que se discute en pequeños conciliábulos secretos, fuera de las salas de la comunidad internacional…”
Nadie puede poner en duda del monumental fracaso de al Cumbre de Copenhague, fracaso labrado a propósito por Estados Unidos que nunca suscribió el acuerdo de Kioto. Para engañar al mundo, Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea forjaron un documento entre los “líderes representativos del mundo” según las antidemocráticas palabras del sirviente imperial dinamarquez que actuó en la Presidencia de la Cumbre.
En rueda de prensa, Bruno Rodríguez Padilla, Canciller de Cuba, decía que “en Copenhague solo hubo una componenda ambigua y engañosa, a espaldas de la Conferencia, impuesta por el presidente Obama a un grupo de países, que después se trató de imponer a los Estados partes de la convención. En esta Cumbre hubo un solo Obama imperial, arrogante, que no escucha, que impone posiciones y que incluso amenaza a los países en desarrollo”.
Esta es una verdad irrefutable. En el pasado mes de abril, la Casa Blanca comunicaba al Ecuador que había decidido suspender una “ayuda” para este año 2010, por la cantidad de 2.5 millones de dólares porque el presidente Correa se había negado a suscribir el “acuerdo” de Copenhague. El mandatario ecuatoriano respondió la ofensa con elevada dignidad al manifestar al imperio que la República del Ecuador le iba a regalar a Estados Unidos la cantidad de 2.5 millones de dólares si el presidente Obama suscribía el Protocolo de Kioto. No se puede esperar que Estados Unidos acepte la oferta de Correa y tampoco se puede esperar que el gobierno de Estados Unidos tenga un poco de dignidad, decoro y un rescoldo modestia.
Rodríguez Padilla, en conferencia de prensa, luego de la Cumbre de Copenhague expresaba: “Denuncio que las emisiones de carbono de los países desarrollados se incrementaron, desde el Protocolo de Kioto hasta la fecha, en 12.8%. De ese notable incremento, el 55% corresponde a incrementos de los Estados Unidos. Las emisiones de Estados Unidos aumentaron un 20%. Con tan solo el 4.6 % de la población mundial, Estados Unidos concentra el 20% de las emisiones globales.
Un estadounidense consume, como promedio, 215 barriles de petróleo anuales, un europeo 11, un ciudadano chino menos de dos y un latinoamericano o caribeño menos de uno. Cerca de 1. 000 millones de ciudadanos del primer mundo derrochan alrededor de la mitad de la energía del planeta; 2.000 millones de pobres carecen siquiera de electricidad. Treinta países, incluidos los de la Unió Europea, consumen el 80% del combustible que producen…” Esta realidad innegable impidió e impide un acuerdo global para detener, reducir o paliar el cambio climático y la paulatina pero acelerada destrucción de la tierra.
CUMBRE DE LOS PUEBLOS EN BOLIVIA
Ante el fracaso y el engaño de la Cumbre sobre el Cambio Climático realizada en Copenhague, Dinamarca, con el auspicio de la ONU, en el mes de diciembre de 2009, los pueblos y gobiernos preocupados por el futuro inmediato de la madre tierra, convocados por el presidente Evo Morales de Bolivia, se reunieron en Tiquipaya, Cochabamba, en la Cumbre de los Pueblos sobre el Cambio Climático. A esta cita en defensa de la vida y la naturaleza asistieron Jefes de Estado, representantes de organizaciones sociales e indígenas de los cuatro continentes, junto a expertos en temas del medio ambiente, según informaba Adalid Cabrera Lemuz, de la Agencia Boliviana de Información (ABI)
El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, aseveró que serán más de 20.000 personas que se concentrarán en Bolivia con el objetivo de analizar el rol que deben cumplir los gobernantes del mundo en respeto de la madre tierra y la sobrevivencia del planeta. Fue el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, quien vio la necesidad de que los pueblos del mundo analicen los pasos que deben darse para salvar al planeta de la inanición. Ya en su discurso en Copenhague, el Mandatario boliviano había criticado a algunas naciones industrializadas que llevan adelante "una política irracional y mercantilista de industrialización de los recursos de la naturaleza sin tomar en cuenta el grave daño que hacen al mundo colocando al planeta al borde de su desaparición". De esa manera el Jefe de Estado sostuvo la necesidad de que sean los pueblos del mundo y no los gobernantes de las grandes potencias los que definan el destino de la humanidad. Morales consideró la necesidad de que se celebre un referéndum mundial de los pueblos sobre lo que debe hacerse en defensa de la vida.
"Las organizaciones sociales deben presionar a sus Gobiernos para que apoyen esta consulta mundial ante la responsabilidad que tienen para defender la vida de la tierra y de sus ciudadanos", sostuvo Evo Morales que, además, afirmó que igualmente que el mundo no puede quedarse con los brazos cruzados ante las amenazas que algunas naciones industrializadas ciernen sobre su existencia, por lo que debe poner en marcha tribunales de justicia internacional que sancionen estos hechos.
El presidente boliviano anotó que es tiempo que la ONU declare los derechos de la Madre Tierra, así como hace algunas décadas declaró los derechos humanos. "Los derechos de la tierra son más importantes que los derechos humanos porque la humanidad no sobreviviría con la destrucción del planeta", enfatizó.
En respuesta a la burda declaración de Copenhague, miles de representantes de movimientos sociales, organizaciones indígenas, académicas e intelectuales participaron en la Cumbre de los Pueblos, en un “intento decidido por lograr un consenso intercontinental para frenar la depredación del planeta a merced de las emisiones de gas de efecto invernadero y abonar el terreno de la Cumbre de Naciones Unidas (NNUU) que tratará las consecuencias del cambio climático, adversas al género humano, en noviembre de este año, en México.
El chileno José Cárcamo, profesor de la Universidad de Buenos Aires, urgió una redistribución mundial de la riqueza mundial y crear formas alternativas de generación de energía. Cárcamo, consideró imperioso "plantear una postura clara para buscar formas alternativas, lo mismo que una redistribución de recursos a nivel mundial, donde no puede ser que el 12% de la población mundial genere el 80% de los gases de efecto invernadero".
El académico planteó "Que las emisiones de dióxido de carbono se reduzcan sustancialmente, como también (se registre un cambio) de recursos que están inadecuadamente distribuidos", con fuerte acento en América Latina, la región más rica y con recursos naturales no tocados y, paradójicamente, ubicada entre las más pobres del planeta. "El continente más rico del planeta es América Latina y, sin embargo, es el continente con la más desigual redistribución de la riqueza, porque nuestros productos, extraídos de recursos agotables, están infravalorados", dijo.
El escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano, envío un mensaje a la Cumbre de los Pueblos en el que expresaba: “Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad”. Agregaba que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen. Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.
Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.
Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.
Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida. Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno. Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza. Galeano terminaba su mensaje con voz esperanzadora: “Celebremos esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.
Por su parte Camila Moreno, que participó en nombre de la organización Amigos de la Tierra/Brasil, enfrentó las "falsas soluciones" que han planteado las potencias industriales en Copenhague para evitar el deterioro acelerado del planeta. Esta mujer proclamó: "estamos acá para discutir y aprender, sobre todo trabajar junto a los otros grupos, trabajar parta luchar contra las falsas soluciones al tema del cambio climático". Al tiempo de reprochar a su país, "gran promotor mundial de los agrocombustibles y de las hidroeléctricas" y de exaltar la lucha emprendida por el cineasta estadounidense James Cameron, planteada contra la decisión del presidente Lula de construir una planta, en proyecto la más grande del planeta, en Rio Shingu, que "va a destruir la vida de los pueblos tradicionales, de los pueblos indígenas y afectar todo el ciclo de producción de peces".
En la misma línea, el sudafricano Annil Daniewl, que representó en la cita de Tiquipaya a la organización Planeta Azul y Consejo de Canadienses, con sede en Otawa, Canadá, decía: "Los impactos del cambio climático no conocen fronteras, entonces no se puede hacer luchas nacionales cuando el sistema climático es para todo el sistema". Al referirse al presidente Evo Morales afirmó: Es maravilloso tener gobiernos así que tienen el coraje, la postura de ponerse de frente a esas decisiones de las grandes potencias".
PRINCIPALES PANELES
La Cumbre de los Pueblos, debatió sobre:
Descubrimientos científicos sobre el Cambio Climático.
Causas estructurales del Cambio Climático.
Nuevos modelos para restablecer la Armonía con la Naturaleza.
El ABC de las negociaciones sobre Cambio Climático.
Derechos de la Madre Tierra.
Construyendo el Tribunal de Justicia Climática.
Perspectivas de gobiernos sobre las negociaciones de cambio climático.
Los artistas hablan sobre el cambio climático.
Deuda climática: ¿Qué es y quién es responsable?
Financiamiento, tecnología y mercados de carbono.
Migraciones forzadas por el cambio climático.
Bosques, alimentos y agua bajo el cambio climático.
¿Necesitamos un referéndum mundial sobre el cambio climático?
Definiendo una estrategia común después de Cochabamba.
PRINCIPALES CONCLUSIONES DE LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS
Los debates fueron de elevado nivel intelectual y académico. Después de 3 días, con la activa participación de diferentes gobiernos, movimientos sociales y personas a título individual, con mas de 20. 000 participantes, se lograron importantes conclusiones:
Respaldo al Protocolo de Kioto: La Cumbre Climática de los Pueblos da su respaldo al Protocolo de Kioto y exige que los países lo cumplan.
Se concluyó que la batalla contra el calentamiento global no solamente pasa por urgentes regulaciones de la producción y del consumo, sino también por una dura batalla contra los paradigmas y patrones de conocimiento hegemónico.
Para lograr una armonía con la naturaleza se requiere que los gobiernos demuestren capacidad política y transformadora, donde se rijan con pensamiento de vida y también se puedan eliminar las prácticas depredadoras.
Valorizar y recuperar las agriculturas locales campesinas e indígenas y los conocimientos ancestrales de producción y recolección de alimentos.
Se estableció en cuatro artículos que la Madre Tierra es un ser vivo.
Así como - los seres humanos tienen derechos, ella los tiene, a ser respetada, a la continuación de sus ciclos vitales libre de las alteraciones humanas, y a mantener su identidad.
Rechazo ante la moción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación ante los impactos. Los países desarrollados deben adaptar sus estilos de vida y de consumo mitigando su impacto a la Madre Tierra.
En cuanto a la deuda ecológica de los países desarrollados, se determinó que constituye una obligación en respuesta a la responsabilidad histórica de los países desarrollados. Estos deben comprometer al menos el 6% del Producto Interno Bruto al año para enfrentar el cambio climático; no debe ser reembolsable.
Para atender el daño causado por el cambio climático, se deben implementar tecnologías sociales y sanas en cada país, en cada sector y en cada lugar, para ayudarnos a vivir bien y en armonía con la Madre Tierra.
Se acordó la constitución de redes entre los pueblos del mundo que tengan capacidad de acción para fortalecer las acciones a determinar en Cancún, México, y con posterioridad obtener el poder de decisión y acción para realizar cambios.
Se concluyó que de incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado “Entendimiento de Copenhague” existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y los Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y el África sufriría un incremento de la temperatura de más de 3º C. Así mismo, se reduciría la producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta, y se incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.
Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados “más desarrollados”, en complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista.
El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma.
Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo que son. El capitalismo requiere una potente industria militar para su proceso de acumulación y el control de territorios y recursos naturales, reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se trata de un sistema imperialista de colonización del planeta.
La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.
Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.
Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.
Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de:
armonía y equilibrio entre todos y con todo
complementariedad, solidaridad, y equidad
bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra.
respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos
reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene
eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo
paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.
El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.
En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus componentes, no es posible reconocer derechos solamente a la parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.
Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan:
Derecho a la vida y a existir;
Derecho a ser respetada;
Derecho a la continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas;
Derecho a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados;
Derecho al agua como fuente de vida;
Derecho al aire limpio;
Derecho a la salud integral;
Derecho a estar libre de la contaminación y polución, de desechos tóxicos y radioactivos;
Derecho a no ser alterada genéticamente y modificada en su estructura amenazando su integridad o funcionamiento vital y saludable.
Derecho a una restauración plena y pronta por las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las actividades humanas.
La visión compartida es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que determina “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas para el sistema climático”. Nuestra visión es, sobre la base del principio de las responsabilidades históricas comunes pero diferenciadas, exigir que los países desarrollados se comprometan con metas cuantificadas de reducción de emisiones que permitan retornar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a 300 ppm y así, limitar el incremento de la temperatura media global a un nivel máximo de 1°C.
Entre otras importantes conclusiones se sostuvo: La “visión compartida” para la “Acción Cooperativa a Largo Plazo” no debe reducirse en la negociación de cambio climático a definir el límite en el incremento de la temperatura y la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sino que debe comprender de manera integral y equilibrada un conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación, de desarrollo de capacidades, de patrones de producción, consumo y otras esenciales como el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra para restablecer la armonía con la naturaleza.
Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático. En este marco exigimos a los países desarrollados que:
• Restablezcan a los países en desarrollo el espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y absorción de sus emisiones.
• Asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología de los países en desarrollo por la pérdida de oportunidades de desarrollo por vivir en un espacio atmosférico restringido.
• Se hagan responsables por los cientos de millones que tendrán que migrar por el cambio climático que han provocado y que eliminen sus políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y con todos los derechos en sus países.
• Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo proveyendo los medios para prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones.
• Honren estas deudas como parte de una deuda mayor con la Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en las Naciones Unidas.
El enfoque debe ser no solo de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa; es decir, restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra.
Deploramos el intento de un grupo de países de anular el Protocolo de Kioto, el único instrumento legalmente vinculante específico para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados.
Advertimos al mundo que no obstante estar obligados legalmente, las emisiones de los países desarrollados en lugar de reducir, crecieron en un 11,2% entre 1990 y 2007. Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África Subsahariana.
Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo “Entendimiento de Copenhague”, que permite a estos países desarrollados ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto invernadero, basadas en compromisos voluntarios e individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.
La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse a fines de año en México, debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto, para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017 en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de al menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero.
Requerimos establecer primero una meta para el conjunto de los países desarrollados para luego realizar la asignación individual para cada país desarrollado en el marco de una comparación de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las emisiones.
Los Estados Unidos de América, en su carácter de único país de la Tierra del Anexo 1 que no ratificó el Protocolo de Kioto, tiene una responsabilidad significativa ante todos los pueblos del mundo, por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de emisiones a escala de toda su economía.
Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por las emisiones históricas de los países desarrollados, quienes deben adaptar sus estilos de vida y de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos forzados a enfrentar los impactos del cambio climático, considerando la adaptación como un proceso y no como una imposición, y además, como herramienta que sirva para contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía bajo un modelo de vida distinto.
Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa por nuestros Estados. Bajo este Fondo se debe valorar: los impactos y sus costos en países en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven, y registrar y monitorear el apoyo por parte de países desarrollados. Éste debe manejar, además, un mecanismo para el resarcimiento por daños por impactos ocurridos y futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por eventos climáticos extremos y graduales, y costos adicionales que podrían presentarse si nuestro planeta sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos impactos que están frenando el derecho a Vivir Bien.
El “Entendimiento de Copenhague” impuesto sobre los países en desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar recursos insuficientes, pretende en si mismo dividir y enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a los países en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación a cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se establece como inaceptable que, en los procesos de negociación internacional, se intente categorizar a los países en desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático, generando disputas, desigualdades y segregaciones entre ellos.
El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo.
El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos sobre la agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios y campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando en el futuro. El agro negocio a través de su modelo social, económico y cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación, es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta. Por esta razón rechazamos los Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.
Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios expulsando a los pueblos indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo la Soberanía Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.
Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los seres vivos y la Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua como un Derecho Humano Fundamental.
Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a la solución del cambio climático.
Todas las conclusiones de la Cumbre de los Pueblos se encaminan a defender la vida y los derechos de la madre tierra. No serán los países ricos, poderosos y desarrollados los que sobrevivan a las catástrofes producidas por el cambio climático. Esos países prepotentes y soberbios liderados por imperio yanqui, también, morirán si muere la madre tierra.
Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article846
No hay comentarios:
Publicar un comentario