Causas y consecuencias de que un país tenga
super-ricos
Por Vicenç Navarro
25/03/14
La revista de negocios estadounidense Forbes publica
información periódicamente sobre los super-ricos del mundo, considerando como
tales a aquellas personas que ingresan más de 50.000 millones de dólares al
año. El Institute for Policy Studies de Washington D.C., EEUU, y la revista
económica Dollars and Sense han publicado una reseña basada en los datos de
Forbes que da una imagen certera de la distribución de los super-ricos (Robin
Broad y John Cavanagh, “The Rise of the Global Billionaires”, Enero/Febrero
2014). Y lo que se observa de una manera muy clara es el cambio desde los años
noventa en la distribución de los super-ricos.
Desde después de la II Guerra Mundial, los super-ricos se
concentraban en EEUU, Europa Occidental y Japón. La situación actual, sin
embargo, es muy diferente. EEUU continúa siendo el país con un mayor número de
super-ricos (442), un número que en proporción sobre el total de super-ricos
del mundo no ha variado a lo largo de los últimos años. Estos 442 representan
alrededor del 31% de todos los super-ricos del mundo. Ahora bien, donde ha
habido un cambio enorme ha sido en la República de China (122) y Rusia (110),
que pasaron de no tener ninguno a ser el segundo y tercero en tener
super-ricos.
Alemania es el cuarto país (58), seguido de India (55), Brasil (46), Turquía
(43), Hong Kong (39) y el Reino Unido (38). Estos datos muestran el número de
super-ricos, pero no señalan el nivel de riqueza que alcanza
cada super-rico. Si miramos estos datos, podremos ver que el individuo más rico
del mundo, el Sr. Carlos Slim
(73.000 millones), vive en México (un país donde la pobreza es muy
extensa), seguido de Bill Gates en
EEUU y Amancio Ortega en España
(57.000 millones), uno de los países con una mayor tasa de desempleo y una
mayor tasa de pobreza en la OCDE. El significado de estas cifras va más allá de
los números señalados, pues que existan super-ricos quiere decir que hay una
enorme concentración de la riqueza, ya que cuando hay super-ricos –la cúspide
de la pirámide– quiere decir que hay también ricos y casi ricos. En otras
palabras, es un indicador de que aquel país tiene una enorme concentración de
la riqueza y, por lo tanto, grandes desigualdades.
El
segundo significado de la existencia de super-ricos es que también hay muchos
superpobres. En realidad, desigualdad quiere decir, en la mayoría de casos,
gran pobreza. En
realidad, los primeros –los super-ricos– no se pueden explicar sin los segundos
–los superpobres–. Es decir, los primeros gozan de enormes riquezas
precisamente porque los no ricos tienen menos riqueza. La riqueza de
los primeros ha sido extraída de los segundos. Soy consciente de que esta
expresión choca con la sabiduría convencional que asume que la desigualdad es
una cosa, y otra lo es la pobreza. La evidencia, sin embargo, de que las dos
son dos lados de la misma moneda es clara. Si analizamos, por ejemplo, la
distribución de las rentas que existen en un país, podemos ver que estas
derivan o bien de la propiedad (es decir, de la riqueza, o sea, de la posesión
de recursos que generan renta) o bien del trabajo. Pues bien, la gran división
en las sociedades es entre el primer grupo de propietarios y gestores de las
mayores cantidades de propiedad, y los que trabajan para poder vivir. Estos
últimos son, por cierto, los productores de la riqueza, de cuya distribución
depende su grado de concentración. Cuando la renta generada por esta producción
va predominantemente a los rentistas del capital, es cuando nos encontramos con
el gran número de super-ricos, los cuales han copado esta abundante riqueza
debido a que han expropiado la riqueza y la renta derivada del mundo del
trabajo. No es por casualidad que aquellos países en los que hay más
super-ricos, sean también aquellos en los que hay más pobres y superpobres. Y
lo que ocurre en cada país, ocurre a nivel internacional también. De esta
situación se derivan varias observaciones:
1. No hay países pobres. En realidad, algunos de los países
llamados pobres tienen una gran cantidad de super-ricos. El argumento de que la riqueza que se
acumula en la cúspide filtra hacia todos los otros estamentos de la sociedad no
se ajusta a la realidad.
2.
La pobreza no se debe
a la falta de recursos de un país, sino al control de estos recursos por parte
de los super-ricos del país, que siempre están en alianza con los super-ricos
de otros países.
3.
Es denunciable que en España, donde uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza, exista un
grado de concentración de la riqueza tan
elevado, lo cual se podría resolver fácilmente redistribuyendo los recursos,
hoy en propiedad de los super-ricos.
4.
Su pobreza está basada en su falta de control de la propiedad de los
super-ricos, que estos utilizan para su propio enriquecimiento en lugar de
asignarla a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.
5.
El incremento de las desigualdades se
debe principalmente a factores políticos y, muy
en especial, al enorme poder que los super-ricos tienen sobre los Estados, que
son los que están imponiendo políticas públicas que los favorecen.
6.
El enorme desprestigio de la Unión Europea y de los gobiernos de sus
países miembros se debe precisamente a este hecho: la enorme influencia de los
super-ricos (bien sea de la banca o de la gran patronal) sobre los políticos.
Una
última observación. Se me dirá (ya se me ha dicho), que el hecho de que el
tercer super-rico del mundo sea español no tiene nada que ver con el elevado
porcentaje de pobreza y/o el alto nivel de desempleo. Esta postura ignora que
el Estado que facilita que haya super-ricos es el mismo que favorece los
salarios bajos, la política fiscal regresiva, el escaso desarrollo del Estado
del Bienestar y la limitadísima capacidad redistributiva del Estado. Hay, pues,
una relación directa entre los primeros y los segundos, por mucho que este hecho
evidente se intente ocultar. Así de claro.
*Vicenç
Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
Ecoportal.net
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