Frantz Fanon y el proceso de liberación de los pueblos
x Mireille Fanon-Mendès
30/10/2013
Si Frantz Fanon estuviera vivo, ciertamente no le
hubiese gustado ser considerado como una autoridad canónica fuera del contexto
de su lucha
Fanon, se trate de la locura, del racismo o del
“universalismo” confiscado por los poderosos, no cesa, en el fondo de probar la
posibilidad de “un vivir juntos”, a la manera de una transformación en actos de
situaciones donde dominados y dominantes tienen todo a perder en la continuidad
de órdenes y desórdenes existentes.
Fanon, ese insurrecto, ese rebelde que lucha
tenazmente y sin fallar contra la dominación ejercida de los poderosos sobre
los débiles, nos aclara hoy a propósito de la articulación fundamental entre el
derecho a la rebelión frente un sistema social, político y económico que hunde
el mundo dentro del desorden y una colonización de un nuevo tipo. De esta
manera, a la violencia colonial la sucedió una violencia indirecta, hoy el
orden colonial contaminó el territorio de los colonizadores. Por una paradoja
donde la historia tiene el secreto, el “indígena” está omnipresente no
solamente en su lugar de origen pero igualmente en eso que Fanon llamaba las
“ciudades prohibidas”, donde se ejercen las formas renovadas de discriminación,
el remarca en Los Condenados de la tierra
en donde el mundo colonizado es un mundo dividido en dos (…) La zona habitada
por los colonizados no es complementaria a la zona habitada por los colonos.
Esas dos zonas se oponen pero no al servicio de una unidad superior (…) Ese
mundo fraccionado en dos está habitado por especies diferentes. La originalidad del contexto
colonial es que las realidades económicas, las desigualdades, la enorme
diferencia de los modos de vida, no volverán jamás a ocultar las realidades
humanas.
Frantz Fanon murió el 6 de diciembre de 1961, a pesar
de la evolución del mundo, es de una asombrosa actualidad, incluso si el
colonialismo bajo sus formas antiguas ha desaparecido y numerosos Estados liberados
de la opresión colonial han visto el día.
Pero en realidad ¿el despojo, la alienación y la
injusticia se han alejado de este mundo? En este punto de vista, un observador
imparcial podría decir, a la luz sangrienta de guerras imperiales en Irak, Afganistán
y en Libia… pero también colonial en Palestina, que la política de los fusiles
sobre la que se fundaron los imperios coloniales, se volvió activa.
La acción de la obra de Fanon se sitúa dentro del
contexto después de la guerra, marcado por la lucha ideológica entre el bloque
occidental y el bloque socialista, pero la división es clara. Un
tercer mundo surge entre los años 1950-1960 que reivindica su lugar dentro de
las relaciones internacionales y su parte en la distribución de las riquezas
del planeta. Afirma por primera vez su existencia política en 1955 en
la Conferencia de Bandung, proclamando su rechazo a la bipolarización del
mundo. Muchos líderes del
tercer mundo aparecen al mismo tiempo que los movimientos de liberación
nacional y llevan una lucha cada vez más radical en África, Asia y América
Latina. Los años 1960
fueron marcados por las represiones violentas y los asesinatos de hombres
políticos, quienes representaban la lucha de pueblos oprimidos.
Es en este contexto que Fanon forjó su reflexión sobre
el papel de la violencia dentro del proceso de liberación y sobre los riesgos
corridos por las antiguas colonias una vez que adquirieron su Independencia. La
producción intelectual de Fanon ha tenido una gran influencia sobre los
revolucionarios a través del mundo, en África pero también en Asia y en las
Américas. Sus textos no pueden estar disociados de las circunstancias
históricas en las que vieron el día, pero su pertenencia está intacta y
continúan inspirando nuevas generaciones de militantes y de intelectuales tanto
en el sur como en el norte. Las
ideas en las lecturas forjadas por Fanon se mantienen como herramientas
eficaces para analizar la actualidad de un mundo donde la dominación y la
explotación han cambiado de apariencia, pero continúan regidas por mecanismos
que fundamentalmente no han cambiado.
Darse cuenta del aporte de Frantz Fanon dentro del
proceso de liberación de los pueblos, nos lleva a presentar las diferentes
etapas de su existencia, de la toma de posición, del desarrollo y de la
formulación de su pensamiento. Su obra se confunde con su corta existencia,
marcada por la revuelta frente a la injusticia, el principio de realidad y
ética del compromiso.
La segunda Guerra Mundial fue la que motivó el
despertar político del joven Fanon. Espontáneamente antifacista y mostrando un
compromiso concreto por su rechazo al nazismo, Fanon deja el hogar familiar y
parte clandestinamente a unirse de forma voluntaria a las Fuerzas Francesas
Libres que luchaban contra la Alemania nazi.
Condecorado de la armada colonial francesa, no sentía
verdaderamente el sentimiento de formar parte de los liberadores. En una carta
escrita a sus padres en 1944, expresa la magnitud de su desilusión, “Yo cometí
un error. Nada absolutamente nada justifica la brusca decisión que tomé de
defender los intereses de un latifundista: que yo lo defienda o no, no le
importa”.
Fanon debió constatar que la fuerza movilizada contra
el nazismo alimentaba la ideología racista y practicaba casi oficialmente la
discriminación racista y étnica. El uniforme se suponía que debería reflejar la
igualdad entre los soldados, el mismo para todos, la realidad es que dicho
uniforme ocultaba difícilmente las insoportables desigualdades de tratamiento
entre negros y blancos.
Después de su desmovilización, regresa a Martinica y
luego a Francia donde se inscribe en la facultad de medicina de Lyon, donde
aparte de sus cursos asiste a aquellos de filosofía Maurice Merleau-Ponty, lee
la revista de Sartre, Los tiempos Modernos, y se interesa particularmente en
Freud y Hegel.
En su primer libro, Piel Negra, mascara blanca –que debió ser su tesis para el
doctorado- publicado en 1952, Fanon evoca este choque inaugural con el racismo
europeo, que descubre precisamente dentro de la armada antifacista de De
Gaulle. La aprehensión intelectual del racismo y que engloba a la vez el cuerpo
y el discurso, continúa remarcablemente en la actualidad, sobre todo desde el
punto de vista de la reaparición sin complejo del discurso racista en Europa.
Fenómeno, hoy en Francia, que llega las escuelas de futbol para jóvenes de un
mismo país, que dentro de un racismo cien por cien puro, ha sido objeto de un
debate indigno a propósito de cuotas sobre la base del color de la piel, de los
orígenes y de las pretendidas aptitudes físicas específicas. Piel negra, máscaras blancas es una
señal fundamental dentro de la lucha antifacista, de un mecanismo descodificado
de la segregación y de sus metas políticas.
Analizando los mecanismos del colonialismo y sus impactos
sobre los dominados, Fanon se opone al concepto de negritud forjado por Senghor
y Césaire articulando la lucha contra el racismo, dentro de un movimiento
universal de desalineación de las víctimas del racismo y de los racistas mismos.
Psiquiatra, retoma las formas terapéuticas basadas
sobre la obligación y la violencia inherentes a la psiquiatría hospitalaria
tradicional.
En 1953, a los veintinueve años, llegó al Hospital
Psiquiátrico de Blida y se escandalizó al constatar que la escuela psiquiátrica
de la Argelia colonial, clasificaba a los Árabes argelinos como “primitivos”,
afirmando que su desarrollo cerebral estaba “atrasado”. Así, para los
psiquiatras coloniales, los comportamientos patológicos de los indígenas se
derivaban de causas genéticas y por lo tanto incurables. Fanon, cercano de sus pacientes y de sus familiares,
descubre entonces la expresión cruda de la jerarquía de la raza y de una
segregación violenta, comparable al apartheid.
El inicio de la guerra de liberación nacional, el 1 de
noviembre de 1954, tuvo naturalmente un impacto sobre el hospital que recibía
los pacientes traumatizados por la experiencia de la violencia, así como de los
torturados y de los torturadores (algunos casos son mencionados en Los Condenados de la tierra).
Por intermedio de los militantes de la causa argelina,
médicos y activistas, que tomaron a su cargo los moudjahidines heridos,
entraban en contacto directo con el FLN (Frente de Liberación Nacional). En
1956, el gobierno opta por una política de represión militar brutal y
generalizada, él renuncia, proclamando que como psiquiatra, no podía reenviar
sus pacientes a una sociedad que, fundamentalmente los aliena y los
deshumaniza. Expulsado por las autoridades coloniales en 1957, se va a Tunes,
sede exterior de la Revolución Argelina.
Fanon retoma en Tunes sus actividades profesionales y,
al mismo tiempo, se involucra en la acción política del FLN. Fue periodista del
periódico del FLN, El Moudjahid y nombrado por el gobierno argelino en exilio,
embajador itinerante en África. Visitó Ghana donde se reunió con Kwame Nkrumah
donde estudia de cerca los problemas planteados por la constitución de un
Estado Africano independiente; en el Congo se reúne con Patrice Lumumba, en
Etiopía, Liberia, Guinea y Mali. Su meta era popularizar la lucha del pueblo
argelino por la consolidación de alianzas entre los pueblos de África y la
puesta en práctica del internacionalismo que caracterizaba su visión en las
luchas emancipadoras.
Así su acción cerca de los dirigentes de Mali permitió
la apertura en 1960 de un nuevo frente en el sur de Argelia, al cual Guinea le
suministró armas. De esa misma manera, jugó un papel importante en el envió de
armas soviéticas, destinadas al frente oeste, gracias a la solidaridad del
Presidente Sékou Touré.
Fanon relata sus estadías en África al sur del Sahara
en Los Condenados de la tierra.
En 1959, el editor francés François Maspero, publica
el segundo libro de Fanon, El V año de la
revolución argelina, no es solamente una acusación a Francia por sus
crímenes masivos contra la población argelina, – cerca de cincuenta años
después de la independencia de Argelia, Francia comienza a reconocer apenas sus
crímenes, y de la misma manera reconoce su gran responsabilidad en el pillaje
sistemático de África y su imposibilidad, a pesar de una ley para el
reconocimiento de la trata de negros y la esclavitud como crímenes contra la
humanidad, a abrir completamente el capítulo de esa parte sombría de la
historia francesa -, se trata de un ejercicio analítico de los medios de la
revolución argelina y las transformaciones que la inducen dentro de una
sociedad dominada, humillada y gravemente pauperizada (empobrecida). Esa
obra fue prohibida en Francia, y paradójicamente eso hizo que se hablara de
Fanon en África y en el Tercer Mundo. Fue invitado a foros
internacionales, donde fue escuchado atentamente al punto que se convirtió en
un blanco para las autoridades francesas.
En la primavera del 1961, se comprometió a entregar un
manuscrito a su editor, el cual fue Los
Condenados de la tierra que no trata solamente de Argelia, sino también del
Tercer Mundo en vía de descolonización. El 3 de Diciembre, recibe el libro en
el hospital Bethesda de Washington. A los 3 días, muere de una leucemia.
En 1962, Maspero publica en Presencia Africana, un homenaje a Fanon; hace también el esfuerzo
de publicar sus obras completas buscando sus textos publicados, a menudo de
manera anónima, en el periódico clandestino del FLN, El Moudjahid. Para la revolución africana se convertirá en libro
publicado en 1964, el cual fue traducido por Ernesto Che Guevara.
En 1961, fecha de la redacción de Los Condenados de la tierra, Fanon considera que el período de la
colonia está irrevocablemente atrás; lo que está ahora en el tapete es la revolución
de los Estados liberados. Para Fanon, la construcción de una sociedad
justa y prospera debería fundarse sobre la liberación integral de las mujeres y
de los hombres legado del colonialismo. De este punto de vista es
fundamental identificar las carencias y eliminar las consecuencias de una
presencia devastadora.
Uno de los capítulos de Los Condenados de la tierra,
“La desgracia de la conciencia nacional” es un llamado a los pueblos liberados
del dominio colonial para la promoción de las elites productivas, dotadas de
una conciencia política y promovida por el sentido del interés general. Si los
países independientes no logran preparar esas elites, triunfará entonces una
cultura de negociantes que no serán otra cosa que caricaturas del educador
occidental, en su comportamiento y sus modos de consumo. Los movimientos de
liberación se transformaron en partido único, “la forma moderna de la dictadura
burguesa, sin máscara, sin maquillaje, sin escrúpulo y cínica”. En
ausencia de perspectivas realmente nacionales, la vía de “dictaduras tribales”
estaría abierta: apostando sobre las divisiones étnicas y sobre las fronteras
“heredadas” del colonialismo, esos nuevos poderes, llevados por los dirigentes
de ayer, terminarán provocando el desmoronamiento de nuevos Estados.
Estas puestas en guardia fueron pronunciadas al alba de las independencias,
celebradas con entusiasmo y fervor. El análisis lucido de Frantz Fanon alertaba
de manera asombrosamente premonitoria sobre los desvíos susceptibles de afectar
los Estados poscoloniales. Describe con años de avance la patología neocolonial,
la perpetración de la dominación por la sumisión de gobiernos nacionales
corruptos y antipopulares a los intereses de las antiguas metrópolis
coloniales. Si estas estructuras coloniales no explican por ellas mismas el fracaso
de las independencias africanas, este medio siglo fue la demostración
despiadada de la eficacidad de las bombas retardadas legadas por las potencias
coloniales. La independencia de países colonizados se convirtió para
Fanon [en] una etapa preliminar y necesaria, pero no constituía de ninguna
forma el fin de un proceso de liberación.
Fanon fue uno de los pensadores de la revolución
argelina que se ubicaba fuera de toda reducción dogmática o de interpretación
doctrinal. Progresista y anti-imperialista sin referencia “teológica” al
Marxismo, cerca pero sin obediencia ninguna, del campo socialista. Como lo decía el sociólogo Inmanuel Wallerstein, en una formula concisa
pero muy exacta: “Fanon leía [a]
Marx con los ojos [de] Freud y leía Freud con la mirada de Marx”. La liberación del hombre y su
no-alienación fue para Fanon el último objetivo de la lucha política sin
estilo, sin rigidez pero sin concesión.
Era un hombre indivisible, que no podría ser reducido
a una dimensión particular de luchas; era anti-racista en nombre de la
universalidad y anti-colonialista en nombre de la justicia y las libertades. En
ninguna parte de él se le encuentra la más mínima voluntad de revancha ni de
estigmatización de los blancos como quisieran presentarlo hoy los teóricos
piratas del esencialismo y lo que llamaríamos choque de civilizaciones.
Sus detractores, que se encuentran entre los
“intelectuales” neoconservadores, intentaron un juicio por brujería a titulo de
una supuesta apología de la violencia traduciendo su desconocimiento de la obra
de Fanon y su mala fe racista. La violencia defendida por Fanon – como ultimo
medio de reconquistarse a sí mismo por los que son negados, explotados y
reducidos a la esclavitud - y esta de la legítima defensa de los oprimidos que
sufren de la violencia, todavía más grande, de la dominación, de la desposesión
y el desprecio.
Esto lo llevó a sobrevivir más allá de generaciones. Su
análisis de patologías sociales y políticas del racismo es de una sorprendente
actualidad, su análisis político, psicológico y social sobrepasa el contexto
dentro de lo cual fue elaborado, conservando al día de hoy una congruencia
sorprendente.
Su lucidez y su independencia lejos de aislarlo, a
pesar de la desconfianza de los marxistas “ortodoxos” prisioneros del dogma, le
permitieron ganar la estima y el respeto de combatientes de la libertad e
independencias.
Fanon fue una referencia mayor para los militantes
ilustres como [el] Comandante Che Guevara, Amílcar Cabral, Agostino Neto,
Nelson Mandela, Mehdi Ben Barka y muchos más.
En África, en Europa Fanon aparece hoy más actual que
nunca. Tiene sentido para los militantes africanos de la libertad y de los
derechos humanos; tiene sentido también para todos los Africanos y los Árabes
en contra de los cuales se expresa, tanto en los medios de comunicación como en
los propósitos de las elites de ciertos estados, un racismo sin complejo,
recobrando así violentamente un no deliberado racismo.
Tiene sentido puesto que la emancipación es la primera
meta de generaciones que llegan a la madurez política. Muchos de los africanos
aprendieron que esa lucha para la libertad, la democracia y los derechos
humanos es llevada contra los potentados locales pero de la misma manera contra
los gobernantes del orden neo-colonial que los protege, los utiliza para robar
los recursos y los descarta cuando ya su tiempo se acaba.
El pensamiento de Fanon continúa inspirando hoy a
todos los que combaten para el progreso del hombre en todo el planeta. En este
mundo donde el sistema de la opresión, el atropello del humano no para de
renovarse y de adaptarse, su pensamiento es un antídoto contra la renuncia. Es
el arma de una pasión lucida para el combate incesante por la libertad, la
justicia y la dignidad de mujeres y hombres. La liberación de los pueblos y de
los individuos de la esclavitud y de la alineación [¿?] queda un objetivo, la
emancipación está por venir.
Si Frantz Fanon estuviera vivo, ciertamente no le
hubiese gustado ser considerado como una autoridad canónica fuera del contexto
de su lucha y de su testimonio escrito. Al contrario constantemente subrayó
desde su primer libro hasta el último, que un pensamiento viviente debía
siempre ser una compromiso en una situación dada. La resistencia continua, y
cincuenta años después Fanon nos exhorta a no abandonar la lucha en este
espacio social donde las mujeres y los hombres ordinarios pueden poner
nuevamente en discusión y desplegar la energía y la sabiduría de un verdadero
proyecto político.
Los
condenados de la tierra
(libro)
Este libro, Los
condenados de la tierra se publicó en noviembre de 1961 cuando Frantz Fanon
estaba a punto de morir de leucemia. Fue impreso en semi clandestinidad y desde
su aparición se prohibió su difusión en Francia, bajo la acusación de «atentar
a la seguridad interior del Estado». Al hablar de los condenados de la tierra
Fanon se dirige a los desheredados de los países pobres y fundamentalmente al
campesinado africano.
Como toda la obra de Frantz Fanon, es de lectura
obligada para toda persona, militante o no, que luche por la liberación de su
pueblo. Explica muy claramente qué es el colonialismo, qué buscan los Estados
coloniales cuando ocupan un país para colonizarlo, qué instrumentos utiliza
para oprimir a los colonizados e incluso para que los propios colonizados
acepten esa situación de opresión y de negación. Aclara qué es el racismo y
cómo combatirlo. Plantea que la lucha de los pueblos colonizados por su
libertad debe basarse en la lucha del pueblo y no en la de unos pocos
intelectuales, que éstos si quieren realmente luchar contra el colonialismo
deben fundirse con el campesinado, la clase más importante y oprimida en
África. Fanon planteó con valentía el derecho de los pueblos oprimidos a
levantarse en armas contra sus opresores. Militó activamente por la unidad
africana. Denunció de manera clarividente el papel que jugaban algunos líderes
africanos de aliados del colonialismo y de ser un obstáculo a la liberación de
África. Denunció el papel que jugaban los aculturizados, africanos educados en
la cultura occidental y que renegaban de su propia cultura. Planteaba lo
importante que es la lucha por la cultura de un pueblo, lucha que se inscribe
dentro de la lucha de liberación nacional. En este libro Fanon nos acerca a
algunas experiencias suyas en tanto que psiquiatra, explicándonos algunos casos
extremos con los que se encontró durante su época de psiquiatra en Argel. Fanon
estaba adscrito dentro del movimiento de la antipsiquiatría. A pesar que este
libro hace cincuenta años que fue publicado, es totalmente actual.
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