Publicado en 28 marzo, 2013by Iroel Sánchez
En 1998, Hugo Chávez inauguraba su mandato como
presidente y Sergio Ramírez era el exitoso escritor que recorría las capitales
latinoamericanas, reinaugurando de mano del grupo PRISA el premio Alfaguara de novela que
había obtenido de manera compartida con el cubano Eliseo Alberto.
Se hablaba mucho de política y poco de literatura.
O, mejor dicho, de cierta política. Era el momento de auge del discurso
neoliberal en Latinoamérica y del abandono acelerado por no pocos intelectuales
de izquierda de sus antiguos ideales.
En los quince años transcurridos mucho ha cambiado
América Latina, en buena medida gracias a Chávez. Por ello, tal vez el líder
bolivariano sea un día protagonista de una de las novelas de Ramírez, pero al
menos ya lo ha sido varias veces de los artículos de prensa del escritor
nicaraguense. En el más reciente de ellos, el novelista
insiste en comparar al líder bolivariano con Eva Perón, “generosa para colmar
de regalos a manos llenas a los más pobres a costas de las arcas del Estado que
entonces parecían inagotables y arrancada igualmente del mundo de los vivos por
un cáncer traicionero” afirma quien fuera luchador antisomocista.
En un análisis extemporáneo, que parte de un
presunto embalsamamiento del cádaver de Chávez que ya no se realizará, Ramírez
dice que
“al caudillo muerto se le recuerda como uno recordaría a su propio padre,
bondadoso, dispuesto a extender la mano para colmar de dones a sus partidarios
y, al mismo tiempo, decidido a castigar a los díscolos enviándolos a las llamas
del infierno”. “A nadie se parece más el comandante Chávez que a Eva
Perón”, añade el ex vicepresidente de Nicaragua, y simplifica así
el profundo proceso de transformación social operado en Venezuela. Antes había escrito: “sin duda seguirá vivo
por muchos años el chavismo, mientras haya quien recuerde quién le regaló su
primera bicicleta, o su vestido de primera comunión”.
¿Ignora Sergio Ramírez la diferencia entre justicia
y caridad? ¿No conoce que el derecho conquistado y proclamado en leyes y
constitución es muy diferente a la dádiva? Quizás pueda entenderlo
leyendo lo que el reverendo Raúl Suárez considera
el mejor documento de la Iglesia Católica en Cuba
en los años de la Revolución, derivado del Encuentro
Eclesial Cubano, donde esta reconocióque“La sociedad socialista nos ha enseñado a dar por justicia lo que antes dábamos por caridad”.
Más allá de despertar el fervor popular, no es tan difícil comprender entonces
en qué son diferentes Chávez y Eva Perón y que en Venezuela las “arcas del
Estado” regalaban -antes de la Revolución bolivariana- a un bipartidismo
corrupto que había sumido al país petrolero en un 60% de pobreza.
Ramírez
habla del “mito” Chávez y lo atribuye a “que el mito arraiga mucho mejor en las
sociedades en que persiste un profundo sustrato rural, y es allí, en ese
sustrato, donde también crece con renovado verdor la figura del caudillo”,
haciendo analogías, además de con Evita, con el médico venezolano José Gregorio
Hernández y el culto a María Lionza.
Otro escritor, el colombiano William Ospina, afirmó antes que Sergio Ramírez pero con
un sentido más amplio -que incluye luchadores revolucionarios, escritores y
artistas- la entrada del Comandante Chávez en la mitología latinoamericana:
“Y
tal vez nos será dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología,
a la novelesca mitología latinoamericana, de la que forman parte por igual
María Lionza y José Gregorio Hernández, Rubén Darío y José Martí, Carlos Gardel
y Eva Perón, Martín Fierro y Jorge Eliécer Gaitán, Simón Bolívar y Túpac Amaru,
Frida Kahlo y Pablo Neruda, Eloy Alfaro y Salvador Allende, el Che Guevara y Emiliano
Zapata, Vargas Vila y Jorge Luis Borges, Benito Juárez y Morazán, Pedro Páramo
y Aureliano Buendía.
“Una
mitología de la que hoy tal vez sólo tenemos vivos a Fidel Castro y a Gabriel
García Márquez”
La llegada de Chávez a esa lista, Ospina la atribuye
a que intentó: “abrir camino a un poco de justicia en un continente
escandalosamente injusto”. Algo que una vez también quizo hacer Sergio Ramírez
pero que abandonó al extremo de motivar un artículo de Pascual Serrano con el
título de “¿Es usted un guerrillero latinoamericano convertido al
neoliberalismo? En el diario El País hay un sitio para usted”.
La industria mediática y cultural asentada en
España y Miami intenta construirle sus ídolos a los latinoamericanos pero los
pueblos son sabios. Como ha dicho William Ospina, “Chávez entrará en la
mitología de los altares callejeros”, un lugar donde no manda el grupo PRISA,
sino el corazón de los latinoamericanos. Y “seguirá vivo por muchos años el
chavismo” pero lo hará por hacer justicia, no por dar dádivas. (Publicado en CubAhora)
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