Reanudación
de relaciones Cuba-USA: ¿Capitulación imperialista o nueva vuelta de tuerca en
la ofensiva norteamericana?
Raúl Isman
Enero
2015.
El ya
fenecido 2014 no pudo despedirse sin presentar a los observadores un cambio
inaudito e impensable tiempo atrás: el anuncio conjunto por parte de los
mandatarios de ambos países referidos en el título de la reanudación de los
vínculos diplomáticos rotos desde hacía más de medio siglo. Tan importante
vuelco merece analizarse mínima y provisoriamente. En las negociaciones previas
aparece como muy significativo el papel desempeñado por el Papa Francisco-
curioso personaje que se ha caracterizado por exportar la interna peronista al
Vaticano- que a diferencia de su antecesor, Juan Pablo II, no aparece tan
jugado por una de las fracciones en disputa. Por parte de la isla
revolucionaria no merece mayores devaneos la dilucidación del sorpresivo
vuelco: las dificultades propias de la crisis global y las propias generadas
por el infame bloqueo ameritan todas las acciones posibles para arrimar
soluciones concretas y tangibles a las dificultades económicas padecidas por el
pueblo cubano; en un proceso que se acerca a las seis décadas en el cual los
otrora oprimidos se han beneficiado incuestionablemente.
Desde el bando imperialista es donde se observan las pretensiones más sinuosas. En principio, el Departamento de Estado (cancillería usamericana) toma la iniciativa motivado… por razones de política interna. En efecto, el gobierno demócrata (por el partido del mismo nombre, no por profesión de fe) se halla vapuleado por la reciente derrota electoral y sale a “patear el tablero” para afirmar un poco de fortaleza en el mar de su propia debilidad; al tiempo que busca la alianza con sectores empresarios hartos de ver como el bloqueo les veda acceso a oportunidades de negocio en la Isla. Por otra parte, E.E.U.U. no renuncia a su voluntad de desestabilizar a cualquier gobierno no lacayo en nuestro continente. Sólo reconoce que el bloqueo ha resultado inconveniente para sus nefastos fines. Por otra parte, la fuerza imperialista se concentra en hostilizar a la Venezuela Bolivariana. Es sabido que la riqueza de recursos petrolíferos- aunque menguada en los días que corren por la baja en el precio del hidrocarburo, para no perder la costumbre inducida por U.S.A.- hace de la patria de Chávez un enemigo más peligroso y complejo para el imperialismo que la isla caribeña. De modo que establecer una cuña en la unidad latinoamericana es uno de los objetivos mínimos de la movida usamericana. Pero el máximo y más avieso de sus propósitos es derrumbar el socialismo- vía nuevas tecnologías, inversiones, entretenimientos, contactos con el exterior, vinculaciones culturales y comerciales con el mercado mundial entre otros recursos- “desde adentro”, como lo demuestra la experiencia de la Unión Soviética y países afines. A comienzos de lo que se llamó Perestroika el canto de sirena consistía en dotar con libertades democráticas a los países del este. Derrumbados sus modelos, no accedieron a los citados beneficios políticos y perdieron las conquistas sociales de las que gozaban, sacrificadas en el altar pagano del dios mercado. Por otra parte, independientemente de la posición concreta (apologética o crítica) que se pudiere exhibir con respecto a la revolución cubana y su conducción, no hay ninguna duda que toda fuerza democrática, de izquierdas o progresista debe defenderla de toda agresión imperialista. La dirección cubana debe tener plena conciencia de los riesgos en los que se embarca el pueblo isleño; así como de la inevitabilidad del camino a transitar.
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