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miércoles, 20 de enero de 2016

INSISTIMOS EN LA NECESIDAD DE RECHAZAR LA INVISIBILIZACIÓN DEL PROLETARIADO CON LA IDEA DE VOLVERLO EMPRESARIO

INSISTIMOS EN LA NECESIDAD DE RECHAZAR LA INVISIBILIZACIÓN DEL PROLETARIADO CON LA IDEA DE VOLVERLO EMPRESARIO
Manuel Moncada Fonseca

El empresario no aporta valor alguno a la producción. Ni un ápice de riqueza social. Los productores directos, el esclavo, el siervo de la gleba, el proletariado en todas sus expresiones, el campesinado sí lo hacen. Al hacerlo, no explotan mano de obra ajena. Por el contrario, el empresario capitalista, sí lo hace y no puede dejar de hacerlo, de lo contrario dejaría de percibir plusvalía, base real de su enriquecimiento y, por ende, de la explotación del hombre por el hombre.

Es entonces inadmisible que, hoy en día, se promueva hasta el hartazgo la idea de la posibilidad de que toda persona esforzada puede convertirse, al menos, en un micro, pequeño o mediano empresario, lo que de paso significa presentar al empresario real como modelo de trabajo y de conducta.

En la introducción del PRIMER MANIFIESTO DE LOS TRABAJADORES POR CUENTA PROPIA CTCP-FNT, se lee:

“A los trabajadores que trabajamos sin salario, como la mujer en el núcleo del hogar, el campesino, el pescador, el minero artesanal, el transportista, el artesano o el vendedor de la calle, se les llama pequeños empresarios, queriendo distanciarlos así del mundo del trabajo. Nosotros consideramos que en tanto somos trabajadores generadores de riqueza y de excedentes arrebatados por el capital a través del mercado capitalista, nuestra condición corresponde exactamente al concepto de un trabajador explotado por el capital, es decir, un proletario, aunque no seamos asalariados.

“Rechazamos por tanto el intento de invisibilizar o negar la condición de proletarios, es decir, generadores de plusvalía […] a millones de trabajadores, solamente porque no tenemos un salario. Ahora bien, si no gozamos del bienestar social que merecemos, es porque somos un sector empobrecido o explotado a través del mercado, al igual que el proletariado de las fábricas, incluso mucho peor, pues no tenemos ni salario, ni condiciones laborales mínimas, ni seguro social, ni crédito para trabajar. Asumimos entonces la identidad y el concepto de proletariado por cuenta propia, igual que aceptamos llamar a los países del Tercer Mundo naciones proletarizadas.”

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