Primero de Mayo en Cuba. Imagen tomada del Granma.
Lucha de clases en el siglo XXI; a propósito del 1 de mayo
01/05/2017
El capitalismo ha “mutado” mucho desde que Marx definiera magistralmente su funcionamiento y su naturaleza. Estas mutaciones lo han ido haciendo cada vez más monstruoso y agresivo. El capital, en su necesidad de cumplir su misión básica de reproducirse, provoca desbalance, especulación, profundiza la miseria y distorsiona al trabajo hasta ponerlo como una especie de acto caritativo del que posee todo para con el miserable.
La maquinaria mediática cumple un papel hegemónico fundamental, sustentando el control ideológico absoluto del capital en las sociedades modernas que veneran el individualismo antropófago y el consumo desquiciado. En esta construcción, ha creado estigmas sobre asuntos vitales para el desarrollo de las sociedades, como la lucha de clases, la que es marcada como un tabú, un asunto de “trasnochados” y “congelados” que solo incitan “al odio injustificado de los que no tienen nada contra la gente que si fue bendecida con bienes abundantes”.
El asunto de la lucha de clases ocupa un lugar central en el análisis necesario de la realidad de nuestras sociedades. A medida que se profundizan las contradicciones de clase, debido a las enormes desigualdades que produce el sistema, se vigorizan las condiciones que provocan contradicciones profundas entre los que no tienen nada y los grandes especuladores que, en nuestro continente, han dejado de lado la producción y la diversificación, por el lucrativo asunto de la economía más allá de la producción.
El papel de la ideología en todo esto ha alcanzado efectos dramáticos; muchos trabajadores son seguidores fanáticos del culto al “libre mercado”, y, peor aún, miles de ellos no se sienten “pobres”. La idea positiva de la “movilidad social”, sigue siendo una esperanza, aunque el capitalismo voraz, mueve si a las clases, pero las mueve hacia abajo. No se debe olvidar nunca que el capitalismo tiene actores, sujetos, y que son los grandes capitalistas los que juegan hoy a destruir la humanidad.
Las organizaciones sindicales se convirtieron hace mucho tiempo en un bastión de la dominación capitalista. Limitadas por un entorno restringido a las reivindicaciones, han dejado de lado su tarea fundamental de clase que es derrotar definitivamente el capitalismo que explota a los trabajadores. Nuevamente, la ideología dominante ha probado su efectividad, ahí donde ha logrado trazar una línea divisoria entre las luchas de reivindicación y la lucha política. Debemos estar claros que la misión de la clase trabajadora no es negociar dádivas; es arrancar el poder a los capitalistas.
Por supuesto, la falta de un debate clarificador sobre el asunto de la lucha de clases, limita la discusión a esferas privilegiadas, y deja a las grandes masas expuestas a los conceptos de manuales de hace un siglo. El pequeño burgués descrito muchas veces hace cien o ciento cincuenta [años] se parece ni remotamente a lo que debería ser un pequeño burgués hoy. Tristemente vemos como muchas personas se confunden y se sienten “distintos” de la chusma, y que llegan a sentirse enemigos de los más pobres, porque estos son: “malvivientes”, “mareros”, “criminales”, y quien sabe que otros estereotipos que aíslan unos de otros a quienes deberían construir una sociedad diferente.
La preeminencia de la ideología capitalista provoca incluso que muchas personas olviden sus orígenes humildes, al apenas cambiar de vestuario y adquirir algún tipo de bien, usualmente prohibido a su clase. Muchos de los que han recibido apoyo de los gobiernos progresistas, después de unos años, olvidan que todas esas son conquistas y que deben defenderlas. En algunos casos, la experiencia amarga los ha llevado a constatar lo trágico que resulta ir a elecciones a votar contra sus propios intereses.
Y es que, a pesar de todos los avances sociales, sigue pendiente la tarea ideológica, la construcción de hegemonía. En otras palabras, la erradicación de los antivalores sembrados por décadas por grupos privilegiados que no renunciaran nunca a recuperar y profundizar sus obscenos privilegios. No es casual que gran parte de la tarea de los medios hegemónicos sea demonizar la “ideología”, claro está, aquella que esta contra sus intereses.
Los trabajadores latinoamericanos llegan al primero de mayo del año 2017, cien años después de la victoria de la primera revolución obrera del mundo, con una tarea monumental por delante; entender que su tarea no es solamente protestar y conseguir migajas, sino confrontar y derrotar a su antagonista de clase, en todos los campos, sobre todo en el ideológico, que le permitirá la construcción de hegemonía.
Una tarea importante es comprender que el análisis de la lucha de clases no se trata de tener unos moldes y meter a cada persona, y aquellos que no caben en el de proletario, se convierte automáticamente en nuestro enemigo. Es más importante identificar los intereses de clase, y determinar un curso de acción en función de ellos. Es un momento apropiado para que nos atrevamos a ser críticos y creativos, a construir nuestra teoría revolucionaria; que nos atrevamos a dejar atrás los simplismos y reduccionismos; que terminemos con la brecha entre los que piensan y los que actúan, eso solo beneficia al enemigo.
Nunca olvidar que la tarea no se limita a marchar y quejarnos, sino a crear toda una concepción nueva de la vida. Y siempre recordar la naturaleza inequívoca de clase que tienen las contradicciones sociales, económicas y políticas en nuestras sociedades.
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