LLAMARADAS DE SANDINO EN CRUZ Y CALAVERA
CARLOS ARTURO JARAMILLO G.
Segunda entrega
Véase primera parte en:
Esta segunda parte en:
La última entrega:
LA DERECHA NICARAGUENSE PRETENDE TORPEDEAR LA CONSTRUCCIÓN DEL CANAL
Manuel Moncada Fonseca 2.014
Se lo ve disgustado a
la salida de los ritos funerarios. Su madre sueña con ser pluma de viento,
calor de fuego, para subir al sol y aposentarse en su calor. Somos semillas que
el viento se lleva como cenizas del volcán. -Le dijo al morir-.
La ve ascender sobre
las llamas de una gran pira, en el centro de la plaza, envuelta en los cantos
de los viejos Curacas, venidos desde las lejanas Segovias.
Arregla su maleta
para el viaje. Lo tiene decidido. Se va a navegar el mundo para buscar fortuna.
Las noticias de otros países, le marcan el sueño de estrellas, en donde la gran
estación se presenta cercana.
El camino es largo y
culebrero, es inseguro y el dinero hay que cuidarlo. Toma los trabajos que se
presentan. La gente es amable y se la
sabe ganar con su dureza y simpatía.
El trabajo de mozo de
café en El Salvador dura poco. Ha logrado ahorrar pesos y el trueque del
cacharro lo atrae. Le permite conversar con mucha gente. Puede llegar con
facilidad a los campamentos de los obreros del petróleo. Conoce su
organización, sus cuitas nocturnas en los bares y sentir, después de sus largas
jornadas.
Combina los trabajos
esporádicos como obrero y sus trueques en el cacharro. Logra reunir la suma de
cinco mil pesos, que lo hace sentir por primera vez rico. Averigua los mejores
efectos del cambalache. Lo óptimo es el oro. Irá a Nicaragua a comprarlo a los
Misquitos. Lo canjeará por mercancía de México y regresaría a venderlo. La
ganancia en el viaje será de cincuenta por ciento; ¡vale la pena! Las
perspectivas son buenas. Nicaragua lo atrae con fuerza. No puede olvidar a los
jóvenes en marcha, por las calles de Ocotal, reclutados a la fuerza por
Emiliano Chamorro. Son los hijos de los liberales que van como carne de
cañón a las escaramuzas con Honduras. Los acompañan las soldaderas, encargadas
de cocinar, de lavar ropa y atender los heridos. Las soldaderas van a la
retaguardia. Miran de lejos el combate y cuando su compañero no regresa, saben
que no tienen otra opción; se dejan llevar por otras manos, acariciar por otros
brazos, poseer por otro miembro. Solas no pueden sobrevivir. No hay quién les dé la comida.
La guerra, los
combates, la libertad, lo persigue. Se distrae en el sueño, con una tierra de
dimensiones similares a las de su padre, pero con una variante; afiliada a una
cooperativa. Lo ha aprendido de los obreros y lo piensa aplicar para organizar
a los Misquitos. Una mujer para madre de sus hijos. Adquirirá la tierra en las
cercanías de los suyos. Un sentido de orgullosa reconciliación desde el momento
de su partida que no ha sido mirada con buenos ojos. Quiere hacerle ver a su
padre que es capaz de hacer negocios, sin la ayuda de nadie.
Sobre su memoria pesa
el trato desigual, frente a su hermano Sócrates. Un niño mimado, en la gran
extensión de la palabra.
El recuerdo de su
madre Margarita, fecundada en la orilla del río, mientras lavaba ropa; por Don
Gregorio Sandino, su padre y patrón.
Los primeros años de
su niñez, los pasó en la choza pajiza, con los ojos fijos en la casa del
frente, a donde llega ese hombre altivo y orgulloso, de quien espera que cruce la plaza, para
recibir la amorosa caricia sobre su cabeza y, con las manos puestas
en los hombros, le oye decir lo bien que crece, como becerro de buena sangre.
El viejo es cariñoso
pero duro. Le enseña a manejar las herramientas de trabajo desde pequeño. A
manejar el ganado para el ordeño. A buscar la leña. A arreglarse para verlo
partir a la escuela. A regresar a ayudar a su Margarita que se deshoja al paso
de los días, hasta montarse en el carruaje de la vida, del otro lado.
Compra una linda
cutacha larga, estilo espada, con funda de cuero tallado, para obsequiarla a su
padre. Unos libros y una enciclopedia para Sócrates, como le corresponde a un
buen estudiante de la Universidad de León. Un revólver, cartuchos y cinturones
para su uso personal.
Los sueños vagan,
divaga y se van al galope cuando al llegar siente que algo extraño acontece. Su
padre está enfermo; pero menos mal, no es grave. La hacienda está llevada al
traste. Sócrates no quiere ponerse a pelear con la tierra. No está preparado
para manejar una peonada arisca. Se dedica a reponer la hacienda que vuelve a colorear y a sentir
la vocería del ritmo de trabajo.
Ve reponerse a su
padre, como si su venida le devolviera la vitalidad. Pero las cejas arqueadas
del viejo y la tensión en el camino del viento, le pronostican que la situación
es difícil. La revolución se ha iniciado. El grito de libertad, corre por las
cerraduras como ojos visores de tiempos de tensión y doble tranca. No sabe muy
bien qué hacer: Moncada da los primeros estallidos en el grito de la
insurrección liberal.
Por causa de los
políticos godos y rojos, hemos caído hasta donde hemos caído. - Dijo don
Gregorio-.
Y qué nos interesan
esos sinvergüenzas, papá. Por suerte, nuestra familia ni les debe la limosna de
una locha. Su merced es un hombre rico y apenas está a media vida. Sócrates,
será juez, magistrado, quizá gobernador si continúa estudiando. Yo pienso
seguir con mis negocios, en los que gano bonitos pesos que me permiten vivir
bien. La libertad económica papacito, es la única libertad beneficiosa para el
hombre. El resto lo forman palabras lindas que arrastra el viento.
¡Ajá! y qué dices de
la patria.
La patria está
aparte, nadie la toca.
Así lo veo.
Convertida en una hacienda al mejor postor y el pueblo con hambre. La patria se
está deshaciendo. Es una colonia gringa.
A punta de votos o a
punta de balazos, algún día los tumbaremos, pero con gritos, no se come ni se
define lo que se posee.
Las palabras de su
padre resuenan y martillan. Piensa en cómo
cumplir los sueños y las responsabilidades. Es que vivir en medio de tanta
miseria, requiere una alta dosis de insensibilidad. Su padre le ha manifestado
la necesidad, como liberal y como hombre. Él nunca ordena, se limita a exponer
sus puntos de vista. Deja que cada cual
tome sus decisiones. Es un hombre prudente a pesar de sus palabras
duras.
El aire lo llama. El
ambiente está caldeando, los peones que han pagado el servicio militar o que se
han fugado para no hacerlo, se encuentran deseosos de ir a las filas del
combate: hacen chanzas, afilan las cutachas, se entrenan a planazos, en una
incitación a la partida. Hay que tomar la palabra para decir: ¡vamos a la
guerra!
LA
DICTADURA DE LA LIBRE EMPRESA, CREA EL HAMBRE LA POBREZA ALIMENTARIA Y MENTAL
USTED COME TELEVISOR,
LA MODA, COMIDA Y LECTURA CHATARRA
Entrada la noche,
comparte tragos con los conocidos en Danlí. Ve circular por los bares a hombres que portan un pañuelo de seda
roja, con cintilla negra al borde.
Ya llegan los que
buscas, Alfonso. -Dijo Joaquín-.
¿Los del pañuelo?
Sí. Aquí son
apreciados. Pelean contra Chamorro.
Él quiere la guerra
con Honduras. Traen buenos dólares en sus jíqueras para comprar armas. Son buenos muchachos.
¿Me aceptan un trago
caballeros?
La conversación oscila
en torno a las noticias internacionales. El inicio de la crisis económica mundial que se siente llegar. Cuando
Alfonso le manifestó su intención de realizar un reportaje a Sandino, no sale
del estupor, al recibir la estruendosa carcajada con que enmarcan sus palabras.
Estás loco. El viejo
Colindres, guarda la frontera con sus destacamentos. Te captura y fusila allí
mismo, como espía gringo. -Le dice, Adán Melgara-.
¿Y por qué me van a
matar?
Tienes cara, figura, ropa y
apellido gringo manito.
Pero voy contigo. Con
un oficial Sandinista. Muestro mis papeles, mis credenciales de periodista.
Lo mejor que te puede
suceder, será que te envíen a Santa Teresita, al cuartel general, donde está el
patrón. Son tres días de marcha. Y eso, si antes de llegar a donde Colindres,
el viejo Vellorín, no te chalequea.
¿Qué es chalequear
manito?
Es algo sencillo. Te
hacen marchar adelante. Cuando menos pienses, sin decirte palabra, un golpe seco en
la nuca, al tiempo que agarran la cabeza. Das dos o tres pasos buscando el
equilibrio. Y yo no podría mover ni un dedo para defenderte.
¿Quién es?,
¿Vellorín?
Un comandante
seccional.-Dijo Adán-.
Llegó un joven
trigueño, alto, vestido con un traje negro de seda cruda.
Las cachapas y la
comida ya fueron despachadas. Patria y
Libertad.
Patria y
Libertad. Muchas gracias -Dijo
Adán-.
¿Qué son cachapas?
Armas,
jovencito. Bueno ¿vas conmigo o te
quedas?
Me voy contigo.
Eres Obstinado.
Arriesgas tu vida por entrevistar al viejo. Todavía puedes arrepentirte. Debes
de recordar que tus documentos no sirven para nada. El viejo Vellorín y sus
hombres no saben leer.
LOS
ALIMENTOS SON ARMAS DE PRESIÓN POLÍTICA, ECONÓMICA Y DIPLOMÁTICA
El camino por entre
la selva fatiga. La ropa y los zapatos pesan. Los Altos copos de los Chilincocos cubren la proyección, de la morada
mítica de los magos del origen, y sus juegos inacabables de la imaginería. La maleza
disimula los caminos, marcados por las huellas de las bestias, cruzados por
trochas que despistan al baquiano.
Alfonso, siente el
aire de aventura recogido en Venezuela y Ecuador. En sus caminatas por la
ciudad de México, como reportero con cierto aire de espera, de monótona
aventura, en el golpear de las teclas de su máquina.
Piensa en el título
de la próxima novela: “Venezuela para los tres.” La narración de un vivir incierto entre el
amor, combinado con la frustrada participación, en un intento de golpe de
estado, organizado desde isla Margarita; luego de haber sido un improvisado
agente de boxeo en un país, en donde este
deporte era prohibido. Bufón del estado
mayor. Pretendiente de la hija del general Garby. Prófugo con dirección a
Panamá. Para sentirse de nuevo en la
cuerda floja del miedo y la incertidumbre.
La imagen de Sandino,
traspasa la frontera continental. Sueños regados en el barro Americano que
recogen los Cóndores de los Andes, hasta unificar la carnalidad con la matanza
de Santa María Iquique, las luchas de Alfaro en el Ecuador, las disertaciones
de Mariátegui en el Perú. Los intentos
de comuna socialista, en el departamento de Santander, las ciudades de Cali,
Pasto y Guayaquil. La independencia
ficticia de Panamá. La instauración de colonias en Colombia, por intermedio de
la United Fruit. Los intentos de invasión, el robo de un pedazo de su tierra en
Panamá.
Hilos de sangre que
oscilan desde los Gobiernos sajones, con sus corsarios y colonias en América,
marcan la política de garrote y desprecio; derrocan gobiernos, compran
conciencias y pasan sueldos a funcionarios, sometidos a sus
requerimientos.
Nos cubre la herencia
de la barbarie europea, nos sacudiremos, cuando logremos manejar la ética del
pirata. -Se dijo.-
No se había querido
dejar captar, por la logia masónica que fundó Santander. Nada contra Bolívar.
Puede que sea contradictorio en la tierra del sur, pero su sueño fue más
grande. Latinoamérica para los latinoamericanos.
Francisco Gómez
Pinzón, lo invitó a un café, a almorzar, en las calles de Bogotá, para
convencerlo de la importancia de su participación en “La Gran Logia Cráneo y
Hueso”, ya que como escritor podría hacer una buena labor. Alfonso, nunca pudo
comprender la importancia de la invitación sino años más tarde, cuando miraba
la información que llegaba al periódico, en torno de la fundación del Banco de
Reserva Federal de Los Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y los
socios que lo componían o que participaban de sus contratos y diseño de las
políticas mundiales, en torno al modelo de la libre empresa, para lograr la
privatización de los bienes de servicio público de los países latinoamericanos.
Eran los que las terminaron adquiriendo.
Y Más tarde, casi a
la hora de su muerte, cuando le narré los planes de neoliberalismo diseñados
para Colombia, que se perfilan desde el gobierno de Virgilio Barco y que vería realizar tal como lo anunciaba el diseño, con todo el
país en venta, con todo el país vendido; las instituciones públicas de salud,
educación, servicios públicos, convertidos en una mercancía, Queda por vender
la Corte Suprema de Justicia y El Palacio de Nariño, para ubicarnos como
colonias plenas, al servicio de las multinacionales.
No queda nada por
vender. -Me dijo-. Los miembros de la Logia ocupan la presidencia, El Palacio
de Nariño, es una dependencia de la Embajada de los EU; con cinco bases
militares gringas, en donde se decide la política del país y cuidan las minas
de oro y coltán, con que se fabrican los celulares y las computadoras. Allí, ha
aparecido en las cercanías de La Macarena una gran fosa, con dos mil cadáveres,
que el gobierno de Uribe quiere tapar con buldócer, en el intento por borrar
toda pista, en el miedo pánico que tiene de ser juzgado por la Corte Penal
Internacional.
EN
EL LIBRE MERCADO SE BUSCA LA DESAPARICIÓN DE LOS PRODUCTOS TRADICIONALES, POR
MEDIO DE LAS PATENTES Y LA VENTA DE SEMILLAS QUE NO DAN SEMILLA
Vinieron a implantar
el apogeo de su religión, para hacerla una religión del saqueo, el estatismo,
el caciquismo, la dictadura, el hambre. Sus maestros son los descendientes de
los misioneros y soldados españoles, en el sueño por acumular riqueza, para
irse del país. Con sangre los embrutecieron, con sangre les daremos bienestar.
Ladrillos de sangre forman un edificio. Lo más duro es la miseria mental. De
allí es difícil sacarlos.
Nicaragua es tierra
de promisión, un canal entre los lagos, casi natural, para conectar los mares.
Es más fácil que en Panamá, que con una sola esclusa, está hecho.
Cesar Augusto, es
viajado por la hamaca en donde siente el vaivén de la tierra. Tiempos como la
ola grande de la mar, en las palabras del sol, de las nubes.
La amapola, le
pregunta su lugar de destino. A solucionar una carajada, de la que sólo es
culpable el reino de la necesidad. –Dijo-. Se convierten en cargas de horror
que deben ser compensadas.
Saborea la tasa de
café. El vapor le atrapa el rostro. Sube al caballo y deja la marca de la
herradura como signo de jeroglífico.
Camino a Murra, evoca
sus experiencias en México. En donde ha despertado, a un mundo de pensamiento
continental, en la instauración de un sueño que sin proponérselo lo llevará a
empuñar las armas, en el sendero de su realización.
No se da por el
momento ninguna batalla de importancia. Las fuerzas de Moncada, se miden en
escaramuzas de tanteo. Existe la necesidad de regular los mecanismos de
abastecimiento de armas por Honduras, con contrabandistas gringos que pilotean
por el Caribe.
Días después, se da
cuenta de que la guerra, con razón o sin ella, alimenta los negocios de armas,
para el buen funcionamiento de las fábricas en los Estados Unidos e Inglaterra.
La guerra es un negocio. Habrá que sacarla del negocio, o que beneficie a los
más pobres. No hay alternativa. Los gringos invaden el país y le venden armas a
los dos bandos.
Al llegar a Murra,
ordena el descargue de la mercancía, e inicia los contactos. Las
contradicciones enmarañadas en los sonidos de los ríos, aumentan ante las
evidencias del campamento de los mineros que trabajan en la extracción del oro
para la compañía, en cuya nómina figura desde el inspector nacional, hasta el
policía de vereda. Deben velar por la seguridad de la multinacional. La compra
del oro es imposible. Los mineros se ven obligados a entregar el oro a la compañía.
Deambula por las
cantinas, busca el contacto con los obreros que toman sus cervezas, rodeados de
afiches de cantantes de mambo.
Las noches son lentas
para el grupo de amigos, en las historias, desde distantes lugares, para cubrir
los sueños y pesadillas del país.
Quieres otro trago.
-Dijo Francisco-.
Llegan las noticias
del levantamiento de Moncada. -Dijo Colindres-.
Vámonos a la guerra,
a la revolución para ver si arrojamos a estos gringos de la patria- - Dijo
Alberto-.
¿Cómo obtenemos las Cutachas?
Cobramos los dineros que nos debe la compañía. - Dijo
Francisco Estrada-.
Vendo mis cacharros y
con el dinero compramos armas- - Dijo Sandino-.
Brindemos por la
revolución, pero con Posol, no con el trago raro de los gringos. -Dijo
Niatelk-.
Tu regio Posol. A
nuestra garganta desde tu harén. -Dijo Gabriel. Colocaré canoas y bogas para
escalar el río. - Dijo Niatelk el Príncipe Misquito-.
Nombremos un jefe
para irnos organizando. Dijo Francisco-.
Que sea Sandino. -
Dijo Alberto-.
Me opongo a ese
nombramiento. Nunca he disparado un arma. -Dijo Sandino-.
Aquí nadie lo ha
hecho. -Dijo Alcides-.
Dañando se aprende.
-Dijo Pablo Umanzor-.
Sandino aceptó, y la
frase de Umanzor sonó en los labios hasta convertirse en la norma que marcaría
la experiencia y el camino en los días siguientes, ampliada por Estrada con: “una vez aprendido,
no se puede fallar.”
Vamos a convertirnos
en militares, graduémonos de una vez. ¡Que viva el general Sandino! ¡Que viva
el gran partido liberal! – Dijo Manuel Blandón-.
Se escuchan los aplausos y salen al aire los sombreros
pajizos, para marcar el grado de Sandino.
Sandino es general de
un destacamento. Una zaraza roja enastada en una guadua, flamea bajo los
vientos de Nicaragua. Los Holandeses de la mina, les han regalado machetes,
cuchillos, y sin salir del asombro los miran en sus reuniones.
Ustedes son brutos y
locos, ir a morir por solo un grito.
Por un grito y la
libertad de Nicaragua.
Nos hace falta un
grito de guerra, propuso Quintero; que les parece Adelita. Que se cante
Adelita.
¿Pero cuál Adelita?
La de los gringos o la de Pancho Villa.
En
lo alto de la abrupta serranía,/ acampado se encontraba, un regimiento/ y una
moza que valiente los seguía,/ locamente enamorada del sargento,/ Popular entre
la tropa, era Adelita/ La mujer que el sargento idolatraba/ porque además de
ser valiente era bonita/ y hasta el mismo coronel la respetaba/ y se oía que decía
aquel que tanto la quería/ que si Adelita se
fuera con otro,/ la seguiría por tierra y por mar/ Si por mar en un
buque de guerra y por tierra en un tren militar/
Una
noche en que la escolta regresaba, / conduciendo entre sus tropas al sargento,
/ por la voz de una mujer que sollozaba, / la plegaria se escuchó en el
campamento. / Al oírla el sargento temeroso, de perder para siempre a su
ranchera, / ocultando su emoción por el embozo. / A su amada le cantó de esta
manera/ y se oía que decía / aquel que tanto la quería/ Si Adelita se fuera con otro…/
Y
después que terminó la cruel batalla/. Y la tropa regresó a su campamento,/ por
las bajas que causara la metralla,/ muy diezmado regresaba el regimiento./ El
sargento recordando sus quereres,/ los soldados que volvían de la sierra,/
ofreciéndole su amor a las mujeres/ entonaban este canto de la guerra/ y se
oía, que decía, aquel que solo se moría/ Y si caigo en la línea de fuego,/
cuando termine el redoble del tambor,/ a mi tumba Adelita te lo ruego,/ que me lleves
tus flores de amor.
EL JORNALERO Y EL ARTESANO DEBEN ESTAR
REDUCIDOS A LO INDISPENSABLE: ESTA ES LA NATURALEZA HUMANA. ES INEVITABLE QUE
SEAN POBRES, SOLO ES NECESARIO QUE NO SEAN MISERABLES
GOBIERNO
GLOBAL
La pregunta de ¿saber
quién es? De tenerlo cerca y no saberlo apreciar, dada la intensidad de sus
actos y sus palabras, entre ojos indios, piel de casi negro, su voz a base de
gritos y de palabras amorosamente violentas.
Mi tía, se pasea por
la casa como un cadáver ambulante. Envejeció de tanto esperarlo. No he logrado
entender esta relación. Espera su muerte y lo ve envejecer aunque ya esté
muerto. Dice que debe llevarla a la tumba. Es un extraño romance de cómplices
en el canto de la esperanza.
El general, está
diez, quince semanas, adelante de los acontecimientos y sabe pensar, a partir
de la lógica del otro. Hemos aprendido de Bolívar, el venezolano, desde su
espejo anticolonial y romántico. Le hemos heredado su desmesura. Somos los
trovadores de un coro solitario, en donde llegan las voces de los rincones del
mundo. Cuanto daré para que los ecos suenen como cuando se templa un machete.
Los tenemos que conseguir por nuestras propias manos y argucia. Somos atacantes
de la noche y de la sorpresa, es nuestra arma y nadie nos la va a ganar. Son
ochenta cuerpos de guerrillas, en una movilidad que ni el mismo viento las
siente pasar. Ni las copas de los árboles en que se detienen a descansar, saben
su destino.
Se destrozan grupos
contrarios, se cae sobre ellos, cuando menos lo esperan, gracias a la red de
información que cubre a Nicaragua. La quinta columna. Tempestades que duran segundos y destrozan por años.
Es la guerra a
muerte. Se ve obligado a declararla como Simón Bolívar, cuando las
atrocidades sin nombre que ejecutan los
Marinos Gringos, lo obligan.
Si los
"Civilizados" actúan como salvajes, contra campesinos inermes e
incultos, ¿puede ser justo que los campesinos llamados salvajes, actúen como
tales, para equilibrar métodos de lucha? Es una contradicción de la guerra.
Pero si somos blandos, los hombres se voltean de un bando a otro, en busca de
salvar sus vidas. Desgraciadamente debemos radicalizar la guerra.
En campaña, duerme
sobre el barro de la Manigua, hombro a hombro con el más humilde sirviente o pinche de cocina. Recto como Sucre; sereno,
capaz, soñador, vidente como Francisco de Miranda; preciso, frío, calculador,
desdeñoso de toda gloria, como José de San Martín; encendido en llamas de
justicia social, como Nariño, Sarmiento, José Martí, Morazán, Artigas, Morelos,
Emiliano Zapata y Madero. Cerebral como Bolívar; auscultador de los sueños del
destino de esta tierra india, y afro americana, hecha a machetazos y fulgor;
turbión de barro rugiente; grito salvaje de dinamita; arenga, canción, sollozo,
blasfemia; sacrificio y promesa de que
habrá algún día, en el cual los 200 millones de esclavos, a punta de llamarada, cruz y calavera, clarín, gesto,
acto, deseo, impulso, purifiquen la libertad.
A pesar de la
traición de Anastasio Somoza G., Juan B.
Sacasa, Avilés, los Debayle, los
Chamorro y Moncada; existe el símbolo en su vigencia, para que esté presente,
repleto de preñez, de angustia clasista y tenga un porvenir de victoria, en el cuál
serán destruidos los amos, tengan el pelaje que tuvieren, por el pueblo en
armas.
Me siento lo
suficientemente capaz y debo por lo
mismo, intentarlo. Tengo 32 años, salud, un ejército de veteranos con enorme
prestigio en toda Latinoamérica. Desde Henry, hasta Palacios el socialista
Argentino, aplauden mi lucha. Hay convicción y voluntad. Nuestra misión; darle
rumbo a los obreros y los campesinos.
San Rafael del Norte,
guarda entre sus entrañas las moliendas del grano del café, el canto de los
sombríos, el paso lento del recolector que transporta el grano a su cesto, el
vivo color del rojo de la cosecha.
El patiero que se
unió a las columnas de Sandino, espera con calma la orden de ataque. Se rompe
la frescura del viento de la tarde. La balacera se inicia, la señal de la
explosión de los tacos de dinamita y los vivas a la libertad; corren a
atrincherarse en sus casas.
Se completaron cinco
horas de combate. Los patrones corrieron a campo traviesa, en un intento por
escalar las suaves lomas de sus refugios. Queda la desolación y la soledad en
las calles que se abren, para acompañarlo en camino a la telegrafía.
No ve cerca a ninguno de los hombres que saben el manejo del aparato del tic ese. Se detiene en la puerta del telégrafo y fue mayor su extrañeza al ver, en su interior, a la empleada que sigue en su trabajo, como si nada aconteciera; entre las casas y las puertas del pueblo, en medio de tanta balacera.
Esta sí es mujer. -Se
dijo-.
Redactó el mensaje.
Tomó la copia y se quedó frente a ella.
Señora. Usted me
gusta y me la voy a llevar conmigo al campamento. Le habló con toda franqueza.
Blanca se soltó a
reír divertida con la situación. Cómo no. Me voy con
usted. Pero debe conocer mi única condición; debemos visitar a un amigo que
vive cerca para que él nos case. Me voy casada o me quedo. Si a usted señor no
le gusta, puede mandarme a fusilar o hacer lo que mejor crea. Es mi condición
última y definitiva. -Dijo Blanca-.
Sandino, al recordar,
siente los hilos de su admiración. Blanca se convirtió en un soporte de
equilibrio y de magia para su tranquilidad. En su intenso trabajo, organiza las
redes de comunicación, la recepción de las milicias jóvenes, en el orden,
higiene y disciplina del campamento. Atiende a las mujeres y los niños,
distribuye responsabilidades, levanta el ánimo de los que no ven regresar a los
suyos, reparte las raciones en tiempo de escasez, revisa permanente las bodegas
para salvaguardar la pólvora de la humedad, canta, enseña las primeras letras.
La misma intensidad
de presentes que deja sentir su ausencia, cuando meses después abandona el
campamento, en los momentos del embarazo, con destino a la casa de sus padres,
para dar la vida a Blanca Segovia Sandino la que, años después, dejaría oír su
voz desde la Sierra Maestra, en la llamada a los antiguos combatientes del
estado mayor de los años treinta.
En lo alto de la Sierra de Santa Teresita, alcanza a
dibujarse el escorzo de la planicie y el verde de la mar. Miran hacia el cielo
las estribaciones de Segovia. De cara al paisaje rebelde, que le quema la
energía, para hablarle como parido en su destino.
Es nuestra América;
cielo, selva, mar distante, con resplandor y colorido, la que han trabajado los
sin nombre, los desarrapados, los parias, los hambrientos de pan de espíritu y
físico. De senos secos y carnes arrugadas. Niños de veteados vientres de
parásitos. Ancianos agonizados por la desnutrición, chozas inmundas,
infrahumanas. Doncellas labradas en el cobre fuerte; obligadas a venderse, para
poder comer. Ni una escuela, ni un hospital. No distingo lo que dicen, me suena, como la canción de la revolución
continental, contra el feudalismo opresor. Es lindo, Blanquita.
Por Dios, no te
excites, te hace daño. Cálmate Cesar.
Déjame. Es el día del
monte sagrado. Llegó lo que ansiaba. Bolívar, fue quien instituyó en su
delirio, una sola Latinoamérica. Un bloque gigante. Y el pueblo gobernándola.
Solo el pueblo. Fuera de intermediarios sajones, de comisionistas entre el
Jesús de la revolución social y la masa. Un pueblo dueño de su destino y sus
sueños, con las armas en la mano, para defender su libertad. Nada de castas, de
privilegios, de engaños, de monstruosidades. Nada de eso.
Millones y millones
de motores, de fábricas, de escuelas, ciudades y jardines, en donde pequeños
infantes ríen en paz, bajo un sol dorado. Gente libre de la opresión, de la
miseria corporal y espiritual; de la mentira, de la ruindad, del fanatismo
religioso y político, de banderas engañosas, del oprobio de clases, de la
angustia que atormenta. Libres, para crear una civilización humana. Bolívar lo
soñó. Y los ecos llegan a Panamá, desmenuzada por la ruindad y la
hipócrita tesis de Monroe. Construyen el canal de Panamá, para
apoderarse de la principal vía del continente.
Es mi día, lo
presiento. Oigo sus palabras. Veo su rostro juvenil y barbudo. Llega. Se ha
iniciado el fin del imperio. Un coloso con testa de acero, pero con pies de
barro. Ese mismo coloso del sueño, en el cual tres zarrapastrosos latinos,
sacudimos los cimientos de su orgulloso poder. Un coloso humillado, en su
piratería imperial. Puedo morir asesinado, pero llegará el sucesor. Otros u
otro, me habrá que reemplazar. La Revolución está en marcha
y nadie puede detenerla. Uno. Dos. Diez. Cien y millares más tarde. La
lucha Blanquita, solo tendrá término, cuando se derrumbe y se haga añicos el Imperio. El imperio es invasión. Los
gringos y los ingleses se roban el Canal, son la misma cosa. Nos venden un
ferrocarril, producido por una fábrica que va a ser cerrada, porque la
distancia entre los rieles es obsoleta. Ya no sirven los nuevos carros de mayor
velocidad. Este negocio está condenado a fracasar, cuando tengan que conseguir
las máquinas de reemplazo o reparar las viejas. La fábrica vende su chatarra y
cierra esa producción. A los muy tontos presidentes, les editan libros muy
elegantes mostrándoles la magnífica y eterna tecnología. Puras chatarras para
la basura.
Recogió los brazos
sobre el corazón e inclinó la cabeza. La Mujer se aproxima, mimosa.
Tienes obligaciones.
Hay que atender los detalles de
organización, para la próxima ofensiva. Ven, sentémonos en este tronco, para
quedar de cara a la montaña de Bluefields.
En ocho días llegan
las armas de Honduras. Gastará más
tiempo en regresar a su base. Estoy seguro de su victoria.
Ejecución de soldados sirios a manos de miembros del Estado Islámico creado por EEUU
'Los Mercenarios': Poderoso
integrante del club Bilderberg aboga por la creación de ejército global. 2014
Años después, al
regresar a Nicaragua, invitado por la Junta Sandinista de Libración, Alfonso evoca las frases de Cesar Augusto Sandino, al participar en el acto de las
fuerzas armadas, en donde van a condecorar a los combatientes de la guerra de
liberación. Los ancianos casi no se recuerdan. Deben hacer un gran esfuerzo.
Vivieron la lucha clandestina y en la clandestinidad, se pierden muchos
contactos. Cuando a Alfonso le correspondió hablar al auditorio, surgió el
guerrero gaitanista que, con emoción,
llama
a los jóvenes a continuar el movimiento revolucionario. Está en su mejor
lucidez y orgulloso al ser reconocido, como El Capitán Colombia.
Es mucho lo que se
puede palpar, de lo que están haciendo: las cooperativas, la educación desde el
ministerio de Cultura, la comida con mayor abundancia. La tranquilidad de la
gente. Lo que más nos llama la atención es que, en la calle, se ve sonreír a las
personas, cantar a los niños, con un aire de frescura. Te contestan el saludo,
sin saber quién eres. En Colombia, los rostros y los cuerpos van tensos,
agarran el maletín como si se los fuera a arrebatar. La gente no sonríe y te
contestan el saludo con mucho trabajo. La libertad es un fruto que no tiene
sabor, pero si se prueba, queda un frescor en el rostro y no se olvida nunca, -
Dijo Alfonso-.
Alfonso abraza a otro
combatiente, no se conocen pero se reconocen, como dos hombres en una lucha,
para que no habite el olvido. Son los
sobrevivientes de un combate viejo, pero nuevo. En la calle, en cada casa, encontramos un mutilado, un lisiado, un
torturado por las fuerzas de Somoza. Estoy aquí todo maltrecho, para que no
olviden lo que fue la barbarie de las masacres de Somoza. -Nos dijo un hombre-.
Sentado en una silla de ruedas, mientras mira su pierna mutilada.
Vamos en carro,
observamos los sembrados de verduras, en
los lotes del centro de la ciudad; cuidados por ancianos y gente del barrio,
para que puedan comer todos. El centro de la ciudad tiene una característica;
casas de madera y una que otra de material, que pertenecían a Somoza. Me
estremece la pobreza en que ha vivido este pueblo. En las playas se ven a las
mujeres con sus batolas largas, su pelo cogido, su sonrisa plena, al disfrutar
el mar que está a la vista y se les había negado. Las playas eran privadas, el
pueblo no tenía acceso.
Vamos al entierro de
dos chavalos asesinados por los mercenarios en la frontera. Me impresiona la
multitud de gente despidiendo a sus héroes caídos en combate. En Colombia,
mueren setenta personas diarias y parece que a nadie le importa. Es la
insensibilidad que producen las dictaduras civiles y militares. La gente parece
anestesiada de miedo y desconcertada por la cantidad de mentiras que publican
los medios de comunicación, con la intención de confundirla. La marcha fúnebre
se reúne con ternura. Las lágrimas son colectivas y la gente cifra sus sueños
en una oración que sueña, sea recitada por los labios del Papa Juan Pablo II,
en su próxima visita a Nicaragua.
La recepción, la
movilización del pueblo ha sido organizada por la dirección del Frente
Sandinista, la que con todos los honores del caso, responde al estatus de Jefe
del Estado Pontificio del Vaticano. El pueblo quiere demostrarle su dolor al
Papa. Las familias de los asesinados, llegan de todos los pueblos para ser
benditas.
No salgo de mi
asombro y alegría al ver la capacidad de solidaridad de este pueblo. Debo y
quiero dar una charla en Granada, a un grupo de pequeños productores. Quieren saber lo que ocurre
fuera de su territorio. La charla la desarrollé sobre las experiencias productivas en Nariño. Hablamos en un diálogo
cruzado por cuatro horas. El tiempo que me dieron. Cuando paré de exponer esa
bella historia y sus experiencias., un viejo artesano me dijo -vea compañero, si
llevábamos toda una vida de hambre física, ahora tenemos hambre de saber. Si
usted quiere y puede continuar, le pedimos a los del Frente que suspendan el
acto que tenemos y usted sigue. Aguanté dos horas más. Pero cambie de táctica;
fueron de trabajo en la construcción de propuestas al ministerio de Cultura.
No entiendo por qué,
podemos seguir en los retenes militares. Cuando entré al ministerio de Defensa,
los guardias me saludan militarmente y se hacen a un lado. La mujer del
Comandante Borges, mira extrañada y yo la miro más asombrado.
Genocidio israelí en Gaza
¡El chavalo se fue!,
¡El chavalo se fue!
Qué carajo lo
presentía Mita. Tanto preguntar de rutas y de caminos. De preguntar por qué no nos íbamos para las Segovias y dejábamos de humillarnos,
sirviéndoles a estos patones que parecen zopilotes de lo peor. El chavalo
resultó más arrecho de lo que pensaba. Quiero tenerlo en mis manos, para darle
un beso.
Pensé que lo tenían
ganado con lo de los regalitos. Con los juguetes del mono ese que se las pica
de buen tipo en la calle.
Pensé que se lo tenía
ganado con tanta oración en las misas de la guardia.
El chavalo resultó de
los míos. Ni que él lo supiera. Podremos brincar en un solo abrazo que retumbe
hasta lo profundo del firmamento.
Debo de llevar el
correo. Han cogido a varios y la fuga es posible, cuando los trasladen al
palacio central.
Los podemos sacar.
Los llevamos a Ocotal, a la Segovia para que se repongan de los Chingazos. De
seguro que les han dado verga, hasta hacerlos desfallecer.
Aprovecho para
preguntar por mi pumiche. ¿O a lo mejor sucederá igual? Debemos ser prudentes
para no ir a morir de frente a una Thompson, sin poder llevarse siquiera unito
por delante.
Tengo que llegar. Hay
guardias por todos lados. Se preparan, se alimentan con posol. Se retratan
sobre los cadáveres de los guerrilleros. Juegan al más verraco. Matan a los
civiles y los visten de guerrilleros.
La mita debe de estar
preocupada. Si me cogen, después van por ella. Van por los otros tres chavalos,
aunque sean regalados a los patones. No sé si recriminarlos, lo que pasa es que
la vida es muy dura. El hambre es dura y con lo que gano, alcanza apenas para sobrevivir.
Qué carajo por qué no
llega. Por qué se demora. No es mucho tiempo, pero parece una eternidad. ¿Lo
habrán cogido? ¿A quién le aviso? Es mi único contacto. No conozco a otro.
Tranquilo viejo, en quince días o un mes me señalan otro. No puedo esperar
tanto tiempo. No escucho, sino el canto de un coyote trasnochado.
Compa, hermano.
Mierda, casi me mata del
susto. No lo vi llegar y usted a mi espalda.
¿Murmurando de mi
muerte no?
Perdone hermano, pero
la noche nos hace pensar disparates.
No importa. No deje
la espalda descubierta, le entra un mal aire.
De mí ya están
recelando. La otra noche fueron a ofrecerme ser el verdugo de Pablo. Tengo
miedo. Los siento nerviosos. Me colocan trampas. Que si quería divertirme,
matando a uno de los hombres de Sandino. No creo que lo pueda aguantar. No
puedo matar a Pablo. No sería capaz de simular. Pablo es mi amigo.
Está bien compa,
despache a Mita para Estelí. Dele algún encargo. Olvídese de los otros
chavalos, no son de confianza.
A Pablo lo van a
trasladar a las horas de la madrugada. Van como veinte guardias, no quieren
despertar sospechas. Pablo es muy querido y saben que los del pueblo están
alerta. No han podido probarle nada. Para justificar su captura, uno de los
guardias le empujó el brazo con el que tenía la barbera y de un tajo, pasó al
paciente a la otra vida. Estaban seguros de que Pablo es importante para la
guerrilla. A su barbería asisten liberales de Masaya, estudiantes de León,
campesinos de Monimbo, de Diriomo, Jalapa, Tisma, Waslala, Totogalpa. Palmas,
Chinandega. Un trajín que no se explican y presienten peligroso.
Fue un patón el que
le empujó el brazo, con que sostenía la barbera. Lo llevaron preso y lo están
chingüeando de lo lindo. Allí lo llevan. La cabeza tapada. Descalzo. A
empujones. ¡Pablo de mierda qué te han hecho! Según creo somos cuatro. Cuatro
contra veinte. ¡Una locura! Mal armados. Bueno, cinco con Palabra. No es sino
darle una oportunidad y se convierte en huracán. Lo vi pelear en la cantina en
el día de las elecciones y derribó guardias como palos de boliche.
Aquí nos fuimos.
Arrastrados a la cima del barranco... un salto y Jijueputa chingasa, estamos
rodeados. A matar carajo. A matar guerrilleros…. caen como del cielo. Los guardias se
arrodillan, asustados de tantos rostros cubiertos con pañuelos. Treinta fusiles
les apuntan en silencio. No sonó ni una bala y en el mismo silencio rescataron
a Pablo.
Venga hermanito por
aquí.
Corrí a coger los
caballos, rienda en trocha arriba y para susto de mis ojos, los rostros que
aparecen detrás de los pañuelos, son veinticinco mujeres que muestran su fusil de imitación.
Hermano esto no sirve
ni para quebrarle la cabeza a nadie de un culatazo. Son de práctica, tan
ordinarios que se rajan con la primera totuma. ¿Son lindos no? ¿De noche,
parecen de verdad?
Pablo les regaló una
sonrisa de alegría. Está desangrado. Tiene los ojos hundidos. Los calzones
rotos, de seguro le han apretado los testículos. Suena metralleta a lo lejos.
Los guardias simulan un combate. Matan al primer desgraciado que se encuentran
en el camino, para presentarlo como guerrillero muerto en combate.
Dentro de unos días
podría abrazar con todas mis fuerzas a la mita y a mi chavalo.
Hombres en las copas
de los árboles y en las frondosas matas de los senderos; emiten silbos de anunciación
de la llegada de Adán y su columna.
Entre la algarabía
del recibimiento por las nuevas armas, los recibe el Taita Vellorín con su
caballería y barba blanca, su sonrisa eterna y el frío brillo de sus ojos
verdes. Dos metros de estatura con que parece coronar las copas de las nubes.
Manos largas de sucias uñas, como raíces de árboles, cubren el mango de su
cutacha y su cachapa. El marco que refleja la bondad y la crueldad, sustentada
en el fanático odio a lo que huela a patón. No me digan que también lo caparon.
Sin testículos vamos a ganarles la guerra. Dijo el Taita al verlo entrar a la
enfermería.
La pobreza no hace a
nadie mejor, sino más cruel
Walker, de buscador
de oro en California, de contrabandista de armas para la insurrección Mexicana,
de comerciante de esclavos traídos por Laffitte para las plantaciones de New
Orleáns, de abastecedor de mujeres para cantinas y burdeles; alimenta sus
sueños al evocar las lecturas de la infancia en la imagen del pirata, poseedor
de un castillo de altas torres.
Una isla acariciada
por las olas. En la firma de cartas me
siento rey o emperador. Señor del viento
y de la mar, buen hijo de prostituta de
los muelles del Támesis; nombrado caballero y gobernador vitalicio del Caribe
Inglés, por Isabel La Reina Virgen.
El sabor del Whisky y
el vaivén de las cartas, estimula las ideas para sus dominios. Recibe la
información de las continuas luchas entre liberales y conservadores de Centro
América y las Antillas. Según sus cálculos y de acuerdo a la doctrina Monroe, Centro América será parte integral de los
Estados Unidos. Varios grupos desde el Salvador agitan la idea. Si se sitúa en una isla cercana o en un lugar
clave, podrá ser premiado por su
gobierno. Le ahorra trabajo. Los marcos de la contienda, están dados por los
tratados entre Inglaterra y los EEUU, el bombardeo del Cyane y las solicitudes
de la indemnización económica.
Con tres goletas de
cara al viento, pisa los territorios de Nicaragua en la arena bañada por el Sol de El Realejo
Riega plomo y dinero
al viento, en siembra de voleo. Como en
sus sueños, penetra en los territorios, hasta proclamarse jefe de estado y en
el primer acto de Previsión de futuros; decreta la esclavitud, dispuesto a
recibir la adecuada congratulación del Presidente Franklin.
No falla en sus cálculos en el respaldo de su país, hasta
completar la extensión de su imperio, por todo Centro América. El calor de la Costa le aviva los sentidos. La visión del mar. En baile erótico, en
vuelos de cadera, se ofrecen para salvar a sus hijos. Las que luchan con furia,
vierten sensualidad a la posesión. Rubias, morenas, de cabellos rizos, de
cabellos lacios.
Los límites de su
frontera pueden llegar hasta México, de acuerdo a como se ha presentado la
resistencia popular. Rey ante los Nicas “Ciudadanos de segunda clase”. “Peones
perpetuos”. Obligados a suministrar la fuerza de sus brazos, los hilos del
agotamiento de su sangre y las materias
primas a cambio de saldo en trapos y maquinaria de segunda. Se fustiga. Se
fusila en masa. Se obliga a caminar con el látigo. Es violento, cada vez que encuentra una
cosecha destruida por los campesinos de la montaña o en las cercanías de Ocotal
y Danlí, para darle la batalla.
El dinero lo salva
de una derrota. Compra las conciencias
al estilo “americano”. Los campesinos nicas, se sumergen en la elegía del
cansancio. No se avanza como en otros días.
No se conquistan montañas y cerros. En las entrañas del silencio, la
encerrona se prepara desde la escuela, en las iglesias y las casas para
envolver a Walker.
El terreno queda abonado
para nuevas incursiones. Se escribe sobre la anexión definitiva de Nicaragua. Se
anuncian los tratados para la construcción del canal. Se invade Cuba y Puerto
Rico. Se preparan desde Louisiana, los asuntos de la United Fruit
Company, logrados mediante amigables charlas con funcionarios, en la concesión barata
de numerosas hectáreas, para recoger el sabor de la banana, en siembra de miles
de colinos.
Las Bananas
Repúblicas, se incrustan en Centro América y Colombia, como un gobierno dentro
de otro gobierno. Es la libre empresa y el dominio de una gran multinacional.
El dólar circula por las oficinas. La ciudad de la banana, se levanta
protegida para marcar la diferencia y contener el temor nocturno de los de la
administración, al sentir rondar el desfile de los despojos, refugiados en ocupaciones, para musitar la marca del
sinsabor.
LA LIBERTAD LA
DEBEMOS CONSTRUIR Y TAN SOLO LA VIVIMOS
SI LA BUSCAMOS
Saludaste al señor Walker.
Te contestó con su aire bonachón de cariño, dispuesto a mantener en alto la
caldera de la empresa y a soñar desde su litera, bajo el toldillo, con las
posibilidades para extenderla al infinito, como el hilo conductor del progreso.
Recordó los primeros telégrafos, los puentes de guadua curvada, la dificultad
del terreno, la utilización de tecnología que no excluya los métodos manuales
de trabajo, en el soqueo, en la desinfección, en un montón de pequeñas cosas
que lo han llamado a amar estas tierras, hasta pensar en quedarse hasta el fin
de los días. Reconoce que la comida tiene un sabor especial, a carbón de amor,
una pequeña diferencia frente al emparedado y el pollo apanado que lo hacen
sentir con plumas de color plano. La variedad del maíz, del plátano, de las
frutas, de las verduras, de los sonidos de la brisa y la tormenta, son los que
lo hacen sentir recompensado, frente a las incomodidades de la vida. - Le
dijo-.
Y el abuelo,
respondió con la mirada depositada en el recuerdo de Margarita, para evadir la
pregunta sobre la intención de su visita. Sí señor, no tengo problema en
tomarme un trago para acompañarlo, en estos instantes que debo abrir otro
túnel.
Qué va hombre, no
venga ahora con nada de minería, como así que está agotada, los informes del
oro superan los cálculos. Es increíble que a pesar del oro que sacaron los
españoles, se continúe con más y más kilos. Es un nunca acabarse del carajo.
Extraer, extraer, sembrar y llevar hasta el límite del infinito.
Walker te miró
interrogado, para reprochar la marca del límite, para señalar la diferencia
entre tú y él, que no tienes límites. Varias veces lo ha expresado, tampoco
logra entender las carajadas de los ejidos de las tierras comunes de los Misquitos,
del descanso natural de la tierra. Se siente poseedor de otro ritmo, de la
extracción rápida.
Lo ves, sin dejar de
pensar que es el hombre a quien has venido a matar y por el que acaricias el
revólver. Tiene su valor, si se lo mira a partir de su punto de vista, en la
mirada del saqueo y la apropiación del trabajo del otro, un hombre como la mala
racha. Lo mides, para ver si merece morir o es una acción para equilibrar las
fuerzas, entre la vida de Margarita y la de Walker. En la balanza has escogido
la de Margarita. Los únicos que sentirán la muerte del hombre, es el ritmo de
trabajo de la plantación.
El abuelo, ha llegado
a cobrar la deuda, por haber violado a Margarita y arrasar el tesoro con que
alumbró su juventud.
Se habla de que al
abuelo lo van a fusilar. Se tomó como suya la tristeza de la Margarita que se
mece sin desespero en su hamaca, en su primera sangría. Vaivén de detención y
giro al punto de partida, en donde la mirada, hace titilar al lucero y detener
el túnel de la desidia.
Llegará el tiempo en
donde se junte la arena del mar con la tierra fértil, para arrancar la maleza
que cubrirá nuestras entrañas. - Se dijo-.
Cesar Augusto, se
paseó por las calles del puerto para apreciar los racimos de bananos y la
construcción del oleoducto que comunica los yacimientos del petróleo, desde el
centro del país a las bodegas de los barcos. Son unos carajos de la imaginación
para secar la tierra. Le sacan todo su cansancio. -Se dijo-. Al saludar el
paso del Walker que no quería abandonar la inspección de la obra, muy a pesar
de haber adquirido un color amarillo como el oro en veta o mejor, color mostaza
de velación continúa.
¿Qué haces Walker?
Creí que te habías marchado para donde los tuyos, ¿no
te vas a cansar de extraer la energía de esta tierra, hasta convertirla en un
desierto? Lo dijo sin saber que años después, lo tendría frente al pelotón de
fusilamiento.
Todo se mueve nada
cambia. Parece una historia cómica glorificada
En Diriamba, el sopor
aprieta los cuerpos que cargan la harina, con destino al molino de propiedad de
José María Moncada. Encaramado sobre los arrumes, conversa con sus íntimos
amigos, sobre los planes dirigidos en contra del clan de los Chamorros.
También los viva y
abajo de sus trabajadores, parecen significar la seguridad del empleo, para los
hombres del molino. José María Moncada, poseedor de un pequeño capital, de
prestigio como buen trabajador, aglutinó a los desposeídos, los humillados por
los gajes del poder y dado su imagen bonachona, merecía el aprecio de amplios
contornos.
Este país
convulsiona. Llega a su punto de aguante. Inglaterra, efectúa reclamaciones sobre la zona Misquita. No
olvidan los tiempos en que por orden de la corte, se daba posesión sobre la
tierra y se nombraba reyes Misquitos.
No solo Inglaterra
patrón. Don Emiliano Chamorro se dispone a firmar con el embajador Stimpson, de
los Estados Unidos, el acuerdo de las concepciones de reparto de las tierras.
Carajo. ¿Somos
liberales o no? Vamos a la revolución para liberar a Nicaragua, para tener un
gobierno digno y nacionalista.
En Niquinohomo don
Gregorio Sandino, se revolcó sobre su silla mecedora, siente que la tarde se
lleva otro rostro de oprobio.
Los gringos se han
propuesto realizar el canal desde los lagos de Cocibolca y
Xolotlán al Pacífico- Dijo Don
Gregorio-. Es una alternativa fácil. Queda a nivel del mar.
Se remonta el río San
Juan desde el Atlántico, se llega al lago dulce de los tiburones y con unos
cuantos kilómetros de canal está la mar. -Le contestó Manuel el barbero-. Es
una obra muy bella, casi de mentiras, tan fácil que parece hechecito.
Ese derecho ya lo
tienen, Don Gregorio. Súmele las propiedades de la United Fruit y quedan con la
cuarta parte del país.
Es cierto, dentro de
unos años seremos extranjeros, ciudadanos de segunda clase, en nuestra propia
patria.
Otro estado de las
estrellas.
Más saqueo carajo.
Siempre que un gringo o un inglés llegan a nuestras tierras, es para
saquearlas, ni siquiera son colonos. Es puro saqueo y humillación.
Cesar Augusto,
escucha las palabras que cruzan las puertas y los andamios. Que brincan sobre
los vasos de guaro en las mesas, mientras se hace la remesa de la semana. En
los corrillos de los días de pago. En el filo del cuchillo del carnicero. En la
puerta de la iglesia. En las voces de la escuela.
Comenzaron a trepar
por el espinazo del río. Es una revolución alegre. Los observa. Mide el ancho
de su alcance. Se siente seguro pero dudoso,
en la medida de la prudencia. Las responsabilidades pesan sobre sus
espaldas. La emoción es fuerte, son oídos jóvenes, tras el vocablo de la
revolución. No paran de sonar los corridos alegres, en el inicio de la leyenda
de los SIETE DE MURRA.
Calcula el tiempo, la
distancia, la topografía, la fuerza del grupo, y la diferencia con los otros,
en el juego de posibles y los imprevistos. La ausencia de convicción política
de los llamados liberales, marcados más por la emoción de un grito, más que por
la razón ética colectiva de su propia historia. Le resuenan las palabras del
viejo, en los momentos en que recalca la alternación de los dos partidos, para
hipotecar la patria.
“No existe mayor
diferencia. No existe ninguna diferencia.”
Palabras que va a
confirmar el calor de los hechos, como constataciones de presencias extendidas,
al romper los acuerdos con Moncada, el revolucionario liberal, convertido en un
conservador más desde el gobierno.
Los combates se inician
y con ellos las derrotas consecutivas de los dos bandos. Sandino a través de
las charlas con Moncada, ha querido influir en la manera de dirigir la guerra.
Moncada no se interesa por el triunfo definitivo. No sale de su aire de general
de oficina que se sueña a la cabeza de un gran ejército, presentando combates a
campo abierto.
Los liberales al
principio se muestran rebeldes, pero al momento de las definiciones, les
importa más su propiedad privada. Ser señores de tierras. Igual se vivió en la
tierra de Alfonso, cuando se completó el remate de tierra a pregón y vela,
confiscada a los jesuitas. Los liberales aposentados en el gobierno, dieron por
terminada su tarea revolucionaria y se dedicaron a agenciar su política
conservadora; enviando a la muerte a los revolucionarios que seguían
defendiendo a los sin tierra, a los pobres.
Al presenciar las
masacres a que Moncada exponía a sus hombres, al sentir menospreciado su
nombramiento y de su estado mayor; se replegó a las montañas de la Segovia,
para instaurar el sitio de los combates.
Cesar Augusto, Cesar
Augusto.
Qué quieres, no te
puedo dar nada.
Debes de conocer la
historia de las armas arrojadas al mar.
Sí, pero no he podido
encontrar, quién me diga el lugar exacto. Pienso que es una fábula.
No creas. Yo sé quién
te puede informar del lugar exacto.
¿Verdad?
Claro.
¿Y por qué lo haces?
¿Siento la libertad
de Nicaragua? Ve donde ella, búscala en la cantina que conoces.
Ustedes parecen saber
muchas cosas.
Sabemos más de lo que
puedas imaginar.
Organizó con Estrada
la extracción de armas de las aguas del mar, como lo había anunciado la Juana,
con sus veintidós años de piel ya ajada por el uso. Se reunieron los grupos de
trabajo para el buceo, la limpieza y la reparación.
Mis hetairas del
amor. Nicaragua les adeudará gran parte de su libertad. - Les dijo Sandino-.
Besando su mejilla.
Por aquí pasaron.
Vean las latas.
La vida enlatada. La
comida en cárceles de lata. Lo único que yo enlato son las balas. Es como si
enlatara el final de la vida. La presencia de la muerte. El aire en lata. Aire
puro con etiquetas. No entenderán el equilibrio entre su vida y la de las
plantas. Tumban los árboles, no siembran de nuevo y se montan en sus panteras
que echan humo por el trasero. Sus aves de plumajes de lata vuelan y arrojan
dinamita de sus vientres. El cóndor se enojaría contra mí, si lo mando a matar.
Es otro sueño, el de
la muerte, la de los salvajes que hablan de civilización. Carros, latas,
cajones para vivir, cacharros de muerte, comida chatarra.
Con mis lanzas mueren
sin tanta bulla. Un trapo al cuello para mostrarse corteses. Un vestido de
verde mierda para matar. La danza de los disfraces de la llamada civilización.
Se pintan la cara para tapar la entrada de la muerte. Parece que les gustara su
penetración por los poros.
No será fácil entendernos.
Se sienten diferentes del mundo. No tocan la
tierra con sus manos. Han perdido el poder de lo mágico acumulado en los siglos
de sueños, en las selvas, las montañas, en el canto de las aves que vuelan
libres, en el brío de las mujeres que paren solitarias. Partos sin rabia, sin
el odio de la vida, sin el dolor de sentirse madres.
Ellas son tierra que
germina, para el común de muchos padres. Mis hijos son los hijos del mundo. No
poseo nada, lo tengo todo en el común.
Sol, alimenta mis
sueños, dale fuerza a mis brazos para el silencio del camino, marcado por el
sigilo de pisadas que no se escuchan. Silencio de emboscada de vida y muerte.
Cuando el cielo de
estrellas toca la tierra, deben aparecer múltiples caminos. Caminaré hasta el
decimotercer cielo, para encontrar a la de dos cabezas. Criaré un pez para
hacer otra tierra. Lanzaré ojos y bocas
que devoren a la gente de los patones. Serán manos de miniatura y no gigantes
que arrancan los árboles. Me haré tigre para defender las montañas. Seré la Osa
Mayor, sumergida en el agua de la laguna, en donde depositaré mi memoria.
Levantaré polvaredas
para tapar el sol, cuando el cielo caiga sobre la tierra. Plantaré árboles muy
grandes, hasta alcanzar la estrella hermana de los Misquitos.
INSURRECCIÓN DE MONIMBÓ 1978
NO SE APRENDE A CAMINAR, SI NO SE LANZA DECIDIDO Y AVANZA A PESAR DE LAS CAÍDAS Y LOS GOLPES, TAMPOCO SE LOGRA QUE CAMBIE NADA
La alegría popular,
la expectativa, se combina con el sacrificio de los caminantes que hacen
penitencia, vigilia y ayuno. Los tumultos. La cantidad incontable de
asistentes. Los camiones marcados con el nombre de cada población. La
disciplina de grupo, de cada caserío, de cada región, necesaria; hay bastantes
que, por primera vez, pisan las calles de Managua.
Las banderas
amarillas y blancas, las banderas rojas y negras, de cruz y calavera, las
azules y blancas, hondean con alegría en el viento de las caravanas.
En la plaza designada
para el acto ritual, de la llegada del representante del Estado del Vaticano,
Juan Pablo II, están los grupos de cristianos, desde tempranas horas del día.
Los hombres y mujeres bonitos, se visten con camisa blanca y pantalón o falda
amarilla, que contrasta con la ropa de miles de campesinos, de múltiples
colores, con sus botas, sus sombreros y las camisas ajadas que marcan el sello
de la faena de trabajo, suspendida, porque hoy es un día de fiesta.
Los de amarillo y
blanco, han formado un cordón en primera fila, están de gancho, sin dejar pasar
a nadie extraño a su grupo.
La música de la misa
campesina y obrera, suena por los altoparlantes, alterna con los llamados de
prevención a la asfixia y la insolación que es sofocante. La Cruz Roja corre a
ayudar a los desmayados. El agua fresca con hielo se vende en los carros de
madera. La sandía, las gaseosas le dan un mejor sentido a la larga espera.
Un oficial del
ejército se dirige a mí y dice: “comandante le entrego este pueblo. Hágase
cargo de ellos.” Miré al edecán que me acompaña, en la búsqueda de una
respuesta. Él está sorprendido. Son como doscientos campesinos a la espera de que los ubiquemos
para el almuerzo y la misa que dará el Papa. Síganos compañeros. –Les dije-. Y en
fila despelotada, vamos a buscar la atención en las carpas.
EN
EL CAPITALISMO, EXISTE UNA GRAN DISTANCIA ENTRE LA NACION LEGAL Y LA NACION
REAL
Adán Melgar, cruzó
unas palabras con Vellorín y continuó la marcha. Dejó a Alfonso, rodeado de
hombres y mujeres que lo miran en son de inspección y sonrisa de burla.
Parece un gringo. Si
parece un gringo. So brutos, no parece gringo, es un gringo y tiene nombre de
gringo.
Mardoqueo.
A la orden tata.
Afila la cutacha
larga.
¿Para chalequearlo
señor?
Y enton qué. Pero
antes hacele cantar el miserere.
Ta bueno mi
comandante.
Alfonso, fue atado a
un Ocote. Confía en que sea una prueba, para ver si comienza a hablar como lora
mojada.
Al paso de las horas
Alfonso, inicia el delirio entre la presencia de la muerte y los sueños del camino de la
infancia. El regreso sobre la imagen vivida en una evocación del sentimiento,
en acumulación de tiempos que conformaban la corporalidad.
Sueña con la brumosa
Villaviciosa de la Concepción de San Juan. Un paraíso tejido a retazos de
múltiples colores sobre el rostro de nubes de su padre, viejo inglés emigrante
de New Orleans, iniciado en la industria de sombreros de Paja Toquilla,
vendidos al mundo bajo “Made in Panamá” que lo habían llevado a diversas
aventuras por los caminos del mundo.
No ha vuelto a saber
de su paradero. Y tal vez sin proponérselo, Alfonso, partió en la búsqueda de
su padre por algún rincón inesperado del mundo. No se siente bien bajo la
protección de un tutor. Volverá a cobrar su riqueza. -Se dijo-. Sin saber que
esta ilusión en los vientos del desespero, lo llevaría a escribir “Pasto
Ciudad Teológica y Sifilítica”, que lo habría de colocar en el exilio obligado,
al ser declarado persona no grata por el Concejo Municipal y los curas desde
los púlpitos. Desde donde ordenaron la quema de los libros en una gran pira en
el centro de la plaza, para escarmiento de los malos caminos.
Se deslizó por las
Calles del Sol y de Taminango. Escuchó los poemas en honor a Anacaona. Escuchó
al poeta Luis Botina y a Mario Rodríguez que recitaban sus escritos encaramados
en los techos de las casas. Las leyendas del duende, la patasola, el
descabezado. La narración de la insurrección contra los Clavijo, en la mano de
Manuela Cumbal; cuando arrebató el copón con el santísimo, cuando se lo quiso
utilizar para humillar a la población en rebeldía y que días después sería
utilizado, para bendecir las actas, en donde se ordenaba descuartizar a los
insurrectos en la plaza pública.
Sintió la orden de
Bolívar, impartida contra los Pastusos, en el exterminio total de la
resistencia, cuando se quisieron interponer a su paso para liberar al Perú. Los
artesanos entendieron el juego y tras tener a Bolívar, prácticamente derrotado,
en la batalla de Bomboná, le entregaron las armas. La matanza se produjo. La
criollada local pagó. Los curas manipulan con desespero, para pescar en río
revuelto y entregar la causa popular al rey y a España. Ellos cuentan la
historia, en los colegios, púlpitos y seminarios, siembran el odio contra el ejército
de Bolívar y preparan el ambiente para otra celada.
Los artesanos, años
después, dejan escuchar su canto. Caminan en nuevos sueños, en la construcción
de las nuevas repúblicas artesanales socialistas, sobre las que cayó el peso de
los silencios y susurros, en un intento de exterminio, igual a lo aplicado a
los trabajos culturales de Carlos Tupas y al pueblo de la Manuela Cumbal.
Imágenes que
confluyen y quedan cortadas por la voz de un guerrillero que pasa de rato en
rato gritando; Jijueputa gringo, alístate para tu viaje al infierno. ¡Jijue de
mala madre!
Alfonso, revive sus
sueños y ve pasar las hojas impresas del Excélsior, con su reportaje sobre las
victorias de Sandino. Ve las iglesias de Pasto, construidas cada dos manzanas.
Ve la iglesia de Sandoná, levantada con las piedras de las construcciones
indias. Revive las lecturas sobre Bakunin y los sueños de una utopía
socialista.
Con Gadaffi, los gobernantes de Occidente demostraron con creces que ellos no tienen amigos sino intereses
LOS ESTADOS UNIDOS NO
TIENEN AMIGOS, TIENEN INTERESES
Con Sandino se
asciende en el combate, no en el escritorio lambiéndole las botas y tomando
Whisky. -Dijo Umanzor-.
Pero no es bueno
desconocer sus órdenes. -Dijo el teniente León-.
Ellos han pretendido
desconocer nuestros grados, nuestra organización y bajo la dirección de Sandino
no se muere en masa, Sandino pelea para ganar, no para perder como Moncada que
manda a la muerte a su propia gente.
Esta situación crea
división, no conviene a nadie. - Dijo el teniente León-.
Es la apariencia
teniente. Públicamente se ahondan las diferencias entre conservadores y liberales.
Pero por detrás, José María Moncada y
Emiliano Chamorro son financiados por los mismos dólares gringos. Arman
batallas, destruyen caseríos y poblaciones, dejan saldos de miles de muertos.
Abonan y preparan el terreno para la llegada de Stimpson con su tratado de paz
que dedicará a Cesar Borgia, hijo del papa español Rodrigo, como intermediario
y mediador fraterno.
Henry L. Stimsom, el "pacificador" de Nicaragua en 1927, tras ofrecerle a José María Moncada la presidencia de Nicaragua
“Entre hermanos no debe derramarse sangre. Ustedes son hermanos y hermanos menores nuestros. No más sangre muchachos. Vamos a crear una paz definitiva en esta gran nación”.
“El general Chamorro
ya está anciano y mal de salud. Debe ser
designado como embajador plenipotenciario radicado en París. Y en pago de las
pérdidas ocasionadas por la guerra a su patrimonio personal, entregado como desinterés
en amor a la patria, será indemnizado, a partir de sus mismas cuentas, sobre un
millón de dólares en oro”.
“El general Moncada,
será el presidente y organizará la economía, a partir de la seguridad de contar
con varios millones de dólares que le entregaremos como préstamo a largo plazo.
Denominaremos a este trabajo EL PACTO DEL ESPINO NEGRO, en honor al lugar en
donde se ha llegado a los acuerdos”.
Sandino fue llamado a
la tienda de campaña de Moncada, con la intención de definir puntos de importancia
que permitieran la realización del pacto.
General Sandino,
usted es el más joven y el más capaz de mis oficiales. Ni siquiera tiene
treinta años y bajo sus órdenes están hombres aguerridos y eficientes. Está en
su primera juventud, pero la vida real no es de vivas a la libertad y a la
patria. Se mantiene con cosas de vestir y de comer. Su base es la paz y el
trabajo. Nicaragua está destrozada, hundida en la miseria por causa de esta
lucha fratricida. La lucha ha terminado y hemos ganado. El gran partido liberal
bajo mi dirección, toma las riendas de la presidencia de la república. Tenemos
dinero prestado por los americanos a un plazo tan amplio que más bien parece un
regalo. Debemos responder a la confianza y para obtener la paz, los hombres
deben entregar sus armas, por las cuáles recibirán una buena indemnización, en
pago de sus servicios a favor de la patria.
¿Desarmarnos?
¿Desarmarlos? ¿He oído bien señor?
Ha escuchado
perfectamente, a desarmarnos.
Qué se desarmen los
godos de Chamorro General Moncada.
Son los perdedores,
¿pero nosotros por qué? Es el único ejército que queda para salvaguardar el
orden público.
Se organizará la
guardia nacional. Recuerde que usted está recibiendo una orden, con plazo de
cuarenta y ocho horas, para cumplirla. ¿Entendido general Sandino?
Entendido General
Moncada.
Sandino, se dirige a
su columna ubicada a tres kilómetros de distancia del cuartel del general
Moncada, para informar a sus hombres.
Necesito con urgencia
a Estrada, Miguel Ángel Ortez, Umanzor, Altamirano, Díaz, Colindres,
Morales, Salgado y Sócrates. Ya es conocida la tregua, pero no las condiciones.
Cada uno de ustedes
entrega el arma y recibe de manos del general Moncada, una suma de dinero y la
alternativa entre la vida civil a la permanencia en el nuevo ejército, llamado
Guardia Nacional.
Las cuotas asignadas
del dinero gringo son:
Generales U$ 20.000.00
Coroneles U$ 15.000.00
Mayores U$ 10.000.00
Tenientes U$
5.000.00
Cabos U$ 1.000.00
Soldados U$
500.00
Yo les ofrezco seguir
luchando, contra la traición de Moncada, esto quiere decir hambre, desnudez,
enfermedad y, tal vez, la muerte, por y para la libertad definitiva. Él ofrece
vida segura y fácil en el nuevo ejército. Es mejor morir como rebeldes que morir
como esclavos. Escojan esta noche y mañana hablamos. Informen a la tropa.
Los comentarios se
enredan en sus alternativas al interior del campamento. Transitan en los sueños
de paz y la posibilidad de obtener recursos para la paga de un ranchito, el
matrimonio con la María, la compra de tres terneros, la instalación de la
tienda y el viaje al país vecino para iniciar negocios.
Se retira a su champa
con la incertidumbre de lo que le sucederá a su tropa. En la mañana podrá
encontrar el campamento completamente vacío, en la sola compañía de la sombra
del sol, los elementos de la guerra y los recuerdos. O tal vez el sonido de los
hombres de Moncada, informándole de su detención. Las voces sin sentido llenan
el aire de su carpa, como constancia de la intensa deliberación desarrollada,
en las fogatas que se silencian al paso de la luna y los cocuyos, hasta
envolver el silencio. Las tinieblas acuden para abrigar un sueño incierto. Una
noche de pesadilla, rota por las luces en su primera anunciación del día, cuando
Sandino cargado de presagios, se dispuso a tomar su baño de costumbre.
EL OPTIMISMO DEL
PROGRESO, ESCONDE LA MÁSCARA DEL PODER IMPERIAL
Hubo revuelo en el
campamento. Llegó el hijo de Vellorín y Veinte hombres más. Un mozo alto y fornido entre los veinte
años.
La bendición tata,
dijo arrodillándose frente a su padre. Se levantó y continúo. ¿Dónde está el
preso?
Allí en ese tronco.
Si demoras un tantico, sólo hubieras encontrado su cabeza. -Dijo Vellorín-.
Pero qué brutos que
son ustedes. Iban a chalequear a un Periodista. ¿No vieron sus papeles?
Como no sabemos leer,
los guardé para que los vieras.
Menos mal.
Desate a ese hombre.
Dele ropa limpia, jabón para que se bañe. Un par de botas y un buen almuerzo. Y
usted señor perdone. Como tiene facha y apellido de gringo, es natural
equivocarnos. Después de unos días lo mandaremos a donde el general Colindres. ¿De acuerdo?
Completamente de
acuerdo. No tenga cuidado, son gajes de la profesión.
Menos mal, no es
rencoroso ni pleitista. - Dijo Vellorín -.
LA
GLOBALIZACIÓN QUE ANUNCIAN, LOS ESTADOS UNIDOS Y LA OTAN, ES EL NOMBRE DE UN PODER
PERVERSO, PIRATA, SIN ÉTICA
Abre el toldo y ve a
los siete Murra que toman sus tintos sin hablar palabra. Acuchillados en torno
a la fogata que les calienta el cuerpo, dispuestos a iniciar las labores como
en cualquier día de campaña.
Buenos días General
Sandino, la tropa está bajo sus órdenes, dijo el General Estrada.
Buenos días
oficiales, les informo que la tropa debe prepararse a partir de inmediato.
Ahora José María Moncada, puede venir a desarmarme. Conoce mi temperamento y
sabe que soy inquebrantable.
Comenzó el revuelo de
carga; mulas, arreos, ollas, armas al hombro y el canto continuó, en la
búsqueda de un rumbo definitivo, para la instalación del campamento, a donde
les llega el correo desde Honduras, en que se informaba de una flota de guerra
gringa, está preparada para el desembarco en Puerto Cabezas, fortín y reino de
la United Fruit Company.
La Guardia Nacional
comienza a recibir entrenamiento de los asesores gringos, en la totalidad de
sus movimientos.
El resultado del
acuerdo del Espino Negro se hace visible, dijo Estrada.
Pero nuestra posición
es más fuerte, dijo Juan Pablo Umanzor.
Ya somos cuatro mil
veteranos. Veinte mil entre hombres, mujeres y niños que se entrenan en la
retaguardia y diez mil civiles regados por el país en labores de información
muy valiosa. -Dijo Colindres.-
La actividad debe
continuar como la del tábano; atacar a un pesado buey hasta llevarlo a la
muerte por desangre. Son picadas con un máximo de duración de un cuarto de
hora, para de inmediato realizar la retirada. Se repite las veinticuatro horas
del día, en una guerra de acoso y desgaste. -Dijo Estrada.-
HAGAMOS UNA SOCIEDAD
DE LA ABUNDANCIA, NO DE LA ESCACEZ
Chavalo, ¿jugamos un
rato?
¿Tan grande jugando?
Si chavalito, es para
descansar un momento de libros. De esta universidad que me sabe a estiércol.
¡Uy! y yo creía que
allí se aprendía para sabio.
No, se aprende para
capataz de los patones. Claro, fuera de uno que otro profesor con cojones que
dice la verdad.
¿Qué jugamos?
Al trompo.
Bueno.
Pero préstame un
trompo.
Toma este negro. Yo
me quedo con el rojo. Tiramos a sacar las bolas del rectángulo y de la figura
del centro en medio del círculo pequeño. Espera lo dibujo con esta teja. El
rectángulo grande. El círculo pequeño. Adentro dos figuras; la cruz y la
calavera formadas por un rifle y una espada.
Oye lo que estás
dibujando es otra cosa, no es lo que se juega en el trompo.
Que changada, es mi
juego, sino te gusta, te vas a otro lado.
Me gusta Miguelito,
me gusta mucho.
Bueno, entonces te
quedas. En el barrio estamos los que jugamos el rectángulo y los que juegan al
círculo. Esos son los zopilotes.
Ah. Ya entiendo.
Pues poné cuidado,
parece que te faltan entendederas. Jugaremos al rectángulo que envuelve el
círculo, en donde apuntas el trompo para sacar las bolitas que deben de ganar
distancia. Con una bola que recorra muchos metros ganas puntos. Entre más
puntos más territorio. Entre más lejos llegue la bolita que salió del
rectángulo,
mejor. Si tu bolita en su impulso logra sacar a otra del rectángulo e impulsarla
hasta afuera, el punto es triple. Son seis puntos. Si se queda en el rectángulo
fuera del círculo, son cuatro puntos. Si no sacas a nadie, son tres puntos.
Punto de más, por cada metro afuera. ¿Entendido estudiante? Después te daré
otra explicación. Por ahora hasta aquí. A tirar de una. A sacar bolitas. A dar
vueltas como la tierra. A no quedarse enterrado escarbando. Vueltas y vueltas.
Buen papirote de chaflán. No hay que pegarle en el centro, porque se entierra.
Sale de una. Vea; pegó contra la roja y no logró sacarla. Ahora a rescatar el
trompo. Es más elegante envolverlo en plena vuelta, dar el tirón para que de
manera obediente salte a la mano. Le gusta el calor de la mano del buen
trompero. ¿Lo ves? No se agota de dar vueltas. Tira es tu turno.
Aprendida tu clase;
se va el trompo negro de un tirón. Cayó en el rectángulo. Toco la bola y sale
una. No está mal para empezar. Ahora a recuperarlo. Se tira enroscada la piola.
Se le da la vuelta para el enredo y zas, mierda se murió Miguelito.
Bien como teoría. Te
falta la experiencia. Mucha experiencia, hasta suavizar el movimiento de la
mano y obtener un mejor efecto. Te falla lo artístico. El verdadero quid de la
cuestión. Una bola sacada, dos bolas por el trompo encerrado. Debes de darme
una bola para rescatar el trompo y otro como arriendo.
Como así, este pago
no estaba en las reglas del juego.
Las reglas a
profundidad las conocemos los de adentro estudiante. La aceptas o seremos
enemigos de ahora en adelante. De trinchera a trinchera. Además necesito
aprovisionamiento para los juegos de la tarde.
Está bien Miguelito,
voy a comprarlas a la tienda.
Viene a jugar con un
profesional, sin material para pagar. ¿Qué descaro, no?
Se subió al caballo
de la pulpería, depositado en el patio de la casa en un juego de estrellas.
Vuela alto. La luna le cuenta cómo se enamoró de la mazorca de maíz por su
bello resplandor. De ese amor se produjo el fuego, para calentar el sol que
tenía frío. Era un día de tiempos de algodón. El tabaco se eleva en humos de sabor,
para alimentar las nubes que habrán de servir de descanso, al caballo de la
pulpería, en su viaje de regreso de las constelaciones.
Volveré, porque el
volcán de azufre tiembla y la ciudad de las rosas, de los espantapájaros, de
las cebollas, de las avenidas, de los trinos y los paneles de Jicote, será
destruida, destrozada y los niños podrán despertar.
Es mejor que
despierten. Es la labor del volcán; en su paso de destrozo, lleva el estruendo
de la vida. También el abono para mantener la tierra fértil, en la belleza de
su ser majestuoso.
Los muñecos de la
Casa, recuperan la capacidad de gustar el Jicote y decidieron retirar la maleza
del sueño, las espinas del olvido, para saborear la miel, en el paseo por la
avenida de los Chocoyos, en donde marcha entre la niebla su ejército loco.
Me voy a tumbar las
espinas, para que algún día, puedas probar con placer el Jicote.
¿Te vas de verdad?
Vendrás por mí cuando encuentres el tiempo del algodón.
Vendré por ti. Y si
no, lo harán otros.
Llevate la bolita que te
gané, la verdad fue que te hice trampa.
Me llevo una Manuel.
Conserva la otra para ti. No la pierdas. No la regales nunca.
Nunca la regalaré
estudiante. ¿Te puedo preguntar cómo te llamas?
Me llamo, Sócrates
Sandino, Miguelito.
LA SALVACIÓN Y EL
INFIERNO ESTÁN EN EL MUNDO
Alexander es
entregado por Vellorín en el camino de Ascuapa, en manos del general Juan
Gregorio Colindres. Hombre de cuerpo mediano, achaparrado, de carácter
sencillo. Conocido por manejar con mano de hierro a sus hombres.
Con el antecedente,
de que otros han entrado, con el fin de asesinar al general Sandino, se ha
dispuesto que deba permanecer en observación en mi campamento, un mínimo de
seis meses. Y al final será, lo que el general resuelva.
Más fácil es volverme
y todo tranquilo.
Imposible. Nadie
garantiza que usted no informe de nuestras posiciones al enemigo. Ya está
dispuesto su trabajo.
Usted dirá. Yo
escribo muy bien a máquina.
Cómo se le ocurre. Un
hombre en quien no confío ¿escribiendo informes de guerra? Va como ayudante de
cocina.
¿De ayudante de
cocina?
Tiene que descontar
en algo la comida. ¡Chete!
Usted manda. –Dijo-.
Con voz atiplada un hombre desgreñado y descalzo que llegó corriendo.
¿No se queja de que
la cocina está muy cargada, para atender a tanta gente? Aquí tiene un ayudante. Instrúyalo a sus
órdenes.
Me fui detrás del
Chete, para dar inicio a sus labores. Pelar las papas, llorar cebollas, lavar
los jicotes, partir la carne, sentir la ahuyama, saborear pepinos, tajar
tomates, batir el chocolate, lavar las ollas, servir a cada hombre, conocer sus
nombres, sonreír con el que puede, mirar de reojo a alguna de las mujeres,
recibir los chistes, devolverlos cuando se acata; desde las cinco de la mañana,
hasta las horas de la noche. No tengo tiempo para escribir los artículos
encargados desde México. No veo la posibilidad de enviarlos. Me habrán dado por
muerto, tragado por la manigua o con un balazo bien alojado en el cuerpo. Son
seis largos meses de incomunicación. De mirar, de observar, de conocer la
geografía, cuando hay que ayudar en la recogida de las cosechas. En la compra
de los víveres, en las poblaciones de la periferia, en la atención de heridos
por el médico indígena y por uno que otro estudiante de medicina, venido para
colaborar con las fuerzas de la guerrilla.
Mi cuerpo se
endurece. Las manos no me sangran y las ampollas se transforman en gruesas y duras cortezas,
hasta atreverme a cantarle a la cebolla, a los Ocotes, a las bananas, en un
juego de palabras que divierten al Chete.
Esta mierda debe
mejorar, sabe a comida de cerdos. -Le dice al Chete-. En el momento de iniciar
la servida. Se hacen esfuerzos por mejorar el sabor, pero más de una vez, los
hombres comen con cara agria, se ha cargado uno de los ingredientes.
Alfonso, los hombres necesitan
sal, pero no tanto- -Le dijo Colindres-.
Se nos fue la mano
general. Mañana será mejor.
Estos brutos de
mierda nos van a matar un día de estos. Habrá que darles una buena tunda, para
que no nos tiren más basura.
¡Qué va, qué va hombre, la sal no mata a nadie! Es verdad
que es mala a la larga, pero no para tanto. Más de una diarrea no les da. - Les
dice Alfonso-. Pasa con trabajo su propia comida.
El Chete se ríe,
sumergido en las historias que Alfonso relata de sus correrías y amores con las
doncellas que han cruzado su vida.
Sandino, no es un
hombre, es una leyenda. Muere y nace a
la par de los días. Es una nube que aparece luego de un largo silencio. - Dijo
Alfonso-.
Ya está listo el camino.
-Le contestó el Chete-.
En el silencio del sendero, encuentra nuevos tiempos, para
pensar en lo que puede venir, en la tensión de saber que el enemigo ronda por
tierra y por nubes. A unos cien metros lo ven, pasan arreando a los culatazos a
uno de los hombres de Melgara. Iba con argollas al cuello y los pies, como
esclavo de plantación gringa.
Debemos de avisar.
Es peligroso dar
marcha atrás, nos ven subir la cuesta, es mejor regresar al amanecer. A éstos
los detiene una patrulla adelante. Sigamos bajando.
Por el camino siguen,
en el encuentro de sombras dibujadas, en el cuerpo de mujeres violadas, con tizones encendidos. Niños destajados por un puñal y casas incendiadas.
Un avión fue el que
me voló estos dedos del pie, cuando atacábamos a Ocotal. - Comentó el Chete-.
Era la primera vez que veíamos esos pájaros. ¡Son los Zopilotes! Gritaban, mientras caían destrozados y
nosotros con fusiles que no les hacían ni cosquillas. ¡Una masacre completa! No
quiero ni recordarla, pero si vas a escribir es bueno que lo sepas.
Sandino vive en cada
uno de nuestros cuerpos. Cuando se grita Sandino antes del combate, se siente
temblar el pulso, con que se sostiene el fusil y se dispara con la precisión de
la victoria.
Es para equilibrar el
miedo. Las balas comienzan a zumbar por encima de las hojas. Rodean el
campamento. No tiene alternativa. Si los gringos entran es hombre muerto.
Siente miedo. Se lo dice a Colindres. Le da el fusil de mala gana.
Nunca he disparado.
Comencé a hacerlo. Maté al primer hombre. Siento un dolor profundo en el cuerpo.
Mi mira se revuelca en su vida. Parte su rostro. Se riega su sangre. Son
hombres que están tirando a matar. Pienso en lo horrible del combate. De cómo
me afectó hasta perseguirme en las pesadillas nocturnas. Los replegamos, los
matamos. Me descubrí bueno para los tiros. No me imaginé que matando, me
ganaría la confianza de Colindres. No lo hago con ese propósito, pero la guerra
es dura. Llega el momento en que no se duda; se escoge antes que nada, la vida
de uno. Al cabo de varios combates, Colindres, me ascendió para estimularme.
Aprecia los aciertos de mis consejos, para las emboscadas y las mil maneras de
camuflar las municiones, a las que acude mi imaginación, para burlar las
barreras, colocadas por los gringos.
Sargento Alexander,
necesito que me redacte esta carta al estado mayor. - Dijo Colindres-.
¿Sargento yo?
Si sargento, o
es que no oye.
Mande mi general.
Una, dos, tres
cartas. Cojo el hilo de la redacción. Colindres es meticuloso. Le gusta mi
prosa, mi casi poesía. Se hace explicar cada término que no maneja muy bien.
Más sencillas esas
palabras. Qué irá a decir Sandino, que me estoy volviendo marica. Con tantas palabras rebuscadas.
La volveré a escribir
mi general.
Menos vueltas
Colombia. Menos vueltas a las cosas. Vamos al grano sin tantos adornos. Los
mensajes de guerra son rápidos y directos, como las balas en el combate, al
blanco. Las palabras son pocas, el
tiempo apremia.
Tengo que aprender
con premura la geografía, la ortografía de las denominaciones regionales. No
puedo darme el lujo de un error, un malentendido.
Colombia, prepárese
que viene el viejo Raudales. -Gritó el correo-.
Salí. Un hombre
imponente. Colindres nos entrena para luego pasar a formar parte de los
escuadrones del interior. Raudales me llevó. Conservé el grado adquirido y el
trabajo como corresponsal de guerra. Era la nueva marca en la movilidad. Apenas
me siento bien, debo de trasladarme a otro lugar desconocido, lleno de
inseguridad, de novedades, de situaciones inesperadas, entre el calor del
verano y los vientos secos, entre el frío intenso de las noches y el silbo de
las aves que no dejan dormir.
Cuando te fuiste de
viaje, luego de mi elección como alcalde, y de redactar entre los dos la
excomunión del obispo Canuto, de gritar vivas a la Sociedad Mutual Democrática,
al socialismo, a Bakunin, a la masonería, y te marchaste a tu reencuentro con
tu eterna labor de periodista, de guerrero, no comprendía que años después debería de ir tras tu
camino. Era el encuentro con José Martí, con Sandino, con Bolívar. -Según
dijiste-. No importa que los hombres mueran, la voz de sus palabras suenan,
hasta lograr reencarnarse en un rincón del continente.
No sé por qué huiste
cuando más te necesitaba. La pelea es dura. Hay que contener la radicalización,
para lograr la unidad. Es la mayor contradicción, lo repites varias veces,
frente a los que creen que la revolución es sólo un grito y como propietarios de
otras verdades, quieren un buen puesto burocrático, para impulsar el peso de
sus venganzas. Los utopistas que ven al proletariado en todos los balcones. Los
conservadores que apuestan en los balcones, y esperan el instante preciso para
alojarme un tiro por la espalda. A unas mujeres, en su euforia de placer; a
todos y ninguno, en tanto que la revolución no deja de ser fiesta y nada de
trabajo.
El sueño de señores
los incapacita, la herencia de lo español y de caciques, hace su agosto sin
cuartel mi querido Alfonso. Nada es más difícil que construir una revolución,
sin radicalidad. En la cordura, para que la realidad no se repita en el
idéntico juego, por el cuál ha sido condenada como incapaz.
Señores no destruyan las iglesias, son monumentos históricos y nos sirven de bibliotecas y museos. Son parte de la memoria, obras de arte. No quemen las casas de los curas, nos sirven para las familias más pobres. No vale la pena matarse por un dios. Gastemos las fuerzas en las minas, en fabricar municiones. Es la locura del analfabetismo, me lo dijo el Benedictino en el barrio La Culebra, cuando me pidió que le ayudara a proteger los libros que iban a quemar.
Señores no destruyan las iglesias, son monumentos históricos y nos sirven de bibliotecas y museos. Son parte de la memoria, obras de arte. No quemen las casas de los curas, nos sirven para las familias más pobres. No vale la pena matarse por un dios. Gastemos las fuerzas en las minas, en fabricar municiones. Es la locura del analfabetismo, me lo dijo el Benedictino en el barrio La Culebra, cuando me pidió que le ayudara a proteger los libros que iban a quemar.
Tenemos que
reconstruir la historia que ha podido ser y no la han dejado ser. Te fuiste bajo la constelación de los
anuncios, en el camino del baile de los cabritos, de un alba que te dio rayos,
palabras, para tu lejano camino. Redactaste manifiestos y cartas, informes que
cuidan el sueño del general Sandino. Ese fue tu reportaje, el que no pudiste
hacer, el que se te fue de las manos, de nuestras manos, porque debiste haber
reporteado a tu tierra, a los silenciados, a los que olvidan nuestros mitos y
niegan las posibilidades de vivir mejor a nuestros nietos; cuando este barrio
La Culebra, desaparezca de la faz de la memoria, de las bibliotecas públicas y
privadas y repose en el baúl de uno de mis bisnietos, escondido como lengua
muerta. Pasaremos a ser el
oprobio de la humanidad, hombres de la insensatez, faltos de ciencia,
habitantes de una desconocida comuna, de donde surgieron quimeras irrealizables
a corto tiempo, conjeturas, en lugar de certezas, arcos de triunfo sin
concluir, fiesteros de diez años de poder, oradores de diálogos de sordos. Por
eso tuvimos horror a la sangre que, en los últimos meses de mi gobierno, el
enemigo de la comuna derramó.
El general
Veintimilla en Quito, no logró controlar la proclama de guerra Santa. De guerra
nacionalista y nos quedamos solos, en una ciudad que no manejamos. El aldeano
creyó que el mundo entero era su aldea y no miró la periferia, las
centralidades, unificadas contra la revolución; en el sur, al mando del Guagua
Guerrero, el alcalde de la comuna socialista.
Era el momento que
debíamos tener las armas en la mano, para el regreso de las fuerzas derrotadas
de Quito, e iniciar los procesos de reforma agraria. Fue el día en que los
liberales nos voltearon la espalda, al sentir que podían ser afectadas
sus recientes propiedades, adquiridas en pregón y vela, de lo confiscado a los
curas.
Mujeres kurdas en lucha contra el estado islámico de los yanquis
LA HISTORIA ESTA MÁS VIVA,
MÁS CONFLICTIVA Y DESAFIANTE QUE NUNCA
El abuelo se mordió
los labios al sentir la soledad de las estrellas. El juego del día de viento se
ha aquietado en sonidos de silencio. La hamaca cuelga de los cocoteros con un
aire pegajoso. Ve los galeones con
banderas sin nombre que surcan sobre el piso de la mar. Ve en el aire de los
atardeceres, como se dejan las huellas para el final del alba.
El gran oidor de las
cosas de la tierra, ara el camino. Deja en la sierra al hombre del maíz,
sobrepuesto a la tempestad del jaguar. El camino de piedra se hace de soledades
de espera. No hay para qué despertar a la vieja. Ella sabe de su ida y lo
acompaña con ese luto que ennegrece los ojos. La vieja ha cerrado los postigos
y con papel impreso de noticias repetidas, ha tapado las rendijas, para que la
señora vida no entre, sin la compañía del abuelo.
Se siente solitario.
No puede mirarla en sus descuidos por las rendijas. No se atreve a pisar
fuerte, por miedo a asustarla. Si golpea no iba a escuchar. Los del otro
camino, no producen ruidos secos. Sus sonidos son de arrastre, de quien se soba
contra el piso y las paredes. La vieja ya ha tenido muchos sobresaltos. No sabe
predecir su reacción.
La oscuridad le
fascina, cuando sale a acompañar los aullidos del pinto, con su hocico, en
dirección a la luna llena. En el juego
de las sombras, ha sentido un gran estado de depresión y angustia, como también
un aire de intensa placidez. La
oscuridad se hace placentera. Muy distante del temor permanente del francés que
se agita convulsionado, cuando el abuelo, apaga los faroles y deja una pequeña
vela, para jugar con las siluetas. El francés viaja por las líneas del
escepticismo. Se revuelca en la sinrazón, rodeado de instantes de muchos años
que cargan el peso de una historia árida y remota, en el costal de la locura.
El francés no
entiende la otra historia. Es la misma pero con otro sentido, le dijo el abuelo
que apenas susurra con burla, cuando el francés habla del Colón que descubrió
la América. Tierra ya habitada y descubierta por millones de hombres, desde
siglos antes, descubierta metro a metro con sus sembradíos y sitios de caza y
pesca, sus altares al sol, a la naturaleza y la vida.
El francés, no
entiende la otra historia. Al abuelo le extraña también esa férrea obstinación,
por creerse superiores y llegar a la angustia. Al fondo tormentoso de la
existencia, sobre las nubes del dolor y del sufrimiento. A sentirse germinantes, olvidando el sentido de tránsito
en vía al infinito. Somos una circunstancia del engranaje cósmico, en un viaje
de paso, en donde cada acto del día, tiene su significado, porque la vida no se
repite.
La historia cansada se posesiona en los cuerpos,
para convertirlos en mitos vivientes que, como tales, no quieren ver la luz de la
novedad, por no sentir el polvo que derrite sus cimientos, de pétreos
materiales.
El francés, cierra
los ojos en el narciso, para no entender la historia, de los que, como espejo,
enlazan un rostro refrescante y rejuvenecido. Su sentido de historia concluida,
lo lleva a presenciar la frialdad del saqueo, en la amnesia del que habita el
paraje, con los ojos de añoranza, en miles de cascadas a distancia.
Abrí los ojos, le
dice el abuelo. No los ojos umbilicales, sino el sentido de probar y vivir el
aire que respiras. Tu madre es la tierra. El aire. Estas estrellas son las
mismas. No están en el carné que te identifica, de más allá del mar. Cuando
regreses, si este pantano de tiempo no te atrapa, tu madre será de más allá. En
donde tu corporalidad se asiente.
El abuelo, ve la
constelación de los cabritos y saborea, con la saliva del recuerdo, una
narración ácida. Ve como las vacas se secan, reposan en el piso contra el
intenso verano. Escucha caer las hojas, hasta dejar a los árboles en esqueleto,
para formar con la tierra una alfombra de hojarascas que lo cubre en su hamaca
de tierra, en su asiento de futuros, para esperar que la vieja viniera a
acompañarlo, como tantas veces lo ha hecho, desde la primera caricia en las
esquinas del río.
Es bueno que la
abuela venga. A las palabras del francés no logra aquietarlas, en sus llamados
de zozobra, si no tengo los dedos de la vieja en mis manos.
Releyó los escritos
que circulan por el correo de las mulas:
“Es interesante que
las elecciones de Nicaragua hayan coincidido casi, en el tiempo, con las
elecciones de los Estados Unidos. Nicaragua, electoralmente es, por
el momento, un sector de la política norteamericana. Desde que el
Vicepresidente Sacasa y el general
Moncada, jefes de la oposición liberal, pactan con los yanquis, los
liberales nicaragüenses, resbalan al campo de gravitación, hacia los intereses
norteamericanos. El único camino de resistencia activa al dominio yanqui es
Sandino.” Carlos Mariátegui.
Ve al general en la
puerta de su champa. Lo siente pisar con huellas de grande. Lo escucha
respirar duro, en la revisión de las filas de la tropa, y siente el dolor agudo
del pánico, al ver que les arranca del pecho una medalla.
No queremos espías
jesuitas. - Le dijo-.
Alfonso siente que el
cuerpo se le va, por un símbolo que no le importa más allá de evocarle el
recuerdo de su madre. Se vivió desprotegido. Arrojado a abismos interminables,
sin saber cómo va a recuperar el terreno perdido, desde este primer encuentro.
El viejo Raudales, lo
sacó del cautiverio y habló de su valor en el combate, de la intensión de su
viaje y de lo que le había comentado Colindres, en sus experiencias de
campamento. Alfonso, seguimos a Sandino porque
nos da razones que comprendemos que son válidas, y la verdad y la
certeza, son sus normas de conducta.-
La ocasión de hablar
con Sandino, es por las noches. Se reúne con su gente en torno a las fogatas.
Las fogatas son la evocación de la fiesta, cuando se tiene la certeza de que
el enemigo está tan lejos y no ve el brillo en la noche. La fogata evoca la
camaradería, en donde se da lo mejor, para brindar la alegría.
Alfonso conoce de
Bolívar y a Sandino le fascina el tema. Por horas, hablan de Bolívar. Alfonso
intercala la narración, con uno que otro poema, luego, los escritos de Bolívar.
Se pasea por sus campañas y cartas, por sus discursos y posiciones de
visionario temeroso, frente a la actitud de los Estados Unidos y el Estado del
Vaticano, al ordenar la reunión de tropas mercenarias, para invadir de nuevo al
Nuevo Mundo. Él decía: “Yo deseo más que otro alguno ver formado en América la
más grande nación del mundo, más que por su extensión y riqueza, por su libertad y gloria”… El pueblo que ama
su independencia por fin lo logra… Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las
mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros. No su confianza; no
seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos…” Escritos de La Carta
De Jamaica.
Y Dijo: “no somos europeos, no somos indios, sino una especie media, entre los
aborígenes y los Españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos…
nuestro caso es el más extraordinario y complicado.” Ante el congreso de
Angostura.
Se reavivan las
trovas de los comuneros de América. La escritura de José Martí, los sueños
cósmicos de Vasconcelos, en el surgimiento del indo americanismo.
Mariátegui dice que
no es posible. -Continuó Alfonso-. El pensamiento Latinoamericano, es una
invención, en la medida en que los pensadores sigan siendo formados en Europa.
Es un pensamiento humanista; ve a América con los ojos de Europa, y si logra
distanciarse un poco, en el grito de alegría y victoria. En el momento de
verter los resultados, manda a comprar las revistas de moda de París, para
estar a tono con la época, porque si no se acude vestido a la usanza europea,
se corre el riesgo de no ser recibido en ninguna humilde comisaría.
Es importante el indo
americanismo, es importante la reunión en Brasil de los escritores, es
importante el modernismo como encuentro con América, con sus negros e indios
desde París. -Dijo Sandino-. También Bolívar planteó las posibles formas de
gobierno, de un pueblo que vive en la ignorancia, la contradicción y que no ha
aprendido a gobernarse, a participar en las diferentes decisiones que lo
afectan. Es un buen ejercicio el de las cooperativas. No me importa que mis
enemigos me llamen plebeyo, mi mayor honra es que soy del seno y cuna de los
oprimidos. Mitad mestizo y mitad Misquito.
Hay que inventar, tener
la manera de innovar como lo pedía Simón Rodríguez a sus alumnos en Cumbal y
Túquerres, en donde sembró buenas semillas. Dijo Alfonso-.
ES NECESARIO UN
ESTADO REGULADOR Y NORMATIVO, QUE RESPONDA A UNA PLANEACIÓN CONCERTADA, EN
DONDE EL CIUDADANO PARTICIPE EN LA TOMA DE DESICIONES
Viene el
entrenamiento, la preparación de las bombas, de la bazuca de guadua. La carga
del machete bien alto, para que devuelvan el resplandor del sol e ilumine en su
viaje a la luna. El fusil sobre los brazos, mientras el cuerpo se arrastra
pegado a la tierra. Dos volteretas a la derecha y se corre loma abajo,
disparando al blanco que se movió a lo lejos. Cuidado con gastar las balas, lo
mejor es la preparación de la imaginería, los reflejos listos y los nervios
preparados, si no funcionan a la hora de la verdad, no se podrá remediar. El
que pare el culo en el arrastre, se lo rebanamos, decía el instructor y uno con
las canillas peladas, de tanto sacarle terrones a la tierra.
Esto de la guerra de
guerrillas es de cojones, de peleas de titanes, de uno contra veinte o treinta.
La pelea es astucia, rapidez e imaginación. Se pelea contra ametralladoras que
disparan sin rumbo fijo, con abundancia de municiones. Otro factor importante
es el miedo. El miedo que da no saber por
qué y para quién es la pelea y de no amar el motivo por el cual se
pelea.
El miedo, nos da la
mayoría de las victorias. Los gringos no son verracos, sino con las mujeres y
cuando lo tienen a uno puchado en un hueco, sin posibilidades de escape. Los
gringos no cambian de táctica. Los gringos se sienten superiores y creen que
van a ganar con lo que aprendieron en sus academias, con lo que aprendieron en
sus grupos de bandoleros de Chicago, masacrando gente indefensa.
LA POBREZA NO CREA
MERCADOS
EN
COLOMBIA HA SIDO UNA CONSTANTE, EL DESAFÍO DE LOS CAUDILLOS REGIONALES, DE CARACTERÍSTICAS
BÁRBARAS
Comandante Colombia,
lo llama el General Sandino. Está en su champa.
Colombia va a la
frontera con Honduras, captura a Colindres o lo fusila, de todas maneras lo trae.
Tome lo que necesite.
Alfonso, se retiró al
ver a Sandino enojado, supuso que había un malentendido, pero la situación no
daba pie a ninguna pregunta. Hay que esperar un poco de calma y reflexión.
Sandino tiene que echar la orden atrás. Estima mucho a Colindres.
Escoge hombres
durante cinco días y forma la columna. Se presenta dispuesto a perder su
trabajo. Presiente que la orden será rectificada o variada.
Que le vaya bien. O
me cumple la orden o no vuelve. Le explicó los motivos. Entendido: patria y
libertad.
Patria y libertad
general.
Alfonso se sabe en
una situación difícil, los hombres a su mando son amigos de Colindres, cualquiera
de ellos puede simular un accidente y cortarle la cabeza de un tajo o disparar.
Siente miedo, un miedo diferente e ingrato, miedo a sus compañeros de camino.
Rodean el campamento
y en el silencio de la noche desarman a los guardias. El general Colindres
duerme en la compañía de una mujer y al despertar con brusquedad, se encuentra
frente a la pistola de Alfonso.
¿Qué pasa? ¿Qué
sucede? ¿Por qué estoy así?
Está detenido
general, tengo orden de fusilarlo ahora mismo, si se resiste a que lo llevemos
al campamento de Sandino.
Colindres apenas
tiene tiempo de recoger sus pertenencias, para iniciar la marcha de tres días de camino a Santa Teresita.
Un camino de
embarazosos y largos silencios. Se va de mal humor. Los pensamientos revolotean
el cerebro. Se siente rabia contra la guerra. El deseo de la vida y la
presencia constante de la muerte, ha inducido a uno de los nuestros, a uno de los de más
confianza, a traicionarnos. Con él nos ubicamos la mayoría en entredicho. Nos
sentimos posibles traidores. Nos pensamos en la misma situación, escoltados,
para ser juzgados por el estado mayor.
Tal vez no sea
necesario que a Colindres lo fusilen. ¿Pero la disciplina? ¿Y la duda de qué
hacer? Se ha fusilado a hombres de menor rango. No quiero saber nada del
destino de Colindres. Él, se ha entregado, es sólo una indisciplina, un
no-acatamiento al poder central, con gusto lo dejo volar, pero la rueda loca de
la ruleta, se ha tirado al vuelo y marca el número del general. Siento el frío
de la muerte en mis espaldas, cuando cuelga su mano en mi hombro.
Quiero hablar contigo
aparte de la escuadra. - Me dice-.
Caminamos al interior
de la selva, en donde estamos seguros de que nadie nos escucha.
¿En qué puedo
servirlo general?
Dígame, ¿cuál es la
razón por la que voy detenido?
Usted no va preso
general. Usted va llamado, según se ha informado en el cuartel general,
porque ha proclamado la república independiente de Colindres. He sido enviado
para que lo conduzca a Santa Teresita, con todas las consideraciones, a fin de
que el General resuelva. Sabrá perdonar la brusquedad de los primeros momentos.
Sería mejor que me
fusilen aquí mismo.
No estoy autorizado
para hacerlo. Sandino lo estima a usted mucho y un cuarto de hora malo, lo
tiene todo el mundo. No hay para qué hablar más y por favor vámonos.
Al dejar a Colindres
en manos de la guardia del campamento, siento la afirmación de las acusaciones,
al no ver a Sandino en su recibimiento. Me voy a la champa central entro y lo
veo enmarcado de expresiones de vivo disgusto. Rindo el informe y sus ojos me
buscan con profundidad.
Bien cumplida la
misión, pero le informo que queda usted detenido.
¿Detenido General?
Sí, escuchó bien.
¿Por qué mi general?
Del archivo del
Estado mayor que usted maneja, se ha perdido la carta del Almirante Jefe de la
División Naval del Caribe, en donde se me ofrece: 1° la presidencia de
Nicaragua, 2° el grado de General de División en Texas y 3o una
gran hacienda en México; si abandono la lucha.
Estas cartas nunca
las conocí, usted me habló de ellas, también Estrada, Umanzor y los del Estado
Mayor; recibí el archivo sin inventario, no había quien me lo entregara. A Seto
Caracas, jamás lo conocí.
Dos hombres lo
acompañan a la champa, como señal del sitio de su encierro. Un aire raro y
pesado, cruza por los rostros que se unen para tratar de comprender, lo de
Colindres y lo de Colombia.
Alfonso, se dedica a
ordenar sus apuntes, a vivir el rostro y las caricias de Mencha que viene cada vez que las actividades
de la guerra la dejan.
Si nada teme nada
debe Colombia. -Le dijeron Estrada y Umanzor-. Con la plena confianza de que
Sandino no actuaba sin seguridad plena.
Aquí no se toman
determinaciones sobre simples sospechas, sino sobre pruebas fundamentadas a
cabalidad. -Dijo Estrada-.
Son palabras que lo
animan, a pesar de continuas depresiones. Los tiempos son duros y siente la
pesadez de la contradicción. De su falta de malicia y tacto, por haber recibido
sin inventario. Si la paga, lo merece por pendejo. No puede culpar a Beto
Caracas, de quien nadie le da información. Puede estar en un barranco o en
misión secreta. Situación de lo imprevisible de la guerra.
Tira las cartas sobre
la mesa. Se pasea por la champa. Escribe a máquina. Prende la pipa, envuelve
las conjeturas, las recriminaciones. Le falta malicia de buen periodista; por
lo menos para mirar los documentos existentes, en la indagación de los vaivenes
del pasado.
Hace bastante tiempo
que Sandino le ha comentado la existencia de las cartas y no se ha preocupado
por conocerlas, como una pieza clave de la inexperiencia de un militar gringo,
al dejar constancia de tamaña propuesta.
Espera la orden de fusilamiento,
tiene la marca del delito. Bajo su responsabilidad está la comunicación. No
puede culpar a Beto Caracas; entre su ausencia y la entrega del archivo, ha
transcurrido un buen tiempo. La muerte. La inocencia ante la muerte, hace que
el sonido del reloj, marque con lentitud los segundos.
Mencha moriré.
Nadie muere antes de
tiempo.
Las balas no avisan
Mencha, nos torturan con tiempo de espera. Nos deshonran ante los ojos de la
historia. No vine desde tan lejos para ser un traidor.
No te tortures
Colombia.
Al momento en que el
sol marcó el medio día, abrió la tolda de la champa el general Salgado, con una
sonrisa fresca en los labios. Alfonso siente un frío de renovación en su piel.
Es conocida la actividad del general, como Jefe de las redes de espionaje y
contraespionaje.
Hablé con Sandino.
-Dijo Salgado.- Hemos recibido informes de las actividades de Beto Caracas en
las filas del enemigo. Se robó las cartas para limpiar las pruebas de chantaje,
de parte del gobierno yanqui. También hemos sabido que el Almirante firmante de
las cartas, ha sido trasladado por ingenuo. Ahora puede ir a elaborar el
inventario al campamento de Pedro
Altamirano. Tómelo como un descanso. Patria y libertad.
GUERRA MEDIÁTICA CONTRA VENEZUELA
CONOCEMOS LAS
MENTIRAS QUE SUSTENTA Y USURPA EL PODER, SIN EMBARGO, ASISTIMOS COMO AUTÓMATAS ANTE LAS REPRESENTACIONES QUE LAS
DISIMULAN
Cuando la lámpara
roja del sol, se bañó en el mar del Pacífico, la alegría brotó de las gargantas
que saborearon las lágrimas de emoción, en los gritos de vivas al Papa, Juan
Pablo II, al vaivén de los pañuelos y banderas.
Reinó el silencio, el
respeto y la comunión de espíritus. El Obispo Obando inició el saludo al pueblo
de Managua, igual que lo había hecho en la ciudad de León. Fue recibido con un
murmullo respetuoso de desacuerdo. Desde la separación del grupo de Violeta
Chamorro y Edén Pastora, como representantes de sectores de los anteriores
gobiernos y la identificación del Obispo con ellos, se había ganado la
antipatía del pueblo Nica.
Un diácono inició la lectura
del texto bíblico que hace referencia a la torre de Babel: “en donde un pueblo,
había logrado tal unidad que había construido un soberbia torre y podría
construir obras tan grandiosas que enojaron a Jehová, quién se dispuso a
dividirlos; dándole tantas lenguas de tal manera que no se entendieran entre
ellos.”
Las personas se piden
una a la otra, una explicación del texto. ¿Por qué esa parábola a Nicaragua? La
unidad la representaba el Frente Sandinista. ¿A quién van dirigidas esas
palabras? En medio del tumulto, las madres de los combatientes muertos en la
frontera, quieren llegar a primera fila. Se adelantan con trabajo. Se agarran
de la mano para no perderse. Aprietan el retrato de sus hijos contra sus
pechos, para que no se vaya a quebrar en el forcejeo, contra los de vestido
amarillo que no quieren permitirles avanzar.
Desde el altar en la
tarima, se condena a la Iglesia Popular. Se habla contra la educación atea. Se
pide por los presos. Se habla de la división de la Iglesia. De la obediencia al
Papa y al Obispo. De la autoridad emanada desde lo alto.
Los de la primera
fila de vestido amarillo, aplauden con furor. No dejan pasar a las madres de
los combatientes muertos.
EL PODER HA APRENDIDO LAS MIL MANERAS
DE HACER INVISIBLE, LAS CAUSAS QUE LO MOTIVAN, MUY DIFERENTE A LO QUE EXPRESA,
DE TAL MANERA QUE LA VÍCTIMA LE QUEDA AGRADECIDO
Luego de la masacre
de las bananeras en la Ciénaga, la de la cercanía a Santa Marta, el abuelo se
puso a maniobrar las velas de la goleta del recuerdo, para surcar las tinieblas
del camino de los de la otra vida.
Viene el gran velero
de la United Fruit Company y su carga de bananas, con destino a
los Puertos de la Florida. Con insistencia hace sonar el estruendoso cuerno,
para avisar de su marcha. El capitán
imparte órdenes. Corre por la cabina de mando, en un intento por
encontrar una señal que le permita vislumbrar la ruta por entre la niebla. La
visibilidad es nula. El viento empuja con fuerza dándole a la nave una gran
velocidad.
Se destemplan las
velas. Se arroja el ancla. La nave merma su arremetida sin detenerse. Es
llevada por una corriente de un río sin límites. Los marinos se inquietan muy a
pesar de sus años de calma basada en la experiencia. Se tapan los oídos para aminorar el estruendo, en un
encallamiento de palabras y el intento por recuperar la coordinación de los movimientos de
dirección y de arreo, en tanto las palabras se golpean contra la arena, en un
espejismo de terror.
Divisan la goleta,
situada a escasos metros de la proa y en una acción sin límites, golpean con
hierros los metales, para hacerse escuchar. ¡Los partiremos, los partiremos, si
no se mueven! -Gritó el capitán-.
Mira incrédulo la
calma de los tripulantes de la nave. Su rítmica tranquilidad, sus lentas
miradas y ademanes de saludo calculado. El vaivén de la vela a medio arreo,
como si no se hubieran percatado de la presencia del imponente velero. Lo que
más les aterró, fue el brillo de la bandera pirata de color negro y rojo
enmarcada en una cruz, con base en una calavera.
Quiebran al máximo el
timón e izan la vela. En un nuevo intento por aprovechar cualquier viento. El
velero impacta a la goleta. La atraviesa y su tripulación, inmutable, continúa su
labor. El abuelo da las órdenes pertinentes. La tripulación permanece en sus labores,
protegidos por sus capas que los cubren desde la cabeza.
Un manto de oscuridad
les envuelve. Los remeros sin recibir orden alguna, dan marcha atrás con todas
sus fuerzas. El capitán da órdenes que no llegan, marcadas por los ademanes de
los brazos. Reinan los sonidos del vacío,
en donde ninguna voz se escucha. La tripulación del velero, pierde su
expresión de miedo y asombro, para quedar impávidos, con la frialdad en el
rostro. La banana dorada se pinta de negro, como nueva marca para ser canjeada,
en algún mercado de puerto.
Las dos naves se
sobreponen, se traspasan para quedar dando vueltas en el círculo del recuerdo.
La tripulación se saluda con los ojos. Al paso de tanto sentirse cercanos y
viajeros de la imagen viviente; le dan paso a la indiferencia y ya no se
preocupan la una de la otra, en una eterna y cíclica compañía.
La goleta sigue su
rumbo. Toma la desembocadura del río San Juan hasta el lago de Nicaragua o Cocibolca. Los acompañan los
tiburones, los múltiples islotes y uno que otro boga que rema la cotidianidad
de su trabajo, en la captura del jicote, sin darse por enterado de la compañía,
a excepción de un viento frío que los hace tiritar, hasta más adentro de los
huesos.
La goleta hace su
arribo al muelle, en donde el abuelo Manuel los aguarda, en un carruaje tirado
por borricos alados.
Deben detenerse un
buen rato, hasta que suba el último mensajero del diluvio de la niebla de
Nicaragua. El abuelo analiza al detalle, el camino que debe tomar la nave, en
el canal que los ha de llevar al Pacífico.
¿De quién es el
velero que los acompaña?
Son gringos que
venden bananas negras, no han podido encontrar clientela. Anuncian que es el
último grito de la moda en Europa y los Estados Unidos. -Dijo el abuelo-.
En algún puerto los
recibirán, siempre hay quien reciba desechos a nombre de la moda, en un bonito
empaque.
El abuelo da la orden
para arrear las velas y continuar la marcha hasta el lago de Managua, en el
paso de la ruta del canal.
Debemos ayudarnos con
los remos, las nubes están inquietas y el volcán se puede sentir celoso. Ya
humea la entrada del rostro del día. -Dijo el abuelo-. La tripulación que
inició su marcha, en la dirección del velero de la banana negra, ha desistido
de utilizar sus cartas de navegación, por considerarlas inútiles. Navegaremos
hasta que los sueños de Sandino y Bolívar, desde su Carta de Jamaica y su
escrito Del Delirio, adquieran su imagen en la carnalidad viviente.
“EL PASADO HA DE SER
INVENTADO A CADA HORA PARA QUE EL PRESENTE NO SE NOS MUERA ENTRE LAS MANOS”
Carlos Fuentes
Alfonso Alexander, el
Capitán Colombia, contuvo las lágrimas. Los hombres no pueden llorar. -Se
dijo-. Sin entender por qué, le habían enseñado esta supuesta fortaleza con
tanto énfasis. Debe tener un fin, y lo siente al recordar sus correrías, como
corresponsal del periódico Excélsior de México, en donde no ha visto sino
muerte y miseria. Las atrocidades cometidas por los gringos en la invasión a
México, en donde se roban medio país. La
dureza de los combates de Pancho Villa y la lucha a muerte de Zapata. No
entiende por qué Zapata no quiere ayudar a Sandino si, en el fondo, es el mismo
combate, desde diferentes partes del mundo.
Al llegar a
Nicaragua, se quedó de secretario privado de Sandino. Al principio no entendía,
por qué fue escogido para esta labor. Pero supo apreciar la capacidad de
síntesis del general y el sentido extraño, para conocer a sus mejores hombres y
distinguirlos de los que no son confiables.
Como fuerza real de combate,
no le ve ninguna posibilidad al triunfo de las fuerzas de Sandino. Qué importa
morir aquí o allá, si por la libertad nos sentimos vivos y vitales, como
guerreros que luchan por un imposible siempre buscado. La bala que suena no es
la mía. La mía no suena, produce un poco de calor y si no se muere viene el
dolor.
Esta guerra la habrá
de recordar toda su vida. “He vivido de sus sonidos.” Treinta años más tarde,
lo recuerda, en el auditorio del Ministerio de guerra en Managua, mientras hace
su discurso en honor a Sandino y mira a las jóvenes fuerzas Sandinistas que se
tomaron el poder contra el hijo menor de Anastasio Somoza García. Se pregunta,
una vez más, si irían a aguantar la arremetida de los gringos, en la compra de
votos del proceso electoral. Recorre el país en la compañía de la mujer del
comandante Tomás Borges. Una mujer canela, con la fuerza que había acompañado a
Sandino. Le recuerda a Blanquita, como si el tiempo no se hubiera detenido.
LA NOVELA ES UNA
PERPETUA REDEFINICIÓN DEL SER HUMANO COMO PROBLEMA
Milán Kundera
La casa de chocolate
se le esfumó de los ojos al chavalo. El tiempo ha pasado. Hace las cuentas
entre el producto de la venta de las bolas de cristal y el precio de una barra
de chocolate.
La saborea en su
saliva y con la estación de las nubes al amainar su lluvia, se dispone a ganar
las restantes a los del círculo.
Pelados por completo,
están sus colegas del rectángulo. Recorre las calles, hasta encontrar a los del
círculo. Por las ventanas y desde los patios traseros los reta; a Juan, Samuel,
Salomón, para despacharlos con los bolsillos vacíos.
Le queda el hijo de
Smith. Es difícil que lo dejen salir a la calle, con sus ojos claros, sus manos
blancas y los brazos llenos de ronchas por las picaduras de los zancudos.
Te invito a jugar al
trompo Smith.
No me dejan mis
padres.
Eres una clueca.
No me insultes Nica.
Tienes huevos de
colibrí. Nunca salís, porque te da culillo la calle.
A mí no me da miedo de nada.
No me dejan salir porque me infecto de mugre.
Eres una marica.
Te tragarás esas
palabras, Nica asqueroso.
Eres una maricota
triple, ni siquiera te haces la pigolla.
La pigolla si la
hago. Hago lo que me da la gana.
Entonces salí, sino,
sos maricota.
Con pigollada y todo,
te vas a tragar tus palabras.
Salí pigolludo.
Smith brincó el
cerco. Se enfrentan como jaguares abrasados rodando por el suelo, mientras
Miguel le mete las manos en los bolsillos y le riega las cosas.
Los aruñetazos, el
jaloneo de pelo, la escupa en los ojos. Miguel miró la barra de chocolates que
tiene en la mano, al tiempo que recibe un directo en la nariz que lo hace
sangrar. Se incorpora, da media vuelta y corre con su barra en la mano.
Por qué corres Nica
de mierda.
Ya lo tengo, ya lo
tengo, el chocolate y sin perder las bolas.
Esta barra es mejor
que la de la tienda. Qué lindo el papel dorado que la cubre. Tiene galleta por
dentro y de las finas. ¡Saben rico!
Miguel corre sin
detenerse ni hacerle caso al Smith que intenta agarrarlo. Lo dejó al voltear la
esquina. Se vive con su barra de chocolate. Se alimenta con la sangre de su
nariz que cantó victoria, en la protección de sus bolas de cristal, ganadas en
limpia lid.
Ellos con tanto y uno
sin nada qué carajo. ¡Qué mundo! ¿No? Si mejor hubiera vendido la barra en vez
de comérmela. Ortega me daría bastante. ¿Le vendo la última pastilla? ¿Qué me
puedo comprar a cambio?... Qué va, mejor me la como. ¡Qué rica carajo! Ahora puedo decir que nadie del barrio le ha
quitado un chocolate al gringuito y que nadie se ha dado ese lujo que me dí. Un
bacanal.
3.000 OBREROS Y SUS
FAMILIAS FUERON ASESINADOS POR EL EJÉRCITO, PARA PROTEGER LOS INTERESES DE LA
MULTINACIONAL ESTADOUNIDENSE
United Fruit Company,
en Colombia
¡Qué
peleen Nicas con Nicas! Así cumplimos con la Doctrina del Departamento de Estado. NUNCA INTERVENIR.
Pero ese Ortez. Ese es un enemigo digno. Ortez es un blanco rubio como yo.
Seguro que tiene sangre de Sajón en las venas. Lo admiro y lo odio por su
suerte con las mujeres, por su valentía; por su juventud. Es inteligente.
Ahora llega mi hora, Miguel Ángel Ortez. Te harán
un corrido lindo. Quedarás en la Historia, como héroe de los mestizos. Faltan
tres horas, para que te lleven los
diablos.
Mi Coronel.
Ya está aquí, el
Comandante Somoza.
Hágalo pasar con todo
el respeto, mi teniente. Pero cuando salga, no se olvide de hacer traer Cresopinol, para desinfectar.
Con enorme placer
Coronel.
Somoza, figura en el
cargo, de jefe Comandante, para el destacamento de Guardias Nacionales,
destacando a San Rafael Sur. Cargo adquirido con Moncada, gracias al
estadounidense. A Sacasa, "Años después, habría de pagarle el favor, derrocándolo del Gobierno y tomando
el poder durante más de treinta años.
Lo ha hecho
Comandante, a pesar de que nunca ha disparado una pistola de juguete. Después
fue General Director Supremo de la guerra; señor Presidente, condecorado con la
Rosa de Oro por el Papa y con diversas cruces por el Gobierno Norteamericano. En
esos días de San Rafael Sur, no tiene cinco córdobas en el bolsillo. Vende el
sueldo y lo que le sigue pasando la embajada norteña. Alto más bien blanco y
pálido, ha de constituir en años posteriores, las delicias de los
caricaturistas del Mundo.
Siéntese Comandante.
Felipe, no quiso ver
la fofa y sudosa diestra que le tiende Somoza.
Estoy a sus órdenes
Señor.
Voy a hablarle
directo; se trata de cazar a Miguel
Ángel Ortez. Dentro de cuatro o cinco horas, aquí lo tendremos. Nada más.
¿Ortez? ¿Es que llega
Ortez? ¿De verdad?
¿Y lo asusta? ¿Lo ha
puesto a padecer?
Un guerrillero como cualquier
otro, pero con valor y talento. Tengo listo el cepo.
Ya pensé por usted y
perdóneme la franqueza. En ese cepo, sus famosos y heroicos Guardias
nacionales, van a servir de carnada. Mis hombres, a los lados de la trampa.
Ustedes en medio, de carnada.
Estamos listos como
Usted bien lo sabe, mi Coronel. Todo lo que sea sacrificio en bien de la
Patria.
Pare el chorro, como
dicen Ustedes. Pare ahí, soy un ciudadano de Nicaragua; un votante en sus
elecciones. Soy un soldado Norteamericano. Nada más Comandante. No niego que su
lindo cuerpo de Guardias, va a ser sacrificado. Mejor dicho: que usted, señor
Somoza, los va a obligar a que mueran sin retroceder un solo paso. Yo lo obligo
a Usted y Usted a sus hombres. ¿Estamos listos? Y
déjese de pendejadas. A mí no me venga con engaños. Conozco el paño de los del
Gobierno, y el suyo mejor que otro.
No permito ser
tratado tan brutalmente Mi Coronel. No
le puedo permitir.
¡A mí qué me importa! Parece olvidar que nosotros, mantenemos a su Gobierno; que personalmente
lo hemos mantenido a usted varios años.
Que está en nuestras manos, su bella, digna y limpia vida. Aunque pensándolo
mejor y como es tan buen patriota;
experto en arte de guerra, valeroso como hombre, acabo de resolver que no haya tal cepo. Voy a
anular las órdenes dadas. Es usted el llamado a enfrentarse con Ortez. Son
Nicas. Son militares, hasta paisanos. Podré verlos de lejos. Practicaré la
política de no intervención. Como norma jurídica y constitucional de mi País.
Todos contentos. El departamento de Estado, su gobierno y los Guerrilleros.
¿Pero yo solo contra
Ortez?
Sí Señor, Usted y sus
Guardias. Su ciudad. Su gobierno. Su Nicaragua. ¿Tanto miedo le causa ese
hombre? Aquí termina nuestra entrevista Señor Somoza. Vaya a pelear como
"mero Macho", para usar otra expresión. Vaya. Cúbrase de los laureles
que merece.
¿Por favor?
Déjeme terminar.
Usted pelea y gana la pelea. Lo
ascienden inmediatamente. Para eso están Sacasa y Debayle y Juancho Avilés,
con "La Noticia" y hasta
Moncada mismo. General Somoza. Suena muy lindo. Hasta Presidente seguro.
Hombre mi Coronel.
¿Hablemos sin caretas quiere?
Perfectamente.
¿Qué desea que haga?
No le pido que pelee
personalmente. Usted no lo puede hacer. Este pleito con Ortez, es mío. No es de
nadie más. Pero usted tiene sus Guardias y yo deseo que alguien detenga a los
guerrilleros, siquiera media hora en las primeras casas de la entrada al
pueblo. Solo pido que alcancen a resistir media hora. Ni un segundo más, y le
prometo que verá la cabeza de Ortez, clavada al poste de los juegos, en plena
plaza de esta población, dentro de 10 horas máximo.
Haberlo dicho antes
Mi Coronel. Tengo mil hombres listos. Que ocupen la primera línea.
Pero espere un
momento. Llame al Capitán Nichols. Se va ahora mismo con el señor Comandante
Somoza. Equipa los mil Guardias. Los distribuye en todas las casas que rodean
la ciudad. Especialmente en la entrada Sur.
Lleve 50 nuestros, para que cooperen. La orden es resistir media hora. Usted y Nichols lo conseguirán y seguro que está ganado su ascenso. ¿Digo bien?-
No retrocederemos ni
un milímetro.
Coronel. Mis hombres van derecho a la muerte.
Coronel. Mis hombres van derecho a la muerte.
Exactamente señor
Somoza. Y eso es lo que quiero. Con tal que a usted no le pase nada, dese por
bien servido. Ahora, le ruego dejarme reposar unos minutos. Voy a dormir
un rato. Es mi noche.
Supongo que Ortez,
habrá dicho lo mismo.
El pleito termina
hoy.
¿Va a desafiarse con
Ortez?
Ya ve Tachito, que va
a recibir gloria, dinero y honor, gracias a Felipón Whitaker.
Siempre bromeando.
Tengo todo
distribuido. Granda Gómez, me dijo y juró que eran 180. Tengo más de diez veces
su número, sin contar los 1.000 de Somoza. Los voy a volver flecos. Me sobran
entonces, 500, 700 hombres, armados y equipados. Capitán Shepard. Tome
500 y salga de inmediato con banda de guerra y todo el escándalo
posible, para que el pueblo y los enemigos
se enteren que marcha en dirección hacia San Rafael Norte. Camina dos a
tres horas. Luego hace alto, descansa un cuarto de hora, y regresa. Ha de
encontrar mucho ruido aquí. No le haga caso. Disponga su gente en los llanos que rodean la ciudad, por el
lado en donde esté más duro el combate.
¿Hay combate?
Y nada menos que con
Ortez, para dentro de pocas horas. Ya lo sabe. Usted, no me va a dejar ni uno
de esos bandidos. Llegue cuando esté la fiesta prendida por el lado sur.
Pero no descuide al Norte, para formar un cerco a la ciudad. Entrará cuando
derrotemos a los guerrilleros de Ortez. Usted me los caza uno a uno. Fama tiene
usted de ser un poquito cruel y eso es bueno Shepard.
¿Cómo en China y las
Filipinas no?-
Exactamente. Cácelos.
¿Y si atacan?
No les conteste ni un
solo disparo, hasta no tenerlos cubiertos. Es una orden. Consiste en que puedan
encontrar, con facilidad, el Cuartel y la Plaza. Claro que, antes, les tocará
entenderse con los guardias del Señor Somoza.
SOMOZA
ES UN HIJO DE PUTA, PERO ES NUESTRO HIJO DE PUTA
Franklin D. Roosevelt
El Taita Virgilio
Vellorín, jefe del Puesto de Observación
No-3- en el Campamento de Azcuapa, cerca de la Frontera Hondureña, siempre a
media caña y el suspiro de reniego por esta guerra que lo separa de su amor. Ocho
días le ha durado la última perra, alcahueteada por sus pupilos y los jefes que
se hacen los de la vista gorda. Está alegre, dichoso y satisfecho. Lo han
ascendido a subteniente efectivo de Ametralladoras, con destino a Azcuapa,
donde prestará sus servicios, como instructor de armas.
Un grito rabioso y
ancho, lo empuja entre equis y las letras del abecedario, dibujadas por sus
gruesas botas, "herencia" de un gringo ahorcado por sus manos. Camina
en medio del coro, formado por sus catorce hombres. Que pasa.
Nos asaltan jefe.
So bruto. Denme un
trago que llega Colindres y Raudales. Mi Gabrielito. Mi gran teniente. Patria y
Libertad mi teniente.
A su Juanita, la ha
dejado sola. Si lo deja o lo ha dejado ya, la culpa era suya. Quién va a
esperar a un don Juan de pueblo. Hasta Sócrates
Sandino, general y hermano del gran jefe, anda por Juanita.
¿Y Ferreti? Juancho
Ferreti, el inseparable de Sócrates.
Peor aún.
¿Y Estrada?
Ni se diga. Ha
manifestado a un grupo de amigos, que si
Juanita deja a Raudales, sus brazos y respeto de Hombre, están para ampararla.
La columna regresa de
un ataque triunfal y violentamente ruidoso en Chinandega. La caballada, corre
entre el polvo, los gritos y cantos alegres de la retirada en la Sierra. El
paisaje tiembla, fundido por el tamboreo de los cascos. Al frente, va Raudales,
su ancha cutacha contra la espalda, los caballos al viento y el rojinegro del
pañuelo de seda, flota prendido a su cuello. Su jefe, el Indio González, le
cubre la retaguardia. El caballero Ramón Raudales va a la descubierta, medio
alzado por el whisky que lleva en la alforja, cuando ve un montón de trapos
sucios, a la vera del camino.
Asesinaron delante de
ella a sus hermanos menores, estrellados contra las piedras de la cerca. El
rancho Quemado. Estaba en el potrero, huía hacia ninguna parte.
¿Estás sola?
¡Solicita, solitica!
Jefe. Nadie pa mi agora.
Sube el Caballo.
Agárrate a la cintura para que no te caigas.
Pero Maye, con todo
respeto; si es bruto! ¿Pa qué diablos
ese esquelético? ¡Es muy chiquita! no es para ti.
Ese día sin saber por
qué, se transformó en padre, hermano y sirviente. Y ella, en la Mascota de la
Guerrilla. Llegan los triunfos, como si la buena suerte los arropara. Se
convierte en una pantera. En su rostro, el valor vive la costumbre.
En las batallas de Acuchaderos, Sin-Sin, Lomas, de
Wiwili, el chepite-Acuchaderos de nueve, Torres Crique; lo acompaña. Pelea
hombre a hombre y por las noches, duerme como un felino, acurrucada contra su
pecho o abrazada a su espalda y cuello.
No hay noche que no sienta el llamado de la sangre, arde la voluntad, cerebro y
sentidos. Se frena. Sabe que será vencido por el deseo y la tentación, cada día
más incitante. En una ocasión, fue asaltado el campamento. Lo derrotaron luego
de cinco horas de lucha. Quedó herido y su gente diezmada. Lo acometió la
fiebre con un baile de imágenes y
palabras sueltas, para confesar su amor por Juanita. La razón fue recobrada gracias a las hierbas y cuidados de Ravelito
el médico brujo.
Un avión cruzó hacia
el oeste, pone en el aire la vibración. La corneta se deja oír. Carreras.
Sonidos de armas. Ahí los tienes. Viene el Imperio.
¿Los viste? Son el poder y yo la locura, que destruye su poder. Muchachos al campamento.
-0000-
Correctora María del Carmen Sarria
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