ENTREVISTA CON FERNANDO
BUEN ABAD
"Las cadenas mediáticas
desestabilizan"
Por: Juan
Manuel Karg
El
experto analiza la manipulación mediática contra los gobiernos de Venezuela y
la Argentina.
El
filósofo, comunicador y analista internacional mexicano Fernando Buen Abad
recibió a Tiempo Argentino en su
casa de Buenos Aires, donde vive hace ya algunos años. La situación en
Venezuela es una preocupación constante en la conversación. Buen Abad da
cuenta, como un experto en el tema, de la manipulación mediática operada contra
el gobierno de Nicolás Maduro, y analiza las similitudes con otras operaciones
realizadas por grandes medios privados contra otros gobiernos, como el de
Cristina Fernández en nuestro país.
–¿Cuál es su punto de
vista sobre lo que está ocurriendo en Venezuela en relación a la agenda de
desestabilización planteada por la oposición conservadora frente al gobierno de
Maduro?
–Hay
dos novedades en el momento político de América Latina, en los últimos siete
meses: una es que la operación mediática está siendo llevada adelante por el impulso de
las grandes petroleras a nivel mundial. El testimonio más claro que veo es la
ofensiva que han desplegado contra Rafael Correa en Ecuador, a través de
Chevron-Texaco, que han sido denunciadas como empresas depredadoras y dañinas,
en el caso específico de la Amazonía ecuatoriana. Eso ha dejado ver
cómo en muchos otros episodios en América Latina, incluyendo el de Argentina,
las empresas petroleras han digitado, dentro de las mafias mediáticas,
mecanismos desestabilizadores. En estas semanas recientes, hemos visto que la
urgencia que tiene el imperio norteamericano de hidrocarburos los está
acelerando, al punto de empezar a dar estos signos y mensajes de operaciones
mediáticas en las que, de plano, quieren quitar de enfrente todo proyecto
soberano, todo proyecto que tenga algún aliento de defensa de los recursos en
beneficio de sus pueblos.
–¿Cómo están actuando
algunos medios masivos de comunicación a nivel internacional, como CNN o El
País de España, del grupo Prisa, sobre este tema?
–En
el caso específico de Venezuela, ya se vio un golpe de Estado financiado por
estas propias mafias petroleras. Hoy están revitalizando sus energías, y ante
el panorama de dos años en los que no habrá proceso electoral, ante la
imposibilidad concreta de ganar espacio político por la vía de la
legalidad democrático, han visto la oportunidad de precipitar un golpe de
Estado en el que su ariete fundamental son las cadenas mediáticas,
particularmente las operadas por el Grupo Prisa en España; CNN y sus alianzas;
para operar un modelo mediático que conocemos ya y que hemos visto en Irak y en
Libia. Pretenden establecer las condiciones de opinión pública para querer
demostrar que hay "desgobierno" –una de las tesis que repiten hasta
el cansancio–, que no hay capacidad de gestión gubernamental en Venezuela, de
que hay ausencia de poder, y en todo hace falta "llamar al imperio"
para que venga a poner orden. En esa fórmula, y en esa ecuación, en
Venezuela se agudizan los conflictos porque no se trata de una contienda sólo
entre Maduro y Obama. Hay un elemento importante a tener en cuenta: Venezuela
desarrolló una geopolítica petrolera muy compleja. En el territorio venezolano
hay hoy convenios de colaboración en materia petrolera con China, Rusia y otros
países. No es tan simple, por ello, la repetición de modelos de intervención
como el de Libia, por ejemplo. No obstante eso, la ambición del imperio es de
todas formas consolidar en la zona un escenario de alta complejidad para
justificar un proyecto de invasión. Recientemente Maduro se vio obligado a
advertirle a la empresa CNN que tenga una revisión sobre su modelo de
información, o que de plano será expulsada de Venezuela. Esta confrontación,
estas fricciones, que no son gratuitas ni simples, tienen consecuencias de
muchos órdenes. Para fortuna de América Latina, y de aquellos que sentimos solidaridad
con el proyecto político en Venezuela, hay un pueblo que salió a las calles y
que mostró el músculo de una potencia tan vigente, tan clara y tan fresca como
en la que en su momento hubo de la mano de Chávez. Hay un entramado potente
como respuesta a esta nueva ofensiva, que permite ver de qué tamaño son las
fuerzas.
–¿Cómo es posible
enfrentar las manipulaciones mediáticas que se están dando en Venezuela y otros
países de la región?
–Hoy la problemática de la comunicación no es sólo un
problema de libertad de expresión, o de la necesidad de voces múltiples: es un
problema de seguridad regional. Las amenazas que está viviendo a estas horas
Venezuela, las ha recibido el gobierno de Argentina unas cuantas horas antes.
La presidenta Cristina Fernández acaba de anunciar unas iniciativas que la
querían hacer, dijo ella, "volar por los aires". Hoy, a través de las
cadenas mediáticas se operan proyectos desestabilizadores porque dentro de esas
cadenas mediáticas está operando la derecha, que ha abandonado la actividad
política en los partidos para convertirse en operadora de las maquinarias
mediáticas continentales.
–¿Usted cree que el
problema ya es continental?
–Yo
creo que el problema ya no es sólo de Venezuela, ni de la Argentina, ni de
Bolivia. Es un problema que se presenta de igual manera en toda la región. He
sido insistente, toda vez que puedo, en la necesidad en que haya una cumbre de
presidentes para discutir comunicación. Ese foro debería ser una
instancia latinoamericana, en el marco de la Unasur, donde se discuta que
mecanismo de defensa debemos instrumentar para que las operaciones mediáticas
no produzcan estos efectos desestabilizadores; y a la vez, que también sirva
para discutir qué proyecto comunicacional hay que impulsar también para la
emancipación. En el doble sentido, tanto de la defensa como de la vanguardia
comunicacional, nosotros venimos muy atrasados en América Latina y nos han
tomado por sorpresa en más de una ocasión por estos factores. Una agenda dura
de los problemas comunicacionales del continente debería pasar por revisar qué
infraestructura tecnológica tenemos realmente hoy, cómo dependemos
tecnológicamente para la comunicación de manera absolutamente asimétrica.
También ver qué ventajas hemos podido ganar en materia jurídica y política: la
Ley de Medios de Argentina, la ley de comunicación en Ecuador, la ley resorte
de Venezuela, o los avances que están discutiendo Uruguay o Brasil ahora mismo.
¿Qué clase de convenios para una jurisprudencia mediática regional deberíamos
estar consolidando, para garantizar una defensa ante las ofensivas mediáticas,
pero también para democratizar el proyecto comunicacional a nivel continental?
Y por último, una cumbre de este tamaño también nos debería permitir generar
los nuevos cuadros en comunicación que necesitamos. Mientras sigamos reproduciendo
los modelos narrativos, discursivos y comunicacionales que conocemos y no
tengamos posibilidad del nuevo relato, le estamos rindiendo pleitesía a una
agenda que no es nuestra. No es nuestra agenda la que está predominando hoy, y
necesitamos cuadros para que esto sí pase. Para ello también necesitamos
impulsar un Foro Social de la Comunicación a nivel continental.-
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