EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Renovación del sistema “interamericano”
Juan J. Paz y Miño Cepeda
Ecuador nunca planteó “debilitar” a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH), tampoco “acabar” con el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos (SIDH) y peor aún “liquidar” la protección a la libertad de
expresión. La tergiversación llegó por la vía de los opositores políticos, los
empresarios de medios de comunicación privados, y los interesados
internacionales en conservar inamovible la institucionalidad americana nacida
en otras épocas.
La
reciente Asamblea de la OEA, en la que el tema central fue la revisión del SIDH
y del papel de la CIDH, ha sido un paso inédito desde el nacimiento de la OEA
(1948). Varios países coincidieron en la necesidad de revisar las formas del
financiamiento del Sistema, los alcances de la Comisión, la necesaria
ratificación de todos los países americanos de los instrumentos institucionales
y jurídicos emanados del mismo sistema (un claro mensaje a los Estados Unidos),
la igualdad que deben tener las relatorías (lo que implica cuestionar el
privilegio que hasta hoy ha mantenido la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión) e incluso la posibilidad de cambio de sede de la CIDH.
No importa
si los consensos todavía no fueron ampliamente logrados. Lo cierto es que
Ecuador, que tomó la iniciativa en los cuestionamientos a la CIDH, ha sido
determinante para que los países americanos comiencen a tratar temas antes
considerados inamovibles; y en la Asamblea de la OEA, América Latina ha
demostrado que avanza en la toma de posiciones para una era distinta, pues la
región ha dejado de subordinarse a los criterios hegemónicos que en otras
épocas mantuvieron los Estados Unidos.
Han quedado
atrás las antiguas alineaciones de América Latina con el “americanismo”
monroísta del siglo XIX; el “panamericanismo” o “interamericanismo” de inicios
del siglo XX; las estrategias internacionales, militares y diplomáticas de la
época de “guerra fría”, tras la II Guerra Mundial (1939-1945); y las
convergencias con el “neoliberalismo” de fines del siglo XX.
América
Latina, otrora región dependiente de tales influjos y condicionamientos, ha
ingresado a una nueva era, de la mano de los países con gobiernos de Nueva
Izquierda; de manera que hoy plantea y adopta posiciones de avanzada,
encaminadas a reformas profundas en las relaciones continentales, que están
colocando en la resistencia defensiva a las diplomacias tradicionales y
arrinconando a las antiguas visiones hegemónicas.
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