¿Nobel
de Agricultura para Monsanto y
Syngenta? Cuando se premia a los que
generan
hambre
05/07/13
Vivimos en un mundo al
revés, en el que se premia a las multinacionales de la agricultura transgénica,
mientras acaban con la agricultura y la agrodiversidad. El Premio Mundial de
Alimentación 2013, lo que algunos llaman el Nobel de Agricultura, ha sido
concedido este año a dos representantes de la industria transgénica: Robert
Fraley de Monsanto y Mary-Dell Chilton de Syngenta. El tercer galardonado ha
sido Marc Van Montagu de la Universidad de Gante (Bélgica). Todos ellos
distinguidos por sus investigaciones a favor de una agricultura biotecnológica.
Y me pregunto: ¿Cómo puede ser
que se conceda un galardón que, teóricamente, reconoce "las personas que
han hecho avanzar (...) la calidad, la cantidad y el acceso a los
alimentos" a quienes promueven un modelo agrícola que genera hambre,
pobreza y desigualdad. Los mismos argumentos, imagino, que llevan a conceder el
Nobel de la Paz a quienes fomentan la guerra. Como dice el escritor Eduardo
Galeano, en su libro 'Patas arriba' (1998), "se premia al revés: se
desprecia la honestidad, se castiga el trabajo, se recompensa la falta de
escrúpulos y se alimenta el canibalismo".
Nos quieren hacer creer que las
políticas que nos han conducido a la presente situación de crisis alimentaria serán
las soluciones, pero eso es mentira. La realidad tozuda nos demuestra, a pesar
de los discursos oficiales, que el actual modelo de agricultura y alimentación es
incapaz de dar de comer a la gente, cuidar de nuestras tierras y de aquellos
que trabajan el campo. Hoy, a pesar de que, según datos del instituto GRAIN, la producción de
alimentos se ha multiplicado por tres desde los años 60, mientras que la
población mundial desde entonces tan solo se ha duplicado, 870 millones de
personas en el mundo pasan hambre. Hambre, pues, en un planeta de la abundancia
de la comida.
La Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y
la Agricultura, la
FAO, reconoce que en los últimos cien años han desaparecido el 75% de las
variedades agrícolas. Nuestra seguridad alimentaria no
está garantizada, al depender de un abanico cada vez más reducido de especies
animales y vegetales. En definitiva, se promueven aquellas variedades que más
se adecuan a los estándares de la agroindustria (que pueden viajar miles de
kilómetros antes de llegar a nuestro plato, que tengan un buen aspecto en las
estanterías del supermercado, etc.). Dejando de lado otros criterios como la
calidad y la diversidad de lo que comemos.
Se nos dice que para acabar con
el hambre en el mundo hay que producir más alimentos y, en consecuencia, que es
necesaria una agricultura transgénica.
Pero hoy de comida no falta sino sobra. No tenemos un problema de producción,
sino de acceso. Y la agricultura transgénica no democratiza el sistema
alimentario; al contrario, privatiza las semillas, promueve la dependencia
campesina, contamina la agricultura convencional y ecológica e impone sus
intereses particulares al principio de precaución que debería de prevalecer.
Marie Monique Robin, autora del
libro y el documental 'El mundo según Monsanto' (2008), lo deja
claro: estas empresas quieren "controlar la cadena alimentaria" y
"los transgénicos son
un medio para conseguir este objetivo". Premios como los concedidos a
Monsanto y Syngenta son una
farsa, ante la que sólo hay una respuesta posible: la denuncia. Y señalar que
otra agricultura sólo
será posible al margen de los intereses de estas multinacionales.EcoPortal.net
* Artículo publicado en
Etselquemenges.cat, 04/07/2013.
www.esthervivas.com
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