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de Opinión | Sovietskaya Rossia | 18-11-2013 |
El
portal informativo y de análisis “Newsbalt” entrevistó al presidente del Partido Socialista de Letonia, Alfred Rubiks. Cuando en la época
soviética comandaba el CC. del partido Comunista de la RSSL, fue uno de los
pocos que se negó a abandonar el barco que se hundía y mantuvo su fidelidad a
los ideales soviéticos. Algo que posteriormente le supuso seis años de cárcel,
convirtiéndose en la práctica, en el primer preso político de la nueva Letonia.
La popularidad que le granjeó su entereza le sirvió para ser elegido en el 2009
parlamentario europeo por Letonia en Bruselas.
¿Cree usted que la caída
de la Unión Soviética, estaba de antemano predeterminada por los condicionantes
propios de su estructura social?
En
ningún caso. El colapso de la URSS está unido a la acción premeditada de muchas
figuras, incluyendo a aquellos que promocionaron a Gorbachov para que ocupase
la jefatura de Estado. Es decir, fue introducido allí, de modo premeditado,
para hacer labores de zapa. Sí, la Unión Soviética en aquel momento
necesitaba cambios. Esto era algo que las fuerzas sanas, dentro del PCUS,
comprendían perfectamente y apoyaron las reformas del XXVII Congreso del
Partido. La vida no se detiene, significa movimiento, y cualquier aparato
estatal necesita corregirse, perfeccionarse: por eso las reformas es algo que se da en
todos los países, tengan el régimen que tengan. Pero su puesta en marcha no
significaba la necesidad de destruir la URSS y renegar del ideal socialista. El
punto de no retorno se alcanzó una vez que Gorbachov recibió el cargo de
presidente e inició la reforma constitucional y de la base legislativa del
país. El resultado fue el desmoronamiento de la URSS: pero yo estoy convencido
de que se podía haber evitado. Gorbachov se convirtió en un aniquilador: una
vez hizo el trabajo sucio, salió huyendo del cargo, sin intentar siquiera
detener el proceso de disgregación del país que le había sido confiado.
¿Por qué Letonia no
conservó la base industrial heredada de la URSS?
Después
de salir de la cárcel, me tocó ser testigo de escenas lamentables. Gente con
lágrimas en los ojos, que indicando edificios en ruina y solares, me
explicaban: “¡Y pensar la fábrica tan potente que había aquí hasta hace poco!
Aquí trabajábamos nosotros y los miembros de nuestras familias”. No cabe duda
de que la responsabilidad por la pérdida de la base industrial que nos había
quedado en herencia de la URSS, reside en los gobiernos de los noventa, quienes
adoptaron un gran número de decisiones nefastas. Tampoco podemos despreciar el
papel jugado por los “bienhechores” extranjeros, que llegaron a nuestras
tierras en calidad de consejeros. Por cierto, eso es algo que ya se inició en
los últimos años de gobierno soviético.
Estoy
seguro de que occidente no estaba interesado en el desarrollo de Letonia.
Enviaron a sus emisarios para que seleccionasen aquello con lo que enriquecerse
y al mismo tiempo ahogar a la competencia. Ambas tareas fueron cumplidas con
éxito. En general, los occidentales ven a las antiguas repúblicas soviéticas,
como meras colonias, privadas de derechos, donde se puede hacer aquello que
ellos tienen prohibido en sus países. Un ejemplo que ha pasado
desapercibido, pero que es bien elocuente: el modo en que los amos europeos
occidentales equipan las grandes granjas porcinas en sus países y en Letonia.
Yo he tenido oportunidad de ver cómo en Bélgica equipamientos similares se
construyen cumpliendo toda la normativa ecológica, evitando así que se produzca
un olor desagradable, por muy cerca que estés. Lógicamente sale más caro. En
Letonia, un empresario danés, atraído por lo barato de los terrenos, ha
levantado a las afueras de Aizpute, una granja porcina con un gigantesco
depósito de purines a cielo abierto, lo que provoca que el aroma se propague
varios kilómetros a la redonda. ¿A que hay diferencia?
Tuve
la oportunidad de leer una investigación de científicos alemanes, llevada a
cabo en colaboración con la Academia letona de ciencias: sus autores
demostraban que la destrucción de un sector agroindustrial, como el letón, que funcionaba
bien, era algo perfectamente evitable. Sin ir más lejos, el koljos de Tervete, sigue
funcionando a día de hoy, convertido en una empresa diversificada de éxito.
¿Qué impedía hacer lo mismo con el resto de koljoses?
Una serie de antiguos
colegas suyos del Partido Comunista, han hecho una exitosa carrera política en
la Letonia actual. ¿Por qué se negó usted a abandonar ese barco que se hundía,
aunque luego lo tuviese que pagar con seis años de cárcel?
El
cómo actuar en cada situación es algo que evidentemente depende de la elección
individual de cada uno. Yo no podía renegar de los ideales a los que había
jurado fidelidad. Los que cambiaron de chaqueta, fueron gentes sin
convicciones, que siempre estarán con el que sea más fuerte en cada momento. Yo
me siento más próximo a los que están dispuestos a aceptar las hogueras de la
inquisición con las palabras: “Y sin embargo gira”. Estoy con aquellos, que se
negaron a delatar a sus camaradas partisanos, siendo torturados en los
calabozos de la Gestapo.
¿Cómo valora usted las
perspectivas de la idea socialista en el mundo contemporáneo?
Estoy convencido de que la vía socialista de desarrollo es
el futuro, no el pasado. Porque si vemos como vive el mundo en la actualidad,
resulta evidente que así no puede continuar por mucho tiempo: Infinidad de
conflictos bélicos locales, contaminación generalizada de la naturaleza, la
discordia por motivos de raza o religión, el empobrecimiento de amplias masas
populares.
Los capitalistas no están interesados en resolver todos estos problemas, solo
les interesa el beneficio a corto plazo. Los pueblos merecen una vida mejor de
la que tienen ahora.
Traducido
del ruso por Josafat S. Comín
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