Imagen tomada de el Nuevo Herald
EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes 15 de julio
de 2013
Ante el espejo laboral: Chile y Ecuador
Juan J. Paz y Miño Cepeda
El pasado 11 de julio se
realizó el paro nacional en Chile, convocado por la Central Unitaria de
Trabajadores (CUT) y con el respaldo de estudiantes, profesores, trabajadores
públicos, organizaciones sociales, etc., lo cual demostró un proceso de
creciente acumulación de fuerzas populares.
En Chile se ha reclamado
por el fin de las AFP (administradoras de fondos de pensiones); por la
educación pública gratuita y de calidad; reforma del sistema de salud; reforma
tributaria que asegure la redistribución de la riqueza; y, desde luego, reforma
laboral, para mejorar salarios y tener plena garantía a los derechos de los
trabajadores, conculcados desde la época del terrorista dictador Pinochet
(1973-1990), particularmente en cuanto a la negociación colectiva, la libre
sindicalización y la huelga.
En las décadas de los 80 y
90 del pasado siglo, en América Latina se tenía como “exitoso” al modelo
chileno, inspirado en la ideología del neoliberalismo. En igual época, los
sucesivos gobiernos del Ecuador magnificaban los “logros” de Chile,
pretendiendo llevar al país al paraíso del mercado libre, la empresa privada
desregulada y la flexibilidad laboral. Los gremios empresariales eran aún más
“creativos”, demandando: suprimir el reparto de utilidades, congelar salarios,
aumentar la jornada, acabar con las liquidaciones por despido, reducir el pago
por horas extras, privatizar la seguridad y los servicios de salud, restringir
la sindicalización, el contrato colectivo y la huelga, etc. Regía en el país un
modelo empresarial de desarrollo, que agudizó la concentración de la riqueza,
descalabró los servicios públicos y agravó las condiciones de vida y de trabajo
de la población nacional.
La explosiva situación en
Chile reproduce -mutatis mutandis- lo que Ecuador vivió bajo la vigencia del
modelo empresarial, consolidado por una clase política que terminó por
derrumbar las bases de la democracia ecuatoriana, como se evidenció entre
1996-2006, con ocho gobiernos.
En América Latina, las
leyes y derechos laborales son conquistas con larga historia, que incluye
represiones y matanzas obreras, por solo defender al capital. Por eso, el nuevo
código del trabajo que Ecuador impulsa, no puede menos que considerar esa
trayectoria y sus logros, a fin de potenciar y avanzar en nuevos derechos, bajo
la premisa de que las leyes laborales son, ante todo, a favor de los
trabajadores y no flexibilizadoras en beneficio de los empresarios.
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