Una Constitución para
los Nuevos Tiempos
Carlos
Midence
Enviado
por tortilla en Mar, 19/11/2013 - 19:53
Carlos
Midence, 19 de noviembre 2013
La
Revolución Sandinista, como todos los grandes acontecimientos históricos/sociopolíticos, tanto en su
primera etapa, como en los momentos actuales de su segunda etapa de
transformaciones, ha generado una serie de opiniones, debates, ideas, tanto a
nivel nacional como internacional en lo que concierne a sus programas,
sujetos/actores, políticas públicas y propuestas transformadoras. Es así que,
luego de haber transitado estos siete
años de cambios (2007-2013) la Revolución Sandinista, bajo la conducción
del Comandante – Presidente Daniel y la Poeta Rosario Murillo, junto al pueblo
nicaragüense, impulsa uno de sus mecanismos transformadores más profundos, más substanciales.
Nos
referimos a las reformas
constitucionales, en las que se contemplan la juridicidad de una serie de
cambios, cuyos objetivos son agilizar, dinamizar la erradicación de la pobreza
y el hambre y colocar a nuestro país, a nuestra Constitución en un rango de
simultaneidad con las demandas sociales del pueblo mismo. La Revolución
Sandinista en su segunda etapa ha cambiado Nicaragua y, estos cambios requieren nuevas leyes, nuevas instituciones,
es decir, una nueva legislación que esté
a tono con los objetivos planteados y, dejar de lado el Estado
burocrático/burgués/ mínimo/inoperante que el neoliberalismo había tratado de
implantar en nuestro país.
En
este sentido, es fundamental establecer que los cambios que ha venido
promoviendo la Revolución y, las
reformas constitucionales no son la excepción, tienen su asidero en el saber,
sentir y actuar del pueblo nicaragüense. Los dirigentes de la Revolución,
Comandante-Presidente Daniel Ortega y
Poeta Rosario Murillo, han promovido los mecanismos suficientes para que el
pueblo mismo, no sólo opine, sino que demande, proponga y construya los cambios
ejecutados en estos años de Revolución y, las reformas son parte de estas
fundamentales transformaciones.
Es
así que han salido los detractores de oficio
a opinar sin fundamento alguno sobre estos hechos y, al calor de las contradicciones sin
sentido, han empezado a inventar y proferir denuestos inverosímiles a los que el
pueblo y sus diversos segmentos: productores, empresarios, iglesia, mujeres,
jóvenes, obreros, actores/sujetos
principalísimos de la Revolución, ha
hecho caso omiso. Cabe preguntarnos qué dijeron tales individuos cuando el
neoliberalismo destrozó la Constitución de la primera etapa de la Revolución,
consultada a la ciudadanía en las plazas, buses, parques y comunidades y que
otorgaba todos los Derechos al pueblo y, con eso desmontar el Estado Revolucionario erigido
desde julio de 1979.
En
estos Nuevos Tiempos la Revolución viene a poner en concordancia la realidad
que el pueblo nicaragüense vive y desarrolla: participación, protagonismo,
restitución de Derechos, fomento del bien común, principios y prácticas de solidaridad, con la Constitución Política.
Es decir, pone en paralelo el país de todos los días con el país constitucional,
máxime que dichas reformas han sido discutidas y re-planteadas por la
ciudadanía en las diversas instancias de discusión y aprobación. Una
constitución política para la Nueva Nicaragua
que estamos construyendo, como bien lo estableció Sandino. La
Revolución y su dirigencia, entonces, con las reformas constitucionales promueve un Estado que reconoce que existen
otras formas de Democracia: la participativa y la comunal y con ello el pueblo
de Nicaragua está consciente que tiene la oportunidad histórica de construir
ese Nuevo Estado y, el bien común tan
buscado y necesario para todas las familias del país.
Veamos:
las instituciones y leyes creadas por el
neoliberalismo no pueden pertenecer a un país como la Nicaragua de hoy que se
encuentra en el camino de los países
productivos, con justicia social, profundización democrática y participación
popular. El actual marco institucional y las características de las
organizaciones que se han desarrollado en éste son resultado de la restauración
libero-conservadora de los 16 años de retroceso, más de una década de políticas neoliberales, que recurrieron al terrorismo de Estado y a la violación
sistemática de los derechos humanos,
tratando de sustituir el Estado social de Derecho y bienestar que la
Revolución Sandinista en su primera
etapa había instaurado, por la ley de la
selva del mercado y del sálvese quien pueda.
Esto
nos lleva a tratar dos temas centrales: por un lado, cuáles son los cambios
institucionales necesarios para romper la
trayectoria heredada por el neoliberalismo y cuál debe ser la estrategia para lograr
dichos cambios. Ambos temas requieren, para lograr un abordaje adecuado de los
mismos, disponer de algunas hipótesis acerca de la dinámica del cambio
institucional y de los lineamientos que
sustentan la elaboración y prolongación de proyectos alternativos de
desarrollo, entendidos éstos como un conjunto organizado de cambios
institucionales y de políticas socioeconómicas orientadas por un horizonte
cultural y de valores que supere las
graves carencias de la población nicaragüense en su conjunto, todo herencia del
neoliberalismo.
Es
importante, entonces, dejar claro que la Revolución en esta segunda etapa, ha dado
pasos firmes en puntos estratégicos como
la erradicación de la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la
desnutrición infantil, recreación sana que incluye promoción del deporte, la
cultura y, la recuperación de la infraestructura: caminos, carreteras, energía,
ambientes escolares, hospitales, espacios públicos, agua potable, lo mismo
que financiamiento a la producción,
todos, factores vitales para la economía nacional y, por lo tanto ha dado pasos sólidos en el mejoramiento de
la vida de miles de familias nicaragüenses.
Ahora
bien, al momento de abordar las reformas propuestas por el pueblo, mediante los
dirigentes de la Revolución, es necesario aclarar que muchos de los elementos
planteados, son mecanismos que el pueblo nicaragüense ya está poniendo en práctica. Es decir, estas reformas, las ha venido implementando la ciudadanía y lo que la
Revolución está proponiendo es la
elevación a ley de estas dinámicas vivas
y activas tales como: el cuido total a la Madre Tierra, la incorporación en
un sentido equitativo de las mujeres a todos los espacios laborales,
institucionales, cargos de elección popular, la incorporación de los nuevos
límites territoriales nacionales, respaldo total al rol activo de las familias y la comunidades
en la participación directa en
decisiones y políticas públicas del Estado nicaragüense, la
institucionalización de los consejos
tripartitos: trabajadores, gobierno y empleadores como actores activos en la
preparación y puesta en práctica de los programas de desarrollo, la participación de miembros del ejército y
la policía en responsabilidades públicas, supeditados a la autoridad civil,
aprovechando de esta manera la alta eficiencia y experiencia organizativa y
administrativa de éstos.
Las
reformas constitucionales nos ponen a la altura de los nuevos tiempos, como le
denomina a esta época la Poeta Rosario Murillo, a la altura de la dinámica de un Estado que promueve, preserva,
acompaña, delega el poder en su pueblo, delega
el mando, el manejo de la cosa
pública, por lo tanto las reformas son la institucionalización de las
conquistas del pueblo nicaragüense en esta segunda etapa de la Revolución en
todos los espacios: social, político, económico, ecológico, espiritual, entre
otros. Ante esto, preguntémonos: ¿Quién podría estar en contra de estos
mecanismos que el pueblo ya pone en práctica? Sólo los que pretenden hacer
creer que las sociedades son estáticas, que no cambian, es decir, los que no
quieren que el pueblo sea libre, autónomo, independiente y tome la riendas de
su destino, no obstante, el pueblo está claro, las múltiples aprobaciones que
se han dado a conocer mediante diversos organismos, actores, entidades y, la
ciudadanía de forma general, hablan por sí mismas.
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