China y América Latina
Juan J. Paz y Miño Cepeda
EL
TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador,
lunes 12 de enero de 2014
En
la conferencia de Bretton Woods (1944) se intentó un nuevo orden económico
internacional que regiría desde la segunda posguerra mundial. Nacieron el FMI y
el BM, se fijó al dólar como moneda de intercambios y, además, se acordó el
GATT, del cual surgió la OMC (1995). Pero la ‘guerra fría’ sujetó ese orden
internacional a la visión de los países capitalistas de Occidente y, sobre
todo, a la hegemonía de EE.UU.
Para
América Latina ese nuevo orden consolidó su dependencia frente a EE.UU. y se
volvió impensable pretender relaciones económicas con la URSS o China, los
países ‘comunistas’ considerados enemigos de Occidente. La situación se agravó
con el triunfo de la Revolución Cubana (1959) que sirvió de pretexto para
implantar la guerra fría en la región, y con ella los golpes de Estado
supuestamente anticomunistas, que arribaron a los Estados terroristas
inaugurados por Pinochet (1973-1990) en Chile.
Desde
1982, con el inicio del problema de la deuda externa latinoamericana, el FMI
condicionó las políticas económicas de la región y logró introducir el modelo
neoliberal, que se expandió sin frenos a raíz del colapso del socialismo de
tipo soviético. En América Latina se derrumbaron las condiciones de vida y de
trabajo, al mismo tiempo que la institucionalidad económica mundial pasaba a
ser un simple instrumento de la globalización transnacional y de la hegemonía
unipolar de EE.UU.
El
reto a semejante mundo comenzó en Venezuela, con el presidente Hugo Chávez
(1999-2013), y siguió con los gobiernos de la nueva izquierda, que trazaron una
nueva era histórica para América Latina, pues desmontaron poderes tradicionales
y retomaron el papel social del Estado. Al mismo tiempo, Rusia y, sobre todo,
China, progresivamente se erigieron en contrapesos geopolíticos frente a la que
parecía imbatible hegemonía mundial de EE.UU.
China
encabeza hoy una estrategia de proyección económica sobre América Latina, que,
a su vez, tiene su propia estrategia de vinculación económica con China y,
además, con Rusia, especialmente a través de los gobiernos de nueva izquierda.
En
las últimas semanas, el grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica),
pero particularmente Unasur y Celac, han marcado un cambio inédito en el mapa
geopolítico mundial. América Latina acuerda constituir un banco de desarrollo y
un fondo de reserva que apartarán al FMI y al BM. Se prevé una moneda común que
dejará al dólar como referente. China, además, realizará una gigantesca
inversión por 250 mil millones de dólares (en 10 años) en los países
latinoamericanos y específicamente movilizará a favor de Ecuador unos 7 mil
millones orientados a proyectos específicos, que permitirán contrarrestar la
coyuntura motivada por la reducción de los precios del petróleo, la crisis
rusa, las devaluaciones en Colombia y Perú y la depreciación del dólar.
Tanto
para América Latina y sin duda para Ecuador, la proyección de estas nuevas
relaciones con China encauzan un nuevo orden económico internacional, alejado
de las perniciosas herencias de Bretton Woods.
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