JOSE LUIS
DÍAZ- GRANADOS: CRONIPOEMAS DE LA HABANA
Por
WINSTON ORRILLO
“Cuba es
una mina de cultura, un rico yacimiento de ideas, la más grande
cantera de conocimientos existente en el planeta; y todo ello
se encuentra en continuo movimiento progresivo a favor del
ser humano, de la vida, del bien común, del porvenir de miles de millones de
hombres y mujeres, niños y ancianos a lo
largo y ancho de un orbe donde
imperan el odio, la intolerancia la ignorancia y la violencia”
JLD-G
Poeta excelso, narrador sapiente y periodista
perspicuo, José Luis Díaz-Granados (1946), es uno de los valores de su patria,
la misma de Gabriel García Márquez (del que, por otro lado es primo), y, desde los 22 años en que publicara su primer
poemario, "El laberinto", con el que
obtuvo el codiciado Premio “Carabela”, de Barcelona (1968), ha escrito –y
editado- novela, periodismo y numerosos
ensayos literarios, que han consolidado su fama inexhaustible.
Su novela “Las
puertas del infierno” (1986) fue finalista en el importante Premio “Rómulo
Gallegos”; y él, como si no le bastara la multívoca creación, ha desempeñado
cargos como los de Presidente de la Casa
Colombiana de Solidaridad con los pueblos, y Presidente de la UNE: Unión Nacional de Escritores. Ha ganado el
Premio Nacional de Periodismo de su país y el Premio Nacional de Novela, con “Aniversario Ciudad Pereira”. Asimismo,
ha publicado libros para niños, y, en el reciente 2008, fue el Poeta
Homenajeado en el XVI Festival
Internacional de Poesía de Bogotá.
Pero, sobre todo, él es uno de esos autores
raigales, necesarios por su compromiso militante con la cultura, con el hombre,
con la salvación del destino humano, hoy amenazado por la barbarie a la que nos
está conduciendo el irracional neoliberalismo.
El precio de su militancia lo pagó, era natural,
con el exilio político –tenía varias amenazas de muerte en su nada pacífico
país- que cumpliera en la patria de José Martí, entre el 2000 y el 2005, y del
que salieran varios libros, uno de los cuales es el que reseñaremos ahora, y
que se titula "La Habana soñada y vivida",
conjunto de crónicas que, por momentos, nos conducen a su vena lírica
intrínseca (hace poco comentamos uno de sus libros que conmemoraba sus 40 años
de ejercicio poético); de allí el título de este artículo.
Y lo llamamos Cronipoemas porque, a partir de saber que, la crónica es el más
literario de los géneros periodísticos, en el caso de JLD-G varias de ellas son
en realidad casi poemas en prosa, como las que dedica a los pioneros de Cuba, a
José Martí, a los ojos de la mujer cubana, a Fidel, al Che, a Alicia Alonso o a Nicolás Guillén,
entre otras.
Este libro nos lleva de la mano –de la mano del
alma- a través de las calles y callejuelas de la capital de Cuba (en especial
de La Habana Vieja), en la búsqueda de sus bares paradigmáticos; nos sumerge en
paisajes que son pura poesía –en especial esos amaneceres, que tanto admirara
Hemingway; es decir, nos permite encuentros con personajes, vividos y soñados,
y sus páginas estremecen con el mismo choque eléctrico que las mejores
metáforas e imágenes de todas las literaturas, máxime porque, en ésta, no hay
palabra desperdiciada y cada una de ellas hace alusión al destino del hombre, a
su combate inagotable por el futuro.
Ejemplo inmejorable de lo que afirmamos, es la
crónica “Flor de Flores de Cuba”,
donde descubrimos que la más bella, la más impertérrita flor que nos da el
Primer Territorio Libre en América, es nada menos que la relevante presencia de
sus niños: “ese jardín jubiloso y permanente de sus pioneros”, que resulta ser
“la más apreciada cosecha de sonrisas y de talentos prodigiosos. El asombro no
solo mío sino ya universal , al admirar a estos niños con sus trajes
rojo-vino-tinto, sus camisas blancas y sus pañoletas azules y rojas, caminando
por calles y carreteras, saliendo y entrando a las escuelas, en guaguas,
camiones y bicicletas, con sus padres y abuelos, es un presente delirante y
lleno de emociones.// Esa flor de flores que asegura la eternidad de la
Revolución Cubana es una fortaleza de pétalos de acero que vibra en defensa de
la soberanía de la patria. ¿Quién no se ha conmovido escuchando a una niña de
tercer grado, expresando de manera espontánea su conocimiento de la
problemática actual del mundo? ¡O con su fe en el futuro de la humanidad al
niño de apenas 6, 7 u 8 años, que nos da certeras lecciones de historia de la
Isla! Niños hermosos y valientes, con sus mejillas bermejas o con sus pecas
rubias, sus ojos castaños o verdes, su rostro negro, mulato, mestizo, trigueño,
o su mirada china, vocalizando con exactitud, las palabras con las cuales
señalan los flagrantes pecados del imperialismo y las certeras victorias del pueblo
revolucionario, unido ante sus logros y sus convicciones.// Flor de pioneros,
esta es la mayor riqueza de la Revolución victoriosa en el nuevo milenio. Sus
voces, sus actitudes, sus ideales, son el orgullo no solo de Cuba, sino del
género humano, son la esperanza de todos los desposeídos y oprimidos de la
tierra, el soplo feliz que estimula las fuerzas de quienes luchan por sus
derechos en el Tercer Mundo.// Ante todos los niños de Cuba, este cronista
colombiano se inclina con respeto y con amor, porque en ellos está vivo y
encarnado el pensamiento puro de Martí, de Maceo, del Che, de Fidel”
No olvidemos que el Apóstol dijo que los niños
son “la esperanza del mundo” Y entonces, habría que recordar a los niños de
nuestras repúblicas obscuras: la última escala de la explotación, a los cuales
es posible verlos, mendicantes, en las esquinas o al pie de los automóviles o
de las lujosas 4x4, producto, mayormente, de la corrupción de nuestros
regímenes del alegre neoliberalismo.
Nos podría bastar con esta larga, explícita y
necesaria cita, para saber qué terreno pisamos.
Pero el libro tiene más, muchos más: nos conduce
a la habanera y multitudinaria Feria del Libro, al gran Museo Nacional, al
inconsútil Ballet Nacional de Cuba, al Barrio Chino, a visitar las obras de los
penates de la literatura de ese país hermano, como, el primerísimo de ellos, el
poeta y Héroe Nacional, conocido como El
Apóstol, José Martí; Alejo
Carpentier, Nicolás Guillén, Dulce María Loynaz, Loló de la Torriente, Manuel
Navarro Luna, Fernández Retamar, Eliseo
Diego, Pablo Armando Fernández, Luis Suardíaz, Abel Prieto, entre varios
otros. Y a darnos una grata vuelta por
la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, y su Escuela Internacional de Cine
y Televisión de San Antonio de los
Baños.
Lo importante es que el autor tiene conciencia,
y sabe transmitírnosla en sus cronipoemas,
que todo esto es producto de una Revolución, y por eso los elogios a Fidel y al
Sistema socialista son el punto de partida de todo. Y, asimismo, el de arribo.
No tendríamos cuándo acabar, y prefiero hacerlo
con una frase del propio autor: "Ah, La Habana, ¡Ciudad divina y humana!
¡Ciudad eterna!"
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