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martes, 25 de febrero de 2014

"Las cadenas mediáticas desestabilizan"





ENTREVISTA CON FERNANDO BUEN ABAD
"Las cadenas mediáticas desestabilizan"

El experto analiza la manipulación mediática contra los gobiernos de Venezuela y la Argentina.  
  
El filósofo, comunicador y analista internacional mexicano Fernando Buen Abad recibió a Tiempo Argentino en su casa de Buenos Aires, donde vive hace ya algunos años. La situación en Venezuela es una preocupación constante en la conversación. Buen Abad da cuenta, como un experto en el tema, de la manipulación mediática operada contra el gobierno de Nicolás Maduro, y analiza las similitudes con otras operaciones realizadas por grandes medios privados contra otros gobiernos, como el de Cristina Fernández en nuestro país.

–¿Cuál es su punto de vista sobre lo que está ocurriendo en Venezuela en relación a la agenda de desestabilización planteada por la oposición conservadora frente al gobierno de Maduro? 

–Hay dos novedades en el momento político de América Latina, en los últimos siete meses: una es que la operación mediática está siendo llevada adelante por el impulso de las grandes petroleras a nivel mundial. El testimonio más claro que veo es la ofensiva que han desplegado contra Rafael Correa en Ecuador, a través de Chevron-Texaco, que han sido denunciadas como empresas depredadoras y dañinas, en el caso específico de la Amazonía ecuatoriana. Eso ha dejado ver cómo en muchos otros episodios en América Latina, incluyendo el de Argentina, las empresas petroleras han digitado, dentro de las mafias mediáticas, mecanismos desestabilizadores. En estas semanas recientes, hemos visto que la urgencia que tiene el imperio norteamericano de hidrocarburos los está acelerando, al punto de empezar a dar estos signos y mensajes de operaciones mediáticas en las que, de plano, quieren quitar de enfrente todo proyecto soberano, todo proyecto que tenga algún aliento de defensa de los recursos en beneficio de sus pueblos.

–¿Cómo están actuando algunos medios masivos de comunicación a nivel internacional, como CNN o El País de España, del grupo Prisa, sobre este tema?

–En el caso específico de Venezuela, ya se vio un golpe de Estado financiado por estas propias mafias petroleras. Hoy están revitalizando sus energías, y ante el panorama de dos años en los que no habrá proceso electoral, ante la imposibilidad concreta  de ganar espacio político por la vía de la legalidad democrático, han visto la oportunidad de precipitar un golpe de Estado en el que su ariete fundamental son las cadenas mediáticas, particularmente las operadas por el Grupo Prisa en España; CNN y sus alianzas; para operar un modelo mediático que conocemos ya y que hemos visto en Irak y en Libia. Pretenden establecer las condiciones de opinión pública para querer demostrar que hay "desgobierno" –una de las tesis que repiten hasta el cansancio–, que no hay capacidad de gestión gubernamental en Venezuela, de que hay ausencia de poder, y en todo hace falta "llamar al imperio" para que venga a poner orden. En esa fórmula, y en esa ecuación, en Venezuela se agudizan los conflictos porque no se trata de una contienda sólo entre Maduro y Obama. Hay un elemento importante a tener en cuenta: Venezuela desarrolló una geopolítica petrolera muy compleja. En el territorio venezolano hay hoy convenios de colaboración en materia petrolera con China, Rusia y otros países. No es tan simple, por ello, la repetición de modelos de intervención como el de Libia, por ejemplo. No obstante eso, la ambición del imperio es de todas formas consolidar en la zona un escenario de alta complejidad para justificar un proyecto de invasión. Recientemente Maduro se vio obligado a advertirle a la empresa CNN que tenga una revisión sobre su modelo de información, o que de plano será expulsada de Venezuela. Esta confrontación, estas fricciones, que no son gratuitas ni simples, tienen consecuencias de muchos órdenes. Para fortuna de América Latina, y de aquellos que sentimos solidaridad con el proyecto político en Venezuela, hay un pueblo que salió a las calles y que mostró el músculo de una potencia tan vigente, tan clara y tan fresca como en la que en su momento hubo de la mano de Chávez. Hay un entramado potente como respuesta a esta nueva ofensiva, que permite ver de qué tamaño son las fuerzas. 

–¿Cómo es posible enfrentar las manipulaciones mediáticas que se están dando en Venezuela y otros países de la región? 

–Hoy la problemática de la comunicación no es sólo un problema de libertad de expresión, o de la necesidad de voces múltiples: es un problema de seguridad regional. Las amenazas que está viviendo a estas horas Venezuela, las ha recibido el gobierno de Argentina unas cuantas horas antes. La presidenta Cristina Fernández acaba de anunciar unas iniciativas que la querían hacer, dijo ella, "volar por los aires". Hoy, a través de las cadenas mediáticas se operan proyectos desestabilizadores porque dentro de esas cadenas mediáticas está operando la derecha, que ha abandonado la actividad política en los partidos para convertirse en operadora de las maquinarias mediáticas continentales.

–¿Usted cree que el problema ya es continental?


Yo creo que el problema ya no es sólo de Venezuela, ni de la Argentina, ni de Bolivia. Es un problema que se presenta de igual manera en toda la región. He sido insistente, toda vez que puedo, en la necesidad en que haya una cumbre de presidentes para discutir comunicación. Ese foro debería ser una instancia latinoamericana, en el marco de la Unasur, donde se discuta que mecanismo de defensa debemos instrumentar para que las operaciones mediáticas no produzcan estos efectos desestabilizadores; y a la vez, que también sirva para discutir qué proyecto comunicacional hay que impulsar también para la emancipación. En el doble sentido, tanto de la defensa como de la vanguardia comunicacional, nosotros venimos muy atrasados en América Latina y nos han tomado por sorpresa en más de una ocasión por estos factores. Una agenda dura de los problemas comunicacionales del continente debería pasar por revisar qué infraestructura tecnológica tenemos realmente hoy, cómo dependemos tecnológicamente para la comunicación de manera absolutamente asimétrica. También ver qué ventajas hemos podido ganar en materia jurídica y política: la Ley de Medios de Argentina, la ley de comunicación en Ecuador, la ley resorte de Venezuela, o los avances que están discutiendo Uruguay o Brasil ahora mismo. ¿Qué clase de convenios para una jurisprudencia mediática regional deberíamos estar consolidando, para garantizar una defensa ante las ofensivas mediáticas, pero también para democratizar el proyecto comunicacional a nivel continental? Y por último, una cumbre de este tamaño también nos debería permitir generar los nuevos cuadros en comunicación que necesitamos. Mientras sigamos reproduciendo los modelos narrativos, discursivos y comunicacionales que conocemos y no tengamos posibilidad del nuevo relato, le estamos rindiendo pleitesía a una agenda que no es nuestra. No es nuestra agenda la que está predominando hoy, y necesitamos cuadros para que esto sí pase. Para ello también necesitamos impulsar un Foro Social de la Comunicación a nivel continental.- 


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