PODER POPULAR, PODER
REVOLUCIONARIO
Por
Toby Valderrama y Antonio Aponte
¿De
qué hablamos cuando decimos Poder Popular? La precisión en este asunto es
importante, ella condicionará la idea que tenemos de sociedad, de Revolución.
Veamos.
Una
visión sostiene que el “poder popular” es la administración por parte de las
unidades organizativas (comunas, consejos comunales, asociación de vecinos) de
los recursos, de manera independiente. Postura similar a las antiguas asociaciones
de vecinos o al presupuesto participativo, es decir, organizaciones aisladas,
independientes, cada una funcionando como una suerte de mundito.
De
esta manera se contribuye a la fragmentación de la sociedad, a la
descentralización, al extrañamiento de la sociedad, al egoísmo, base para que
persista el capitalismo, lo justifica. Es un “poder popular” que se contradice,
que contribuye a mantener el capitalismo, que es antipopular, antipoder. En
definitiva, es reaccionario.
Este
“poder popular” contradictorio lo absorbe perfectamente la burguesía, es más,
lo aúpa. Es una forma de confinar a la masa a su mezquino entorno, de castrarla
de la visión universal.
No
vamos a entrar en detalles sobre la estructura que pensamos debería tener el
Poder Popular, hablaremos de las características que creemos deberían ser
fundamentales:
Primero,
debe ser capaz de defenderse. Un “poder popular” que pierda las elecciones está
en entredicho, si no puede dar respuesta a las contingencias de la Revolución
es inútil, si es incapaz de proteger al gobierno que le da origen es inviable.
Segundo,
debe ser capaz de tener visión universal, importarse por el destino de la
nación, de la humanidad. En resumen, ser revolucionario. No se concibe un poder
popular reaccionario, capitalista, egoísta, que sólo se preocupe por su entorno
y lo defienda como si se tratara de un “poder” o un Estado aparte del resto de
la sociedad.
Tercero,
debe ser territorio del Hombre Nuevo, de relaciones fraternas, parte integrante
de la economía planificada por toda la sociedad para beneficio de toda la
sociedad. Sólo sobre esta economía se podrá sustentar la ética de la
fraternidad. Si la economía es fragmentada se formarán, necesariamente,
unidades egoístas.
Cuarto,
debe tener ramificaciones en toda la sociedad. Sus formas organizativas deben
ser campesinas, obreras, de profesionales, de los barrios, militares, con las
variaciones propias de sus particularidades. Y estar engranadas con el Estado
Nacional, ser parte de él, para eso debe constituir un entramado nacional que
vaya desde los organismos capilares hasta una Asamblea del Poder
Revolucionario.
Se
desprende de lo anterior que el verdadero poder popular será un Poder
Revolucionario, ese es su nombre más apropiado.
El
verdadero Poder Popular será la Revolución Socialista, el Poder Revolucionario,
cuando la sociedad integrada en lo material y lo espiritual tome cuenta de su
destino: planifique su futuro, supere la anarquía del capitalismo y pueda vivir
de cada uno según su capacidad y dando a cada uno según su necesidad.
En
resumen, hay dos tipos de organización social:
Una,
la social reaccionaria, propia del capitalismo, que fragmenta a la sociedad, es
lo que ellos llaman descentralización. Adquiere diversos nombres, pero la
característica fundamental es que se forma sobre unidades aisladas.
Otra,
la social revolucionaria, una organización que adquiere forma de tejido social,
las unidades obedecen a un plan centralizado, mediante ésta la sociedad toma
cuenta de su rumbo material y espiritual, puede superar la fragmentación y la
anarquía capitalista, supera la contradicción entre individuo y sociedad, vence
a la mercancía, al mercado, al capital, como centro de la actividad social, y
restituye al hombre en el centro de todos los afanes. Este es el Poder
Revolucionario.
Cortesía de Liz Gómez
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