Mas resonancias del
Festival Claudia María Jovel
BAJO
EL MANTO DE SAN SEBASTIÁN
POR MARINA MONCADA/NICARAGUA
POR MARINA MONCADA/NICARAGUA
"Encarcelamos temores".
Claudia
María Jovel
¿Vas a ir? Me dijo el poeta Otoniel Guevara, quien preside la Fundación
Metáfora. Sin esperar respuesta, agregó: "Te va a gustar será un festival
de poesía de puras mujeres".
No lo hice esperar y breve disipé su duda. Duda que era más mía que suya.
Recién llegábamos de sus lecturas en la Embajada de El Salvador en Los Ángeles,
California, y estábamos reunidos en el restaurante "La Casita de Don
Carlos", donde su propietaria, mi amiga salvadoreña, Sosia Arévalo, nos
atendió personalmente. La primera vez que escuché a Otoniel, fue en un video en
youtube leyendo sus poemas en Washington, y desde ese instante me convertí en
una de sus lectoras. Posteriormente, nos hicimos amigos en facebook, y para mi
sorpresa, publicó uno de mis poemas en el Suplemento Cultural 3000.
Viajé a El Salvador, vía Miami, donde vive gran parte de mi familia. Aquí tuve
un accidente menor en el carro que había alquilado. Las maniobras burocráticas
de la compañía de carros y el estrés resultante de no haber leído a tiempo la
letra menuda de la póliza de seguros, casi me hacen cancelar mi viaje. Pero ya
estaba escrito que yo viviera esta enriquecedora experiencia en el Segundo
Festival de poesía Hispanoamericano dedicado a la poeta-mártir, Claudia María
Jovel. Al mismo fueron invitadas Ingrid Ortez, Cindy Jiménez, Sara Castro
Méndez y Jocelyn Pantoja, representando Honduras, Puerto Rico, Costa Rica y
México respectivamente.
"Ve ese muchacho camiseta anaranjada que viene en la bicicleta? Ese es uno
de ellos. No les tenga miedo". Esa fue la respuesta del guardia que
custodiaba la entrada de la Casa de Cultura en San Sebastián, El Salvador. Se
refería a un joven alargado que no rebasaba los 20, pero sí rebasaba los pocos
vehículos y las personas transitando por las calles empedradas del pueblo. En
su rostro y postura desafiante, reconocí de golpe a muchos de los estudiantes
de las escuelas de California. Igual marchaba en media calle del pueblo, un
grupo de soldados enmascarados. "Es para que no los reconozcan", me
dijeron. Esta imagen restauró la otra, la mía; la de la guerra civil en
Nicaragua, la cual ya creía (y quería) desvanecida de mi memoria.
Camino a San Salvador, nos acompañó una lluvia tropical atronadora que recorrió
todas las escalas musicales. Nada que ver con las silentes y lánguidas gotas
que caen acá en el Sur de California. ¡Ah! pero con la poesía llegó el arco
iris! Policromático, como los telares de San Sebastián. Las lecturas se
llevaron a cabo en la Casa de Cultura y el Parque Central San Sebastián,
diferentes escuelas secundarias en San Rafael Cedros, Cojutepeque, Soyapango,
San Esteban Catarina, y en San Salvador donde leímos para Las Dignas,
agrupación feminista con una postura sólida, que sin tapujos denuncia el
maltrato a la mujer, los abusos sexuales a jovencitas, perpetrados por docentes
y la exclusión de la mujer del mundo laboral.
Desenrollo ante ustedes, el pentagrama de algunos de los poetas con quienes
tuve el privilegio de haber compartido lecturas:
Silvia
Helena Regalado (El Salvador) la que "cierra puertas, ventanas. Acomodo mi
piel en su alma", cuando le habla al Dios que la habita. Ingrid Ortez
(Honduras) nos habla de otra casa que lo "recuerdan", aquella que es
"mía y tuya también" pero que tiene "los vidrios empañados por
la falta de besos y tu aliento que se ha escaseado. Ha dejado la puerta abierta
pues "se me cayó la llave en el desagüe del recuerdo". Cindy Jiménez
Vera (Puerto Rico) nos habla de otra escasez: "En aquel país
centroamericano, un casamiento es un desayuno. Así, los que aún amanecen con
hambre, empiezan el día con un almuerzo. Ha sido el método más eficaz; abolir
dos tradiciones al mismo tiempo". En Claudia Meyer (El Salvador) el
verdadero ausente es el consuelo, porque para ella el amor es "sollozo
disfrazado de ausencia". Viene Sara Castro Méndez (Costa Rica) y se va
directo al grano al cuestionar: ¿"Acaso importó que brindaras en las copas
de mi sostén?/ ¿derramaras tequila sobre mi cuerpo?/ ¿Cuál es la causa de tu
ausencia?/ ¿Haberme acostado con un ebrio?/ ¿o amanecer con un sobrio que no
recuerda nada"? Jocelyn Pantoja (México) de la que todas sabemos su
nombre, está "ahogada en los nombres de las cosas y no sé mi nombre".
¿"Soportará la verdad de las pequeñas cosas"? Seguro que sí, porque
para ella el "desconsuelo es ficción". Y Sergio Garay de solamente 19
años, un estudiante salvadoreño invitado por nosotras a leer sus poemas, pone
en su lugar a la muerte de su abuela paterna: "no camine en la pasarela
del destino/déjela gozar su cautiverio en el profundo misterio de los parpados
cerrados".
Regresé
salva a casa. Vine envuelta en la calidez chispeante del pueblo salvadoreño,
admirada por la disciplina escrutiñadora de sus estudiantes y controlando la
temperatura de la indecible altura del vuelo, con la cobija hecha en los
telares de San Sebastián, El Salvador.
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